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Conferenza Partito radicale
Lorenzi Giuseppe - 5 febbraio 1990
NOVIOLENCIA
Neo-agorianio, he leído con retraso las intervenciones sobre la no violencia, pero creo llegar a tiempo para hacer alguna que otra observación sobre el tema en cuestión.

A menudo sucede que al no violento se le plantea la clásica pregunta, con muchas variantes, pero básicamente la siguiente: qué puede hacer un no violento en una situación notoriamente violenta?.

Con esta pregunta el no-noviolento cree haber pillado al no violento, puesto que tanto la respuesta "usar la violencia", como la otra "seguir usando la no violencia", resultarían la primera la admisión de la imposibilidad práctica de aplicar la no violencia, la segunda una clara demostración del carácter veleidoso y de vocación mártir.

Según mi parecer, quien plantea la cuestion de esta manera - e incluso el no violento que bovinamente responde en una de las dos maneras especificadas - comete dos errores, sobre los cuales quisiera gastar algunas palabras.

El primero consiste en considerar la no violencia como algo dogmático, estático y absoluto. Esta es no violencia, esta otra no. Como si en alguna parte existiese una especie de catálogo en la que se enumeran, de una vez por todas, por una parte los actos violentos, por otra los no violentos.

Pero incluso la no violencia, al igual que todos los fenómenos humanos, es un concepto relativo.

Un comportamiento (político o personal) no violento es simplemente un comportamiento que en una situación determinada tiende a disminuir, en la medida posible, el índice de violencia existente (y futura).

El no violento - es decir la persona que persigue (o intenta perseguir) este objetivo - responde a la violencia, caso por caso, según las situaciones que se presenten, con comportamientos y con opciones que espera sean eficaces usando el mínimo de violencia posible.

Subrayo: "mínimo de violencia posible".

Pondré un ejemplo paradójico adrede.

Actualmente, todos consideran la guerra y los ejércitos el ejemplo más evidente e inaceptable de violencia. Hombres organizados e instruidos para matar a otros seres humanos. En calidad de antimilitaristas, luchamos para hacer que el militarismo se desvanezca y para vencerlo.

Veamos la cuestión desde el punto de vista histórico.

Antiguamente (pero tampoco tanto ...) las cuestiones de tribu, las luchas entre los pueblos y entre las naciones se resolvían con la ley del más fuerte, es decir con ninguna ley. Se trinchaban hombres, viejos, mujeres, niños; se saqueaba sin límite alguno, se incendiaban los pueblos, se torturaban sobreviventes, etc. Progresivamente, con el paso de los siglos se ha conseguido formular un derecho - insuficiente, enclenque, ampliamente saltado a la torera - pero, en cualquier caso, derecho: reglas sobre el trato de los prisioneros, sobre las declaraciones de guerra, sobre los armisticios, etc. Las trágicas reglas de la guerra tal y como la conocemos actualmente. Reglas que a nosotros nos parecen absolutamente inaceptables, como todo aquello que concierne al militarismo, pero que cuando fueron instituidas representaron indudablemente una disminución - aunque, repito, absolutamente insuficiente - del índice de violencia de las relaciones entre las naciones.

En este sentido, se puede decir que - en el contexto histórico en el que tiene lugar - la creación de la institución militar, la misma que actualmente los no violentos justísimamente combaten, puede ser considerada, cons sus reglas y con sus ritos, como un acto de no violencia.

El otro error, a mi juicio, consiste en no tener claro que la inteligencia es la condición necesaria para la no violencia (por ello es tan difícil ser no violentos ... ) Quien actúa desprovisto, aunque esté movido por las mejores intenciones, conseguirá tal vez ser héroe o mártir, pero no será un no violento. Para ser no violentos hay que saber entender a fondo la situación, saber prever los movimientos del adversario, saber sorprenderlo, desplazarlo, saber obligarlo a no usar la violencia porque le saldría más caro. Se desprende que la no violencia significa sobre todo saber crear las condiciones necesarias para que en un futuro no se produzcan actos de violencia.

Es por ello que no tiene sentido preguntar, por ejemplo, cómo se comportaría un no violento ante el nazismo. La respuesta es que si en Alemania, en los años veinte, hubiese existido un movimiento no violento probablemente no se hubiese llegado al nazismo. Y si se hubiese llegado a esa situación, el no violento hubiese intentado hallar instumentos adecuados a la situación, y éstos no hubiesen sido desde luego ni huelgas de hambre, ni manifestaciones, ni recogida de firmas, instrumentos no violentos utilizables (fatigosamente ...) en las sociedades con una estructura más o menos democrática, impensables bajo una dictadura.

En Rumanía, en una situación de guerra civil, llevar a cabo una huelga de hambre como si fuese en Italia, hubiese sido un acto de imbecilidad, no de no violencia; pero el no violento en una situación por el estilo debe ser capaz de hallar otros mecanismos de lucha política no violenta.

Qué mecanismos?

Este es el auténtico problema del no violento. A priori, no se conocen, se necesita inteligencia y fantasía para hallarlos, para inventarlos. Pero, buscando por aquí y por allá, al final algo se encuentra.

Cicciomessere tiene razón, los eventuales radicales de Bucarest hubiesen hecho todo lo posible - antes - para que no sucediese lo que ha sucedido. Si no lo hubuesen conseguido, al estallar la violencia hubiesen debido tomar nota de su fracaso y decidir en ese momento, en condiciones dificilísimas, qué hacer. Recordando, otro dato que a menudo llama a engaño, que la no violencia no significa en absoluto resignación ante la violencia, todo lo contrario, y que a veces es necesario cargar trágicamente con los propios errores y con los de los demás.

Giuseppe Lorenzi

P.D. Para pasar de la teoría a la práctica, intentemos que en Rumanía - y en otros lugares, existan algunos radicales más, «eh!.

 
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