Señor Presidente, este debate de hoy tiene como origen el informe y la comunicación de la Comisión sobre la aplicación del programa integrado dedicado a las empresas de pequeña y mediana dimensión, y vuelve a constituir una nueva muestra del interés, a nivel de la Comisión y de las instituciones comunitarias, en dar un reconocimiento, un impulso y una especial atención a este sector económico que, durante la crisis, ha demostrado, por una parte, que mantenía una mayor estabilidad y, por otra, que mostraba una mayor capacidad de creación de empleo, por lo que era a la vez motor económico y estabilizador social.
Creo que es conveniente insistir en que a nivel de la Unión Europea se dedica una atención especial a este sector y en que, además, no se tiene únicamente en cuenta la aplicación de unos recursos -que son muy escasos- procedentes del presupuesto de la Comisión, sino que lo que se pretende mejorar es el entorno social en el cual opera la pequeña y mediana empresa.
Yo pertenezco a un país, Cataluña, cuya riqueza está basada precisamente en la actividad industrial que desarrollan sus pequeñas y medianas empresas. Algunas, es verdad, auxiliares de grandes empresas, pero la mayoría tienen su fundamento en una actividad empresarial -insisto- de pequeña y mediana dimensión. Precisamente a raíz de las acciones de la Unión Europea, las empresas de esta dimensión revelaron sus dos problemas importantes: la financiación y la fiscalidad. Estas dos aportaciones de la Sra. Thyssen y del Sr. Harrison son, en mi opinión, importantes porque hacen mención de estos dos grandes temas que preocupan especialmente a las empresas de pequeña y mediana dimensión. Además, las propuestas no son financiadas directamente por la Unión Europea, no exigen más recursos procedentes del presupuesto de la Unión, sino que hacen referencia a un mejor trato para poder llevar a cabo el desarrollo normal de sus actividades.
Por esta razón, creo que el informe de la Sra. Thyssen reviste gran importancia. Es decir, hace referencia a temas importantes que están en relación con la problemática propia a las pequeñas y medianas empresas: contar con un IVA adecuado en algunos sectores, mencionados en el informe; dedicar una atención específica a determinados tipos de transacciones; conceder una atención especial a la transmisión de la empresas. Muchas de estas empresas en toda Europa tienen un origen familiar cuya continuidad se ve amenazada precisamente en el momento de la sucesión. Insisto, éstos no son temas que afecten al presupuesto. No se están pidiendo más recursos procedentes del presupuesto de la Unión, sino que se pretende ofrecer un marco favorable como se propugna, por ejemplo, en los trabajos de la Sra. Scrivener sobre este aspecto. De lo que se trata es de convencer, que no es poco, a los Gobiernos de los doce países miembros para que realmente apliquen estas recomendaciones y no nos encontremos de nuevo con el bloqueo q
ue en este tema, desgraciadamente, provoca la regla de la unanimidad.
Hay otro aspecto importante, el de la financiación. A nivel europeo nos encontramos con que, en muchas áreas, las pequeñas y medianas empresas se están convirtiendo en financieras de las grandes. Existe el problema enorme creado por el aplazamiento de los pagos, tanto de grandes industrias como de grandes empresas comerciales, que se amparan en su dimensión para repercutir las cargas financieras en las pequeñas y medianas empresas. Esta situación ha llegado a tal límite que se está convirtiendo en un problema de supervivencia. Este tema también se menciona en los informes y sería muy importante que la Comisión, y el Consejo, por supuesto, llegasen a tener una actitud muy decidida en este aspecto.
Insisto, son problemas de entorno, hay que ocuparse de los mismos y, sobre todo, hay que apoyar decididamente al sector más importante de creación de empleo de la Unión Europea.