Señor Presidente, querría rogarle que, si la Asamblea lo ve con buenos ojos, hiciera usted llegar nuestro sentimiento a los miembros de la familia y correligionarios políticos del Secretario General del Partido Revolucionario Institucional de México, asesinado ayer en la capital mexicana, trayendo terribles recuerdos del asesinato reciente, hace seis meses, del candidato presidencial, Sr. Colosio. Para el proceso lento y difícil de evolución hacia una verdadera democracia iniciado en México, se trata, sin duda, de un golpe muy grave en una persona que era parlamentario mexicano y que habría podido ser, según se dice, ministro del Interior o jefe del Grupo parlamentario de su partido en la Asamblea Nacional de México. Creo que sería deseable que, habiendo enviado este Parlamento una delegación -Sres. Sakellariou y Fernández Albor- con ocasión de las elecciones en dicho país, hiciéramos llegar nuestro sentimiento.