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Pannella Marco - 1 aprile 1975
Empecémos esta batalla
Marco Pannella

SUMARIO: El recuerdo conmovedor de la acogida que le brindaron en un mitin que dio en un pequeño pueblecillo de la provincia de Salerno (al sur de Nápoles), impulsa a Marco Pannella a lanzar un llamamiento para aumentar los esfuerzos para empezar la recogida de firmas necesarias para convocar el referéndum sobre el aborto.

(L'Espresso - Abril de 1975, del libro "Marco Pannella - Escritos y discursos - 15959-1980", editorial Gammalibri, enero de 1982)

Era noche de espectáculo, la última campaña electoral, en Santa Maria di Castellabate, en el golfo de Salerno. Lo que quedaba del pequeño pueblecito desangrado por la emigración secular, salvaje, se hallaba recogido en la plaza, demasiado grande entre las casuchas bajas que descendían hacia la mar; plazas de viejos, de mujeres y de pocos niños; pescadores torcidos por la artritis como olivos tormentados, ancianas arrugadas ataviadas de negro, madres más jóvenes, mujeres solas e inquietas. Al fondo, al doblar la esquina de la iglesia, de donde habían traído algunas sillas, dos curas y algún amigo suyo escuchaban también, sentados.

Lino Januzzi y yo compartíamos un entarimado rojo que tambaleaba peligrosamente, con los candidatos destacados del lugar. Veníamos de otros mítines. Había una joven candidata a las elecciones también. En un alarde de claridad que otros tal vez juzgaron temerario, insistió en que fuese yo precisamente el que apoyase la lucha - la del divorcio, sobre esta batalla civil que no se había concluido ni tan siquiera en el Parlamento, en donde en todos los escaños se evocaban los fantasmas de la inmadurez de nuestro pueblo, sobre todo el del Sur, el del campo, el de las mujeres, para justificar su ignorancia.

Me habían recomendado prudencia. Yo, como siempre, estaba de acuerdo, aunque no se lo creían. Junto a la de la esperanza, esta virtud, de hecho (si no se somete al cálculo y a la conveniencia), es la que más estimo y la que considero más necesaria. Mientras me "presentaba" a esta gente humilde y pobre, con la retórica y el énfasis de circo que usan en estas circunstancias aquellos que la consideran inferior, plebe buena pero palurda, con la decrepitud de la alineación política y de sus palabras grotescas y sobadas, con la ayuda de una brisa marina, empecé a sentir que el frío se apoderaba de mí. Hubiese querido irme, ese no era mi lugar.

Unos diez chiquillos, pagados (o con la esperanza de que les pagasen) como "claqués", aplaudían mi nombre, que no tenían motivos para conocer. Tras ellos el muro de rostros inmóviles, duros, hundidos, era señal de extrañeza, de antiguo, desesperado y confirmado rechazo.

Era demasiado tarde para negarme a hablar. Qué podía decir que no fuese una verdad más descarnada, más esencial, más "privada" que la que tenía ante mí por muy purificada y escandalosa, ante los ojos de nuestra política contra la que luchábamos apoyando la "Ley Fortuna"?. Así fue como, hace cinco primaveras celebramos el primer mitin electoral totalmente dedicado al aborto, al sexo, a la liberación de la mujer. Mientras hablaba y les iba contando lo que para otros debería necesariamente detenerse en el umbral de la política para nutrir el tiempo de los diálogos "privados" de amistad y de amor, ante la reacción que yo experimentaba y que me vinculaba y que me condujo a hablar durante más de una hora, advertí con gran claridad algo que desde entonces he intentado expresar. Vivimos en un tiempo en el que a menudo "ágora" y "ecclesia" coinciden, plaza y asamblea de plegaria. El silencio era surrealista, religioso.

Las palabras caían como piedras, y cruel era la agresión explícita a la "política" a la que nos quieren obligar. Pero cuando acabé me encontré arrimadas, silenciosas («ay!, «cuántas!) a las viejecillas ataviadas de negro. Recuerdo sus caricias, las manos que se alzaban lentas, como una bendición, recuperé las manos campesinas de mi infancia en Abruzzo, y llevo grabada su dulce exhortación: "«Gracias, hijo!".

Han pasado ya cinco años. Otros, en las elecciones de junio, tendrán la inteligencia de una lucha explícita y comprometida, de auténtica liberación y alternativa?. Ya veremos. No dejaremos de juzgar e intervenir. Pero nosotros debemos trabajar humildes acudiendo a las mesas de recogida de firmas, a los trabajos de cocina organizativa, de limpieza de las costumbres declamatorias y los gestos, con la dureza y la concentración necesaria para una batalla por la que los ricos, los poderosos, los acreditados, los prácticos, una vez más parecen haber establecido el poder estar ausentes. No envidiamos ese "otro lugar" en el que se aíslan de nuevo y se pudren, pensando tal vez que nos aíslan a nosotros y que nos sofocan: tomamos nota de ello. Ni podemos seguir esperándole, compañero De Martino. Empezar esta batalla es ya una primera victoria necesaria sin la cual todo parecería tal vez más fácil, solo porque en donde no hay nada no se arriesga nada ni se espera nada.

A nuestros lectores, a los compañeros y amigos, debemos lanzar un llamamiento para que todo, al menos entre nosotros, quede claro.

No necesitamos a compañeros socialistas, comunistas, libertarios, o a amigos republicanos, laicos liberales, sino a socialistas, comunistas, libertarios "compañeros", a republicanos, laicos, liberales, "amigos"; pero de verdad.

Y uno se convierte en compañero y amigo no según las cintas de las campañas o las profesiones ideológicas, las medallas conquistadas ayer en batallas superadas sobre las cuales vivir de renta y de tristeza, sino por lo que se es y lo que se hace, aquí, día a día, hora tras hora.

Más de trescientos mil han firmado, declarándose dispuestos a apoyar esta iniciativa común. En dónde están que no nos ven, que no les veo?.

Alrededor de las direcciones que va publicando este periódico, a las manifestaciones que va indicando, a las sugerencias políticas que proporciona, damos duración y forma a la unidad popular sobre los derechos civiles, a las prefiguraciones. Más de trescientos mil han firmado, declarándose dispuestos a apoyar esta iniciativa común. En dónde están que no nos ven, que no les veo?.

Alrededor de las direcciones que va publicando este periódico, a las manifestaciones que va indicando, a las sugerencias políticas que proporciona, damos duración y forma a la unidad popular sobre los derechos civiles, a las prefiguraciones alternativas, contra los Moro y los Fanfani, contra un régimen que para sucederse mejor prepara explícitamente el empeoramiento de las leyes autoritarias y fascistas hasta proponer la licencia para matar a todo sospechoso y a todo el que es distinto, de una sociedad y de una política "distintas", más humanas.

Sobre el referéndum mientras tanto....

 
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