de Marco De AndreisA continuación ofrecemos el informe presentado al III Congreso Italiano del Partido radical (Roma, 14-17 febrero de 1991) sobre "Guerra, desarme y no violencia" de Marco De Andreis, miembro del Partido radical e investigador del IRDISP Instituto di Ricerca sulla Difesa, lo Sviluppo e la Pace (Instituto de Investigación sobre la Defensa, el Desarrollo y la Paz).
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La muestra de que la guerra es la negación de la razón estriba entre otras cosas en el hecho de que desde el pasado 16 de enero mucha gente dejó de utilizar su propia razón y se metió en otra guerra, una guerra de conceptos, principios, elecciones categóricas, con sus amigos y compañeros. La Guerra del Golfo ha ya estropeado un Congreso de partido. Me gustaría evitar el riesgo de que estropee otro - el presente - y por ello voy a concentrarme en lo que vendrá después, en las oportunidades que se presentarán y en los problemas que seguirán existiendo cuando, espero pronto, esta guerra se concluya con la expulsión de los ocupantes y la restauración del gobierno legítimo de Kuwait.
Soy optimista.
Soy optimista. Creo que las posibilidades de que la no violencia se consolide, a través del derecho, como elemento regulador de las relaciones internacionales, están aumentando. La guerra del Golfo es un incidente del recorrido, de un recorrido que sin embargo existe: la revulsión generalizada del recurso a la fuerza, la búsqueda del consentimiento, la primacía que cobra la democracia en la política nacional de cada Estado y el derecho en las relaciones entre los Estados. El error de Sadam Husein ha sido precisamente ese, comportarse como si esta tendencia no existiese. Como si no hubiese ocurrido nada entre 1898 y 1990.
Por el contrario, ha sucedido de todo: las dictaduras comunistas en Europa del Este fueron derrocadas un tras otra - de forma esencialmente no violenta, y en cualquier caso de forma incruenta - para ser sustituidas por gobiernos democráticos. Alemania de nuevo unida. La Unión Soviética se movía en la misma dirección - más tímidamente, desde luego, con resistencias mucho más fuertes, pero básicamente en la misma dirección. Mientras tanto se habían llevado a cabo algunos acuerdos de desarme importantes - sobe las Fuerzas nucleares de alcance Intermedio (INF), sobre las fuerzas convencionales en Europa (CFE) - y los demás llevaban el mismo camino - Armas Nucleares Estratégicas y Armas Químicas. La señal al mundo era, y sigue siendo, clara: las armas, el recurso a la fuerza cuentan cada vez menos; la seguridad no es l
corresponde a la siguiente proporción: cuanto mayor sea la mía, menor será la tuya; la seguridad es la seguridad común. La razón, la democracia y el derecho se consolidan.
Evitar el error de cálculo de Sadam Husein
Quisiera que evitásemos cometer el mismo error de cálculo de Sadam Husein y dejásemos de ver no sólo lo que acabo de recordar. Sino también todo lo que de positivo se ha llevado a cabo a lo largo de los meses anteriores, entre agosto y enero: un consenso amplísimo, que se ha expresado en una serie de resoluciones del Consejo de Seguridad, en el seno de las Naciones Unidas; un embargo a Iraq de una eficacia sin precedentes; un apoyo a la prosecución del embargo y al no recurso a la fuerza, en el mismo Congreso de los Estados Unidos, que en vísperas de la guerra rozó la mayoría.
Yo creo que estas son bases sólidas sobre las que se desarrolla una política no violenta. Tan sólidas que si me las hubiesen anunciado hace cinco o seis años hubiese vacilado antes de creerlas.
Dejemos las oportunidades y pasemos inmediatamente a ver los problemas. Por comodidad de exposición, los subdividiré de la siguiente manera: desarme, conflictos regionales, reforma de las instituciones internacionales y el contencioso global.
1. El desarme
El desarme y el control de los armamentos han salido finalmente de un impasse que se venía arrastrando desde 1979, fecha de la firma del SALT 2. Pero los dos acuerdos que se firmaron en el pasado trienio - INF y CFE - conciernen a Europa, en resumidas cuentas al hemisferio Norte. La Guerra del Golfo ha planteado de sopetón en primer plano los riesgos relacionados con la proliferación de todas las armas: las nucleares, las químicas y las bacteriológicas, desde luego. Pero también las convencionales que, no hay que olvidarlo, representan progresivamente el problema de los esfuerzos militares de todos los países del mundo.
Nuclear militar
Con respecto a las armas de exterminio de masa, la comunidad internacional ha venido considerando oportuno desde hace tiempo crear regímenes que impidan su proliferación. El tratado de No Proliferación (TNP) nuclear de 1970 es el caso típico. Sobre su eficacia se podría discutir largo y tendido. Por ejemplo, muchos países que tienen o pretenden tener un arsenal nuclear no se han sumado a dicho tratado (los casos más conocidos: Israel, Sudáfrica, India, Pakistán, Brasil, Argentina, etc.).
Otros países que por el contrario se han sumado a dicho tratado han seguido persiguiendo, más o menos ocultamente, programas nucleares militares el ejemplo más claro es precisamente Iraq. Sin embargo, no hay que infravalorar el hecho de que el TNP ha sido firmado por más de 140 países y que a lo largo de veinte años no se han dado casos de violación o de repudio entre los firmantes. En 1995 se planteará el problema de renovar el TNP, que de lo contrario caducará. Se trata de trabajar no sólo para renovarlo sino para reforzarlo. Es posible hacerlo y me limito a dos casos particularmente prometedores: el gobierno de Israel ha repetido en varias ocasiones que esta dispuesto a discutir sobre la creación de una zona desnuclearizada en Oriente Medio. El desmantelamiento del apartheid y la transición hacia la plena democracia en Suráfrica acabarán por incluir, se espera, en la política exterior y militar de dicho país. Por último, el acuerdo sobre la reducción de las armas nucleares estratégicas entre los Estados U
nidos y la Unión Soviética, que parece inminente, dará impulso al repudio generalizado del armamento atómico.
Armas químicas
Por lo que se refiere a las armas químicas, la conclusión positiva de las negociaciones que se vienen arrastrando desde hace décadas es también inminente. El acuerdo que se perfila se parecerá en gran parte al régimen del TNP: los países firmantes renunciarán al desarrollo, a la producción y al almacenamiento de agentes químicos, aceptando al mismo tiempo someter sus actividades industriales en el sector al control de una agencia internacional que vigile que estás no vayan a parar a los militares.
Voy a decir algo obvio: que la firma de los tratados que acabo de mencionar es inminente no significa que se deban dar por firmados. Por el contrario, quisiera subrayar que sería absurdo si dichas fuerzas políticas, la primera de ellas el Partido radical, que durante años ha luchado para que se llegase a acuerdos de este tipo, no trabajasen arduamente para que los gobiernos eliminen los últimos obstáculos que quedan.
Armas convencionales
No existe nada - nada en absoluto: tratados, negociaciones, coloquios - relacionados con la proliferación de armas convencionales. Es absurdo. Y la inexactitud de las políticas indiscriminadas de exportación de armamentos se produce ante los ojos de todo el mundo. Hemos visto con qué facilidad se apuntan contra los mismísimos suministradores, hasta la paradoja de que los franceses en el Golfo deben protegerse de los cazas Mirage y de los misiles Exocet que ellos mismos han vendido a Sadam Husein, mientras nuestros aliados americanos corren el riesgo de saltar por los aires sobre las minas de la italiana Valsella.
La paradoja de la exportación de armamentos
La paradoja aumenta si se considera que las exportaciones de armamentos añaden poco o nada a la riqueza producida en el Norte del planeta: se calcula que inciden en el 0,1% del Producto Nacional Bruto (PNB) italiano, en el 1% del francés, y lo mismo para el resto salvo, tal vez, la Unión Soviética. Esta realidad es totalmente distinta si uno la contempla desde el punto de vista de quien importa las armas: los gastos militares de países como Arabia Saudí, Siria, Iraq, Yemen, Libia, Israel no ha estado, en los últimos diez años, por debajo del 10 por ciento de sus respectivos PNB, con puntas de casi el 30 por ciento. Así pues para nosotros estos tráficos son una bagatela mientras que para los destinatarios son una tragedia que falcidia la satisfacción de las necesidades primarias y del desarrollo.
En otra profesión de optimismo, digo que haber explicitado estas paradojas (...) es tal vez el único efecto positivo de la Guerra del Golfo. Se trata de colmar el vacío y crear una iniciativa. Nosotros lo estamos haciendo: un grupo de diputados federalistas europeos presentó en los pasados días al Parlamento italiano una moción al respecto, cuyo dispositivo reanudaré al final, porque considero forma parte a pleno título de la voz "contencioso global".
2. Los conflictos regionales
La guerra y el rearme en el Tercer Mundo se deben a causas políticas, a toda una serie de rivalidades y de problemas locales (comprendidos los problemas no resueltos de identidad nacional, de los cuales el más dramático es el palestino. A este respecto se han abierto grandes oportunidades: antes de que finalizase la guerra fría, la solución de los conflictos regionales estaba subordinada a las esferas de influencia de dos campos diversos. Ello era así para ambas partes, tanto las superpotencias como sus clientes se alineaban según el juego de suma cero: el aumento de su influencia a costa de la del rival. Iraq tenía un tratado de amistad y cooperación con la Urss no porque prefiriese las armas soviéticas a las occidentales (de hecho, en cuanto podía nos las compraba a nosotros), sino para equilibrar la protección acordada por los americanos a sus principales rivales: Irán e Israel. Por su parte los soviéticos hacían la vista gorda ante la eliminación física de sus camaradas comunistas iraquís - por no hablar
de la eliminación de las demás formas de oposición al régimen de Husein - con tal de equilibrar la presencia americana en la zona.
El recurso al derecho y al diálogo
El dictador iraquí concluyó erróneamente que el final de la lógica bipolar se traducía en una especie de vía libre para el uso de la fuerza para solucionar sus propios problemas. La reacción de la comunidad internacional, independientemente de la opinión de cada cual sobre la guerra en curso, demuestra claramente que Husein se ha equivocado. Pero si las esferas de influencia han caído ampliamente en desuso y la fuerza militar no es un instrumento aceptable para resolver las controversias regionales, el único camino practicable que queda es el recurso al derecho y al diálogo.
Siguiendo con Oriente Medio, el final de la guerra en el Golfo debe estar inmediatamente seguido de la convocatoria de esa conferencia imposible ante la presencia de las tropas iraquís en Kuwait. Sólo que la negociación no puede limitarse a la cuestión palestina, por muy importante y urgente que sea. Sino que debe abarcar, desde el modelo de los distintos puntos de la Conferencia sobre la Seguridad y la Cooperación en Europa, en primer lugar la cuestión de los derechos humanos y de la democracia en todos los países de la zona - no olvidemos que el principio de la democracia es el mejor anticuerpo contra la guerra, si es verdad - y lo es - que las democracias no entran en guerra entre ellas. Para poder desenmarañar paralelamente los nudos de la seguridad y del desarme y los de la cooperación en el seno y fuera de la región.
Una conferencia sobre la democracia en Oriente Medio
Es un modelo, el de las conferencias sobre la democracia, la seguridad y la cooperación, que puede ser exportado a otras regiones y zonas, a parte de la de Oriente medio. Es más, podría servir para reimpulsar organismos regionales (como la Organización de los Estados africanos, o en la postguerra, el Consejo de Seguridad y cooperación del Golfo) adormecidos o en crisis,
o a crear nuevos allá en donde no existen - organismos que pueden representar, tal y como veremos inmediatamente, un núcleo importante para la reforma de las instituciones internacionales.
3. La reforma de las instituciones internacionales
Un objetivo que parece desde luego mucho más realista que en el pasado es la aplicación total de la carta de las Naciones Unidas y la consiguiente transformación de esta organización en una auténtica federación mundial de Estados. Una federación a la que se le exija el monopolio del uso de la fuerza en la resolución de las controversias internacionales según las reglas del derecho - así como en las democracias la policía es la única institución autorizada a utilizar las armas para restaurar el respeto de la legalidad.
Un comando militar y de las fuerzas armadas ONU
Es totalmente impensable, creo yo, que paralelamente a la reducción de los ejércitos nacionales - o a los compromisos militares de las alianzas - la ONU ponga en pie no sólo un comando militar, sino fuerzas armadas propias. Ya no se trataría de aceptar, integrándolas lo mejor posible, unidades procedentes de países miembros sino de crear una agencia especial con un sistema propio de reclutamiento. La ONU emplea en agencias especializadas economistas, demógrafos, agrónomos etc.. son intermediarios, procedentes de todos los Estados que forman parte de ella. Por qué no seguir el mismo criterio para crear un cuerpo de policía internacional?.
La reforma del Consejo de Seguridad
Más en general, el proceso de refuerzo de las Naciones Unidas acabará por poner en el orden del día la cuestión de la reforma del Consejo de Seguridad, que actualmente confía a las cinco potencias nucleares el papel de miembros permanentes con derecho al veto. Muchos han subrayado que si actualmente se pasase de sopetón al principio de un Estado-un voto, la ONU acabaría por estar gobernada por países no democráticos. Así pues, de nuevo, el principio de la democracia en la vida interna de los Estados, se convierte en un elemento base del orden internacional.
Pero no es sólo eso sino que cualquier organismo representativo, si no quiere ser echado a un lado e ignorado en los hechos, debe tener en cuenta de alguna manera las relaciones de fuerza reales. Se trata en este caso de equilibrar el puro principio de representatividad con factores como la población, la renta etc. Pero también soluciones semejantes, más realistas, acaban inevitablemente por crear resentimientos y acusaciones de discriminación. Una salida, así pues, podría ser la de confiar, en perspectiva, el papel de miembros permanentes en el seno del Consejo de Seguridad a los organismos regionales. El primer candidato a un escaño de este tipo podría ser precisamente la Comunidad europea.
Una ampliación de las jurisdicciones
En definitiva, el punto parece ser el de favorecer en todas partes un proceso de ampliación progresivo de las jurisdicciones, que destemple hasta anularlos los impulsos y las efervescencias nacionalistas. Es triste tener que repetirse, pero las claves son siempre las mismas: la no violencia, el derecho y la democracia. por muy tortuosa, incierta y débil que sea, la integración europea sigue estos derroteros. Y viceversa, medio siglo de violencia, de negación del derecho y de ausencia de democracia hacen que sea inaceptable a los lituanos, estones y letones la idea de pedir parte de la propia soberanía a una jurisdicción más amplia denominada Unión Soviética.
4. El contencioso global
Confieso que se trata de una fea etiqueta: pero no he encontrado nada mejor. Lo que desearía incluir en este apartado es el enfrentamiento de intereses sobre los recursos globales, los "global commons", las materias primas o las fuentes energéticas, el medio ambiente o la tecnología. Todos ellos son elementos fundamentales de la calidad de vida, cuya abundancia o cuya escasez determina en gran parte la riqueza o la pobreza de la gente.
La desaparición de la palingenesia
Otra consecuencia positiva - es la última que menciono, lo juro - de que se haya acabado la guerra fría es la desaparición, excepto algún irredento, de la expectativa de la palingenesia. Ahora sabemos, prácticamente todos, que la economía de mercado es el único mecanismo practicable de distribución de la riqueza. Podemos enmendarlo, compensarlo, templarlo, pero nos tenemos que quedar con él. Por consiguiente, los problemas es mejor afrontarlos inmediatamente en cuanto se presentan en vez de postergarlos para el día del juicio.
Ello tiene consecuencias prácticas importantes: debería quedar claro, por ejemplo, que las razones de intercambio entre el Sur productor de materias primas y el Norte consumidor no pueden cambiarse con un "fiat". De lo contrario, los sujetos privados de la economía se adecúan reduciendo la demanda. En ese caso, los productores o estimulan la demanda reduciendo los precios o se resignan a ingresos menores consiguientes a su contratación. Esto es - dicho así con palabras pobres - lo que ha sucedido con el mercado petrolífero.
El Sur, exportador neto de recursos financieros
Sin embargo, el ocaso de la palingenesia llamada Nuevo Orden económico Internacional no debe conducirnos a aceptar la miseria, el hambre y la injusticia, ni a aceptar la absurda situación por la que el Sur - principalmente debido a la deuda - es en la actualidad un exportador neto de recursos financieros que se dirigen al norte. Les toca a los Estados destemplar los efectos del mercado e invertir la marcha del flujo de capitales.
Luchar contra la pobreza
Luchar contra la pobreza y el subdesarrollo del hemisferio Sur significa, para nosotros ricos e industrializados, invertir en seguridad. Así pues, es justo que el dinerillo necesario para este objetivo procedan del llamado "peace dividend" - de los ahorros procedentes del final de la carrera armamentista Este-Oeste. "The Economist" (que desde luego no es el órgano de los pacifistas ingleses) sostenía en su número de principios de septiembre de 1990 que la OTAN podría recortar en aproximadamente 100 mil millones de dólares al año sus gastos militares - sin por ello dejar de ser capaz de intervenir en el Tercer Mundo, y al mismo tiempo defenderse del resurgir de la amenaza soviética.
Sólo cuatro años de estos ahorros permitirían volver a comprar con valor nominal la deuda de los países del Tercer Mundo más expuestos. En dólares corrientes, los créditos a largo plazo asociados al plan Marshall - el que ha puesto de nuevo en movimiento las economías de la Europa occidental destruidas por la segunda guerra mundial - ascienden a aproximadamente 150 mil millones: un año y medio de ahorros que "The Economist" considera realistas para la OTAN. Y por último con siete años de estos mismos ahorros se conseguiría lo que el World-watch Institute llama "un desarrollo compatible con el medio ambiente".
Finalizo con otro ejemplo de cómo desarme y solución del contencioso global pueden integrarse el uno con el otro. Se trata de la moción que acaba de presentar a la Cámara algunos diputados radicales.
Comercio de armas
Al principio hablaba de lo absurdo del comercio indiscriminado de armas convencionales. Como poner punto final?. Desde el punto de vista de la demanda es obvio que es necesario acabar con las causas políticas, locales y regionales sobre todo de los conflictos. Pero qué es lo que se puede hacer desde el punto de vista de la oferta?. Es menester resquebrajar la lógica (aparente) de la vieja comodidad: "de todas maneras, si no exporto armas lo hará el vecino". Cómo hacerlo?.
Se podría seguir el ejemplo del tratado de No proliferación nuclear. Se basa en u n intercambio explícito: los países que renuncian a proveerse de armas nucleares reciben a cambio asistencia y traslado de tecnología siempre que deseen recorrer el camino del uso pacífico de la energía atómica.
Este modelo podría aplicarse al traslado de los más importantes sistemas armamentistas (aviones, helicópteros, barcos, vehículos acorazados, misiles, aparatos electrónicos y cañones de calibre superior a 100 mm) y de la tecnología necesaria para su fabricación. Los países productores podrían ofrecer garantías de traslado de tecnología civil (contextualmente a la creación de salvaguardias para impedir que vayan a parar a los militares) y ayudas económicas a aquellos países que a:) renuncien a dotarse de armamentos convencionales sofisticados y a la relativa tecnología; b) reduzcan sus propios gastos militares; c) adecúen su propia política interna a los principios de la democracia y del respeto de los derechos humanos.
Soluciones realistas y practicables.
De todo lo que he dicho hasta ahora se deduce que las soluciones para algunos de los problemas globales más agobiantes existen, son realistas y practicables. Además, con el ocaso de la contraposición en bloques, se han creado las mejores oportunidades políticas desde finales de la segunda guerra mundial para que el derecho, la democracia y la no violencia regulen las relaciones internacionales.
Y sin embargo nos toca asistir a una guerra. Y sin embargo vemos que la solución efectiva de todos los problemas que he recordado se aplaza continuamente, o llega dramáticamente tarde - cuando surgen otras cuestiones tal vez más complicadas y exigen soluciones oportunas. Vemos, en todos los países democráticos que la clase política se ocupa de acontecimientos que no van más lejos de la punta de sus narices, constantemente aplastada por los tiempos brevísimos entre elección y reelección. Pensar a largo plazo o de forma global es algo totalmente ajeno a esta clase política - especialmente la italiana.
Es necesario que ocurra algo nuevo y distinto
Esta claro que es necesario que suceda algo nuevo y distinto: un instrumento político conmensurado a la naturaleza y a la escala de los problemas. Qué características debe tener este instrumento político?.
No violento
Debe ser sobre todo no violento. Con buena paz de Machiavelli, los medios acaban siempre por ser coherentes con los fines. Y si queremos un orden internacional basado en la no violencia y en el derecho es con la no violencia y con el derecho con lo que debemos construir.
Transpartídico
Debe ser transpartídico: no existe ninguna etiqueta ideológica que lleve consigo una inclinación particular a lo que acabo de llamar "pensar a largo plazo y de forma global". Si se intentase en los países democráticos en los que la alternancia ha funcionado, llevar a cabo una correlación estadística entre el buen gobierno y la colocación ideológica de los distintos ejecutivos, se acabaría por descubrir que no existe ninguna. Hipermetropía y miopía cuajan en la misma medida en todas partes, por desgracia desfavorable para la primera, y es conveniente que todos se procuren un par de gafas.
Transnacional
Por último debe ser transnacional: casi nada se sigue incluyendo en las fronteras de un sólo país y casi nada se puede resolver de esa manera. Tomemos por ejemplo la moción sobre el comercio de armas convencionales de la que he hablado anteriormente: aunque la firmasen todos los diputados italianos y el gobierno la aprobase de buena fe, todos los objetivos que se establecen no serían escuchados, y no contarían con el apoyo de otros parlamentos y de otros gobiernos. De ahí la necesidad de contar con un instrumento que se pueda mover en todos los parlamentos y en todos los gobiernos.
No violento, transpartídico y transnacional. Este instrumento existe: el Partido radical. Lo que pasa es que es pequeño. No es un enano, eso sí. Pero es un niño de la política. Apresurémonos para que crezca.