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Conferenza Tibet
Sisani Marina - 6 settembre 1995
BREVE HISTORIA DEL ESTATUS DEL TIBET

Por Michael C. van Walt van Praag

El gobierno tibetano en el exilio, conducido por Su Santidad el Dalai Lama, guía espiritual y jefe del Estado en el exilio del Tíbet ha sostenido constentemente que el Tíbet ha estado bajo ocupación ilegal china desde el momento en que China invadió el estado independiente en 1949-50.

La república Popular china (RPC) afirma que sus relaciones con el Tíbet son una cuestión estrictamente interna, porque el Tíbet es, y ha sido durante siglos, parte integrante de China. El problema del estatus jurídico del Tíbet es esencialmente una cuestión legal, aunque de gran importancia política. La RPC no pretexta derechos de soberanía sobre el Tíbet como resultado de su ocupación y sometimiento militar del Tíbet tras su invasión armada en 1949-50. En efecto, la RPC no podría sostener esta pretensión, desde el momento en que rechaza enérgicamente como pretensiones a la soberanía, los sostenidos por otros países sobre la base de la conquista, de la ocupación, o de la imposición de tratados inicuos. Más bien, la RPC basa sus pretensiones en esta discusión sobre el Tíbet, exclusivamente en la teoría según la cual el Tíbet formo parte integrante de la China hace siete siglos.

LOS ALBORES

Aunque la historia del estado tibetano se inició en el 127 a. C. con la instauración de la dinastia Yarlung, el país, tal y como lo conocemos, fue unificado por vez primera en el séptimo siglo d. C. bajo el rey Songtsen Gampo.

En los tres siglos que siguieron, el Tíbet fue una de las mayores potencias de Asia, como se confirma en la inscripción de una columna que se encuentra al pie del palacio de Potala en Lhasa, así como en las historias chinas de la época Tang sobre aquel período.

Un tratado formal de paz concluido entre China y el Tíbet en el 821-823 definía los confines entre los dos paises y aseguraba que "los Tibetanos vivirán felices en el Tíbet y los Chinos vivirán felices en China".

LA INFLUENCIA MONGOL

Mientra el imperio mongol de Gengis Khan se extendía hacia Europa por Occidente, y hacia China por Oriente, durante el siglo XII, los responsables tibetanos de la potente escuela Sakya del budismo tibetano concluyeron un acuerdo con los gobernantes mongoles con el objetivo de evitar la conquista del Tíbet. El Lama tibetano prometió fidelidad política y bendiciones y enseñanazas religiosas a cambio de protección y tutela. La relación religiosa se hizo aún más importante cuando, diez años después, Kublai Khan conquistó China y fundó la dinastía Yuan (1297-1368), e invitó al lama Sakya a convertirse en Preceptor Imperial y Sumo Pontífice de su imperio.

La relación que se desarrolló y que continuó existiendo hasta el siglo XX entre Mongoles y Tibetanos era un reflejo de la estrecha afinidad étnica, cultural, y sobre todo religiosa entre estos dos pueblos de Asia central.

El imperio mongol tenía un carácter supranacional, y, cualquiera que fuera la relación entre sus gobernantes, los Mongoles no integraron jamás la administración del Tíbet y China, y no unieron jamás el Tíbet a China.

El Tíbet rompió su ligazón política con el emperador Yan en 1350, después que China recuperase su independencia de los Mongoles. Sin embargo en el siglo XVIII el Tíbet cae de nuevo bajo un cierto grado de influencia extranjera.

RELACIONES CON LOS MANCHUES, GURKAS Y CON LOS VECINOS BRITANICOS

El Tíbet no desarrolló relaciones con la dinastia china Ming (1386-1644). Por otra parte el Dalai Lama, que estableció su soberanía sobre el Tíbet con la ayuda de un protector mongol en 1642, desarrolló estrechas relaciones religiosas con los emperadores Manchués, que conquistaron China y fundaron la dinastia Quing (1644-1911). El Dalai Lama aceptó convertirse en guía espiritual del emperados Manchú, y éste aceptó a cambio la protección y la tutela. Esta relación "sacerdote protector" (dicho en tibetano "Choe-Yoen") que el Dalai Lama ha mantenido también con algunos principes mongoles y nobles tibetanos, era la única relación formal que existía entre Tibetanos y Manchués durante la dinastía Quing. En sí misma no tuvo ningún efecto sobre la independencia del Tíbet.

En el plano político algunos potentes emperadores manchúes consiguieron ejercitar alguna influencia sobre el Tíbet. Así entre el año 1720 y el 1792 los emperadores Kangxi, Yong Zhen y Quialong enviaron tropas imperiales al Tíbet en cuatro ocasiones, para proteger al Dalai Lama y al pueblo tibetano de invasiones extranjeras por parte de los Mongoles y los Gurkas, o de desórdenes internos. Estas expediciones ofrecieron a los emperadores una ocasión de establecer una influencia sobre el Tíbet. Enviaron representantes a la capital tibetana, Lhasa, y algunos de ellos consiguieron ejercer influencia en nombre de los emperadores sobre el gobierno tibetano, sobre todo en relación con la conducción de las relaciones exteriores. En el momento de máximo esplendor para la potencia Manchú, que duró algunos decenios, la situación no era diferente de la que puede existir entre una superpotencia y un país satélite o un protectorado, es decir, una situación que, aunque políticamente significativa, no extingue la existencia i

ndependiente del estado más débil. El Tíbet no fue nunca incorporado al imperio Manchú, ni mucho menos a China, y continuó manteniendo sus relaciones con los estados vecinos de forma autónoma.

La influencia Manchú no duró mucho, y era totalmente ineficaz en la época en que los Británicos invadieron brevemente Lhasa y concluyeron un tratado bilateral con el Tíbet en 1904, la Convención de Lhasa. A pesar de la pérdida de influencia, el gobierno imperial de Pekín continuó reclamando una cierta autoridad sobre el Tíbet, sobre todo en lo relacionado con las relaciones internacionales, una autoridad que el gobierno imperial británico definia como "suzerainty" en los tratados entre Pekín y San Petersburgo. El ejército imperial intentó reafirmar una efectiva influencia en 1910, invadiendo el país y ocupando Lhasa. Después de la revolución de 1911 en China y el derrocamiento del imperio Manchú, el ejército se rindió a las tropas tibetanas y volvió a su patria sobre la base de un tratado de paz chino-tibetano. El Dalai Lama reafirmó la total independencia del Tíbet en el plano interior publicando una proclama y en el exterior enviando comunicaciones a los gobiernos extranjeros y firmando un tratado con Mong

olia.

EL TIBET EN EL SIGLO XX

El estatuto del Tíbet tras la expulsión de las tropas manchúes no es objeto de discusión seria. Cualesquiera que fuesen los lazos existentes entre el Dalai Lama y los emperadores manchúes de la dinastía Qing, tales lazos se extinguieron con la caída de aquel imperio y aquella dinastía. Desde el 1911 al 1950 el Tíbet consiguió evitar toda indebida ingerencia extranjera y se comportó a todos los efectos como un estado completamente independiente.

El Tíbet mantuvo relaciones con Nepal, Bhutan, Gran Bretaña y más tarde con la India independiente. Las relaciones con China siempre fueron tensas. Los chinos emprendieron una guerra fronteriza con el Tíbet y al mismo tiempo solicitaron formalmente la "reunificación" del Tíbet con China pretendiendo frente al resto del mundo que el Tíbet era ya una de las "cinco razas" de China

En el esfuerzo por reducir las tensiones chino-tibetanas, los británicos convocaron una conferencia a tres bandas en 1913 en Simla, en la que los tres estados se reunieron sobre base igualitaria. Como recordó el delegado británico a su homólogo chino, el Tíbet participaba en la conferencia como "una nación independiente que no reconocía obediencia alguna respecto a China". La conferencia fue un fracaso, en el sentido de que no logró resolver las diferencias entre el Tíbet y China. Sin embargo fue significativa por cuanto reafirmó la amistd anglo-tibetana con la conclusión de acuerdos bilaterales en materia de comercio y fronteras. En una Declaración Conjunta, Gran Bretaña y el Tíbet se comprometieron a no reconocer la "suzerainty" china ni otros derechos especiales a menos que China firmase el borrador de la Conferencia de Simla, que hubiese garantizado las más amplias fronteras del Tíbet, su integridad territorial y su completa autonomía. China nunca firmó el tratado, dejando sin embargo las condiciones de

la Declaración Conjunta plenamente vigentes.

El Tíbet ha llevado sus relaciones internacionales principalmente a través del trato con las misiones diplomáticas británica, china, nepalí y del Bhutan en Lhasa, aunque también con delegaciones gubernamentales en viajes al exterior. Cuando la India se hace independiente, la misión británica en Lhasa fue sustituída por una india. En la Segunda Guerra Mundial, el Tíbet permaneció neutral a pesar de las fuertes presiones por parte de los Estados Unidos, Gran Bretaña y China para que se autorizase el paso a través del Tíbet de materias primas.

El Tíbet no ha mantenido nunca extensas relaciones internacionales, pero los países con los que las ha tenido siempre trataron al Tíbet como a cualquier otro Estado soberano. Su estatus internacional, no era de hecho diferente, por ejemplo, del del Nepal, así, cuando Nepal presentó su petición de adhesión a las Naciones Unidas en 1949, mencionó sus tratados y relaciones diplomáticas con el Tíbet como demostración de su plena personalidad internacional.

LA INVASION DEL TIBET

El punto crucial en la historia tibetana es el 1949, cuando el ejército de liberación popular de la RPC entró por primera vez en el Tíbet. Tras derrotar al pequeño ejército tibetano y ocupar la mitad del país, el gobierno chino impuso al gobierno tibetano en Mayo de 1951 el llamado "acuerdo en 17 puntos para la liberación pacífica del Tíbet". Habiendo sido firmado bajo presión, el acuerdo no era válido según las reglas del derecho internacional. La presencia de 40.000 soldados en el Tíbet, la amenaza de la ocupación inmediata de Lhasa y la perspectiva de la eliminación total del estado tibetano no dejaban muchas opciones a los tibetanos.

Como consecuencia del crecimiento de una resistencia abierta a la ocuapación china, sobre todo en el Tíbet oriental, hubo un fortísimo aumento de la represión china, que supuso la destrucción de edicios religiosos y el arresto de monjes y otros líderes de la comunidad. En 1959 los motines populares culminaron con una manifestación de masas en Lhasa. En ese momento, China sofocó la revuelta: sólo en la región de Lhasa murieron 87.000 tibetanos y el Dalai Lama huyó a la India, donde sigue residiendo junto con el Gobierno tibetano en el exilio.

En 1963 el Dalai Lama promulgó una Constitución para un Tíbet Democrático, que ha sido aplicada con éxito, en la medida de lo posible, por el Gobierno en el exilio.

En el Tíbet, mientras tanto, la persecución religiosa, las graves violaciones de los derechos humanos, la sistemática destrucción de edificios religiosos e históricos por las autoridades ocupantes, no han logrado destruir la voluntad del pueblo tibetano de resistir a la destrucción de su identidad nacional. Como consecuencia de la ocupación china, más de 1.200.000 tibetanos han perdido la vida (más de un sexto de la población). Pero la nueva generación de tibetanos no parece menos determinada a reconquistar la independencia del país que la generación precedente.

CONCLUSIONES

En el curso de sus 2.000 años de historia el Tíbet ha sufrido influencias extranjeras sólo por breves períodos en los siglos XIII y XVIII; pocos países hoy independientes pueden presentar unas credenciales de esta importancia. Como observó el embajador de Irlanda ante las Naciones Unidas durante los debates de la Asamblea General sobre la cuestión tibetana: "Durante millares de años, con mayor certeza durante 2.000 años, el Tíbet ha sido libre y disponía del control total de sus asuntos, tanto como cualquier nación de esta asamblea, y mil veces más libre de ordenar sus asuntos que muchas de las naciones que estamos aquí".

Muchos otros países, en el curso de los debates en la ONU, han hecho declaraciones que reflejan un reconocimiento análogo del estatus independiente del Tíbet. Así por ejemplo, el delegado de Filipinas declaró: "está claro, que, en vísperas de la invasión de 1950, el Tíbet no estaba sometido a ningún país extranjero". El delegado de Thailandia recordó a la Asamblea que la mayor parte de los estados "rechaza la pretensión de que el Tíbet sea parte de China".

Los EE.UU. se han unido a la mayor parte de los otros miembros de la ONU en la condena de la "agresión" y de la "invasión" chinas del Tíbet. En 1959 y 1961, así como en 1965, la Asamblea General ha aprobado Resoluciones (1353-XIV, 1723-XVI y 2079-XX), condenando las violaciones de los derechos humanos en el Tíbet y requiriendo a China a respetar y aplicar los derechos humanos y las libertades fundamentales del pueblo tibetano, incluido su derecho a la autodeterminación.

Desde el punto de vista jurídico, hasta hoy el Tíbet no ha perdido su condición de Estado. Se trata de un país independiente bajo una ocupación ilegal. Ni la invasión militar china ni la persistente ocupación por parte del ejército popular chino han transferido a China la soberanía del Tíbet. Como se ha subrayado antes, el gobierno chino nunca ha pretendido haber alcanzado la soberanía sobre el Tíbet en base a la conquista. China de hecho reconoce que el uso de la amenaza de fuerza (fuera de las circunstancias excepcionales previstas en la Carta Fundacional de la ONU), la imposición de un tratado inicuo o la ocupación ilegal persistente de un territorio no pueden otorgar nunca al invasor el título legal sobre ese territorio. Sus pretensiones se basan exclusivamente en la supuesta sumisión del Tíbet a algunos de los más poderosos gobernantes extranjeros de China en los siglos XIII y XVIII.

Cómo puede China - uno de los más acérrimos opositores del imperialismo y del colonialismo - defender su persistente presencia en el Tíbet contra la voluntad del pueblo tibetano, citando como justificación el imperialismo mongol y manchú y sus políticas coloniales?

 
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