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Agora' Agora - 16 ottobre 1990
ALLA EN DONDE LA DEMOCRACIA AUN NO ES RUTINA

Intervención en la Conferencia Internacional sobre los Derechos Humanos del Partido radical de Lorenzo Strik Lievers, senador del Parlamento italiano.

Queridas amigas, queridos amigos,

permitidme que os lo diga: una conferencia como esta, aquí, en la Unión Soviética, si leemos su presente teniendo en cuenta su pasado reciente, que tal vez no haya acabado del todo - es un síntoma valiosísimo del devenir de los tiempos. Valiosísimo también para nosotros los del Partido radical transnacional. Y quisiera dar las gracias y demostrarle mi aprecio al alcalde Anatoly Sobchaky y a los diputados que han hecho posible esta conferencia que parece querer simbolizar el motivo mismo que constituye la propuesta y la esperanza que pretendemos encarnar, es decir nuestra voluntad de convertirnos en un partido transnacional, puesto que la propuesta en sí es testimonio de la idea de que los derechos fundamentales del hombre no pueden y no deben conocer fronteras, hay que defenderlos por doquier e invariablemente, con igualdad de derechos, sin distinción entre Estado y Estado, sin detenerse hipócritamente ante los casos "particulares" o ante las independencias nacionales usadas como escudos tras los que se esco

nde la aniquilación de los derechos humanos.

No a la no ingerencia

Las extraordinarias transformaciones que se han producido aquí en el Este, y de las que esta conferencia es el botón de muestra, confirman que teníamos toda la razón del mundo cuando - habiendo sido, en Italia, a lo largo de tres décadas, el partido de los derechos civiles y de la no violencia - rechazábamos la idea, que muchos abiertamente o de facto profesaban, de que para la Unión Soviética y para los demás países comunistas no sirviesen los criterios "occidentales", buenos para nosotros, en lo que a los derechos humanos se refiere, ya que se trataba de países "distintos" que habían escogido caminos "distintos", que nosotros teníamos que respetar. Y teníamos razón al rechazar la idea de que en nombre del "particularidad" y de la independencia nacional de dichos países en nombre del principio de no ingerencia en sus asuntos internos, no pudiésemos exigir para sus ciudadanos el mismo respeto de los derechos que exigíamos en casa.

Por nuestra parte, siempre hemos teorizado y, en la medida en que nos ha sido posible, practicado no sólo el derecho sino el deber de ingerencia. En Italia, durante treinta años hemos sido una agrupación minoritaria, sí, pero con la fuerza de la no violencia, con los referéndums populares, con la presencia en el Parlamento italiano y en el europeo hemos logrado que mayorías sociales pudiesen expresarse, mayorías que han cambiado la faz de Italia en lo que a derechos civiles se refiere: desde la ley sobre el divorcio hasta el reconocimiento de la objeción de conciencia, hasta las batallas sobre la justicia y la cárcel. Mientras tanto - muchos de vosotros lo recuerdan - incluso cuando en Occidente no estaba muy de moda, en repetidas ocasiones, militantes y dirigentes radicales servían de testimonio de la no violencia, manifestándose, haciéndose encarcelar, y expulsar, en aquellos lugares de Europa, sobre todo en los países comunistas, en los que las libertades y los derechos eran pisoteados y violados. Y, dura

nte muchos años, hemos configurado nuestra concepción del deber de ingerencia en nombre del derecho otorgando como prioridad a nuestra acción, incluso en Italia, la lucha contra el exterminio causado por el hambre de millones de personas en el Tercer Mundo, es decir contra la negación radical del primero de los derechos, fundamental para cualquier otro derecho, el derecho a la vida.

La indivisibilidad de los derechos humanos

En este terreno nació nuestra decisión de transformar profundamente la naturaleza y la manera de ser de nuestro partido. Lo que la determinó fue precisamente esta concepción de la indivisibilidad de los derechos humanos como igualmente la conciencia de que muchos de los problemas que afectan al mundo actual - desde la salvación del medio ambiente, hasta el gobierno de la macoreconomía mundial pasando por las cuestiones de la paz - no se pueden afrontar seriamente en el seno de Estados nacionales particulares, sino solicitando instituciones de derecho y de democracia, así como instrumentos de acción política, supranacionales y transnacionales. Así, para empezar a responder a la que consideramos una exigencia vital del mundo actual, el Partido radical se ha borrado a sí mismo como partido italiano y se ha transformado - ha emprendido su propia transformación - en partido transnacional. Ello significa que ya no es una fuerza política que le hace la competencia a otros partidos nacionales, ni electoralmente ni b

ajo ningún punto de vista, en ningún país ni tan siquiera en Italia. Por el contrario, se propone como una Internacional gandhianamente no violenta en la que pueden encontrarse ciudadanos de todos los países, tanto si están afiliados a un partido nacional como si no, que posean el interés común de luchar y construir una formación política transnacional a favor de la democracia y el derecho supranacionales. En esta nueva forma ya estamos presentes, con consistentes núcleos de miembros, en muchos países, entre los que figura de forma especial la Unión Soviética.

Tal y como es evidente, el terreno decisivo en el que se mide nuestro desafío político es la suerte de la transformación democrática y la creación del Estado de derecho en los países que abandonan el totalitarismo comunista, empezando por la Unión Soviética. Precisamente porque la democracia está naciendo aquí, con una fuerte carga de tensiones y de idealismo, y no se ha convertido en una rutina, bajo muchos aspectos degenerada en la negación de los propios principios tal y como suele suceder a menudo en Occidente, sino que es un conjunto de potencialidades extraordinarias y está al mismo tiempo expuesta a graves riesgos.

No es paradójico afirmar que precisamente aquí, en estos países, actualmente se halla la capital, entendida como lugar propulsor, de la democracia en el mundo.

Se ha producido un llamamiento en esta zona que ha trasladado a primera página por doquier - tal y como no sucedía desde hacía mucho tiempo - los valores y los ideales de la democracia, del derecho. Por ello, del camino que emprenda el proceso en curso dependerá en gran parte las suertes de la democracia mundial.

Transformación democrática y liberación de las nacionalidades oprimidas

Precisamente el nudo dramático, en la Unión Soviética al igual que en Yugoslavia y en otros lugares, de la relación entre el momento de la transformación democrática y el de la liberación de las nacionalidades y etnias oprimidas delinea el cuadro de una extraordinaria ocasión que puede ser aprovechada, o de un peligro oscuro que avanza. El peligro, en primer lugar, es el que los sagrados movimientos de liberación contra una tan larga y despiadada opresión del derecho a la identidad nacional se precipiten en conflictos interétnicos que podrían desconcertar a la democracia naciente.

La ocasión de la que hay que tomar nota es que la dificultad misma de toda esta madeja enrevesada de cuestiones nacionales sugiere la vía maestra de la creación de realidades institucionales federales supranacionales que sean las garantías supremas de los derechos de todo el mundo, y por ende también de las identidades y las autonomías nacionales, regionales y étnicas. Esta es la perspectiva por la que nosotros proponemos a los demócratas europeos, tanto de el este como de occidente, que se unan en la batalla a favor de los Estados Unidos de Europa, comprendidos como unión federal de las democracias europeas, como lugar de la tutela común y recíproca de los derechos de todo el mundo, y como instrumento adecuado para permitir a los ciudadanos de Europa que participen democráticamente en el gobierno de un mundo con respecto al cual la dimensión del Estado nacional es impotente.

Democracia: el impulso determinante procede del Este de Europa

Precisamente, del proceso que está teniendo lugar aquí en estos momentos, en el Este europeo, puede proceder el impulso determinante para abrir esta página radicalmente nueva en la historia de las luchas en pro de los derechos del hombre. Sería una nueva tragedia que esta ocasión se perdiese encerrando una vez más las esperanzas de democracia y de derecho en los límites angostos de los Estados nacionales, dando una vez más primacía al principio de absoluta soberanía nacional por encima del de interdependencia en la tutela de los derechos. Por ello, en calidad de radicales, solicitamos, proponemos coordinación, iniciativas comunes en los parlamentos al igual que en las calles de toda Europa.

La cuestión central: la relación Norte-Sur

El mismo tema - el de la superioridad de los derechos humanos y de su tutela con respecto a las barreras suscitadas en nombre de la soberanía nacional - es el que se plantea como objetivo central la gran cuestión que probablemente dominará la historia futura: la de la relación entre el Norte y el Sur, de cuya peligrosidad explosiva es muestra todo lo que está teniendo lugar en el Golfo Pérsico.

Desgastado el equilibrio que duró cuarenta años que se basaba en la disuasión recíproca entre las dos superpotencias, la nueva amenaza es la de la suma de una infinidad de conflictos regionales controlados, incluso entre países potentemente armados, y de una creciente conflictualidad entre el Norte industrial y el Tercer Mundo. La única alternativa a una perspectiva por el estilo es la de un único equilibrio mundial que se base en el acuerdo mutuo entre las grandes potencias, pero en términos tales que este acuerdo no se configure como la alianza del Norte contra el Sur.

Una gran ofensiva de derecho

Si este es el objetivo, el único camino posible es el de una gran ofensiva de derecho que tenga por objeto fundar con las armas de la no violencia, basándose en el derecho - en el derecho internacional, a partir de los derechos humanos y civiles de las personas, a partir del derecho a la vida y a una existencia decente para todos - el sistema de las relaciones internacionales.

Sólo de esta manera, poniendo al servicio de este proyecto las enormes potencialidades económicas y tecnológicas de la civilización post-industrial, será posible proponer instancias de legalidad y de orden internacional sin que ello resulte una operación que acabe beneficiando a los ricos y a los poderosos.

Se deberá y se podrá, en este marco y en nombre de los derechos humanos, en nombre de la promoción conjunta del desarrollo económico y de los derechos humanos fundamentales, desafiar las muchas dictaduras que en el Tercer Mundo, justificándose con los principios de no ingerencia, soberanía e independencia nacional exterminan los derechos de sus súbditos.

Los derechos humanos deben valer para todo el mundo

La salvación, para todos, consiste en lograr que triunfe el principio por el que los derechos de la persona valen para todo el mundo y hay que defenderlos por igual y en cualquier caso. Es evidente cual es el papel decisivo, para afirmar una línea como esta, de los países con una democracia nueva y recién nacida de Europa central y oriental.

Los que saben lo que significa ser abandonados en manos de la dictadura en nombre de la no ingerencia son precisamente aquellos que en estos momentos tienen la posibilidad de guiar la batalla para afirmar derechos iguales para todos.

Estos son el objetivo y la propuesta de trabajo común que, para la paz y para una tutela supranacional de los derechos de todo el mundo, siento el deber de dirigir en nombre del Partido radical transnacional.

 
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