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Archivio Partito radicale
Morabito Fabio - 1 settembre 1977
EL DESAFIO RADICAL: (8) Primeros pasos
El Partido radical de Pannunzio a Pannella

de Fabio Morabito

Indice

Introducción

1. El radicalismo

2. De Rosselli al partido de acción

3. Pannunzio e »Il Mondo

4. Ernesto Rossi

5. La crisis liberal

6. El partido radical

7. Los convenios de »Il Mondo

8. Primeros pasos

9. Clases medias y fuerzas obreras

10. Primer congreso radical

11. La función del PCI y la unidad de las izquierdas

12. A favor del centro izquierda

13. La crisis liberal

14. El antimilitarismo; la renovación de la educación

15. Un voto para la izquierda

16. Il divorcio

17. »Il Mondo cierra

18. El tercer y el cuarto congreso

19. Contra la ocupación rusa en Checoslovaquia

20. A favor del reconocimiento de la objeción de conciencia.

21. El Movimiento de liberación de la mujer

22. La liga para la abolición del Concordato; el aborto

23. Abstención para las elecciones políticas en 1972

24. Los ocho referéndums

25. A favor de la despenalización del delito de aborto

26. Elecciones anticipadas

27. Cuatro radicales en el Parlamento

Bibliografía

SUMARIO: El Partido radical es motivo en estos momentos de acaloradas polémicas. No es la primera vez que sucede, pero sí es la primera vez que dichas polémicas dividen netamente a los partidos del "abanico constitucional": por una parte la DC, los comunistas y la gran prensa de información; por otra, los radicales. Todo ello en un momento en el que la vida del país está caracterizada por una fase de crisis económica aguda y de conflictos sociales, mientras que una franja de los movimientos juveniles exalta la práctica de la violencia contra el "sistema" (es la tesis de los autónomos) y el terrorismo de las Brigadas Rojas no se ahorra a nadie del establishment. El libro de Fabio Morabito reconstruye, escrupulosamente, a través del estudio de los documentos y de las etapas del movimiento, la historia de la formación y del desarrollo, en sus fases alternas, del Partido radical: desde Ernesto Rossi, hasta la lucha a favor del divorcio, las posturas antimilitaristas, la protesta contra la ocupación rusa de Checo

slovaquia, la objeción de conciencia, el nacimiento del Movimiento de Liberación de la Mujer, la lucha contra el Concordato y el compromiso de los ocho referéndums. Precisamente porque analiza el movimiento radical en todas las fases de su historia, este libro permite ver en qué se diferenciaban, desde el principio, el grupo de la izquierda radical y el grupo de "Il Mondo", y de comprender, precisamente a partir de su matriz común, el desarrollo de las dos almas radicales.

("LA SFIDA RADICALE" - Il partito radicale da Pannunzio a Pannella - Fabio Morabito - SugarCo Edizioni - Milán, septiembre de 1977)

8. Primeros pasos

El joven partido se dispone a dar sus primeros pasos por el difícil camino que hubiese debido transformarlo de simple veleidad en realidad política concreta. Observaba Piccardi en "Il Mondo" que "una prueba espera al partid radical a la primera de cambio. Es la prueba que marca a todo movimiento político, desde su nacimiento: la de las relaciones con los demás partidos. Y, para los radicales, la prueba tiene dos aspectos, igualmente importantes. Hallan, en el mismo sector en el que se proponen actuar, otras formaciones: republicanos, socialdemócratas, Unidad popular. Las relaciones entre vecinos suelen ser convenientes, a veces necesarias. Pero no se dejen atraer los radicales hacia el terreno de un acuerdo inspirado en el principio de la "repartición del pastel". Que no olviden su generosa ambición de llenar, junto a aquellas fuerzas que se deseen unir, el espacio existente entre la DC y el PSI. Si, por el contrario, se deslizan por una política de pequeño partido entre otros pequeños partidos y grupos, de

repartición de zonas de influencia, las esperanzas que hayan podido suscitar decepcionarán. El segundo aspecto de la prueba concierne a las relaciones con la DC y con el PSI, con los que, si el partido radical tiene las ambiciones que le hemos atribuido, son sus verdaderos colindantes. El principio que debe inspirar a este segundo orden de relaciones se resume en una palabra: autonomía. Si los radicales tienen conciencia de una función autónoma, tienen que tratar con sus grandes vecinos como una fuerza con las demás fuerzas sin vínculos ni prejuicios". Que el nuevo partido no iba a convertirse en un partido satélite lo puso de manifiesto Mario Paggi, en el número sucesivo del periódico: "El partido radical no entra en acción (...) para apoyar a unos o a otros protagonistas de nuestra batalla política. Sino que tiene soluciones propias a proponer para cada problema nacional; y precisamente por eso, sean cuales fueren sus fuerzas, pretende ser un protagonista, y no un personaje "de menor relieve" en la alineac

ión política italiana".

El 11 de enero de 1956, el partido radical tomó postura contra las parentelas establecidas en las elecciones municipales promoviendo una propuesta de ley para la limitación de los gastos para la campaña electoral.

El 18 de enero fue convocado para febrero el convenio nacional, con un comunicado en el que se informaba que: "El comité ejecutivo provisional del PRLDI, al haber agotado el mandato que se le había confiado de primera organización del partido y habiendo concluido los acuerdos con las fuerzas afines que confluyen, comprometidas en una tarea común de renovación democrática; constatando el vasto y creciente consentimiento con el que en todas partes de Italia eminentes hombres del mundo de la cultura, de las profesiones liberales y del trabajo han acogido la nueva iniciativa política, divisa la urgencia de investir con plenas responsabilidades a un organismo ampliamente representativo de la actual consistencia del partido, que podrá posteriormente ampliarse según los desarrollos de la situación. Por consiguiente, al valerse de los poderes que le otorgaron, el comité ejecutivo provisional, integrado por Leopoldo Piccardi y por Leo Valiani, ha convocado un convenio nacional en Roma en los días 4 y 5 de febrero en

la nueva sede central del partido, en via Colonna Antonina 52 (plaza Montecitorio). Dicho convenio nacional deberá aprobar el estatuto del partido, designar a los órganos dirigentes y predisponer un inmediato plan de trabajo".

El convenio ve reunida a la gran fuerza intelectual del partido: a parte de los ya citados, será oportuno recordar los nombres de Mario Boneschi, Guido Calogero, Antonio Cederna, Neri Pozza, Elio Vittorini, Nino Valeri, Ennio Flaiano, Sandro De Feo, Vittorio Frosini, Felice Ippolito, Mino Maccari, Gianni Mazzocchi (el editor de »Il Mondo ), Alberto Mondadori, Rosario Romeo, Max Salvadori y Mario Soldati.

En el informe oficial, leído por Carandini, se delinearon las bases fundamentales a partir de las cuales iba a moverse la conducta general del partido: aplicación práctica de la Constitución, control de las concentraciones monopolistas, revisión del sistema de impuestos y de las gestiones económicas estatales y paraestatales. El compromiso del partido iba a ser la formación de esa "tercera fuerza" deseada desde hacía tiempo, para ubicar, en el sistema político, en posición autónoma entre los dos grandes partidos de masas, la Dc y el PCI. Dicha "tercera fuerza" iba a tener que realizar una democracia inspirada en la de los países más avanzados. Por lo que se refiere a las relaciones entre el Estado y la Iglesia, sin mover la parte del partido relacionada con la voluntad de una laicidad completa del Estado, no se quisieron adoptar posturas de carácter anticlerical. Asimismo se le cambió el nombre al partid, que a partir de ese momento se llamó sencillamente Partido Radical.

Leo Valiani, en su intervención, se detuvo a alabar la política de Giolitti: "Os recomiendo la lectura de los tres volúmenes en los que se recopilan los discursos parlamentarios de Giolitti: son el verdadero libro de texto del partido radical".

El diputado La Malfa, como muestra de las buenas relaciones entre el partido republicano y el radical, presentó, durante el convenio, "el saludo del más viejo partido italiano al más joven".

Fueron votadas las mociones de Pannella y de Cattani, sobre el tema de la participación del partido a las elecciones administrativas, en programa desde mayo de ese año. Cattani declaró estar a favor, mientras que Pannella presentó sus reservas sobre la conveniencias, para un partido tan joven, de presentarse tan pronto al juicio de los electores. Se le dio la razón a Cattani, con 75 votos contra 25. En donde el partido se hallaba más fuerte y organizado, iba a presentar listas propias, de lo contrario iba a tener que establecer acuerdos incluso con otras formaciones políticas, a partir de la oposición a la injerencia del confesionalismo, de la fidelidad a los valores de la resistencia, de la matriz democrática, de la voluntad de renovación.

La dirección del partido iba a estar compuesta por catorce miembros; un comité ejecutivo de cinco miembros (Pannunzio, Carandini y Cattani, más Valiani y Piccardi) iba a desempeñar las tareas que generalmente corren por cuenta del secretario político. Se formó un comité nacional especial, con la tarea específica de estudiar los problemas de la escuela. Dicho comité incluía a Calogero, Rossi, Scalfari, Messineo, Boneschi y Compagna.

El 16 de marzo empezaron los trabajos del XXV Congreso Nacional del PRI, en los que participó asimismo un exponente radical, el diputado Villabruna. Durante el congreso se afrontaron los problemas inherentes a la actitud del partido en vistas a las elecciones; resultó lo siguiente:

"El XXV Congreso Nacional del PRI (...) delibera que en los Municipios con más de diez mil habitantes, el PRI podrá renunciar a su presentación autónoma (con o sin adhesión de independientes) sólo para acceder a listas comunes con fuerzas de orientación claramente de democracia laica y de acentuada sensibilidad social. En los Municipios menores el Congreso admite que las decisiones del partido en materia de alineación electoral puedan estar más claramente determinadas por las sugerencias de la situación local, pero bajo el control de los órganos competentes (federaciones y dirección nacional) y excluye tajantemente toda alianza políticamente repugnante a los principios del republicanismo y por lo tanto toda adhesión a frentes nacionales o frentes populares de alguna manera camuflados. Las mismas limitaciones establece el Congreso para las elecciones provinciales, sin cambiar las responsabilidades de las federaciones regionales y la necesidad de ratificar la Dirección nacional".

Este documento certificaba la disponibilidad del PRI a alianzas, posteriormente comprobadas, con partidos como el radical, con demócratas y con laicos.

Las elecciones se iban a celebrar los días 27 y 28 de mayo: Nicolò Carandini, en "Il Mondo" justifica de esta manera la presencia radical: "En esta víspera electoral, el Partido radical marca un primer éxito. Presentándose a las elecciones en la fase más delicada de su primera organización, ha querido básicamente llevar a cabo un gesto de valor. Ha entrado en esta batalla pues sentía que los motivos que lo habían suscitado eran maduros, que su intervención no era prorrogable, que una explicación y un llamamiento al país eran inevitables".

En el mismo artículo, Carandini le echa en cara a la prensa el silencio sobre el debut radical. Valiani, por su parte, pone de manifiesto cuál tenía que ser la tarea del nuevo partido: "Organizar y conducir a la batalla, a pesar de los mil obstáculos y dificultades, en pro de la renovación de la sociedad y del Estado, ante su innegable vocación europeísta, supranacional, las energías que ya sienten, incluso en Italia, como un problema suyo, las exigencias que el radicalismo, el laborismo o el socialismo liberal han hecho predominar en amplios sectores de Occidente".

Mientras tanto, el partido socialista había comenzado a tomar sus distancias del PCI, con motivo del dramático informe Kruscev (5 de febrero de 1956), que sacó a relucir los numerosos y atroces delitos de Stalin.

En las elecciones municipales, el PSI registró en los Municipios un sensible aumento de los votos, que por el contrario no se produjo en las provinciales, a las que los socialistas se habían presentado con los comunistas.

El partido radical, cuyo símbolo, diseñado personalmente por Mario Pannunzio, representa la cabeza de la Diosa de la Libertad coronada con un gorro frigio, se presenta en algunas ciudades, o sólo con varios aliados, entre los que destaca la Unidad Popular con la que al principio parecía no pudiese haber acuerdo electoral. En Roma, los radicales, que se habían presentado con lista propia, obtuvieron el 1,2% de los sufragios (1 escaño de entre un total de 80); en Avellino, en donde también se presentaron con lista propia, obtuvieron 2 escaños; sin embargo, en Trieste, Venecia, Mantua y Bérgamo no lograron ni un escaño. En Milán, la lista unitaria PRI-PR obtuvo un escaño; en Novara, a pesar de la alianza con Unidad Popular (UP) no lograron ni tan siquiera los 500 votos; en Brescia, en alianza con Unidad Popular las cosas van mejor: ningún escaño, sin más quee 1500 votos por un porcentaje del 1,7%. En otros municipios, el PR se presentó nuevamente con los republicanos, y a veces con alianzas mixtas (en Campobass

o, la lista común con el PRI y socialdemócratas obtuvo un 4,6% de los votos, y dos escaños). En total, el partido radical se presentó en dieciocho capitales de provincia, inclusive Turín y Nápoles. Leopoldo Piccardi, comentó en "Il Mondo" los resultados electorales para el partido radical, observando que "cuando un partido, por mucho que arrime el hombro en el esfuerzo de la primera fase de su organización, participa en una lucha electoral, no puede andar buscando una prueba de fuerza. El objeto de nuestra participación en la campaña consistía más bien en (...) hallar una calificación política como partido de frente a la opinión pública. Y bajo dicho aspecto, la experiencia ha sido para nosotros satisfactoria pues ha confirmado la exactitud de lo que evaluamos al escoger la postura política el nuevo partido y al delinear su función. Postura y función que son las de un partido de izquierdas, laico y de inspiración no socialista, capaz de participar en la dirección política del país con las demás fuerzas a las

que se dirige la decisión del electorado: una democracia cristiana que sepa desarrollar sus tendencias democráticas y socialmente progresivas, librándolas de la hipoteca conservadora e integrista; un partido socialista unitario que reconquiste su autonomía, que deje de ser rehén de la lucha entre el bloque occidental y el del Este (...). Pero, que quede bien claro, el Partido radical, aún considerando fundamental la defensa del principio socialista y de las instituciones libres, no puede agotar en ella su función, ni contentarse con desempeñar una acción moderadora ante las tendencias hacia una transformación económica y social de la realidad italiana. El diferenciarse del partido socialista por una inspiración distinta y por un método distinto no puede significar un menor interés por aquellos problemas que actualmente son inseparables del problema de la libertad. Es más, la inmunidad de esquemas ideológicos y un cierto desapego de los espejismos de los futuros y lejanos desarrollos imponen al partido radic

al y le facilitan el compromiso de una iniciativa despierta y tenaz. En esta su función, los radicales, aun no estando enfermos de izquierdismo verbal y veleidoso, a menudo se hallarán a la izquierda de los partidos a los que corresponde tradicionalmente el lugar de honor en este sector de la topografía italiana".

En el artículo "Análisis electoral", publicado también por "Il Mondo", De Caprariis escribía: "El partido radical ha querido, con esta acción de presentarse candidato, subrayar la profunda exigencia de que las viejas estructuras de la vida política económica y social italiana cambien, y que también nuestro país adquiera un rostro moderno, que el Estado de libertad se practique totalmente, con esa retahíla de conquistas económicas, sociales, políticas y morales que caracterizan a las grandes democracias occidentales.

 
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