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Togliatti Palmiro - 26 marzo 1959
Togliatti contesta a Pannella

SUMARIO: En la contestación a Pannella sobre el tema de la construcción de una alternativa democrática al poder democristiano en Italia, Togliatti, el secretario del Partido comunista italiano, tras una detallada reconstrucción de los hechos históricos que Pannella mencionaba, denuncia un cambio de posición de toda una parte de la formación antifascista (la que, precisamente, debería constituir la alternativa) en los primeros años de la reconstrucción, es decir, en el encauzamiento decidido de dichas fuerzas políticas hacia el apoyo de de un consistente monopolio político democristiano.

(Noticias radicales nº 51, del 11 de marzo de 1988)

Señor Director, permítame intervenir en el debate sobre la posición de los partidos que se está desarrollando en su periódico. Algunos de los argumentos que el radical Marco Pannella expone para demostrar cuando no la imposibilidad, por lo menos la dificultad de llevar a cabo ese acuerdo con los comunistas que sin embargo se le antoja indispensable, no pueden quedarse sin respuesta. En particular, creo que se debe considerar con espíritu crítico y escéptico, y por lo tanto rechazar, todo el razonamiento que se quiere basar sobre el hecho del papel que les ha tocado desempeñar a los demócratas de izquierdas y a los socialdemócratas en los lugares en los que los comunistas estamos en el poder desde hace varios años.

El tema es muy amplio, y me parece que Pannella lo extiende más todavía remitiéndose a situaciones y hechos que se alejan un poco del asunto. En 1939, en Francia, los comunistas no estaban en el poder. Es más, el Partido comunista estuvo fuera de la ley y fue duramente perseguido por esa coalición política que, tras haberse rendido en Mónaco ante Hitler y Mussolini, tenía que demostrar su autèntica naturaleza revolucionaria y antinacional, dando vida, un año más tarde, al régimen de Pétain. En lo que a España se refiere, puedo asegurar que, si bien es verdad que en el primer año de la guerra civil muchos anarquistas cayeron en encuentros armados con los comunistas, así mismo cayeron comunistas, y tal vez en mayor número, en encuentros armados con los anarquistas. A pesar de ello, superada, gracias a esfuerzos comunes, esa fase turbulenta y cruel, se consiguió mantener y establecer hasta el final un vínculo de unión entre comunistas, socialistas, anarquistas y republicanos. Es más, incluso en el campo sindica

l la guerra asistió, en su última fase, a la conclusión de un acuerdo entre las distintas organizaciones. Sin embargo, es muy acertado el ejemplo de lo que sucedió, en primer lugar en la Unión Soviética y posteriormente en los países de democracia popular, Pero qué sucedió realmente? Sucedió que los comunistas se encontraron solos, o casi solos, dispuestos y comprometidos con todas sus fuerzas para iniciar y llevar a cabo esa labor de transformación económica, política y social que no sólo se imponía históricamete, sino que había sido el objeto de proyectos y acuerdos comunes. En Rusia, las fuerzas de los partidos intermedios y aparentemente de »izquierdas se encontraron todas, al final, en el campo de los generales zaristas y posteriormente de los invasores extranjeros. Los primeros gobiernos soviéticos fueron, sin embargo, gobiernos de coalición de aquellos grupos que aceptaban el programa de los Soviet, que comprendía tres puntos: la paz, la tierra para los campesinos y el control obrero. Quién rompió

la coalición? No fueron los comunistas, sino los otros. Y la rompieron tomando las armas, intentado llevar a cabo una insurrección. Qué se tenía que hacer en aquella situación, en la situación de un país al que había que salvar de la catástrofe a toda costa, si se quería seguir avanzando, tal y como en realidad ha sucedido? Pero más evidente todavía puesto que se trata de un ejemplo más cercano es el de las democracias populares. Porqué se habla de los hechos de Praga del 1948 sin tomarse la molestia ni tan siquera de acercarse a conocer la verdad?. Y sin embargo, los documentos son públicos y no se pueden desmentir. Existía un gobierno de coalición que había asumido la tarea de poner en práctica un cierto programa (el programa de Kosico: macionalizaciones, reforma agraria etc.). Un ala del gobierno se negó a seguir el camino trazado, presentó su dimisión y solicitó la constitución de un »gobierno provisional , como primer paso para cambiar la situación, excluir a los comunistas y llevar a cabo el mismo vi

raje que ya se había producido en Francia y en Italia. Pero los comunistas eran, solos, la mayoría relativa y alcanzaban la mayoría absoluta junto con los socialdemócratas y los demócratas que rechazaban la maniobra raccionaria. Qué había que hacer sino avanzar según el programa común precedente, por la vía que se ha seguido y que los mismos adversarios, con su conducta, habían impuesto? Y lo mismo sucedió en los países de democracia popular.

Al rcordar estas cosas no pretendo olvidar que, en la exasperación que siguió a las rupturas del 1947-49, incluso por parte de los comunistas que permanecieron en el poder se cometieron errores, a menudo graves, que después se tuvieron que pagar y corregir. Pero la sustancia no está en estos errores. Radica en el hecho de que una parte más o menos grande de aquellos que se unieron a los comunistas para reivindicar profundas transformaciones revolucionarias que, de haberse realizado a lo largo y lo ancho del continente hubiesen acabado por dar a Europa un aspecto realmente democrático y progresista, llegados a un cierto punto se echaron atrás, se pasaron al campo de los adveresarios de estas transformaciones, se opusieron a que se realizasen.

De hecho, sucedió algo parecido también en Italia, en donde nosotros nos hallábamos lejos de disponer del poder. Nosotros también vimos cómo gran parte de los que habían estado de acuerdo con nosotros cambiaron de campo al considerar necesario reivindicar un nuevo desarrollo de nuestras instituciones democráticas, según la dirección trazada por la Constitución. Para no abandonar un tema que a Pannella parece interesar especialmente, diré que vimos a muchos de aquellos que actualmente nos echan en cara con desdén el artículo 7 (1), cómo intentaban crear las condiciones del monopolio político democristiano y la degeneración clerical del Estado. Esta mutación de posiciones de todo un sector del ala tradicional en la lucha contra el fascismo, y de las fuerzas democráticas empujó hacia nosotros a nuevos grupos de ciudadanos, no nos desalentó, sino, sobre todo no nos hizo cambiar nuestras posiciones. Ni las de los programas fundamentales, ni la fidelidad a las instituciones de la democracia, ni tampoco la que se

resume en la afirmación de que la renovación democrática y social de nuestro país no puede ser obra de un solo partido, sino que requiere la comprensión recíproca, acuerdos y colaboraciones entre fuerzas políticas distintas que no deben pertenecer sólo al campo de la democracia laica, sino al campo de los católicosorganizados.

Nosotros no estamos proponiendo hoy ningún »relanzamiento . Perseveramos en una línea de conducta coherente, que va desde las luchas obreras a las de la reforma agraria, contra los estragos de los trabajadores y contra la ley estafa, a favor de la aplicación de la Constitución y a favor del resurgir de la economía. No le discutimos a nadie la facultad de presentarse como el centro de futuras constelaciones, siempre y cuando no produzcan daño alguno a las tareas más urgentes. Para saber quién estará en el centro y quién en la periferia esperamos nosotros también el futuro y mientras tanto trabajamos. La experiencia del pasado nos sugiere, si embargo, que no es éste el debate necesario actualmente, sino que el que cuenta es el que conduzca a la confrontación de las posiciones en el terreno de un programa positivo de progreso democrático y de renovación económica y por lo tanto a la eaboración, aunque sólo sea a grandes rasgos, de una orientación política nueva. Cuando se haya llegado a este punto, la converge

ncia de fuerzas diversas para alcanzar objetivos comunes, y sobre todo de fuerzas que tienen el peso que nosotros tenemos, entonces, será necesario. Estará claro que quién la rechaza no diremos que sea un loco, sino constataremos, de hecho, que no quiere actuar de manera tal que el objetivo pueda ser alcanzado, sino que prefiere quedarse aquí, so pena de contemplar garabatos ideológicos y, de esta manera, servir objetivamente a las fuerzas de la conservación.

Creo necesario subrayar lo dicho y le agradezco, señor director, el espacio que ha puesto a mi disposición para subrayarlo una vez más.

(de Palmiro Togliatti, publicado por »Paese Sera el 26 de marzo de 19859).

N.d.T. (1) Artículo 7: El artículo 7 de la Constitución Italiana

reconoce el Concordato con la Iglesia.

 
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