Señor Presidente, en la última reunión de la Comisión de Desarrollo y Cooperación hablamos de Cuba y de la necesidad de acabar con ese tabú que a tantos nos preocupa. Dije entonces que si Cuba era un problema interno para Estados Unidos en palabras de su Presidente, el Sr. Clinton, tenía permanente actualidad para España, y era una prolongación física en el caso de las islas Canarias. Pero, está claro que Cuba es un problema de los cubanos, de los 10 millones de cubanos que viven dentro y de los 2 millones que viven fuera.

Por eso, hoy, hay que hablar aquí de política y diplomacia, de exilio y emigración, de reconciliación y de diálogo, de democracia y de derechos humanos, de paz y de libertad, de cooperación y desarrollo, de solidaridad y generosidad. Esas son las expresiones que preside nuestra propuesta de resolución sobre la situación en Cuba, y que nosotros entendemos que deben ir de la mano.

Estoy convencido -y quizás sea algo ingenuo-, de que el Gobierno cubano está dispuesto a colaborar en la adaptación política de su régimen a los tiempos modernos. Por lo que me han dicho, con dignidad, pero sin renunciar a sus conquistas sociales.

Aprovechemos esta oportunidad, por el panorama de apertura que se está delineando en esta isla del Caribe y que, además, puede ser histórica, pues no debemos olvidar que en esta década de final de siglo se cumplen 100 años de la independencia de Cuba respecto de España, y ello constituiría una buena ocasión para la Unión Europea, especialmente para este Parlamento.