Señor Presidente, quiero que mis primeras palabras sean de felicitación para la Sra. Palacio, pero quiero que se me entienda bien: no se trata de una felicitación ritual. Creo que, cuando a la Sra. Palacio se le encargó elaborar este informe, la labor que le esperaba era más propia de un trabajo de Hércules que de un trabajo de una diputada recién elegida.
Creo que la Sra. Palacio ha elaborado un excelente informe y así lo han testimoniado muchos oradores antes que yo. Y lo ha hecho, señor Presidente, porque ha aplicado inteligencia y talento y, sobre todo, porque a un informe jurídico le ha dado visos y contenidos políticos. Por tanto, estoy convencido de que la Sra. Palacio va a realizar una excelente labor en este Parlamento. Y voy a poner un ejemplo, señor Presidente, de lo que he dicho.
En la Comisión de Asuntos Institucionales mantuvimos un debate serio y políticamente importante sobre este tema. Precisamente, cuando en muchos lugares se critica al Parlamento -a todos los Parlamentos- de ser una mera caja de resonancia de los partidos políticos, en la Comisión de Asuntos Institucionales -al igual que en otras; estoy seguro de que el colega Vitorino puede dar testimonio de ello- se entabló un debate por encima de las posiciones de los Grupos políticos, pues tenía contenido político. Uno de los temas debatidos fue el apartado 3 del artículo 5 del proyecto de la Comisión, por ejemplo, donde se establecía que los residentes podían ser candidatos, pero luego se autorizaba a los Estados miembros a que, por vía de una directiva, dispusieran que no serían elegibles para las funciones de presidente o miembro de Gobierno de un ente local.
Señor Presidente, para muchos de los que hemos apostado por los avances en la construcción europea, para los que creemos que los derechos de los ciudadanos deben encontrar reflejo en el Tratado de la Unión Europea, el texto de la Comisión es un texto pobre y limitativo del propio sentido del Tratado de la Unión. La Comisión de Asuntos Institucionales no quiso hacer discriminación alguna a este respecto; quiso evitar que hubiera ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda por razón de su nacionalidad. Porque no debe haberlos. De eso quedamos convencidos, y ganamos una votación en ese sentido.
La Sra. Palacio ha aplicado la política. A fin de cuentas, la política es el arte de lo posible. Y eso no hubiera sido seguramente aceptable ni para la Comisión ni para el Consejo. Creo que su propuesta es una propuesta posible y, aunque el informe del Parlamento esté sometido al procedimiento de consulta, creo que el Consejo cometería un error político al no aceptarla.
Por ello, señor Presidente, a mí seguramente, a la hora de votar hoy, se me encogerá un poquito el corazón. Me hubiera gustado ser más audaz, pero votaré con la razón. Y creo que es lo que debemos hacer muchos, la mayoría, en esta Asamblea.