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Conferenza Partito radicale
Cicciomessere Roberto - 1 aprile 1990
Inscripción
Han llegado dos cartas con consideraciones opuestas, la de Aldo Matteotti y la de Claudia Di Giorgio. En la primera se le recrimina al Pr que exige demasiado a los inscritos y a los militantes, en la segunda demasiado poco. Para Aldo, el Partido radical debería digirse, sin demasiado escándalo (véase Cicciolina), a la mayoría de "sentido común" y de poca fantasía" para obtener no militantes, que el Pr no necesita, sino especialmente "dinerito". Para Claudia, en cambio, el Pr les pide a los inscritos dinero pero no que contribuyan con su inteligencia. Para Aldo, el Partido radical es culpable de exigir por parte de todos, que no son héroes, la "militancia con ímpetu". Para Claudia, sin embargo, es culpable de pedir la fe ciega, renunciando al debate: "Con el corazón en la mano y el seso hecho polvo".

Dos recetas distintas para salir de la crisis. Para Aldo "sería suficiente parecer un poco más ... normales"; tener un poco más en cuenta el sentido común; evitar, eso sí, que se confundan las bufonadas con los actos revolucionarios. Escuchar, comprender que siempre se puede aprender algo de alguien. Echar mano de una humildad que, por el momento, nos falta".

Por el contrario, Claudia propone un replanteamiento general del Partido "para ver si es posible, analizando juntos todos estos años, comprender cuáles han sido los errores, los motivos internos y externos que han conducido a la crisis general que el partido está atravesando actualmente".

Otra diferencia relevante: Aldo defiende sus tesis en calidad de radical, inscribiéndose al partido para el 1990, Claudia no.

Dos análisis distintos sobre las razones del fracaso de la campaña de inscripciones al Pr, de su crisis. Quién tiene razón?.

Como moderador de esta conferencia no soy yo quien tiene que dar la respuesta, al menos por el momento. Sólo intento añadir otros elementos de reflexión que puedan contribuir a alimentar el debate, a hacerlo crecer. En particular, creo que es necesario proporcionar todos los elementos de información a aquellos que no conocen todos los pasos del debate que se ha llevado a cabo en el Pr y las decisiones que se han tomado. Aunque el riesgo parece improbable considerando el "estreñimiento" del debate en esta conferencia, no sería útil que se creasen alineaciones que prescindiesen totalmente de los elementos de reflexión madurados a lo largo de muchos años en el Pr.

Aldo introduce una confrontación, a menudo dura, que engloba al menos cinco años: "partido no violento" o "partido democrático"?.

Los que defienden el primer modelo de partido son de la opinión que no es tarea del Pr pretender convertirse en el "partido democrático" alternativo al gobierno. El Pr radical debe hacer lo posible para que, en una perspectiva de reforma electoral en sentido mayoritario, a la inglesa, se constituya tanto en Italia como en otros lugares en contraposición al "partido conservador". Este partido debe dirigirse a las grandes masas y no sólo a la élite, debe conciliar, en el ámbito de una propueste avanzada y alternativa de gobierno, los mejores intereses expresados por las clases no parasitarias del país. Este partido, o mejor dicho, esta formación electoral o federación democrática, debe poder recoger no sólo a las fuerzas de izquierda sino igualmente a las del mundo laico y católico dispuestas a llevar a cabo una renovación profunda de la sociedad.

Así pues, la tarea del Partido radical no constiste en repartirse las migajas del poder, en "cultivar huertecillos" sino en ser el elemento de ruptura de la partidocracia y de estímulo con respecto a frentes más avanzados de la política internacional. La fuerza para hacer lo dicho no puede buscarse en los podres que no existen, sino en la no violencia, como método y como proyecto teórico (la no violencia como elemento indispensable para que se cumpla la democracia). La salida, en dos palabras, de este estrategia, se llama opción "transpartídica" y "transnacional". Por una parte, quiere decir quedarse al margen, en calidad de partido, de las elecciones para favorecer ese proceso de agregación a una deferación política democrática, por la otra abrir, practicándola la nueva frontera de la política supranacional.

Tengo serias dificultades para ilustrar con claridad y sin parcialidad la tesis de los que apoyan el segundo modelo. Por suerte, me ayuda mi amigo Melega, defensor acreditado de las tesis del "partido radical democrático" que en un congreso definió con estas palabras sus ambiciones para el Pr: "convertirse en el partido del 51 por ciento". Convergen igualmente con esta orientación, las posturas de Mauro Mellini, diputado radical y militante "histórico" del Pr, que siempre ha considerado el partido transnacional como una huída hacia adelante.

Con estas informaciones espero haber ubicado las consideraciones de Aldo en el seno de un debate que sigue estando abierto y por lo tanto espero haber ayudado a los participantes activos y pasivos de esta conferencia a expresar sus opiniones al respecto.

Claudia, espero que no se lo tome a mal, pertenece a una corriente que ha contado y cuenta con muchos fautores en el Pr y que converge objetivamente en el modelo de "partido democrático": los antivictimistas. Dicen estos que hay que acabar de una vez por todas con el victimismo radical, con el víctimismo sobre todo con respecto a la información, porque no es verdad que los demás son todos diablos y sólo nosotros somos santos, no es verdad que la crisis del Pr puede justificarse sólo con la cerrazón del régimen sino aceptar que también - o predominantemente - ha estado determinada por nuestros errores. Citando de nuevo a Melega, que cuenta con el mérito de ser el exponenete más explícito de esta segunda corriente de pensamiento, si Pannella ayuna a favor de Radio radical, no es noticia, en cambio si ayuna Cossiga (el presidente e la República italiana) entonces sí es noticia (texto nº 43 de la conferencia sobre la no violencia). En resumidas cuentas, es sólo culpa nuestra el no saber seguir siendo noticia, el

no saber interesar y atraer a la gente. Esta "corriente" afirma, así pues, que hay que abandonar los "actos de fe" con respecto al carácter justo de las opciones radicales y, por el contrario, practicar mayormente la autocrítica y por lo tanto no "rechazar" a aquellos que piden discutir y no sólo ejecutar.

A estas consideraciones, los actuales responsables del Pr han contestado con las siguientes dos consideraciones: 1) que si fuese verdad que sólo es noticia el patrón que muerde al perro y no al contrario, que sólo los poderosos pueden provocar la movilización de la opinión pública, entonces, nos deberíamos resignar a considerar a los inermes, a los hambrientos del hemisferio sur, en vez de los desheredados sin voz de la sociedad opulenta condenados a esta condición eternamente. La razón social del partido, desde el divorcio hasta el hambre en el hemisferio sur, ha sido siempre la de conseguir dar voz a las mayorías - no sólo a las minorías - obligadas al silencio; 2) el partido no posee ni una organización con "asamblea permanente", desde la base hasta las capas más altas, como por ejemplo los partidos de origen marxista en los que, sin solución de continuidad, el debate rueda desde las instancias periféricas hasta el centro, pero tampoco de tipo cumbrista o aristocrático. Posee un modelo que supera estas do

s formas de partido: es (o mejor dicho, era) el partido anual por objetivos. Por una parte, el coangreso anual de los inscritos, de todos los inscritos que decide poquísimos objetivos para los doce meses sucesivos y sólo por grandísimas mayorías (dos tercios), por otra, la plena libertad para todos los inscritos de expresarse políticamente sobre los demás temas como radicales y no como partido radical. Modelo difícil puesto que presupone que el militante radical sea otro también, es decir, que posea otros intereses políticos y participe en otras organizaciones políticas.

Que se pueda cambiar ésto, por aquellos que consideran que el Partido debe ser una entidad mística en cuyo seno se debe desarrollar y englobar toda la vida política (y no sólo) del militante, un partido "autoritario" que discute poco, es bastante comprensible. El problema es que el Pr es otra cosa o, en cualquier caso, quiere ser otra cosa.

Bien, aun no habiendo logrado sintetizar más brevemente el contexto histórico-político («por decirlo de alguna manera!) en el que se ubican las observaciones de Aldo y de Claudia, espero haber enfocado los distintos puntos de vista, las distintas posturas del debate. Con otras palabras, espero haber ayudado a todos (no sólo a los italianos) a intervenir y no a paralizar la confrontación. Para confrontarse es necesario conocer todos los términos de la confrontación, de lo contrario se lleva a cabo sólo lo que comunmente se llama fricción. Tal vez este último sea más divertido y atraiga más pero dudo que pueda ser útil.

 
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