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Agora' Agora - 7 settembre 1990
SUR: PERESTROIKA SUDAFRICANA
de Giovanni Negri

Sudáfrica, borrón y cuenta nueva. La perestroika del continente negro corre el riesgo de pillarse los dedos y los pesimistas no excluyen derramamientos de sangre, pero también podría apretar a correr y parir un nuevo modelo, un "laboratorio" anómalo capaz de suscitar la curiosidad en todo el planeta. De Clerck, Mandela, Buthelezi (líder de siete millones de zulúes) cada uno con lenguas distintas, ya parecen ser la nueva troika destinada a guiar a un Estado bastante raro, casi exento de afinidades con otros países africanos.

Será - al menos en las intenciones y si todo sale como cabe esperar - una nación al mismo tiempo democrática, igualitaria, federal, multiétnica y multirracial (no de boca para afuera, ya que estos dos últimos adjetivos a menudo son mucho ruido y pocas nueces) . Mito, utopía?. Tal vez. No cabe la menor duda de que del "muro de Pretoria" no quedan más que algunos escombros y todavía menos nostálgicos: franjas de delirante extremismo blanco e himnos anti-históricos de la lucha armada por parte del African National Congress, el partido de Mandela y de la tribu Xhosa (50% de la población de color).

Por lo general, la gran mayoría de blancos, negros, mestizos, indios ya apuestan por un nuevo Sudáfrica. Esmerándose en su afán por cicatrizar las heridas del pasado-presente (que la opinión pública conoce al dedillo) e igualmente intentando preservar ese extraordinario patrimonio que es Sudáfrica del presente-futuro, con todas las ventajas que todavía y a costa de lo que sea se sigue queriendo ignorar.

Y también nosotros, más o menos apasionados observadores de un "caso Sudáfrica", que cuanto más lo estudias más te conquista, nos hallamos entre la espada y la pared, entre una pragmática fotografía del alto potencial sudafricano del mañana y los dramáticos, tal vez imposibles intentos por justificar o explicar el pasado. Intentos que la mayoría de las ocasiones se transforman en colosales reyertas ideológico-antropológicas, incluso entre los más avenidos compañeros de fe política y religiosa. Que hablando de Sudáfrica a menudo se acabe en reyerta es bastante obvio, no sólo porque hurgando en la realidad sale a flote el "esquema perfecto" proyectado por los medios de comunicación ("buana blanco esclavista contra el tío Tom negro humanitario"), pero ello es así porque la asunto surafricano cuestiona irrefrenablemente nuestras más antiguas raíces de "blancos" y al mismo tiempo los más actuales problemas al rojo vivo de las sociedades occidentales contemporáneas, especialmente europeas.

La venganza es un plato que se sirve frío. El proverbio me pareció de lo más acertado durante el coloquio entre nuestra delegación parlamentaria italiana y un representante acreditado del gobierno de De Clerck.

La ironía del ministro es la guarnición del "plato frío": "nos hemos enterado de los episodios violentos de Florencia contra los emigrantes de color. Es un error, hay que convivir. Nosotros ahora convivimos y el 95% de las víctimas y de los enfrentamientos en Sudáfrica se debe, desde hace muchos años, a los conflictos sangrientos entre las tribus de color, en particular Xhosa y Zulú. nos hemos enterado de las cuotas y de la política de duro control de las fronteras italianas. Lo comprendemos, pero nosotros no tenemos ni cuotas, ni fronteras semicerradas. En Sudáfrica trabajan millones de inmigrantes de Angola y de Mozambique, otros tantos desearían trabajar y vivir en nuestro país. Ven ustedes, ni más ni menos que al igual que el italiano, el sudafricano (blanco o negro) ya no quiere trabajar de minero o de camarero. Cabe destacar un grave problema de violación de los derechos humanos: algunos kilómetros de cables eléctricos que atraviesan la frontera entre Mozambique y Sudáfrica provocan cientos de muertos

entre las poblaciones de color. Personas que no escapan del infierno sudafricano o mozambiqueño sino todo lo contrario. En cuanto a la realidad de nuestro país no pedimos más que que la vengan a ver: pedid que os lleven a los lugares más cochambrosos, en donde se hallan niveles elevados de pobreza de la población negra y compárenlos con cualquier metrópolis africana o incluso con barrios con un elevado índice de emigración de color en las megápolis europeas y americanas. Y el viernes por la tarde siéntense en un puente que cruce las autopistas de Johanesburgo o de Durban o de Ciudad del Cabo, y observen a millones de familias de color que se van a pasar el fin de semana fuera o que se van a su casa de campo. Desde luego, ahora procederemos a superar el estado de emergencia, nos sentaremos en la mesa de las negociaciones, hemos emprendido el camino de la democratización, pensamos en una solución federalista para toda el Africa austral, que comprenda, además de Sudáfrica, Angola, Mozambique, Zambia y Zimbabue.

Es la base del desarrollo de un continente sumido en el hambre y en la miseria. Y no es culpa nuestra".

Desde luego, en Sudáfrica no se pueden separar el pasado y el futuro. La historia de algunos miles de boeros - campesinos - reformadores holandeses, hugonotes franceses y valdenses piamonteses forzosamente cargados en las embarcaciones de la Compañía de las Indias holandesas para huir de la persecución católica, pioneros en el Cabo de Africa de una tierra prometida totalmente deshabitada a lo largo y lo ancho de cientos de kilómetros hacia el interior, forman parte de la historia del Suráfrica actual, con la historia de aquellos blancos del extremo sur del continente negro.

"Sí, es una aberración. Para nuestros padres, protestantes, el negro era una criatura de Dios, pero inferior a nosotros. Por ello debía pasar hambre, después ser ocupada, instruida y evolucionada. Horrible, desde luego, para ustedes los católicos... Ustedes que en Sudamérica ya no tienen ningún problema de apartheid porque los indios ya no existen. Y este, tanto si les gusta como si no, es el único país africano en el que ni un solo negro se muere de hambre, en el que existe instrucción y trabajo para todos, en donde ya no se encarcela ni se mata a los opositores, el único país en el que la mujer y el hombre podrán votar. Y si dicen que Suráfrica el día de mañana puede ser una esperanza, pregunténse si ello hubiese sido posible sin el Suráfrica de ayer. Lo que es verdad es que esta es también nuestra tierra. Nosotros no somos italianos de Libia o franceses de Argelia o ingleses de la India. Somos desde hace 400 años blancos de Suráfrica, de una tierra en la que no había nadie y de la que, desde luego, no hem

os expulsado a nadie. Desembarcamos jurando que ninguna Iglesia hubiese logrado perseguirnos nunca más y que íbamos a honrar a Dios con nuestro trabajo. Ahora no tenemos ni queremos tener ningún regreso. Esta es nuestra única patria." Inquietante Suráfrica. Qué destino le espera, o mejor dicho, qué destino le corresponde?.

Comprenderlo, intentar comprenderlo, en la medida posible, determinarlo es más que necesario para dar finalmente una salida de paz a la cuestión decisiva para Europa (confiamos en que lo sea para los Estados Unidos federales de Europa), que muy pronto tendrá que mirar a su vecino africano de enfrente, es decir un continente dominado por dictaduras sangrientas que condenan con hambre y totalitarismo a sus súbditos.

Qué clases dirigentes vamos a elegir para nuestros interlocutores africanos? Los Mobutu y los Siad Barre, con los que la partidocracia italiana felizmente "coopera", muestra de democracia con respecto al régimen "esclavista" de Pretoria?.

Y se trata de una cuestión decisiva también para los problemas que agitan las entrañas profundas de nuestra casa, la cocina negra de la tienda Italia blanca y de la Europa del Marco unido, en donde no sólo se produce ese "mantener las distancias por parte de la política oficial" sino hacer que crezca Le Pen o Bossi o los autonomismos-nacionalismos de turno.

Declinar las palabras federalismo, multiétnico y multirracial, llenarlas de cosas concretas, es un problema dramáticamente urgente en estos momentos. Hemos empezado a hacerlo tanto pidiendo que acaben de una vez por todas las anacrónicas y farisaicas "sanciones" contra el gobierno de De Clerck, como preparando para el próximo otoño una cita significativa de reflexión sobre las relaciones Sudáfrica-Europa en sus distintos aspectos, en las que deberían tomar parte tanto los representantes del gobierno de Pretoria como el A.N.C. Los amigos sudafricanos, de todas las razas y colores, nos sabrán excusar por esta utilización egoísta de la bandera de Suráfrica para intentar desenmarañar el ovillo de nuestra casa. Es la única manera en la que podemos echarles y echarnos una mano. Mientras tanto, si existen, que el dios de los primeros colonos del Cabo y el dios de las sabanas zulúes protejan la perestroika del continente negro.

 
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