Sábado 20 de enero, 10-13, 16-19 horas / Domingo 21 de enero, 9,30-13 horas.Opiniones sobre el convenio:
NUEVAS Y VIEJAS POLITICAS DE REPRESION
Mauro Mellini
SUMARIO: El convenio será un escándalo, afirma Mauro Mellini, no porque se hablará de sexo sino porque saldrán a relucir la conexión entre control de las costumbres sexuales y organización social, entre represión sexual y poder clerical. Responsabilidad de las fuerzas laicas que han aceptado siempre el monopolio de la Iglesia Católica sobre la moral sexual familiar.
(Agencia Radica, nº 145 13-1-1968)
Este convenio será un escándalo. No porque se hable de sexo. Hoy en día hablan de sexo hasta los cardenales y jesuitas, tutores educativos y diáconos. Será motivo de escándalo porque el debate sacará a relucir la conexión entre los problemas sexuales y los problemas de organización social, entre la reacción política y la represión sexual. Sobre todo será escándalo lo que se diga de la máquina del poder clerical, que halla en la represión sexual, en la conservación, con algún que otro retoque inocuo, una costumbre sexual deteriorada, uno de sus instrumentos de presión y de control de la masa más eficaces y que se presenta como justificación válida.
Son muchos los que creen, los que hacen creer y fingen creer, que todo lo nuevo de la postura actual de la iglesia católica supone todo un progreso y un paso adelante en la emancipación. Creo que precisamente analizando ciertas actitudes de la nueva política sexual de la iglesia, se puede reconocer la indudable capacidad de adaptación por parte clerical, a las nuevas exigencias de conservación y de represión, en una sociedad que es la sociedad de consumo, del "bienestar", pero que en su lógica, cada día necesita condicionar más las decisiones de las masas.
El monopolio de la moral sexual y familiar ha sido el instrumento principal de la reconquista católica del poder temporal tras la "catástrofe" del Resurgimiento. La timidez, la inercia, la falta de una visión clara del problema por parte de las fuerzas laicas ha facilitado sin lugar a dudas dicha política clerical.
Actualmente, mientras la iglesia se ve obligada a modificar profundamente su actitud tradicional, las fuerzas laicas siguen en su inercia limitándose a desear "aperturas" por parte católica sin ni siquiera intentar delinear qué tipo de objetivos se plantea la iglesia considerando algunas de sus nuevas actitudes.
El convenio del 21 de enero será una ocasión, a la que esperamos puedan seguir otras muchas, para afrontar estos problemas y disipar muchos equívocos.
Si sabemos tener en cuenta el aspecto central del tema del convenio y, sin descuidar el aspecto científico sin lugar a dudas sumamente interesantes, nos daremos cuenta de que una acción común, a nivel no sólo científico, se debe centrar necesariamente en los aspectos sociales y políticos del problema. De esta manera, el convenio podrá contribuir considerablemente al desarrollo de una temática social y política nueva, así como al enriquecimiento de la amplia gama de libertades y derechos civiles.