DECLARACION DE SU SANTIDAD EL DALAI LAMA EN EL 37 ANIVERSARIO DEL DIA NACIONAL DEL ALZAMIENTO TIBETANO - 10 DE MARZO DE 1996
Al conmemeorar hoy el trigésimo séptimo aniversario del levantamiento del pueblo tibetano, presenciamos un endurecimiento general de la política del gobierno chino. Lo que se refleja en una postura de creciente agesivaidad hacia los pueblos de Taiwan y Hong Kong y en una represión intensificada en el Tíbet. También contemplamos un aumento del miedo y la sospecha en toda la región de Asia y el Pacífico, así como un empeoramiento de las relaciones entre China y gran parte del resto del mundo.
En el contexto de esta tensa atmósfera política, Beijing ha pretendido una vez más imponer su voluntad al pueblo tibetano nombrando un Panchen Lama espúreo. Con ello, ha tomado una vía de total desprecio tanto para los sentimientos de los tibetanos en general como de la tradición espiritual tibetana en particular, a pesar de todos mis esfuerzos para alcanzar alguna forma de entendimiento y cooperación con el gobierno chino.
Significativamente, los medios de difusión oficiales chinos comparan el clima políticoactual del Tíbet con el que hubo en Polonia durante los años de Solidaridad en los 80's. Lo que demuestra una creciente sensación de inseguridad por parte de los gobernantes chinos, como resultado de la cual, a través de una incesante campaña de intimidación y coerción, Beijing ha aumentado notablemente la represión a lo largo y ancho del Tíbet. Me apena, por consiguiente, tener que informar de que la situación de nuestro pueblo en el Tíbet sigue deteriorándose.
Sin embargo, mi firme convicción sigue siendo que el cambio a mejor está en puertas. China se halla en una encrucijada crítica: su sociedad está sufriendo profundos cambios y el liderazgo del país ha de enfrentarse a una transición generacional. Es obvio también que la matanza de Tienanmen no logró silenciar el clamor por la libertad, la democracia y los derechos humanos en China. Incluso, la impresionante democratización puesta en marcha al otro lado del Estrecho de Taiwan, debe contribuir a dar vigor a las aspiraciones democráticas del pueblo chino. Sin duda, las primeras e históricas elecciones presidenciales directas en Taiwan tendrán un impacto político y sicológico inmenso en sus mentes. La transformación del actual régimen totalitario en Beijing en otro progresivamente más abierto, libre y democrático se hace en consecuencia inevitable. La única cuestión relevante es cuándo, cómo, y si, la transición se realizará sin sobresaltos.
Como ser humano, deseo sinceramente que nuestros hermanos y hermanas chinos disfruten de libertad, democracia, prosperidad y estabilidad. Como monje budista, me preocupa, por supuesto, el problema de que un país que es la patria de casi un cuarto de toda la población del mundo esté al borde de un cambio épico, lo lleve a cabo pacíficamente. Habida cuenta de la inmensa población de China, el caos y la inestabilidad pueden conducir a derramamientos de sangre en gran escala y a sufrimientos tremendos para millones de personas. Una sitaución así tendría también consecuencias serias para la paz y la estabilidad en todo el mundo, y como tibetano, reconozco que el el futuro de nuestro país y de nuestro pueblo depende en gran medida de lo que suceda en China durante los próximos años.
El que el cambio que se avecina en China lleve nueva luz y nueva esperanza para el Tíbet y pueda conviertir a China en un miembro pacífico, constructivo y digno de confianza de la comunidad internacional, depende en gran medida del grado en que la comunidad internacional adopte políticas responsables frente a China. Siempre he subrayado la necesidad de llevar a Beijing a la corriente de la democracia mundial y me he pronunciado contra toda idea de aislacionsmo y confrontación frente a China. Intentarlo sería moralmente incorrecto y políticamente impráctico. Por el contrario, siempre he aconsejado una política de compromiso responsable y dotado de principios frente al gobierno chino.
Se hizo patente durante el movimiento de Tienanmen que el pueblo chino está sediento de libertad, democracia, iguladad y derechos huumanos no menos que cualquier otro pueblo. Más aún, me conmovió mucho personalmente ver aquellos jóvenes, que a pesar de haber sido indoctrinados en que "el poder político está en la boca del cañón de los fusiles", perseguían sus objetivos sin recurrir a la violencia. También yo estoy convencido de que la noviolencia es la vía adecuada para propiciar un cambio político constructivo.
Basado en mi creencia en la noviolencia y el diálogo, he intentado repetidamente comprometer al gobierno chino en negociaciones serias sobre el futuro del pueblo tibetano. Para encontrar una solución una solución mutuamente aceptable, he adoptado un enfoque 'de vía intermedia'. Lo que también se corresponde y se encuentra en el esquema de la certeza expresada por el Sr. Deng Xiaoping de que "cualquier cosa salvo la independencia puede ser discutida y resuelta". Por desgracia, la respuesta del gobierno chino a mis muchas demandas ha sido persistentemente negativa. Pero yo sigo confiando en que sus sucesores aprecien la cordura de resolver el problema del Tíbet a través del diálogo.
La cuestión del Tíbet ni desaparecerá por sí misma ni puede ser ignorada. Como el pasado ha mostrado claramente, ni intimidación ni la coerción del pueblo tibetano pueden forzar una solución. Antes o depués, el gobierno de Beijing tendrá que encarar este hecho. De hecho, el problema del Tíbet representa una oportunidad para China. Si se resolviese adecuadamente a través de negociaciones, no sólo ayudaría a crear una atmósfera política adecuada para una transición suave de China hacia una nueva era, sino también la imagen mundial de China se vería considerablemente mejorada. Un acuerdo debidamente negociado tendría, además, un fuerte impacto positivo en los pueblos tanto de Hong Kong como de Taiwan y ayudaría mucho a mejorar las relaciones chino-indias al inspirar auténtica confianza y credibilidad.Por nuestra parte, desamos resolver la cuestión del Tíbet con un espíritu de reconciliación, compromiso y entendimiento. Estoy plenamente comprometido con el espíritu del enfoque 'de la vía intermedia'.
Deseamos establecer una relación sostenible con China basada en el respeto mutuo, el mutuo beneficio y la amistad. Al hacerlo no sólo pensamos en los intereses fundamentales del pueblo tibetano, sino también estamos tomando seriamente en cuenta las preocupaciones chinas por su seguridad y sus intereses económicos. Más aún, si nuestra cultura budista pudiese florecer de nuevo en el Tíbet, confiamos en ser capaces de de hacer una contribución significativa a millones de nuestros hermanos y hermanas compartiendo con ellos estos valores espirituales y morales que tan claramente se echan en falta en la China de hoy.
A pesar de la ausencia de getos positivos y conciliadores del gobierno chino ante mis iniciativas, siempre he animado a los tibetanos a desarrollar relaciones personales con los chinos. Insisto en pedir a los tibetanos que distinguan entre el pueblo chino y las políticas del gobierno totalitario de Beijing. Por ello, me alegra constatar que ha habido avances significativos en nuestros esfuerzos de fomentar una interacción más estrecha entre los pueblos de ambas comunidades, especialmente entre los tibetanos del exilio y los chinos que viven en el exterior.
Incluso, hay activistas de derechos humanos y democrátas de la China del interior como el valiente Wei Jinsheng, que están exigiendo a sus gobernantes que respeten los derechos humanos básicos del pueblo tibetano y haciendo público su apoyo a nuestro derecho al autogobierno. Estudiosos chinos del exerior están discutiendo una constitución para una China federal que contempla un estatus confederal para el Tíbet. Son estos progresos muy inspiradores y que reconfortan el ánimo. En consecuencia, estoy muy satisfecho de que el diálogo de pueblo a pueblo entre chinos y tibetanos esté propiciando una mejor comprensión de nuestros mutuos intereses y preocupaciones.
En años recientes hemos presenciado el desarrollo de un movimiento mundial espontáneo de apoyo a nuestra causa noviolenta por la libertad. Haciéndose eco del mismo, muchos gobiernos y parlamentarios han emitido inequívocas manifestaciones de preocupación y apoyo de nuestros esfuerzos. A pesar de las reacciones negativas automáticas del régimen chino, creo firmemente que tales expresiones de apoyo internacional son esenciales. Son vitales para imprimir una sensación de urgencia en las mentes de los líderes de Beijing y en ayudar a persuadirles a la negociación.
Quisiera aprovechar esta oportunidad para agradecer a las numerosas personas, incluyendo miembros de gobiernos, de parlamentos, de organizaciones no gubernamentales y órdenes religiosas el apoyo a mi llamamiento por la seguridad y libertad el joven Panchen Lama, Gedhun Choekyi Nyima. Doy gracias a su continua intervención en pro de este niño que debe ser el prisionero político más joven del mundo. Deseo también agradecer a nuestros partidarios de todo el mundo que están conmemorando hoy el aniversario del levantamiento del pueblo tibetano con actividades pacíficas en todos los rincones del globo. Requiero al gobierno chino a que se abstenga de entender este apoyo al Tíbet como anti-chino. El propósito y objetivo de estas actividades es apelar al gobierno chino para que reconozca los legítimos derechos del pueblo tibetano.
En conclusión, me alegra constatar hoy que el experimento en democracia de nuestra comunidad en el exilio está progresando bien, sin dificultades ni retrocesos de importancia. El pasado otoño, los tibetanos en el exilio participaron en votaciones preliminares para nombrar candidatos a la 12 Asamblea de Diputados del Pueblo Tibetano, el parlamento en el exilio. El próximo mes, vuelven a las urnas para elegir a estos mismos miembros. Esto está en conformidad con mi convicción de que la democracia es la única garantía de la supervivencia y el futuro del pueblo tibetano. La democracia conlleva responsabilidades a la par que derechos. El éxito de nuestra lucha por la libertad dependerá, pues, directamente de nuestra capacidad para respaldarlas colectivamente. Es mi esperanza, por consiguiente, que la 12 Asamblea emerja como un cuerpo representativo de nuestro pueblo, unido, maduro y lleno de dedicación. En último término, ello dependerá de cada miembro libre de nuestra comunidad. A cada uno y cada una se exhorta
a depositar su voto con mente informada y desprejuiciada, con clara conciencia de las necesidades del momento y con fuerte sentido de la responsabilidad individual.
Con mi homenaje a los valerosos hombres y mujeres del Tíbet que han muerto por la causa de nuestra libertad, rezo por el rápido final del sufrimiento de nuestro pueblo.
El Dalai Lama