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Marin Manuel - 14 settembre 1994
Marín, vicepresidente de la Comisión.

- Señora Presidenta, señora Presidenta del Consejo, señores diputados, para responder tanto a la pregunta oral como a la propuesta de resolución, quisiera exponer las primeras conclusiones extraídas por la Comisión tras la reciente visita de la troika a Rwanda y luego, al final, hacer unas consideraciones de tipo general, y más políticas, para responder tanto a la intervención del Sr. Plumb como a la del Sr. Kouchner.

En opinión de la Comisión, hay cuatro elementos fundamentales que hay que tener en cuenta:

Primero, todo induce a pensar que, por la situación y naturaleza de la crisis, será necesario proseguir el esfuerzo humanitario durante bastante tiempo.

Segundo, pensamos que, por el momento -y como lo confirmaba en cierta manera el informe de la Sra. Presidenta del Consejo-, no va a ser posible a corto plazo, teniendo en cuenta las condiciones del país y la situación de la capital sobre todo, crear un marco de cooperación normal con las autoridades de Kigali.

Tercero, para la Comisión es imperativo que, de manera urgente, la Unión Europea dé una señal de confianza a estas nuevas autoridades, en forma de apoyo a sus esfuerzos materiales, con el fin de que se cree el clima de confianza indispensable para la reconciliación nacional.

Cuarto, pensamos que las medidas de rehabilitación, como ha señalado también el Consejo, no deben limitarse exclusivamente a Rwanda, sino que tendrán que tener un fuerte contenido regional, dirigiéndose también a los países vecinos, así como a aquellos que han sufrido directamente las consecuencias del conflicto.

Estos cuatro puntos son las primeras conclusiones del informe, de carácter técnico, que el Consejo nos encargó elaborar.

Por lo que respecta a la ayuda humanitaria, es cierto que la Unión Europea ha hecho un enorme esfuerzo. Como se señala en la propuesta de resolución, si sumamos el conjunto de los fondos que han sido gestionados por las instancias comunitarias, la Unión Europea ha contribuido con unos 350 millones de ecus, lo que nos convierte en el primer donante en la crisis de Rwanda.

La Comisión entiende que debe seguir ofreciéndose esta ayuda a todos los países afectados por la crisis. Es decir -además de Rwanda-, a Burundi, Tanzania y Zaire, no solamente en el campo humanitario sino también en el de la aplicación de las primeras medidas de rehabilitación, con objeto de poner en marcha, en la medida de lo posible, un proceso de desarrollo que integre los distintos intereses de los países que acabo de citar.

Yo quiero señalar un punto absolutamente fundamental. Es cierto que se ha puesto de manifiesto, durante la crisis rwandesa, el enorme impulso de solidaridad de que ha dado muestras la sociedad civil europea ante el drama de Rwanda, y que se ha podido canalizar fundamentalmente a través de las agencias especializadas y de las organizaciones no gubernamentales. Obvio es decir que la Comisión está dispuesta a intervenir en caso de que se presenten otras necesidades, flexibilizando, si es necesario, nuestros procedimientos internos para hacerlos más eficaces todavía. Para eso, tengo que aceptar que será necesario mejorar aún más la coordinación con las organizaciones humanitarias y las organizaciones no gubernamentales.

Creo que es obvio señalar algo elemental: en Rwanda se ha puesto de manifiesto una vez más la gran dignidad de quienes hacen lo humanitario y, en este sentido, el planteamiento que han hecho estas organizaciones, como las ONG, ha sido ejemplar. Y en este sentido, hay que aceptar que la respuesta dada por la sociedad civil, en términos generales, junto con las organizaciones no gubernamentales, ha sido simplemente admirable.

En cuanto a la rehabilitación -tema importante para el futuro-, estamos estudiando en este momento una primera medida urgente, porque, como ha señalado la Sra. Presidenta del Consejo, vamos a trabajar en tres fases. Habrá una primera fase dedicada a la puesta en marcha de todo el sistema de electricidad y de agua corriente en la capital. Esta primera fase ha sido ya decidida y tendrá un valor que es pequeñito, de 5 millones de ecus, pero se trata fundamentalmente de que haya electricidad y agua corriente para convencer, sobre todo a los refugiados que están en la frontera, de que la capital -que está desierta- es suficientemente habitable al haber luz y agua corriente.

Después se va a proceder, manteniendo siempre la ayuda humanitaria, a una segunda fase de rehabilitación. Hay en este momento un equipo sobre el terreno que está haciendo una serie de evaluaciones. Para que la rehabilitación produzca sus efectos es condición indispensable que se lleve a cabo la repatriación de los refugiados. No tiene sentido empezar a rehabilitar el país en las condiciones actuales y, por eso, nos parece fundamental que la rehabilitación avance en la medida en que los refugiados retornen.

Quiero responder a una petición concreta que señalaba el Sr. Kouchner: todo está preparado para que, si hay una petición formal de las nuevas autoridades de Kigali, la Unión Europea pueda enviar inmediatamente observadores civiles para garantizar la estabilidad y la seguridad de la repatriación. La decisión política ya ha sido tomada por el Consejo, pero necesitamos que así lo soliciten las nuevas autoridades de Rwanda.

No expondré todas las medidas relativas al programa de rehabilitación por no hacer un debate esencialmente burocrático, pero dicho programa va desde la producción agrícola hasta las infraestructuras económicas, pasando por la recuperación del turismo y la reorganización de los canales de exportación de café y té. Se trata de un programa clásico de rehabilitación y yo pienso que no va plantear grandes problemas, porque la Comisión tiene ya la experiencia de Liberia, Somalia, Mozambique y Angola.

Otro problema -y ya voy entrando en la materia final, señor Plumb, señor Kouchner, señora Presidenta del Consejo- es el que tiene que ver con lo que ha pasado en Rwanda. Por qué ha pasado esto en Rwanda? Cuál es la cuestión de fondo que se plantea el Parlamento Europeo? Pensamos que, en términos de política exterior y de seguridad, se pueden hacer todavía bastantes cosas. Pensamos que es fundamental que la Unión Europea tome posición ante los siguientes ámbitos de intervención:

Primero: en relación a la cuestión del establecimiento y de la actividad del Tribunal Internacional que tiene que resolver el problema del genocidio en el marco de Naciones Unidas, pensamos que debe intentarse su creación para que los crímenes cometidos no queden impunes, lo que es bueno para el futuro.

Segundo: nos hemos vuelto muy preocupados por lo que hemos visto en Burundi. La situación en Burundi es explosiva y hay que evitar, por todos los medios, que se pueda repetir una situación similar a la de Rwanda. En consecuencia, si la diplomacia preventiva no ha sido capaz de impedir el genocidio de Rwanda, tiene que ponerse en marcha para impedir como sea que se pueda reproducir esta situación en el país vecino.

Tercero: pensamos que ha llegado el momento de reiniciar lentamente nuestras tareas de cooperación con el Zaire en el sentido que señala la propuesta de resolución. Es absolutamente fundamental que el Gobierno del Zaire mantenga su compromiso de desarmar a la milicia hutu, y de impedir que el antiguo ejército de Rwanda se vuelva a armar para iniciar una operación de reconquista desde el territorio del Zaire, que provocaría de nuevo otra guerra civil y otro genocidio. Así pues, es un problema que hay que plantearlo en términos abiertamente políticos y la Comisión propugna iniciar estos contactos con el Gobierno del Sr. Kengo.

Y cuarto: para el seguimiento del retorno de los refugiados, hay que enviar observadores. La decisión está ya tomada.

Otro asunto capital que debemos plantear, también abiertamente, al Consejo: si uno de los aspectos claves de la reconciliación nacional es la fusión, en un nuevo ejército, de los antiguos oficiales rwandeses con los oficiales tutsis y crear un ejército nacional que no esté organizado sobre una base étnica -que es lo que ha originado el conflicto- por qué no se plantea la UEO, de una vez por todas, la posibilidad de dar apoyo en materia militar para ir poco a poco favoreciendo la creación de un ejército nacional? Creo que es algo en que puede colaborar la Unión Europea.

Señor Plumb, felicidades por su misión. Fue pionera. Usted ha descrito muy bien cual fue la realidad. En consecuencia, yo no les voy a repetir cosas que ustedes conocen seguramente mejor que yo.

Transmítale, señora Presidenta, al Sr. Hänsch lo gratificante que fue para nosotros recibir su carta y quisiera finalmente decirles algo. Durante el mes de agosto, la Comisión -y lo digo sin ningún atisbo de falsa modestia-, el Consejo, la troika, el Sr. Repnik y las instituciones en general hemos hecho nuestros deberes. Faltaba dinero y hemos hecho una operación de ingeniería financiera y encontramos el dinero. Había problemas de tipo logístico y los hemos resuelto.

Pero quiero volver a nuestro debate de la Comisión de Desarrollo -y ya termino- que es la gran pregunta: tenía forzosamente que pasar esto en Rwanda? Porque la reflexión que hay que hacer es la siguiente: se plantea el problema de la intervención preventiva, de la diplomacia preventiva. Sobre este punto, quiero informar al Parlamento de algunos detalles al respecto, porque es un debate de futuro absolutamente fundamental. En Rwanda hemos gastado 350 millones de ecus. Si se añade lo que han gastado individualmente los Estados miembros, más las aportaciones de las ONG y de las agencias especializadas, se va a gastar en tres meses en Rwanda una cifra que supera los 500 millones de ecus. Para este año, en Yugoslavia, hemos gastado sólo 158. El Parlamento Europeo tiene que saber que en Rwanda hemos gastado cuatro veces más dinero que en Yugoslavia. Y yo pregunto: con 500 millones de ecus no se podría haber enviado gente allá capaz de evitar el conflicto? Estoy convencido, como gestor y responsable de la ayuda h

umanitaria, de que, aparte del problema humano, aparte del genocidio, hubiera sido mucho más barato para el presupuesto comunitario tratar de evitar el conflicto.

Quiero decirles que estamos en una absoluta contradicción: nos hemos convertido en los primeros donantes del mundo, pero para apagar fuegos. Nuestro trabajo consiste en apagar fuegos y de lo que se trata ahora es de impedir que el fuego se propague. Este es mi punto de vista. Ustedes saben que soy un firme partidario del derecho de intervención humanitaria.

(Aplausos)

 
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