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Pannella Marco - 1 febbraio 1975
La complacencia de los clérigos
Marco Pannella

SUMARIO: En polémica con Il Corriere della sera, Marco Pannella contesta a un artículo de Natalia Ginzburg en el que denuncia, tachando de "odiosas" las manifestaciones públicas y la "coreografía" que caracterizan la campaña para la despenalización del aborto. Quiénes durante años han guardado silencio sobre el aborto clandestino, halla actualmente "odioso" que alguien grite sus ganas de librarse de esta esclavitud. Sin esas manifestaciones "odiosas" y vulgares nadie le pediría a Natalia Ginzburg un artículo de primera página sobre el aborto.

(L'espresso - febrero 1975, publicado posteriormente en "Marco Pannella - Scritti e discorsi - 1959-1980", editrice Gammalibri, enero de 1982)

Siempre ha habido muchas maneras de ser cómplices de la violencia de las instituciones, es decir del fascismo del PNF, ayer; del de la DC, hoy. Uno de estos está en boga, tal y como el director de Il Corriere della Sera, Piero Ottone, demuestra hacer de ello un arte. Se echan en cara, a la par, la víctima y poderoso que la aplasta. A la una se le recomiendan buenas maneras en so forma de morir y se contribuye a sofocar los gritos; al otro se le sugiere que reflexione y dialogue, ante el hecho consumado, sobre las ventajas de la tolerancia. De esta manera, de un enfrentamiento social y político, de una lucha de liberación y de libertad, se hace un seminario para clérigos de la cultura y de la ideología. Es una operación del régimen, una operación de clase y clerical de digresión y de salvación del poder.

En Il Corriere, la censura (que siempre es clerical-fascista) de las noticias de iniciativa, de luchas, de posturas, del movimiento radical y socialista, del feminista, está volviendo, tras muchos años, a ser feroz. Los debates con bombo y platillo reservados a los clérigos de la cultura, del comentario, de la observación moral e ideológica, sirven de tapadera, son "smog" con el que se intenta llevar a cabo una operación, que ya se ha iniciado y que está más que clara, de desinformación. Los "elzevirios" pasan a ser editoriales, la "tercera página" pasa a ser la portada, si y cuando acomoda, si y cuando la coyuntura se presta.

De esta manera, el ataque más grave, injusto, "vulgar", tras una apariencia de serenidad y buenos modales, nos llegó esta semana precisamente perpetrado por Natalìa Ginzburg. Personas apreciadas o que nos aprecian caen en el juego; es hora de amonestarlas, entre otras cosas porque no querríamos que en la mismísima empresa editorial se esté preparando una operación igual y más dolorosa con respecto a un órgano que estimamos y que - hemos sabido - dentro de poco será "potenciada". Contestaré con la amplitud que merece Ginzburg en "Il Quotidiano dei lavoratori", el periódico de Vanguardia Obrera, el único movimiento extraparlamentario con el que parece que sea posible llevar a cabo batallas comunes y responsables en el sector de los derechos civiles. Pero algo urge, se le tiene que decir.

"Encuentro odiosa", ha escrito Natalìa Ginzburg, "en la campaña para el aborto legal toda la "coreografía que la circunda, el ruido y el campanilleo de fiesta, entre goliardo y macabro, odiosos desfiles de mujeres con muñecas colgadas de la barriga, odiosas las palabras "la barriga es mía y hago lo que me da la gana"....

Es una voz más en el coro que dirige ese residuo post-bélico y escudero que es Casalegno de "La Stampa", al que no gusta que no usemos siempre modales al estilo Manlio Brosio y Edgardo Sogno, e Indro Montanelli, para los que somos bufones y cantamañanas pues - afirma él - el aborto tiene que ser problema de confesional para el creyente y de insomnio y tormento para el que no lo es.

Es una vieja historia: los radicales, los socialistas, los libertarios organizan marchas, ayunos, manifestaciones no violentas, viven en donde la vida, la esperanza y la felicidad son heridas y en donde, para defenderse, la mujer y el hombre tienen que gritar a veces como bestias heridas. Sobre los "excesos" de estas mujeres y de estos hombres se edifican las contadas victorias civiles de estos años cupos y corruptos, de este Estado que se pudre y se arriesga a acabar atropellándonos a todos, entre fanfanianos (1) y rostros humanos moroteos (2), en su ruina moral, política, económica y social. En su falta de estilo, en esta fase que nosotros querríamos fuese conclusiva de luchas que se llevan a cabo desde hace décadas y en las que Natalìa Ginzburg sentía por lo general el deber o la necesidad o la comodidad de guardar silencio, el régimen, ahora, se da cuenta, de repente que ama e intenta movilizar la "cultura".

Poco les importa lo que la cultura dice: les basta que sirva para atacar el ruido "vulgar" y amenazante y exasperado que sale del país, que se organiza, que se siente adecuado para darles otra, tal vez la definitiva, lección, tras la del 13 de mayo. (3) Sin aquellas mujeres que le resultan tan "odiosas", con sus comportamientos, nadie le pediría a Natalìa Ginzburg sus artículos sobre el aborto, nadie los plantaría en primera página - lo que es más grave, nadie se daría cuenta que Ginzburg piensa en estas cosas. Ella no tendría forma de distribuir con tanta superficialidad carnets de seriedad a los unos y de irresponsabilidad a los otros. En resumidas cuentas, no todos los intelectuales, se arriesgan a formar parte de la "coreografía" necesaria para quien está intentando enterrar, en el Parlamento, el debate antes de que empiece; de hacer pasar el intento desfachatado y miserable de la CEI (el de dictar al pie de la letra la ley, hasta los más mínimos particulares, como los "atenuantes", dejados en el pasado

en manos de nuestras curas) en pro de una actitud positiva y "moderada".

No son nuestras compañeras ni nuestros amigos radicales los que son coreógrafos u objeto de coreografía; sino que son actores concretos de libertad y de liberación. Como lo son los miles de lectores, de compañeros y amigos que nos han, esta semana, enviado las firmas para solicitar que se celebre el referéndum.

A ellos todo nuestro agradecimiento y los invitamos a movilizarse más todavía para lograr el objetivo común y dramáticamente urgente de que la gente firme las postales (4), en todas partes, en el trabajo, entre los conocidos, implicando sobre todo a asociaciones y secciones de partido y sindicales. A los demás, los invito a no quedarse de brazos cruzados, a no ser aquellos en los que el régimen ha confiado poder aplastar: súbditos pasivos y cómplices. A partir de la próxima semana vamos a publicar las adhesiones más significativas y comprometidas, empezando por la de los electos y exponentes democráticos, y de las distintas organizaciones. Avisaremos sobre los actos públicos que podamos organizar para sostener y ampliar la recogida de firmas.

N.d.T.

(1) de FANFANI AMINITORE . (Arezzo 1908). Político italiano, profesor de historia económica, personalidad eminente de la democracia cristiana, de la que fue secretario desde 1954 hasta 1959 y posteriormente desde 1973 gasta 1975 otorgándole un fuerte carácter corporativo con la utilización de la industria pública como punto del desarrollo económico. Jefe de gobierno (1958-59; 1960-62; 1962-63; 1982-83), en repetidas ocasiones ministro de asuntos exteriores (1964-65; 1965-68), presidente del Senado (1968-73; 76-82).

(2) de MORO ALDO . (Maglie 1916 - Roma 1978). Político italiano. Secretario de la Democracia cristiana (1959-65). Artífice de la política de centro izquierda. Ministro en repetidas ocasiones, Presidente del Consejo (1963-68, 1974-76). A partir de 1976 presidente de la democracia cristiana (DC). Preconizó el acercamiento del Partido Comunista Italiano (PCI) al gobierno delineando al hipótesis de una "tercera fase" (tras la del "centrismo" y la del "centro izquierda") del sistema político. Secuestrado por las Brigadas Rojas en Roma, el 16 de marzo de 1978, fue encontrado muerto el 9 de mayo del mismo año.

(3) Victoria del 13 de mayo de 1974 en el referéndum que las organizaciones clericales habían promovido para abolir el divorcio. El 60% de los italianos se pronunció a favor de mantenerlo.

(4) Los radicales han usado en varias ocasiones las llamadas "postales" en las que el ciudadano firma solicitando algo a una institución, y las envía a la misma.

 
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