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Pannella Marco - 7 marzo 1976
Para que no se produzca el aborto estatal
de Marco Pannella

SUMARIO: Dentro de pocos días, el referéndum barrerá las normas del código Rocco-Reale sobre el aborto. Es un éxito más del Partido radical y del Movimiento de Liberación de la Mujer (MLD), con la única ayuda del Partido socialista italiano (PSI) y, en los últimos meses del Partido socialdemocrático italiano (PSDI). Pero la ley propuesta sigue siendo pésima: artículos confusos, pletóricos, incompletos, repugnantes para aquellos que no estén dispuestos a dar a César, al Estado, lo que es de la conciencia, y, para los creyentes, de Dios. Los exponentes católicos, los parlamentarios democristianos, a parte de laicos y socialistas, discuten la propuesta radical: borrar el aborto demográfico y estatalista, fundar el reconocimiento jurídico de la facultad natural de la mujer de interrumpir o no su estado de gestación, incluso con el apoyo de estructuras sociales de base como los consultorios familiares que se están constituyendo.

(STAMPA SERA, 7 de marzo de 1976)

Las leyes sobre el aborto de nuestro código Rocco-Reale cuentan, a partir de hoy, con ciento cuatro días de vida como mucho. Antes del 13 de junio, de hecho, se celebrará el referéndum que lo barrerá con una mayoría tal que la unidad democrática popular y nacional no habrá sido nunca tan evidente ni masiva a lo largo de estos treinta años de república.

El partido radical y el Movimiento de liberación de la mujer, con la única ayuda parlamentaria del PSI (y no lo olvidemos, a partir de enero, también del PSDI), pueden apuntarse a partir de ahora, con orgullo, otro resultado y sus luchas para la liberación social y civil de nuestro país. Entonces, podríamos declararnos satisfechos, dejar a otros, si lo logran, la tarea de calibrar una ley adecuada, superar nuestro referéndum, oponiendo a la pura y simple despenalización del aborto voluntario una ley más severa, desde luego, pero también más responsable y seria.

Hemos sido censurados, de nuevo solos, más que nunca por la Rai-Tv y por la casi unanimidad de la prensa, hemos conjurado los más graves errores que los partidos parlamentarios, salvo los socialistas, estaban cometiendo.

Hemos logrado, en menos de nueve meses, que el PCI (tan prudente y hábil como de costumbre) cambiase al menos quince veces de parecer y de postura, cada vez tal y como nosotros preveíamos. Hemos provocado cambios consistentes en la propuesta de ley que todos se afanaban por aquel entonces en definir como "buena", elaborada por el "comité restringido" de la Cámara de los diputados. Pero la actual propuesta de ley, todo hay que decirlo, no es mala sino pésima. Los artículos son en primer lugar confusos, pletóricos, erróneos, equívocos y a veces se saltan por completo puntos básicos. Es tan estatalista que da asco a cualquiera - católico o no - no que no esté dispuesto a darle a César lo que es de la conciencia y para el creyente lo que es de Dios.

En los numerosos encuentros oficiales que hemos tenido, Adele Faccio, Loris Fortuna y yo mismo, en nombre del comité nacional del referéndum, hemos sido escuchados atentamente por todo el mundo, y no es una coincidencia.

En estos momentos, estamos trabajando intensamente, con informes y encuentros casi a diario, para presentar una propuesta de ley que recoja lo más posible las profundas (aunque difícilmente expresadas en positivo) razones cristianas que turban al mundo oficial del catolicismo confesional y político, así como normas legislativas teóricamente adecuadas y concretas.

Desde hace dos meses, exponentes católicos, no del "disenso", y parlamentarios democristianos, así como dos compañeros nuestros laicos y socialistas, discuten nuestra propuesta de romper toda traza de abortismo demográfico y estatalista de las leyes y de fundar por el contrario el reconocimiento jurídico de la facultad natural de la mujer de disponer interrumpir o no su estado de gestación y sobre el apoyo de las estructuras sociales de base, no tradicionales, por ejemplo los consultorios familiares que se están creando.

En repetidas ocasiones hemos propuesto que se "volviese a redactar" la ley incluso en consideración de la oposición cristalizada formal procedente de ciertas prácticas católicas que ha hallado oposición a las formulaciones actuales, incluso para tener en cuenta aspectos humanamente comprensibles de prestigio y de respeto que pueden pesar contra la puesta en marcha de un diálogo leal, honesto y creativo.

Ahora que los "católicos del no" de toda la vida, al igual que para el divorcio, vuelven a proponernos sus pensamientos al respecto, para socorrer a una verdad y a una victoria civil que de alguna manera están aseguradas para todos, nos consideramos legitimizados para hacer públicos estos aspectos de nuestra acción.

Confiamos en que se entienda en todas partes, incluso al otro lado del Tíber, en donde no todos parecen querer lincharnos por el mero hecho de que desde hace años nos venimos encargando, solos, del azote del aborto clandestino masivo y clasista, y hemos conducido a fuerzas religiosas, políticas y sociales a intentar superarlo.

 
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