Ya que nadie interviene para responder a la cuestión que Xavier ha planteado, lo haré yo.
En primer lugar, no creo que la no violencia sea intercambiable con la violencia: en determinadas situaciones es buena la primera, en otras la segunda. La no violencia, antes que un método es una concepción política cuyo objetivo consiste en resolver los conflictos sin tener que sacrificar los valores fundamentales de una sociedad civil, es decir: el derecho a la vida, la tolerancia y los principios de legalidad.
En este sentido, la revolución democrática en el Este ha sido una de las mayores expresiones de política no violenta precisamente porque las clases dirigentes y la oposición de la mayoría de esos países ha conseguido salir del "socialismo real" sin derramamientos de sangre. Incluso la nueva clase dirigente rumana se ha visto obligada, inmediatamente después de la ejecución de Ceaucescu, a abolir la pena de muerte.
Si la acción no violenta no es una táctica que puede alternarse, según las necesidades, con la insurrección armada, debo decir, y no por afán de eludir la pregunta, que no se puede preguntar que es lo que haría un no violento si se encontrase en medio de una guerra civil. Si la violencia de las armas ha logrado imponerse, si los márgenes del diálogo se reducen a cero, la respuesta depende únicamente de la conciencia de cada cuál.
Pero la pregunta de Xavier (y las consideraciones que se desprenden) añade más elementos equívocos sobre la cuestión de la no violencia: sería una aspiración encomiable, "justa y necesaria" que, sin embargo, no se puede reivindicar cuando la agresión es violenta y armada.
Y esta es una concepción "de urgencia" que rechazo al igual que rechazo la que propugna la suspensión de las garantías democráticas cuando la amenaza terrorista o criminal resulta especialmente violenta.
No, si la no violencia no es eficaz precisamente en los momentos más duros del enfrentamiento, «entonces es mejor quitársela de encima enseguida!.
Pero, el quid de la cuestiónradica en que la no violencia no es una actitud pasiva, tal y como parece querer indicar Xavier, ante el agresor. No es sólo no-violencia.
Contraponer la huelga de hambre a un tanque con es una manera de ridiculizar la no violencia. Al igual que es una trágica falacia contraponer el pueblo con las armas a los ejércitos de ocupación.
Pongamos un ejemplo: la hipotética asociación radical de Bucarest de la que habla Xavier no hubiese esperado al 22 de diciembre de 1989 para construir formas de oposición no violenta. Y puesto que la no violencia no tiene nada que ver con el martirio, hubiese tutelado la vida de sus militantes con los mejores y los más eficaces salvaconductos: la información, la publicidad, la solidaridad internacional. "Le mot d'ordre" (en caso de que en el Pr alguien puediese dar órdenes y los demás estuviesen dispuestos a cumplirlas) hubiese sido exponerse públicamente, clamorosamente, tal vez con una huelga de hambre pública, tras haberse asegurado de que la noticia se pudiese difundir lo más eficazmente posible a través de los canales internacionales.
Aunque sólo sea a posteriori, actualmente todos reconocen que la dictadura de Ceaucescu no cayó gracias a la complicidad y al apoyo que le brindaron los gobiernos occidentales. El silencio fue, antes que la "securitade", su mejor aliado.
Quizás, si los medios de comunicación le hubiesen prestado a Rumanía la misma atención que se le ha prestado a Polonia o a Hungría, no hubiese sido necesaria la insurrección armada.
Pero la historia no se escribe con quizás. Ni tan siquiera la del Partido radical.