Marco PannellaSUMARIO: tras la victoria del divorcio era urgente que se reforzase numéricamente el Partido radical, para poder hacer frente a las nuevas tareas y a los nuevos objetivos que dicha victoria imponía.
Este es el tema del que trata Pannella en su intervención, tema presente en el clima del congreso de Roma de noviembre de 1971 en donde se fijará el compromiso para relanzar política y organizativamente el partido.
El artículo - que en el título contiene una broma polémica con respecto al floreciente populismo de la protesta del sesenta y ocho - resume el sentido y la perspectiva de las batallas radicales llevadas a cabo y las que quedan por delante.
(Noticias Radicales - Julio de 1971 del libro "Marco Pannella - Escritos y discursos - 1959-1980", editorial Gammalibri, enero de 1982)
En un clima de confusión y de desconcierto moral, de alarmas y de escepticismo, de rabia o de resignación; mientras contra la corrupción intelectual y política de un Estado tutor de desigualdades, privilegios, desorden, otros escogen, en la izquierda, terrenos y métodos de enfrentamiento que presuponen y provocan más víctimas (o mártires y héroes, tal vez capaces de regalarnos tragedias de mayor y más clásica dignidad si las comparamos con la mortificante decrepitud de los sermones parroquiales o los grupos de encuentro de trabajadores de empresas a los que hemos asistido), con paciencia y humildad seguiremos sacando adelante nuestra propuesta y nuestras luchas de Partido radical. Lo que nos reconforta es que sabemos que no pocas personas, en Italia, confían, tienen esperanza, esperan - aunque su espera no es necesariamente inerte - y nos tienen aprecio. Se nos considera "distintos" a los demás, se nos reprende porque nos comportamos como "menores" o marginales. Lo cual no es exacto: nosotros actuamos senci
llamente como minoría consciente y responsable. Pero a menudo no se sabe cómo ayudarnos, como ser uno de los nuestros, no se tiene confianza en uno mismo. Cuando logramos vencer la conjura del silencio que se yergue sistemáticamente contra toda minoría pacífica y democrática, cuando la gigantesca empresa del control y de la manipulación de la información se ve obligada a dejarnos algún que otro margen de noticia, nos dan ánimos por doquier y dicen estar de acuerdo con nosotros. Es como si muchas mujeres, muchos hombres - conociéndonos - nos reconociesen y se identificasen en lo que somos, intentamos ser y hacer.
Vemos lentamente que se va abriendo camino hacia una más clara conciencia de la característica fundamental de estos veinte años "políticos": la continuidad sustancial de funciones y de valores que caracteriza al régimen fascista y al democristiano. La Democracia cristiana, el mundo clerical, no son más que la "gran derecha" de una país que no podía volver a proponer en la fase de su despegue industrial y de su europeización los rígidos módulos totalitarios del Partido Nacional Fascista. El interclasismo y el corporativismo democristianos, el populismo y la enorme máquina mitificadora y capitalista de la Iglesia, las campañas con Bonomi; las ciudades con las sociedades inmobiliarias, los colegios, las guarderías, las entidades de asistencia, las estructuras para el tiempo libere con la confiscación eclesiástica de los bienes del ex-Gil(1), de las zonas públicas en las ciudades y en los países y el monopolio de las parroquias; la información con la Rai (Radio Televisión Italiana) de Bernabei; la industria y ha
cienda pública de los Cefis(2), de los Girotti, de los Petrilli; el momento de Gobierno con el aparato democristiano, con el de las comisarías, han proporcionado estructuras históricas de dominio, de represión y de explotación que han hecho de la Constitución republicana, democrática y laica, no ya la ley fundamental que justifica el respeto del pacto social, sino en engaño de una "constitución prometida", espejismo y coartada, ampliación y liberalidades controladas por una clase de poder que se ha colocado por encima y al margen de toda legalidad sustancial.
Un país puede incluso soportar el gobierno de una fuerza conservadora y retrógrada, clasista y clerical como la Democracia cristiana, controlarlo, obstaculizarlo, zarandearlo - a condición de que las fuerzas de progreso laicas, democráticas, socialistas se constituyan en alternativa y en oposición; que elaboren programas alternativos, escojan con claridad y vigor ideales e intereses, objetivos y métodos de gobierno reformadores y unitarios.
Si por el contrario, desde los comunistas hasta los liberales, cada cual por su cuenta, apuntan a la colaboración con la Democracia Cristiana (DC), a las reformas con la DC, al progreso, a la laicidad, a la democratización con la DC, la constituyen ellos mismos en partido de régimen y se descalifican, ellos mismos, como fuerzas subsidiarias subalternas. Esto es lo que ha sucedido y lo que sigue sucediendo.
Las actuales clases dirigentes de los partidos de la izquierda tradicional no tienen ninguna fuerza de oposición y con todo su miserable "realismo" no pueden ni tan siquiera aspirar a ser realmente fuerza de gobierno. Y de esta manera acaban por permitir a quien históricamente ha hallado expresión en el régimen democristiano y clerical, intentar ahora ocupar el campo de la "oposición", hoy por hoy prácticamente despoblado, con los ascaros (3) del pobre Almirante(4). Para no llevar a cabo luchas anticlericales, han dejado de ser laicos. Para no llevar a cabo luchas antimilitaristas, han dejado de actuar en pro de la paz. Para no llevar a cabo luchas liberales, han dejado de ser socialistas. Para no llevar a cabo luchas libertarias han acabado por nacionalizar y estatalizar incluso a los partidos democráticos y obreros.
Alternativa a la DC, renovación y unidad de la Izquierda, a través de una política radical de desarrollo de los derechos civiles, lucha sin compromisos entre la "gran derecha" y la "gran izquierda". Es esta la única vía democrática parlamentaria correcta y factible. Es la tesis del Partido radical. Quien puede afirmar, en pleno 1971, que estamos aislados y alejados de los sentimientos de las masas y que no lo estén los Berlinguer(5), los De Martino, los Malagodi(6), y los La Malfa(7)?. Las "radicalizaciones" que tanto se nos critican como implícitas en nuestro proyecto, nacen por el contrario ahí en donde la fisiología democrática es sofocada, ahí en donde el maximalismo oportunista y gubernamental no deja más esperanza ni alternativa, ni más realidad de oposición. Con la DC sola en el gobierno, Almirante no sería más que un cutre rocín de reserva, un carroza. Con la DC sola en el gobierno, los extremistas desesperados y violentos que desde la base progresivamente irrumpen y desconciertan nuestras crónicas p
olíticas podrían convertirse en esperanza y compromiso de alternativa unitaria.
Si echamos la vista atrás, y recordamos el día en el que algunas decenas de jóvenes, los más viejos contaban con poco más de treinta años, heredamos los despojos del Partido radical, y estábamos solos, absolutamente solos, hablando de derechos civiles, de divorcio, de objeción de conciencia, de liberación y de política libertaria, de acciones directas realizadas desde la base, de un país infinitamente mejor que su clase dirigente, si pensamos que las mismas palabras anticlericalismo, antimilitarismo y libertarismo habían desaparecido desde hacía décadas del vocabulario político; si echamos una ojeada a la realidad de las Ligas; de la Liga para el divorcio, con su magnífica lucha, con sus victorias; la Liga para la abolición del Concordato, con el prestigioso e inédito grupo que anticipa, y en parte expresaba; del Movimiento de Liberación de la Mujer, tan serio, humilde, y ten explosivo y necesario; si tras el testimonio y la lucha con una eficacia inusual y entendimiento que realizamos con el valiente y soli
tario Loris Fortuna, actualmente vemos como crece cada día fuerte y neta la de Giammarino Albani, si nos encontramos con antiguos compañeros como Scalfari() y podemos saludar el gesto de la valiente compañía de un hombre y un comunista como Fausto Gullo; si en Roma, a partir de la batalla divorcista, un periódico como "Il Messaggero" reanuda antiguas batallas burguesas que son temible contradicción para los cutres herederos clerical-moderados que gobiernan - con el Estado - la ciudad (y la apasionada defensa de la candidatura de Basso al Tribunal constitucional es un síntoma que no hay que infravalorar); tal vez quepa pensar que de algo ha servido esta aventura nuestra, que otros tachaban de temeraria.
No existe en Italia formación política de nuestro estilo que haya sobrevivido más de alguna temporada y no se haya visto desconcertada, sofocada o absorbida. He ahí en definitiva lo que nos reconforta.
Pero este ejemplo de resistencia y de fuerza que estamos dando o que hemos dado no se puede prolongar infinitamente, ni tan siquiera años o varios meses, sin aportaciones nuevas y nuevas y concretas adhesiones al partido.
Lo decimos lealmente. Créednos. Somos gente corriente, que se ocupa de política porque sabe que es la única manera de poder intentar defender y consolidar sus esperanzas y sus afectos, y de ahorrarse y ahorrar a otros los sufrimientos y las derrotas sórdidas y mortificadoras. No tenemos ningún "mensaje" por entregar; nadie nos ha investido con ningún testimonio significativo; no creemos que "el poder" es importante y por lo tanto no nos implica ni nos afecta; queremos ser más libres y más felices de lo que la inercia y la inconsciencia nos permitirían, responsables y tolerantes. Detestamos los "sacrificios", tanto los nuestros como los de los demás, les debemos a los demás - y nos deben - solo vida y serenidad; lo que se construye con sangre o incluso con el "sudor de la frente", hiriendo o siendo heridos, no lo amamos. Si nos quedamos solos, si los que nos conocen, los que nos leen, los que nos aprueban, los que tienen esperanza al unísono con nosotros, como nosotros con ellos, no serán - ellos tampoco, a
título pleno y con responsabilidad plena - radicales del Partido radical, incluso el Partido radical podrá irse al diablo. No somos hombres y mujeres de iglesia, de secta, de bandera. No somos ni "jefes" ni "dirigentes", y no tenemos ni tan siquiera ganas o capacidad de "servir", ni tan siquiera "al pueblo". Siervos de nadie.
Aquí todos deben y pueden participar e "inscribirse". No nos asustan los "carnets dobles", que nuestro estatuto admite. Por lo menos en política, por lo menos en casa radical, no somos monógamos ni mantenemos relaciones "indisolubles". No tenemos dogmas, ni ideologías, ni disciplinas jurídicas. No existen en nuestro partido, ni consejos ni disciplina, ni posibilidad de expulsión.
En realidad, miles de ciudadanos, de socialistas, de comunistas, de liberales, de republicanos, de demócratas, de divorcistas, han sido, también y a distintos títulos del Partido radical.
Pero ahora es necesario que este compromiso sea más consciente y explícito. De lo contrario, ideal, política, económica y organizativamente no podremos conseguirlo. Crecen desdmedidamente las responsabilidades. Con el movimiento laico, debemos asegurar la propulsión y la coordinación de una batalla de alcance histórico, como la abolición del Concordato para 1974, con un referéndum popular; la alternativa, la renovación, la unidad de la izquierda, y la expulsión de la DC del gobierno; el apoyo a las fuerzas que en todas partes, en el mundo de los creyentes y en el comunista, y en el PSI más que en otras están empezando a moverse en sentido libertario, laico, profundamente renovador, que converge con nosotros.
El Partido radical sirve, es sustituible, es necesario para este objetivo?. Todos los que lean este llamamiento deben saber que, de alguna manera o de otra, nos dará su respuesta, que tendremos en cuenta, tanto con el silencio como con otras manifestaciones de su opinión.
Mientras tanto haremos ver que tenemos que decidir seguir adelante. Pero de aquí al otoño madurará la decisión de disolver o de volver a lanzar el Partido radical. Porque se trata de eso y no de otra cosa. Por último, a los compañeros radicales, especialmente a aquellos que en este año en Regio Emilia, en Cúneo, en, Trieste, en Génova, nos han apoyado con su trabajo y su fuerza; incluso para el cargo de secretario del Partido, solicitamos la movilización desde ahora para asegurar el éxito del Congreso de Roma.
N.d.T.
(1) GIL: "Gioventù italiana del littorio": organización juevenil fascista creada en 1937.
- "littorio": en la antigua Roma, hombres de escolta de los altos magistrados, reclutados entre plebeyos y libertos. Armados con fasces de vástago, realizaban las penas corporales y capitales.
(2) Eugenio CEFIS: (Cividale del Friuli, 1921) presidente del ENI (Ente nacional de hidrocarburos) (1967-71) y de la Montedison (principal grupo químico italiano y entre los primeros diez a nivel mundial (1971-77).
(3) Ascaro: soldado indígena de la Colonia Eritrea.
(4) Giorgio ALMIRANTE: (Salsomaggiore 1914 - Roma 1988) secretario del Movimiento social italiano desde 1969 hasta 1987).
(5) Enrico BERLINGUER : (Sassari 1922 - Padua, 1984). Secretario de la Federación Juvenil Comunista (1949 -56), diputado desde el 68, secretario general del Partido comunista italiano del 68 al 72. Artífice del eruocomunismo.
(6) Olindo MALAGODI : (Cento 1870 - París 1934) escritor y periodista. Amifo de G.Giolitti, dirigió "La Tribuna" (1910-23). Se vió obligado a vivir en el exilio debido al fascismo.
(7) Ugo LA MALFA (Palermo 1903-Roma 1979), uno de los fundadores del Partido de acción (1942), se sumó posteriormente al Partido Republicano Italiano (48) del que fue secretario (65-75) y presidente. Ministro de transportes (45), del comercio con el exterior (46; 51-53), de presupuesto (62-63), del tesoro ((73-74) y vicepresidente del Consejo italiano (74-76).
(8) Eugenio SCALFARI : (Civitavecchia 1924) periodista, director de "L'Espresso" (1966-68), fundador y director del periódico "La Repubblica", desde 1976.