Historias corrientes...
Entrevista de Piero VERNI
a Choekyi (45 años)
Nacida en Amdo. El nombre del pueblo se mantiene en secreto por razones de seguridad para su familia.
Tenía casi 37 años cuando tuve mi cuarto hijo varón. Mi marido y yo habíamos deseado siempre una niña, pero este sueño fue convertido en irrealizable a causa de la violencia china. En efecto, según las leyes chinas de la época, no se podían tener más de tres hijos. Así pues, apenas tuvieron noticias de este mi cuarto parto, vinieron una tarde a mi casa, me llevaron al hospital y me esterilizaron contra mi voluntad. Algo no marchó bien, porque tuve una fuerte hemorragia. Después de tres días de hospitalización me era imposible quedarme más tiempo, porque aunque la esterilización era obligada, mi familia debía correr con los gastos. Soy la mujer de un pobre campesino y no puedo permitírmelo.
En el hospital, sobre todo en los baños femeninos, he visto sangre y embriones. Había jovencitas de veinte años obligadas a la esterilización. De las 120 mujeres de mi pueblo fueron esterilizadas entre 70 y 80. He visto con mis propios ojos, en mi pueblo, a algunas mujeres que fueron obligadas a la esterilización después de haber tenido un hijo, y que por alguna razón imprevisible, natural o accidental, perdieron a su único hijo. Se quedaron estériles y terriblemente solas y tristes. Se da el caso que en los hospitales chinos no usan casi nunca la anestesia para las mujeres, las cuales padecen fortísimos dolores. Se hace abortar a las mujeres tanto a los dos o tres meses, como a los cinco meses, y se pueden ver los brazos y las piernas ya formados de estos niños. Dos mujeres murieron a causa de abortos practicados en situaciones de alto riesgo. Una tenía 33 años, y la otra unos veinte.
El problema de estos abortos forzoso es que la mayor parte de estas mujeres son pobrísimas, y no pueden permitirse pagar el hospital, y deben trabajar para reembolsarlo. Apenas hay mujeres de más de veinte años que hayan conseguido escapar de las esterilizaciones. El otro problema es que la mayor parte de los hombres de mi pueblo han resultado muertos por los chinos,en las sucesivas ocasiones en que se rebelaban contra la ocupación china del Tíbet, y cuando ya no quedaban suficientes hombres muchas mujeres tibetanas se han casado con chinos, especialmente de religión musulmana, que son nuestros vecinos.