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Galeote Quecedo Gerado - 26 ottobre 1994
MEP*MPE - Galeote Quecedo (PPE).

Señor Presidente, en la última reunión de la Comisión de Cultura, que se celebró en Bruselas, el Comisario Vanni D'Archirafi nos sorprendió -agradablemente, debo decir- con su presencia, trayéndonos bajo el brazo una comunicación de la Comisión al Parlamento sobre el pluralismo y la concentración de los medios de comunicación en el mercado interior.

Se comprometió, además, ante los miembros de la comisión allí presentes, a debatir en profundidad el Libro Verde en la siguiente reunión, que ya estaba fijada para los días 24 y 25 de noviembre, por lo que debo decir que hubiera preferido que se cumpliera con ese trámite antes de trasladar el debate al Pleno. No obstante, creo que, como ya se ha dicho aquí, no es necesario ser futurólogo para predecir que, con la pregunta oral que se presenta, nos encontramos sólo en el comienzo de un debate en esta Asamblea que, a buen seguro, nos ocupará mucho tiempo a lo largo de la legislatura recién estrenada.

No podía ser de otra forma, ya que el Parlamento Europeo se siente profundamente comprometido con la vertebración de una Europa de los ciudadanos, y pocas cosas son más determinantes e influyentes en las sociedades modernas que los medios de comunicación, muy particularmente la televisión, a la que se asoman diariamente más de tres cuartas partes de los europeos. Nos resulta, pues, lógico que el Parlamento Europeo se haya pronunciado de manera reiterada sobre la cuestión; la última ocasión en que lo hizo fue el pasado mes de enero, en la que esta institución se manifestó de manera favorable a la armonización y regulación del sector, respetando, naturalmente -y quiero subrayarlo- el principio de subsidiariedad. A esta conclusión llegamos teniendo en cuenta, sin duda, factores de índole económico. No podemos permanecer impasibles ante la inseguridad jurídica provocada por la diversidad normativa de los Estados miembros con la consiguiente limitación a la liberalización del mercado interior, que no facilita pre

cisamente la competitividad de la industria europea. Pero es que, además, una institución política como el Parlamento Europeo ha de dar prioridad, incluso por encima de los factores economicistas, a los sociales, a los culturales y a los éticos, y eso hay que decirlo con toda claridad.

Los aspectos relativos a la competitividad internacional de la industria europea de los medios de comunicación no pueden obviar que es un deber inexcusable de los poderes públicos garantizar de manera efectiva el ejercicio de la libertad de expresión, el respeto al pluralismo y el derecho de los ciudadanos a una información veraz, objetiva e imparcial.

Pero, a partir de esa declaración de intenciones, nos queda un largo camino por recorrer, en el que, para este diputado, uno de los elementos esenciales de una política que pretenda el pluralismo consiste en garantizar la transparencia de la propiedad de los medios. Por eso, quiero adelantar desde ahora el compromiso de proponer en su día la creación de un registro público que permita la debida publicidad de las participaciones en los medios de comunicación, respaldado por el control parlamentario.

Otro elemento a tener en cuenta, sobre el que también insistiremos en su momento, es el de la no exclusión del sector público presente en los medios de comunicación, con respecto a las normas sobre control de concentraciones y situaciones monopolísticas.

Señorías, la Comisión ha actuado hasta el momento con una enorme prudencia, que acaso algunos podríamos calificar de excesiva; prudencia que -hemos de reconocerlo- dice mucho en favor de las dotes diplomáticas de su actual titular. Sin duda, hemos de actuar gradualmente en un ámbito tan sensible como el que nos ocupa, pero ningún obstáculo se ha superado nunca dándole la espalda. Los representantes de los Grupos parlamentarios que ayer nos reunimos con cierto éxito para intentar consensuar una propuestas de resolución somos conscientes de las enormes dificultades ante las que nos encontramos al abordar el tema objeto de este debate. El reto que se nos plantea, sin embargo, no puede suponer otra cosa para nosotros que un acicate añadido. Quiero pensar, y con ello termino, que al final del debate la mayoría, la inmensa mayoría de este Parlamento, estará situada en el mismo lugar: en el de la defensa del pluralismo, es decir, en el de la defensa de la democracia.

 
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