3. EL ANTIPROHIBICIONISMO FRENTE A LAS DROGAS
El prohibicionismo, conjunto de normas jurídicas que sancionan la producción, venta y consumo de sustancias definidas como "drogas", se propone salvaguardar la integridad física y moral del ciudadano protegiéndole contra los efectos de la ebriedad, y, de modo general, contra la alteración de su conciencia, así como de la eventual toxicidad de dichas sustancias.
Treinta años después de su desarrollo completo, este modelo legislativo ha dado unos resultados evidentes: una pequeña criminalidad difusa, fuente de inseguridad en las calles y barrios de las metrópolis del mundo entero, una gran criminalidad organizada que reinvierte los enormes beneficios de la droga en enpresas de todo tipo, ilícitas e incluso ya ahora lícitas, una criminalidad que corrompe, que influye sobre los gobiernos y que llega a controlar países enteros; enormes recursos financieros asignados por estados y gobiernos a la represión y a actividades policiales, judiciales, penitenciarias, burocráticas y sanitarias, en detrimento de sus tareas propias, finalmente la muerte de millares de personas, jóvenes principalmente, por sobredosis o como consecuencia de de una intoxicación debida a la falsifacación de los productos puestos en circulación.
Extermosa y ejemplar por sus nefastos efectos, la política prohibicionista resumida con el slogan "guerra a la droga", fue lanzada por el presidente Reagan al prinicipio de los años 80 y muy pronto apoyada por la ONU con la Convención de Viena de 1988. La "war on drugs" ha sido un total fracaso, un fiasco de alcance mundial que ha entrañado el despilfarro de miles de millones de dólares, condenando simultáneamente a millones de jóvenes al consumo "libre" del mercado negro y sobre todo enriqueciendo el negocio fantástico y el desmesurado poder de cárteles y narcomafias. De esta forma se ha creado artificialmente un volumen enorme de empleos y servicios inducidos: el negocio de quienes deberían controlar el mercado negro de la droga. Todos los países cuentan hoy con sus agencias especializadas dotadas de presupuestos impresionantes y de ejércitos de empleados. Porque el fracaso de la guerra a la droga también se ve ahí: en la financiación de burocraicas tan desmesuradas como inútiles que viven y prosperan sin
producir resultados mínimamente presentables.
Hasta los gobiernos más intransigentes se resienten hoy de los efectos de esta crisis general del modelo prohibicionista, es más la inercia que la voluntad política lo que les incita a seguir en la misma línea de conducta. Porqué no constatar con serenidad que el prohibicionismo ha fallado en sus metas, que la droga está hoy en venta libre y que su nocividad es un fenómeno masivo y endémico en la sociedad?
Es hora de dar media vuelta. El objetivo que puede y debe perseguirse con efectividad es, sobre todo, la supresión del superbeneficio del comercio ilegal. Y, en consecuencia, hay que "legalizar" las sustancias a que nos referimos: regular su producción, su comercio y su consumo.
En Italia, en los años 70, el Partido Radical - en la época de la primera aparición masiva de sustancias sicotrópicas - intevino para denunciar el carácter moralista, anticientífico y autoritario de las leyes inspiradas, de una forma u otra, por el prohibicionismo. Con repetidas acciones de desobediencia civil - el exibicionismo del "consumo" público de "drogas" - Marco Pannella y los radicales alcanzaron un primer éxito con la modificación de la legislación italiana: la despenalización del consumo de una "cantidad módica" de droga se incorporó en 1975.
Después, con el aumento del consumo de heroína y otras drogas que crean hábito, con las primeras muertes debidas a sobredosis, el PR propuso una "distribución controlada" a llevar a cabo por el estado, con el fin de eliminar o limitar el mercado clandestino y vencer a las mafias de la droga, sustrayendo a los consumidores a las actividades ilícitas a que se ven abocados y a los riesgos sanitarios del mercado negro (por ejemplo, VIH y SIDA).
También en Italia, el PR intentó obtener la despenalización de los estupefacientes con dos referendums sucesivos. En 1980 el primer referendum fue declarado inadmisible por el Tribunal Constitucional, que lo juzgó incompatible con los tratados internacionales. El segundo, en 1993, fue admitido, sin embargo, y consiguió un éxito significativo, introduciendo además un matiz importante entre el sistema italiano y la adhesión de Italia a los tratados. En 1995, tras la introducción subrepticia de normas aún más represivas en la legislación italiana, el movimineto reformador y radical ha recogido más de las 500.000 firmas necesarias para presentar a los ciudadanos una nueva pregunta de inspiración antiprohibicionista en referendum. Referendum que debería celebrarse en 1997.
Gracias a la fundación de la CORA (Coordinadora Radical Antiprohibicionista), en 1988, y de la LIA (Liga Internacional Antiprohibicionista), en 1989, gracias al éxito, ese mismo año, de una "Lista Antiprohibicionista" en las elecciones europeas, la batalla se ha ampliado al terreno internacional e institucional, convirtiéndose en una propuesta global de reglamentación de la producción, la distribución y el consumo de sustancias sicotrópicas.