EUROPA TIENDE PUENTES
Xavier Vidal-Folch
SUMARIO: La ampliación nórdica de la UE y la aproximación del Este relanzan el debate de la 'profundización'.
(El Pais, 4-12-1994)
Quién dijo que Europa tenía vocación de fortaleza inexpugnable, de castillo superprotegido? Norteamericanos y japoneses acuñaron esta brillante metáfora para contratacar la campaña de Jacques Delors por una potente Europa sin fronteras que en 1992 desencadenó el mercado único.
Fortaleza?. Algunos lo creyeron. Tenían un argumento: el proteccionismo agrícola de la Unión Europea (UE), que se lleva la mitad de su presupuesto. Casi ninguno más. La economía de la UE no sólo no es la más cerrada del mundo, sino al contrario, la más abierta: coloca en el exterior el 39,5% de las exportaciones mundiales (contra el 12, 1 % de EEUU y el 9,2% de Japón). Y absorbía el 39,7% de las importaciones de todo el orbe (contra el 14,4% de EEUU y el 6,1% de Japón), según cifras del GATT para 1992.
Por si las cifras no bastasen, el mapa europeo para fin de siglo - y un poco más - disuelve como azucarillo la imagen de murallas castrenses. Es un mapa que exhibe cantidad de enlaces, puentes y pasarelas. La ampliación nórdica (Austria, Finlandia, Suecia) que ahora culmina, evidencia la capacidad atractiva del viejo proyecto integrador que franceses y alemanes levantaron en 1957, plena postguerra. Y el fracaso histórico de la alternativa intergubernamental puesta en pie en 1959 por los británicos. La EFTA fue subsumida hace tres años en el Espacio Económico Europeo, una antesala de la Unión hoy casi vacía: deambulan por ella noruegos, islandeses y vecinos de Liechtenstein, espléndido aislamiento.
Tras este enlace, el puente hacia el Este. Los mandatarios de Polonia, Hungría, Chequia, Eslovaquia, Rumaniá y Bulgaria (los pecos) se fotografiarán el próximo fin de semana con los de la UE en la cumbre de Essen: será la imagen de la preadhesíón, que quizá culmine en ampliación en tornó al fin de siglo. Malta y Chipre, y los bálticos, son otros probables socios a medio plazo.
Lento camino
Llegará también el mercado común con Mercosur (560 millones de consumidores): un puente. Y las relaciones especiales, comerciales, con México y Chile; el lento camino a una zona de libre cambio con el Mediterráneo Sur (los países del Norte discuten las ayudas propuestas por Bruselas, casi un billón de pesetas en cinco años); pasarelas con Eslovenia... La estrategia de ampliación adelantó a la de la profundización previa. Pero "ha llegado la hora de hacer una pausa, discutir y digerirlla", se dice casi unánimamente en la capital europea. La polémica sobre la Europa del 2.000, que debe formalizarse para 1996 - cuando se revise el Tratado de la Unión firmado en Maastricht - está ya servida.
El presidente semestral de la Unión, el canciller alemán Helmut Kohl, rendirá homenaje en Essen al titular de la Comisión, el Jacques Delors "mitad filósofo, mitad ejecutivo" que ha encabezado la Comisión durante una década, proponiéndole reto tras reto (mercado interior, Tratado de la Unión, Libro blanco de empleo) y concitando las ácidas críticas contra la burocracia de Bruselas. Kohl pretende crear una Fundación Delors, para la difusión de ideas europeístas. "Se entiende mejor que con Balladur y le gustaría que sucediese a Mitterrand", certifican los guardianes de secretos.
El relanzamiento o enfriamiento de ese Fundamental 'eje' Bonn-París resultará en buena parte de las elecciones francesas. Y de él depende que la ampliación no suponga difuminación. El nexo muestra hoy fisuras prácticas. Los problemas vienen al menos del verano, "cuando en Corfú se reveló insuficiente para imponer a Jean Luc Dehaene al frente de la Comisión", comentan diplomáticos experimentados. Bonn y París hacen guiños a Londres, sobre todo en Defensa. Alemania bendice a su candidato portugués - el atlantista José Cutileiro - a la presidencia de la UEO, el pilar europeo de Defensa. Alain Juppé viaja hoy a Belgrado con Douglas Hurd para reorientar la guerra de Bosnia... Las diferencias son más acusadas en la respuesta a la pregunta: esbozado ya el mapa de puentes, Qué hacer ahora?.
Delors no se ha movido. Acaba de declarar a Der Spiegel su deseo de que los Estados que quieran constituyan "una verdadera federación de Estados nacionales", de la que "nadie" debe de ser excluido, porque no hay que provocar una división dé Europa "en dos clases". Esa federación, defiende, no implica aumentar la centralización porque, al contrario, "el modelo federativo permite distribuir claramente las competencias de la Union y las de los Estados miembros".
Es una respuesta - socialista - que enlaza con buena parte de las preocupaciones de la Democracia Cristiana alemana, el partido de Kohl: sí a la profundización federal, no al 'núcleo duro'. El documento que Karl Lamers y sus colegas parlamentarios de la CDU-CSU publicaron el pasado 1 de septiembre sigue siendo el punto de referencia: "ha producido por vez primera un público europeo para el debate", dijo recientemente su autor en la Fundación Konrad Adenauer de Bruselas, "aunque cada uno ha entendido lo que le interesaba". Por ejemplo: levantó polvareda la propuesta de erigir un núcleo duro (Alemania, Francia, Benelux) de] que se excluía en principio a los sureños y al Reino Unido. A éste, porque, como dice el canciller, "no podemos avanzar a la velocidad del más lento". El papel postulaba la necesidad de profundizar en una "mayor integración y más estrecha cooperación" en un sentido federal - la soberanía del Estado-nación "es desde hace tiempo una concha vacía" -, aún con distintas velocidades y mayor flexi
bilidad, para afrontar la integración de los países del Este "en torno al año 2.000". Acabar con el veto en las instituciones y "dotar a la Comisión de los rasgos de un Gobierno Europeo" eran algunas de sus recetas.
'Un grito'
El documento constituía "un grito de Alemania para anciarse en Europa", comenta el ministro de Exteriores español, Javier Solana: si la UE, clamaba, "fuese a la deriva", Alemania "quedaría otra vez atrapada en medio del Este y el Oeste". Pero esta angustia de 'no me dejéis sola, que me pierdo' fue despachada por John Major con una faena de aliño: bienvida a la flexibilidad, e insistencia en tres áreas muy 'comunitarias', comercio exterior, mercado único y medio ambiente; el resto, a la carta, a distintas velocidades.
Sólo esta semana ha llegado una respuesta francesa completa, tras unas declaraciones ambiguas de primer momento. El primer ministro, Edouard Balladur, ha escrito en Le Monde sus tres noes: no al federalismo, sino buscar "fórmulas suaves de organización" (y "abandonemos la viejas disputas" conceptuales); no a "pretender constituir (la Comisión) el esbozo de un ejecutivo federal"; no a "la toma de decisiones por mayoría" que "pondrían poner en minoría" a los cinco grandes Estados. Todo ello envuelto en la alabanza del eje franco-alemán y en una nueva teoría de círculos distintos que enfatiza la geometría variable y enlaza con las distintas velocidades del intergubernamentalismo británico. Empieza a apuntarse Francia a la esquizofrenia de un pasado de grandeur desmentido por un presente mediocre, como ocurre con la melancolía imperial británica"?
Si éstas son las contradictorias alforjas doctrinales con que los tres grandes países abordan de momento el horizonte 1996 en que deberá revisarse el Tratado de Maastricht, la práctica diaria en los comités, consejos y pasillos de Bruselas resulta todavía más abigarrada las alianzas de los Estados membros son multipies y cambíantes. No siempre responden a filosofías generales, sino a intereses concretos. cortoplacistas. Ello genera "una particular y densa, no siempre diáfana, expectativa de maniobra y pacto", como resume un veterano asesor del presidente de la Comisión.
Intento frustrado
Así, por ejemplo, Holanda - miembro de un Benelux comunitarista - acaba de apuntarse a un intento británico obviamente intergubernamentalista, finalmente frustrado. Trataba de incorporar al documento sobre la estrategia para aproximar el Este - que se aprobará en Essen -, la idea general de que las políticas comunitarias deben reformarse en función de las conveniencias de los pecos y no al revés, como ha ocurrido en todas las ampliaciones. En el fondo latía el temor a los esfuerzos financieros : la absorción del acervo comunitario por los países del Este, por ejemplo, duplicaría la contribución francesa al presupuesto.
Otras líneas divisorias son más clásicas: el frente de la cohesión - España, Grecia, Portugal, Irlanda - suele actuar unido cuando se trata de las relaciones Norte-Sur. Pero quiebra cuando, cómo ahora, España reclama su incorporación plena a la Política Pesquera Común desde 1995. Portugal no hace causa común : teme la invasión de barcos españoles en sus aguas.
Países ricos, como Alemania, pelean con países tanto o más ricos, como Luxemburgo, tratando inútilmente de alcanzar un acuerdo para establecer una fiscalidad común sobre el ahorro : el Gran Ducado, paraíso fiscal, alega que los flujos acudirían a las Bahamas. Y de política exterior, más vale hablar con prudencia y rubor: ahí permanece como símbolo de bloqueo la manzana de la discordia de la antigua Yugoslavia, que aflora de Historia la discusión presente. Eso sí, ahora momentáneamente soterrada por el pulso con Washington y los fracasos de la comunidad internacional.
Y pese a todo, con estos bueyes la Europa comunitaria va arando el horizonte 96. Y consolidando puentes.