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Timoveev Lev Michajlovic, Radio Radicale - 17 ottobre 1989
Entrevista a Lev Timoveev. Transnacional: un intento que puede salir bien.
Lev Timoveev, ciudadano soviético, ha participado a principios de septiembre en los trabajos del Consejo federal del Partido radical. Timoveev es escritor y economista, ha fundado la revista independiente Referéndum y el Press Club Glasnost. Representante del Grupo Helsinki en Moscú, ha pasado muchos años en los campos de concentración.

SUMARIO: El proceso de reforma económica y política en la Unión Soviética; el problema de las nacionalidades y el paralelismo entre el desmoronamiento del Imperio Austro-húngaro y una posible caída del Imperio Soviético. La crisis económica y la perestroika. El Partido Radical Transnacional.

(Notizie Radicali nº 224 del 17 de octubre de 1989)

P: La primera pregunta es la más natural considerando los acontecimientos más recientes que se registran en el mundo comunista: este proceso de reforma económica y política en la Unión Soviética puede acabar como el proceso chino en Tien-an-men?

R: No, no creo que suceda lo que ha pasado en Tien-an-men pues la Unión Soviética ha ido mucho más adelante que China.

P: El problema de la "crisis de las nacionalidades" en la Unión Soviética es sin lugar a dudas explosivo. El secretario del Partido radical, en su informe ante el Congreso de Budapest, propuso un paralelismo entre el desmoronamiento del imperio austrohúngaro, acontecido a raíz de una crisis de nacionalidad, y un posible desmoronamiento del Imperio Soviético.

A lo largo del Consejo federal del Pr, los ciudadanos soviéticos presentes han hablado de imperio soviético qué opina de este paralelismo y cómo cree que se podrá salir de esta crisis?

R: Lo más importante no es saber si habrá o no una caída del Imperio en cuanto tal o si el estado soviético se transformará en una federación de Estados. Esto no es importante. Lo que importa es que acabe la conciencia imperial, pues entre muchos soviéticos sigue existiendo una conciencia imperial; esto no sólo entre los rusos, sino entre otros muchos pueblos. Acabo de regresar de Riga, en donde he pasado un mes. Si bien hay muchos letones que defienden y quieren la autonomía nacional, su lengua, su cultura nacional, hay muchos que no se plantean ni siquiera estos problemas y se consideran parte de la Unión Soviética, en cuanto personas que han renunciado a su conciencia nacional, a sus raíces nacionales.

Ahora, paulatinamente, muchos pueblos están cobrando conciencia de sus raíces nacionales, sin las que los hombres no son hombres.

Este problema de la conciencia imperial, de su fin, es a mi parecer muy importante. Puede ser que se produzca de forma pacífica. Si cada país, los bálticos por ejemplo, pudiesen realizar su propia autonomía cultural, política, económica aun manteniéndose en el ámbito de una confederación soviética, sin una secesión, ello constituiría sin lugar a dudas una institución pacífica con el respeto de todas las conciencias nacionales, y sería sin lugar a dudas la solución más deseable, la mejor. Lamentablemente, la clase burocrática es la más conservadora por lo que se refiere a estos problemas, y será muy difícil que permita que se resuelvan de forma pacífica y rápida.

P: El otro problema es el de la catastrófica situación de la crisis económica. Para afrontarla consideras necesario acelerar la perestroika económica con la introducción del sistema de mercado de forma más amplia?

R: La verdad es que no había acabado de contestar a la pregunta anterior, pero esta me permite concluir la anterior y contestar a esta al mismo tiempo. Ya he dicho que la parte más conservadora de la sociedad está formada precisamente por la clase media burocrática, por el aparato que tiene el poder real - cuyos miembros están menos interesados en los cambios tanto en lo que se refiere a la cuestión de las nacionalidades como en el campo de la reforma económica. A este respecto han intervenido, a lo largo del Consejo Federal, Yuri Afanasiev y Serguei Grigoriants, quiénes han abierto entre ellos casi un debate en el debate. Por supuesto, Grigoriants tiene razón al afirmar que el aparato del partido puede por su conservadurismo pararlo todo y hacer que precipite la situación hasta un nivel de guerra civil. Pero tiene razón también Afanasiev al decir que reformas demasiado radicales podrían provocar una reacción del aparato y hacer que precipitase la situación.

Por supuesto, en un debate tan polémico como el que se ha desarrollado en Roma entre los dos, a quién escucha se le puede escapar el hecho de que Grigoriants y Afanasiev - esta es mi opinión - expresan en realidad el mismo análisis de la situación, aunque lo hagan desde puntos de vista distintos. Tienen razón los dos. Afanasiev es tal vez más constructivo en lo que dice; y es obvio, puesto que puede actuar, puede decidir e incidir en la realidad en cuanto miembro del Parlamento, mientras que ni Grigoriants ni yo podemos hacer más que hablar, expresar nuestra opinión.

P: Qué reflexiones has hecho, qué sensaciones has tenido tras estos días de full inmersion en el Partido radical transnacional?

R: Creo que se está llevando a cabo un experimento histórico muy importante, muy interesante: la creación de un partido de tipo no comunista, no leninista, sin un programa político rígido. Creo que este intento de crear un partido transnacional es interesante y positivo y creo que puede lograrlo, aunque tendrá - ya las tiene - enormes dificultades de carácter organizativo y financiero debidas precisamente al hecho de que se está realizando algo totalmente nuevo; precisamente porque no se trata de un partido rígido.

Pero aunque no saliese bien - aunque yo creo en su éxito - creo que la experiencia será en cualquier caso positiva e interesante.

 
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