de Marco PannellaSUMARIO: Con el concordato, los dignatarios de la Iglesia delegan a César, al Estado, la solución del problema del aborto clandestino. Los radicales defenderán, si es necesario, el derecho de la Iglesia de recordar a sus fieles que el aborto es siempre el peor de los males; pero deben afirmar el deber de la sociedad y del estado de inspirarse al legislar en los valores civiles, laicos y tolerantes, contra la pretensión del aborto-delito, tras el adulterio-delito y la-unidad-de-Italia-delito. Contra la Iglesia que pretende dictar leyes, mientras la Italia oficial guardia silencio, los radicales solicitan la abolición del Concordato.
(STAMPA SERA, 15 de marzo de 1976)
La Iglesia tiene el sagrado derecho-deber de recordar siempre a sus fieles, y a la sociedad entera, sus principios religiosos y pretender que el Estado no impida su profesión, respeto ni ejecución.
Sus dignatarios han hecho mal al guardar silencio, durante décadas, ante el azote del aborto clandestino. Han delegado históricamente a César, al Estado, la solución del problema, a todos los niveles, incluso aquel que pertenece a la conciencia de cada cual, o si se quiere, a Dios.
Mientras la amenaza de las leyes, del linchamiento moral y físico, han obligado a la mujer (es decir a cientos de millones de personas, nuestras madres, hermanas, compañeras, hijas) a abortar, arriesgándose a morirse, a enfermar psíquicamente, a sufrimientos atroces, Iglesia y Estado han hecho caso omiso del "derecho a la vida" de embriones y fetos, por no decir de los nacidos confiados a la "caridad pública". Como mucho, han pasado su tiempo atacando o impidiendo la información sexual y anticonceptiva.
Pusieron el grito en el cielo cuando nos echamos unos cuantos radicales, entre cientos de miles de fieles, a la plaza de San Pedro, en semana santa de 1966, ondeando nuestras pancartas, en las que ponía: "No a los abortos, sí a la píldora". Se nos respondió con detención y denuncia de algunos policías y posteriormente con el "Humanae vitae".
El Papa, "famiglia Cristiana", "L'Avvenire", la Cei(1), se ocupaban por aquel entonces de otro "azote" que habían descubierto. Llenos de amor por la "familia" ( cuál?) nos acusaban a nosotros los "divorcistas" de ser "asesinos de conciencia, de sacramentos, de fe y de amor", peores que quien "en plena tiniebla, en un raptus de locura, puede apagar la vida de uno de sus semejantes". Pero hasta que no propusimos una solución responsable del divorcio (la ley Fortuna), ninguno de ellos se hizo cargo de la crisis de la familia, del divorcio de clase, de las tragedias de los que están fuera de la ley del matrimonio.
Defenderíamos, así pues, si fuese necesario, hasta sus últimas consecuencias, el derecho de la Iglesia para recordar a quienes siguen creyendo en ella como encarnación histórica e institucional de Dios, que el aborto es siempre el peor de los males, (para esta confesión religiosa) asesinato, y siempre asesinas desalmadas son las mujeres que por responsabilidad libre han abortado o abortarán.
Pero tenemos que afirmar el deber de la sociedad y del Estado de su plena autonomía, de inspirarse en los valores tolerantes, laicos, civiles y cristianos. Lo defendemos contra la pretensión de imponer una vez más el aborto-delito. Tras el adulterio-delito, la ciencia-delito, la unidad de Italia-delito, las manifestaciones de disenso-delito.
Lo que nuestros "laicos", los "sabios" de este régimen caótico, nuestros partidos, incluso de izquierdas están tolerando es algo muy distinto. La Iglesia, los clericales, pretenden una vez más, literalmente "dictar la ley". Dictar artículos, enmiendas, penas y atenuantes de ley al parlamento, para vergüenza del mismo Concordato, con toda la fuerza de sus privilegios.
Lo hacen con una agresión no cívica, sin pudor, y lanzando el anatema de "nazi" al parlamento Republicano si despenaliza el aborto, o a todo el pueblo si lo hiciese con el referéndum abolitivo.
La Italia oficial se traga todo eso, remitiéndose como mucho a su tradicional, compacto, "histórico" respeto del clericalismo. Guardan silencio el Presidente de la República, los presidentes de las cámaras, el gobierno, la justicia, la prensa y los partidos oficiales. La Rai-tv tiene a Bordone, castrando las informaciones, los debates, los disensos, las alternativas. En la prensa no queda más que poco espacio, entre las cada vez mayores censuras del régimen, por lo que parece que el comité para el referéndum, la Liga 13 de mayo, el movimiento de liberación de la mujer, el partido radical, los socialistas libertarios, como la Lid en tiempos de la campaña sobre el divorcio, se eliminan. (También esta vez están venciendo gracias a un país en realidad honesto, digno y limpio).
Nosotros no tenemos intención de asistir a este escarnio inertes. Nos preparamos, de nuevo, a solicitar la abolición definitiva y total del concordato. Votaremos en el referéndum, en las elecciones, anticipadas o no.
N.d.T.:
(1) Famiglia cristiana: revista católica.
(2) L'Avvenire: periódico católico.
(3) CEI: Conferencia episcopal italiana