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Conferenza Partito radicale
Losonczy Anne - 8 aprile 1990
El P.R.: mayoritario o minoritario?

(Intervención conjunta de Anne Losonczy y de Xavier Ruiz Portella)

Partiendo (y alejándonos también) de las diferentes intervenciones aparecidas estos últimos días sobre la crisis del P.R., hemos elaborado las siguientes reflexiones.

1) La falta de militantes (de la que se derivan los grandes problemas económicos) expresa obviamente una inadecuación, un desfase, entre, por un lado, aquella parte de la sociedad susceptible de dar su apoyo a una política como la nuestra, y, por otro lado, la política del PR (es decir tanto sus objetivos como su "talante" su manera de actuar y de comportarse). No cabe duda de que la política desinformativa de los mass media agrava la situación, nos dificulta conectar con la gente, dar una adecuada imagen de nosotros mismos. Es cierto, pero se puede pretender realmente en serio que esta es la causa ESENCIAL de nuestros males?

2) Ante este desfase, hay una gran tentación de decirse: "nos toca pues adecuarnos a la gente, ponernos al unísono de la mayoría, no podemos seguir siendo un partido de eternas minorías" (es, en cierto modo, la propuesta efectuada en la carta dirigida a Emma). Con semejante postura estamos a la vez de acuerdo y en desacuerdo.

3) Estamos en desacuerdo, en la medida que entraña un riesgo peligrosísimo: el de "vender nuestra alma al diablo", a ese diablo constituido por el dichoso "51%", por la mayoría "silenciosa", conformista y aplastante que subrepticiamente impone en todo su dictado y a la que todo se pliega (y es normal el que todo se le pliegue: «es la ley misma de la democracia!... y es ésta, por supuesto, una de sus profundas contradicciones y paradojas). Dicho con otras palabras, si para conseguir un respaldo mayoritario en la sociedad, tenemos que dejar de ser el partido inconformista, festivo, rebelde, "excéntrico" (respecto a los centros tradicionales del poder), si tenemos que convertirnos en un partido tan respetable, inocuo y aburrido como la mayoría, entonces tal vez el P.R. obtuviera un apoyo más masivo que en la actualidad... pero en este caso seríamos nosotros los primeros en irnos.

4) Y sin embargo, estamos de acuerdo, como decíamos, con la necesidad (y la posibilidad) de conectar con la gente: si no con la mayoría, sí con sectores infinitamente más amplios de aquellos que constituyen nuestra actual base social. Y estamos de acuerdo con que, si no lo logramos, no es sólo por culpa de la gente (por su apatía, por su despolitización actuales), sino también por culpa nuestra. No por culpa de nuestra política, de nuestros objetivos, sino de ciertos defectos en la MANERA como la llevamos a cabo. Con una palabra: precisamente porque somos y tenemos que seguir siendo un partido EXCENTRICO respecto a los centros tradicionales del poder, precisamente por esto no podemos permitirnos EXCENTRICIDADES y bufonerías en nuestro quehacer político. Y desgraciadamente nos los permitimos.

Por supuesto, entre ambos sentidos de lo "excéntrico", la frontera es tenue, es muy fácil pasar de un lado a otro. Pero se trata a toda costa de no hacerlo, si queremos librarnos realmente de esta imagen de "PEQUEÑA BANDA DE CHALADOS (A VECES SIMPATICOS)" que como una sanguijuela llevamos pegada a la piel. Es esta imagen la que dificulta, entre otras razones, el que podamos calar más hondamente en la gente. En todo caso, hasta que no hayamos logrado sacarnos esta imagen de encima, no podremos lograr ninguna de las otras "excentridades": las únicas que debieran realmente importarnos.

Son los mass media los grandes culpables de esta imagen de un partido de "folklóricos"? «Por favor, dejémonos ya de chivos expiatorios! Claro que los mass media son uno de los principales causantes de esta imagen "folklórica" del partido: pero nunca la podrían causar si nosotros no les diéramos pie para ello. Tomemos el caso más célebre y clamoroso de las bufonadas que aquejan a veces al partido. Tomemos el caso de una cierta Cicciolina. Desde luego que sin los mass media nunca hubiera habido el menor caso Cicciolina: se trata de un puro engendro de la "civilización (de la barbarie, mejor dicho) mediática". Ahora bien, si nosotros no hubiéramos lanzado o tolerado ( qué ocurrió realmente?) el fenómeno Cicciolina, si no se lo hubiéramos lanzado como carnaza a las fauces hambrientas de los media, nunca, absolutamente nunca, hubieron podido éstos adueñarse del asunto e hincharlo como lo han hinchado.

Y si el caso Cicciolina es el más famoso y grave, no es tampoco el único en que bufones de diverso tipo se permiten actuar aunque sea a niveles pequeños en nombre del Partido Radical. Por supuesto, estos pintorescos personajes están afiliados al partido y nadie les desautoriza, pues en este partido, como es bien sabido, todo el mundo puede entrar... y hasta hacer en nombre del partido una política contraria a la suya.

5) Porque, para volver a la Cicciolina, lo más grave no son siquiera sus payasadas (carentes por lo demás de la menor gracia). Lo más grave es que la actuación de dicho personaje (identificado por la gente con el Partido Radical) constituye la negación misma de la política del Partido Radical, al menos por lo que a los mass media se refiere. Como decíamos antes, la Cicciolina es un puro fenómeno mediático, una pura creación montada a partir de la nada, aire inflado a partir de una tontería tan insulsa como vacía (vacía, sí, pero no menos espesa y pegajosa). Y es precisamente contra este tipo de tontería mediática (tontería que va mucho más allá de ciertas publicaciones o programaciones; tontería que de manera difusa tiende a constituir todo un "espíritu" envolvente de la época), es contra esto que el partido está -o debería estar- cuando denuncia los desmanes del "cuarto poder".

6) No creemos equivocarnos al decir que, una vez más, al Partido Radical le cabe el honor de ser el único en denunciar tan contundentemente las tropelías de los mass media. Pero esta denuncia se queda corta. Se refiere solamente a los aspectos políticos de una cuestión que constituye en realidad toda una cuestión de sociedad (o incluso de civilización).

Lo único que denuncia el Partido Radical es que los mass media no le dan (ni a él ni a las demás fuerzas minoritarias) el lugar que les corresponde: denuncia obviamente justa, pero que no se puede quedar ahí. Pues por debajo del comportamiento denunciado hay otra cosa, infinitamente más esencial.

Si los medios de comunicación no le otorgan al P.R. el lugar que merece no es por ser radical, sino por ser minoritario. Es porque los medios de comunicación se rigen por un sólo criterio: el de aquello que "es noticia". Y es sólo noticia lo que tiene -o se supone que tendrá- un eco masivo en la gente, en la audiencia mayoritaria a la que servilmente se someten, al mismo tiempo que la engendran. "Audiencia mayoritaria, masiva"... vale decir: espíritu conformista, timorato, indolente. Y también espíritu hecho de superficialidad y de banalidad, de sensacionalismo y de vacuidad.

Ahí está una de las principales lacras de nuestra época lacra tanto más insidiosa cuanto que es casi invisible : parece como si casi todos nuestros contemporáneos la aceptaran. Y sin embargo, no. Por debajo de esta rutinaria aceptación colectiva, por debajo de estas vidas hechas tan sólo de trabajo, ocio y consumismo, anida oscuramente el malestar, la necesidad de una vida más inquieta, más verdadera, menos aburrida. Saber expresar primero este malestar, y encauzarlo después: tal sería uno de los retos que podrían agrandar, fortalecer y "radicalizar" al partido.

 
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