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Partito Radicale Budapest - 30 ottobre 1996
LIBERTAD PAR EL TIBET/DEMOCRACIA PARA CHINA ! - N.42

( LIBERTAD PAR EL TIBET/DEMOCRACIA PARA CHINA ! - N.42 )

Boletín informativo sobre las campañas del Partido Radical Transnacional por la libertad del Tíbet y por la democracia en China.

"I truly believe that individuals can make a difference in society. Since periods of great change such as the present one come so rarely in human history, it is up to each of us to make the best use of our time to help create a happier world".

S.S. el XIV Dalai Lama, 1992

Numero 42 del 30 de Novembre 1996 (Edición Especial)

Redaccion: Massimo Lensi, Dorottya u. 3.III.em6 - 1051 Budapest (H)Tél. +36-1-266.34.86 - 266.09.35 Télécopieur +36-1-11.87.937E-mail: M.Lensi@agora.stm.it - WWW-Url: http://www.agora.stm.it/pr - Telnet: agora.stm.it

Distribución: Alberto Novi, rue Belliard 89, Rem 5.08 - 1047 Bruselas (B)Tel: +32-2-2304121 - Fax: +32-2-2303670Publicado en inglés, francés, español, italiano, húngaro, croata y rumano.

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ALOCUCION DIRIGIDA POR SU SANTIDAD EL DALAI LAMA

A LOS MIEMBROS DEL PARLAMENTO EUROPEO

(Estrasburgo, 23 DE OCTUBRE DE 1996)

Honorables miembros del Parlamento, queridos amigos:

En Junio de 1988 presenté ante esta asamblea un conjunto de propuestas con la perspectiva de abrir negociaciones entre los tibetanos y el gobierno chino. Inspirado en el principio de vuestra unión comunitaria, expresé pública y formalmente mi deseo de entablar negociaciones con el gobierno de la República Popular China sobre una base que excluyese la separación y la independencia del Tíbet. Hice valer ante los dirigentes chinos el hecho de que la unión política, la cohabitación pacífica y la auténtica cooperación no pueden realizarse sino de común acuerdo, cuando todas las partes interesadas encuentran en ello alguna ventaja. Declaré igualmente que la Unión Europea era una prueba evidente de ello. Subrayé asimismo que, por otra parte, un país o una comunidad pueden escindirse en dos o más entidades por falta de confianza cuando las ventajas se desvanecen o cuando la unión se ha impuesto por la fuerza. Tras esta intervención en Estrasburgo, la cuestión del Tíbet se convirtió en objeto de interés y atención po

r parte de la comunidad internacional. El Parlamento Europeo, en particular, no ha dejado de dar testimonio de su gran interés por la situación del Tíbet y ha adoptado varias resoluciones que expresan su inquietud por las violaciones de los derechos humanos que allí se perpetran. Como reflejo de esta creciente inquietud del Parlamento Europeo, la Comunidad Europea ha evocado las violaciones de los derechos humanos en el Tíbet en diferentes sesiones de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas y ha intervenido en las Asambleas Generales de esta misma institución. En un plano más práctico y humanitario, la Comunidad Europea ha concedido asistencia financiera a los refugiados tibetanos y a proyectos de desarrollo del Tíbet. Es reconfortante también constatar la constancia y comprensión con que la Unión Europea anima todos los esfuerzos orientados a hallar una solución pacífica al problema tibetano a través de la negociación; se trata de una ayuda preciosa para una muy real necesidad. Los efectos de

l creciente interés mostrado por la comunidad internacional respecto del Tíbet son visibles. El gobierno chino ha sido obligado a abrir el diálogo sobre los derechos humanos. Ha publicado un "Libro Blanco" sobre los derechos humanos y la cuestión de la "posesión" del Tíbet. Igualmente, varias delegaciones gubernamentales occidentales han sido autorizadas a visitar el Tíbet.

En nombre de los seis millones de tibetanos, agradezco a los miembros de este Parlamento, a la Comisión y a los países miembros por su compasión y su apoyo. En tanto que libre portavoz de mi pueblo, os exhorto a redoblar vuestros esfuerzos para facilitar una solución pacífica de nuestro problema por la vía de la negociación en los mejores plazos. Es urgente avanzar hacia la instauración de un proceso de paz en el Tíbet. Si no hay progresos hacia una solución del problema político, el peligro de que en el Tíbet estallen conflictos violentos irá en aumento. Las seguridades dadas por Irlanda, actualmente en la presidencia de la UE, de continuar activamente la negociación del dossier tibetano con las autoridades chinas, me han reconfortado.

He intentado por todos los medios hallar una solución mutuamente aceptable. Sin embargo, hoy está claro que cuantos esfuerzos hagamos en solitario no bastarán para llevar al gobierno chino a la mesa de negociación. No me queda, pues, alternativa, sino la de solicitar a la comunidad internacional que intervenga y actúe con toda presteza en nombre de mi pueblo.

Hoy, la lucha por la libertad que desarrolla el pueblo tibetano, ha llegado a un punto crítico. El gobierno chino ha endurecido su política desde un tiempo a esta parte, ha aumentado la represión en el Tíbet, emplea tácticas brutales frente a los tibetanos. Ningún proyecto, por desgracia, se ha llevado a efecto en lo que respecta al respeto de los derechos humanos en el Tíbet. Muy al contrario, la represión y la persecución política han alcanzado recientemente cotas más altas que nunca.

Las violaciones de los derechos humanos en el Tíbet tienen un carácter específico. Los malos tratos son infligidos a los tibetanos en cuanto que pueblo, con el fin de impedir que expresen su identidad y de matar su deseo de conservarla. Las violaciones de los derechos humanos en el Tíbet provienen, por tanto, muchas veces, de una discriminación racial y cultural institucionacionalizadas. Para que se dé algún progreso en la cuestión de los derechos humanos es preciso qe la cuestión del Tíbet se trate como un problema en sí.

En el Tíbet, nuestro pueblo sufre marginalización y es víctima de la represión frente a los avances de la sinificación. La erosión y la destrucción de instituciones y tradiciones culturales y religiosas, unidas a la llegada masiva de chinos equivalen a un genocidio cutural. La misma supervivencia de los tibetanos en tanto que pueblo diferenciado se encuentra en constante peligro. Asimismo, las cuestiones ecológicas, que tienen grandes repercusiones más allá de la meseta tibetana, y las del desarrollo económico salvaje deben ser tomadas en consideración en el marco de un estudio específico del Tíbet.

Las violaciones de los derechos humanos, la degradación del medio ambiente y el desorden social en el Tíbet no son sino los síntomas y consecuencias de un problema más profundo.

Fundamentalmente, la cuestion del Tíbet es de naturaleza política. Es una cuestión de dominación colonial, se trata de la opresión del Tíbet por la República Popular China y de la resistencia del pueblo tibetano a la misma. Esta cuestión no encontrará rexpuesta sino por la negociación y no, como querría China, por la fuerza, la intimidación y los trasvases de población.

Sigo convencido de que los próximos años serán de crucial importancia para la iniciación de negociaciones honradas entre nosotros y el gobierno chino. La presente situación ofrece a los miembros de la comunidad internacional una oportunidad histórica de revisar sus políticas frente a China, con el fin de promover cambios y de reaccionar frente a los cambios que se están produciendo ahora mismo en aquel país. En gran medida, de la intensidad del compromiso de la comunidad internacional hacia China y de la naturaleza de la política adoptada por esa comunidad, dependerá el sentido de los cambios que se produzcan en el futuro en aquel país. Cambios que aportarán una nueva vida y nuevas esperanzas para el Tíbet y para la misma China, para su emergencia como miembro pacífico, fiable y constructivo de la comunidad internacional. Siempre he insistido en la necesidad de llevar a Pekín al interior del círculo de la democracia mundial y siempre me pronuncié contra la idea de aislar y contener a China. Tal planteamient

o sería moralmente incorrecto y políticamente poco realista. Por el contrario, siempre he recomendado la adopción de una política de compromiso responsable y correcto con los dirigentes chinos.

China ha llegado a un estadio crítico: su sociedad presencia transformaciones prrofundas y el gobierno del país debe hacer frente a la transición hacia un orden nuevo. Es también evidente que la matanza de Tienanmen no pudo hacer callar los llamamienos a la libertad, a la democracia y a los derechos humanos en China. Además, las eleccioens presidenciales directas que por primera vez han tenido lugar este año en Taiwan tendrán sin duda un efecto político y sicológico inmenso sobre las aspiraciones del pueblo chino. Poe ello, el régimen totalitario de Pekín deberá inevitablemente transformarse y hacerse más abierto y liberal.

China tiene necesidad de derechos humanos, de democracia y de imperio de la ley. Estos valores constituyen el fundamento de una sociedad libre y dinámica. Son también los fundamentos de una paz y estabilidad auténticas. Una sociedad que respete esos valores ofrece un potencial mucho mayor y una mejor seguridad para el comercio y las inversiones. Una China democrática está también en el interés de la comunidad internacional en general y de Asia en particular. En consecuencia, es importante llevar a cabo todos los esfuerzos posibles para integrar a China no sólo en la economía mundial, sino también en la democracia global. Sin embargo, la libertad y la democracia no podrán instaurarse en China sino por los mismos chinos, y por nadie más. Por esta razón, los valerosos y desprendidos miembros del movimiento por la democracia en China merecen todo nuestro apoyo y sostén. El pueblo chino ha manifestado su deseo de un mayor respeto a los derechos humanos, de democracia y de respeto a la ley en el curso de sucesivos

movimientos en 1979, con el "Muro de la Democracia", que culminaron con un vasto movimiento popular en la primavera de 1989.

En el seno del movimiento chino por la democracia, son cada vez más los quue admiten que los tibetanos han sido maltratados por Pekín y que tal injusticia ha de repararse. Como el valeroso Wei Jingsheng, declaran abiertamente que habría que conceder a los tibetanos la posibilidad de expresar y realizar su derecho a la autodeterminación. El mes pasado justamente, dos disidentes chinos del interior hicieron un llamamiento al gobierno para que conceda a los tibetanos el derecho a la autodeterminación y que emprenda conversaciones conmigo. Una petición semejante firmada por 54 ciudadanos de Shanghai fue presentada al gobierno chino en Marzo de 1994. Especialistas chinos emigrados trabajan en la puesta a punto de una constitución de tipo federal para China que concedería al Tíbet un estatuto confederal. Todo ello es muy reconfortante, y en consecuencia, me siento muy satisfecho de que, aunque el gobierno chino no haya hecho aún ningún gesto positivo de respuesta a mis invitaciones de entablar conversaciones, el d

iálogo entre chinos y tibetanos propicie una mayor comprensión de nuestros mutuos intereses e inquietudes.

En último término, compete al pueblo tibetano y al pueblo chino encontrar una solución justa y pacífica al problema tibetano. En consecuencia, en nuestra lucha por la libertad y la justicia, he querido siempre mantenerme en una línea de conducta noviolenta a fin de asegurar para el futuro una relación entre ambos pueblos basada en el mutuo respeto, la amistad y las relaciones de buena vecindad. Duarante siglos, los pueblos chino y tibetano han vivido uno al lado del otro. En el futuro, tampoco tendremos alternativa al vivir como vecinos. Por ello siempre he dado la mayor importancia a nuestra relación. Con este espíritu he intentado tender la mano a nuestros hermanos y hermanas chinos.

Históricamente, y en términos de derecho internacional, el Tíbet es un Estado independiente sometido a la ocupación ilegal china. Con todo, durante los últimos diecisiete años, desde que establecimos contactos con las autoridades de Pekín, adopté un enfoque moderado y de compromiso. Aunque la recuperacion de la independencia nacional sea el deseo irresistible de los tibetanos, he declarado públicamente en múltiples ocasiones que aceptaría iniciar conversaciones sobre bases que excluyesen la independencia. La ocupación prolongada del Tíbet representa una amenaza creciente para la existencia misma de la identidad diferencial tibetana tanto nacional como cultural. Por consiguiente, considero que mi primerísima responsabilidad es adoptar cualquier medida susceptible de salvar a mi pueblo y a su patrimonio cutural único de la destrucción total.

Creo que es más importante mirar al porvenir que aferrarse al pasado. En teoría, no es imposible que los seis millones de tibetanos, por su propia voluntad, lleguen a encontrar ventajoso unirse a los mil millones de chinos, si se pudiese establecer una relación fundada en la igualdad, el interés mutuo y el mutuo respeto. Si China desea que el Tíbet siga a su lado, va de su cuenta crear las condiciones precisas para ello. Esta es la cuestión esencial que hay que resolver en una negociación.

Por desgracia, el gobierno chino no ha aceptado aún ninguna de las propuestas y aperturas que he relizado en el curso de los años, ni ha iniciado ninguna verdadera negociación con nosotros. Nosotros, los tibetanos, continuaremos nuestra lucha noviolenta por la libertad. Mi pueblo reclama la intensificación de la lucha y pienso que hay riesgo de que pase a las vías de hecho. Pero esperamos resistirnos a recurrir a una violencia que no es sino la expresión de la deseperación sentida por muchos tibetanos. En tanto que sea yo el guía en nuestra lucha por la libertad, jamás nos apartaremos del camino de la noviolencia.

La cuestión del Tíbet no se resolverá sola y los buenos sentimientos tampoco resolverán nada. Como ha demostrado claramente el pasado, no es ni intimidando ni constriñendo a los tibetanos como se llegará a una solución por la fuerza. Tarde o temprano, el gobierno de Pekín tendrá que comprenderlo. De hecho, el problema del Tíbet es una oportunidad para China. Si se resolviese en debida forma con negociaciones, no sólo sería una ayuda para crear una atmósfera de transición sin sobresaltos de China hacia una nueva época, sino que asimismo la imagen de China en el mundo mejoraría considerablemente. Además, un acuerdo negociado en las formas crearía una impresión muy positiva en los pueblos de Hong Kong y Taiwan y contribuiría en gran medida a mejorar las relaciones sino-indias al inspirar una auténtica confianza. De otra parte, si nuestro culto budista pudiese desarrollarse de nuevo en el Tíbet, estamos seguros de que estaríamos en disposición de poder aportar un bien precioso a los millones de hermanos y herman

as chinos haciéndoles compartir estos valores espirituales y morales que parecen echarse de menos en la China de hoy, si se piensa sobre todo, que el budismo no es una tradición extraña al pueblo chino.

Repito aquí mi compromiso en negociar con China. Con vistas a llegar a una solución mutuamente aceptable, he adoptado una línea de conducta moderada, que además está en el sentido de la declaración hecha por Deng Xiaoping que aseguraba que "todas las posibilidades, salvo la independencia, pueden ser discutidas y tomadas en consideración". He formulado las ideas básicas de mi enfoque moderado en mis propuestas oficiales, el Plan de Paz en Cinco Puntos de 1987 y la Propuesta de Estrasburgo de 1988. Lamento enormemente que el Sr. Deng Xiaoping no haya podido concretar las garantías que nos había dado. Sin embargo, conservo la esperanza de que sus sucesores vean la cordura de negociar y hallar una solución pacífica a nuestro problema. Lo que me estoy esforzando en obtener es una verdadera autonomía para el Tíbet. Hoy deseo repetir nuestro deseo de iniciar negociaciones con China en cualquier momento, en cualquier lugar y sin prerrequisito alguno.

 
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