- Señor Presidente, señores diputados, en nombre del Grupo de la Izquierda Unitaria Europea, y al igual que tantos miembros de esta Asamblea, me felicito de la reciente evolución política en Irlanda del Norte que usted mismo, señor Presidente, describió muy bien recientemente como la creación de una oportunidad histórica para la paz y el fin de la violencia en la región.
Debemos reconocer que la situación política se ha visto transformada por el anuncio del alto el fuego del IRA, que ha sido la fuente primaria de violencia terrorista de los últimos 25 años en la región y, aunque no se haya dicho explícitamente, existen muchas razones para esperar razonablemente que dicho alto el fuego tenga carácter definitivo. No sería justo en este momento olvidar a los más de 3.000 muertos y las decenas de miles de heridos que han sembrado de dolor este proceso, pero ahora ha llegado el momento de mirar hacia el futuro y de intentar no revivir el pasado. La prioridad más inmediata consiste precisamente en evitar que nadie más muera o resulte herido como consecuencia de violencia terrorista. Y para ello, es absolutamente esencial desarrollar el potencial de nuevas estructuras políticas que permitan liberar al pueblo de Irlanda del Norte de la amenaza del terrorismo, provenga del lado que sea.
Para que este potencial de progreso se desarrolle, se necesitan altas dosis de flexibilidad y compromiso por todas las partes, de forma que algunas aspiraciones políticas deben ser reconsideradas en favor de la convivencia en la paz. Esta exigencia de que Irlanda del Norte no reviva ya nunca más las viejas batallas supone, ante todo, sentar las bases para superar los complejos problemas de la región, que ni el nacionalismo tradicional ni el unionismo tradicional pueden resolver a través del enfrentamiento. Irlanda del Norte debe abrir una nueva agenda política en la que serán necesarias ideas valientes e imaginativas que conduzcan a estructuras políticas de consenso intercomunitario, capaces de recibir el respaldo general de toda la población.
Cierto es que esta importante tarea no nos corresponde de una forma directa al Parlamento Europeo, pero sin embargo, desde las diversas instituciones de la Unión Europea podemos hacer mucho para alentar la negociación y el compromiso entre las partes, así como entre los Gobiernos de Irlanda y del Reino Unido, trabajando solidariamente para esta oportunidad histórica de consolidación de la paz. La Unión Europea y sus instituciones incluso deben estar dispuestas, si se les requiere, para jugar un papel mediador o de garante en cualquier fase de las negociaciones. Y no olvidemos la dimensión económica de los problemas. Se trata de una de las regiones más desfavorecidas de la Comunidad, a lo cual han contribuido, qué duda cabe, estos 25 años de guerra virtual. Es ésta una situación que he tenido ocasión de comprobar recientemente junto con una delegación de la Comisión de Política Regional. En este cambio y en este ámbito, la Unión Europea puede y debe hacer mucho. Disponemos de los Fondos estructurales y del Fo
ndo Internacional para Irlanda, los cuales se encuentran ahora ante la gran oportunidad ofrecida por la nueva situación. En este sentido debemos decir que somos favorables a las enmiendas de la Comisión de Presupuestos recogidas en el excelente informe del Sr. Colom sobre la propuesta de reglamento del Fondo Internacional para Irlanda, puesto que tienden a dar una respuesta más adecuada al reto a que nos enfrenta.
La cooperación económica transfronteriza promovida por la Comunidad ha acumulado ya una vasta experiencia. Quiero, sin embargo, sugerir una especial dedicación del programa INTERREG en favor de acciones en las fronteras entre Irlanda e Irlanda del Norte, donde las tendencias comerciales normales han sido significativamente perturbadas durante estos últimos 25 años. Debemos poner el acento en tales acciones, sobre todo en la superación de las barreras intercomunitarias con su fuerte carácter social y cultural.
Finalmente, señor Presidente, quisiera felicitar al pueblo de Irlanda del Norte, a sus ciudadanos amantes de la paz, por su tenacidad y valentía después de casi tres décadas de continua violencia y desorden social. Desearía también aprovechar la oportunidad para felicitar a todas aquellas personas responsables de los esfuerzos que han conducido al optimismo de la situación actual y en especial, como no, a nuestro colega John Hume y a su incesante trabajo por la paz, realizado personalmente o junto a los colegas que en esta Asamblea han representado desde diversas posiciones su voluntad de consenso.