SUMARIO: La dimensión de algunos de los problemas más importantes de nuestro tiempo, no pueden prescindir de la presencia activa de instituciones supranacionales. De la misma manera, los objetivos que el Partido radical se propone imponen su transformación en organización transnacional.

(Por los Estados Unidos de Europa, a cargo de Roberto Cicciomessere, Gianfranco Dell'Alba, Gianfranco Spadaccia - Suplemento de Noticias radicales nº 68, 5 de abril de 1988).

Este partido transnacional europeo no existe. El Partido radical ha decidido serlo. Es el único partido en el panorama actual europeo que puede hacerlo.

El Partido radical ha madurado a lo largo de los últimos años la convicción de que la forma institucional y el instrumento político indispensable para realizar los objetivos que se había propuesto, y que se han quedado por hacer, los representa por una parte los Estados Unidos de Europa y por otra la agregación en una fuerza supranacional de las personas que consideran como prioridad política de nuestra época la afirmación del "derecho a la vida y de la vida del derecho". A propósito del exterminio causado por el hambre, se afirmaba en el manifiesto Nobel que "es necesaria una nueva voluntad política y una nueva organización específica de esta voluntad, que estén directamente encaminadas - con absoluta prioridad - a superar las causas de esta tragedia y a exorcizar los efectos".

La batalla para conseguir una seguridad activa que se base en la reducción de las amenazas de seguridad, representadas por una parte por el enorme polvorín formado por millones de personas que sufren los estragos del hambre y por otra por los regímenes totalitarios y sus procesos decisionales de vida o muerte franqueados por cada momento de ajuste democrático presupone la existencia de instituciones soberanas dotadas de poderes efectivos y de un derecho supranacional, así como de una fuerza transnacional capaz de promoverlos.

Así pues, la batalla por la democracia y el derecho en Italia está destinada a fracasar si no se encarga de la crisis de democracia y de derecho que amenaza, en distinta medida, a todos los países europeos a causa de la incapacidad de las instituciones nacionales y de las pocas instituciones supranacionales de dar una respuesta política a los problemas económicos y políticos del momento. La contrapartido de una lucha contra la contaminación y a favor de la ecología, que se encargue de los riesgos que presentan las centrales nucleares, de la contaminación de las aguas del Mediterráneo o de la contaminación atmosférica en los cielos de Europa, a estas alturas no puede ser sólo una lucha a nivel nacional. A no ser que se conciba como posible petición la intervención armada contra los Estados que siguen construyendo centrales nucleares, que inundan la atmósfera de gases nocivos o descargan productos contaminantes en las aguas comunes del Mediterráneo. Así pues, es esencial y vital, para la propia superviviencia

del Partido radical y de sus objetivos tal y como se ha señalado en las mociones congresuales, la lucha para la construcción de sedes de derecho supranacional.