Señor Presidente, quisiera decir que nos encontramos ante un problema grave, como siempre que la vida humana se encuentra afectada, y debemos abordarlo con el máximo rigor y -a mi juicio- procediendo a un deslinde perfectamente claro de las responsabilidades que competen a las distintas instituciones comunitarias.
Quisiera, señor Presidente, decir que, en este caso, no podemos acusar a la Comisión de reaccionar solamente cada vez que se produce un accidente. Creo que es justo reconocer que la Comisión ha actuado con toda diligencia y ha dicho claramente, en el proyecto de comunicación sobre seguridad marítima que presentó en febrero del año pasado, que, desde luego, hay que tomar medidas urgentes en este sector, y a este programa sobre la seguridad marítima han seguido cinco proyectos de directivas.
Yo represento a ciudadanos de un Estado, señor Presidente, que tiene más de 7.600 km. de litoral costero, y seguimos con un gran interés la evolución de la política común de los transportes marítimos. Pero las cosas son como son, y por eso sabemos que la política común de transportes marítimos ha tenido un desarrollo tardío y se ha centrado en la libre prestación de servicios, omitiendo aspectos que se refieren a la seguridad.
Desde la perspectiva del tiempo, señor Presidente, tenemos que reconocer que la omisión de esos requisitos es un grave error, no sólo porque más del 60% de los accidentes se refieren al factor humano y tienen su causa en el mismo, sino también porque no se puede hacer una política común en el ámbito de los transportes sin un pilar fundamental como es el de la seguridad.
Aprovechando la presencia de la Presidencia en ejercicio del Consejo y de la Comisión, quisiera, en el afán de servir a esa prioridad que debe constituir la seguridad, formular dos preguntas. A la Comisión le querría preguntar si, a su juicio, la aplicación del protocolo de 1990 de la Convención SOLAS, en el marco de la Organización Marítima Internacional, sería deseable que se aplicase a las aguas comunitarias y no sólo a las del mar del Norte. Y al Consejo, recogiendo en parte la observación de la Sra. van Dijk, le querría preguntar si las medidas positivas -y en concreto el pabellón comunitario-, que exigen normas técnicas y de seguridad elevadas a los barcos comunitarios, piensa ponerlas en marcha, porque llevan durmiendo el sueño de los justos muchos años encima de su mesa.