Se intensifica el debate sobre el que será el nuevo Partido radical, crece el partido transnacional sobre todo en los países del Este, aumentan las exigencias de crear nuevos medios de comunicación, de traducir. Pero las inscripciones y el dinero no aumentan.
Este modesto noticiario bimestral (traducido y difundido en diez lenguas) cuesta aproximadamente 7 mil dólares cada número. 168 mil dólares al año que no tenemos. Es la típica situación de bancarrota.
Desde luego, no se les puede pedir a los compañeros de Moscú o de Praga, que ya utilizan hasta el último rublo y la última corona para hacer que viva la democracia y el partido, que se encarguen también de este problema.
Desgraciadamente, no podemos ni tan siquiera pedírselo a los tantos "demócratas adormecidos" que viven satisfechos e inertes en el bienestar de la "democracia real".
Qué hacemos?, tirar la toalla?, abandoar el ring de la lucha democrática?.
Marco Pannella no se ha resignado a esta suerte. En estos días ha abierto autónomamente la campaña de inscripciones para el nuevo Partido, el que aún no hemos construido, pero que queremos que nazca, el Partido radical de los años 90.
Lo hace comprometiéndose sobre todo a pagar el coste de un número y medio de Carta radical. No se pueden concebir proyectos importantes, que valen, si después, para realizarlos, estamos dispuestos a dar lo supérfluo, y a veces ni tan siquera el tiempo libre.
Trescientos compañeros ya han anunciado que quieren seguirlo en este desafío.
" Qué hacer?" significa actualmente inscribirse al Partido radical, utilizar el módulo impreso en la última página de la presente edición. Pero significa, así mismo, hablar del Partido radical a los amigos, a quiénes amamos y estimamos para proponerles algo que amamos y estimamos.