de Massimo Teodori, Piero Ignazi y Angelo PanebiancoSUMARIO: La interpretación histórica del Partido Radical basada en la reconstrucción de las distintas fases de la cuestión radical desde 1955 hasta 1977.
INDICE GENERAL
"Introducción de los autores"
Primera parte
HISTORIA DEL PARTIDO RADICAL
I De los viejos a los nuevos radicales
1. El primer Partido radical (1955-1962)
2. El centro izquierda y el optimismo tecnocrático del bienestar
3. Las nuevas oposiciones en Europa
4. La herencia del movimiento goliardo
5. La izquierda radical
"Notas"
II La soledad de una minoría
1. La fatigosa reanudación del nuevo grupo
2. La "Agenzia Radicale" y sus batallas: Eni, asistencia socio-sanitaria y educación.
4. Los radicales ante las propuestas de unificación de la izquierda
5. El aislamiento de una cultura política distinta. Hacia el congreso de refundación (1964-1967)
"Notas"
III La campaña para el divorcio
1. El nacimiento y el desarrollo del movimiento divorcista con la Lid
2 El movimiento popular y la acción de presión en el Parlamento
3 Del divorcio al referéndum
4 Los radicales en el movimiento divorcista. Significado político general
"Notas"
IV Un partido en busca de sí mismo. Desde el congreso de refundación (1967) al de reimpulso (1972)
1 A través del sesenta y ocho
2 Las nuevas iniciativas: justicia, sexualidad, Concordato, liberación de la mujer
3 Con antimilitarismo y objeción de conciencia una caracterizada presencia militar
4 Los radicales y el sistema político desde las elecciones del 68 hasta las del 72
5 Las dificultades del partido hacia el Congreso de reimpulso (Turín 1972)
"Notas"
V La oposición al régimen con los derechos civiles
1 Tras el reimpulso se multiplican las iniciativas con un partido bastante frágil
2 Los ocho referéndumes y el referéndum sobre el divorcio
3 El caluroso verano de 1974: la batalla por la información lleva a Pannella a la pequeña pantalla
4 Los radicales ante la "cuestión socialista"
"Notas"
VI En pro de una revolución democrática
1 Acción directa y acción popular para el aborto
2 El partido federal cobra forma a partir de los derechos civiles. La carta de las libertades
3. Los radicales en el Parlamento con las elecciones del 20 de junio de 1976
"Notas"
VII En Italia y en el Parlamento
1 Una minoría en el Parlamento
2 El proyecto referendario como proyecto alternativo
3 El conflicto entre comunistas y radicales
4 Los motivos de veinte años de historia radical
"Notas"
Segunda parte
ELECTORADO, MILITANTES Y MOVIMIENTO: UNA INTERPRETACION SOCIOLOGICA
I Los militantes radicales: composición social y actitudes políticas
1 Introducción
2 La composición social
3 Los radicales y el Partido
4 Actitudes políticas en general
5 El perfil socio-político
6 Conclusiones
"Notas"
II El voto de los radicales en las elecciones del 20 de junio de 1976
1 Las características generales del voto
2 Un consenso electoral urbano
3 Un voto de opinión
4 La mayoría prefiere a Pannella
5 Análisis de un caso: Toscana
6 Consideraciones conclusivas
"Notas"
III De la sociedad corporativa a los movimientos colectivos: naturaleza y papel del Partido Radical
1 Partido político, grupo de presión y movimiento: el carácter atípico del Pr
2 Normas, estructuras y carisma: las contradicciones
3 Agregaciones de los intereses, control social y movimientos espontáneos
4 Sistema político y sociedad corporativa
5 De la contratación al conflicto
"Notas"
APENDICES
I Estatuto del Partido Radical
II Los órganos centrales del Pr
III Cronología de los principales acontecimientos de los movimientos federados y de las ligas
IV Fuentes y orientación bibliográfica
("LOS NUEVOS RADICALES", Historia y sociología de un movimiento político - Massimo Teodori, Piero Ignazi y Angelo Panebianco - Arnoldo Mondadori Editore, octubre de 1977)
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Primera parte
HISTORIA DEL PARTIDO RADICAL
I DE LOS VIEJOS A LOS NUEVOS RADICALES
1. "El primer Partido Radical (1955-1962)"
El Partido radical nació en diciembre de 1955 como escisión de las corrientes de izquierda del Partido Liberal. En él habían confluido elementos procedentes de Unidad popular (que se había formado en 1953 para combatir contra la ley mayoritaria(1a) denominada "ley estafa") como Leopoldo Piccardi; ex miembros del Partido de Acción que no habían militado en ningún otro tras la disolución del mismo, como Leo Valiani y Guido Calogero; colaboradores prestigiosos del periódico "Il Mondo" como Ernesto Rossi, numerosos intelectuales y periodistas del ala laica; y asimismo numerosos jóvenes y universitarios que habían llevado a cabo o estaban llevando a cabo experiencias de militancia política en las universidades a través de la unión Goliarda Italiana (Ugi) y los organismos representativos locales y nacionales (Unuri).
En el panorama político, la nueva formación representaba la prueba de que el centrismo estaba atravesando una crisis y del apoyo que las fuerzas moderadas progresistas le habían otorgado. En modos y tiempos análogos a lo que tuvo lugar entre las izquierdas, en donde, corría el año 1955 más o menos, los socialistas ponen en discusión la política frentista (2a) (XIII Congreso del Psi en Turín), en los ambientes laicos, de los que el Partido radical es expresión, se denuncia el poder democristiano, indicando la necesidad de crear una nueva formación política como la radical. Las referencias generales de los radicales, aún no habiendo sido unívocamente expresadas por los miembros del partido, se encuentran en las palabras de uno de los más lúcidos intérpretes de la postura radical, Leo Valiani, en la constitución del partido: "los métodos de la experiencia radical occidental, laborista roosveltiana" con la crítica de "cuanto existe de rígido en dichas experiencias", razón por la que los radicales deben llevar a
cabo la "lucha en pro del desmantelamiento no sólo de las bases políticas del fascismo sino también de las económicas y corporativas." (1). El partido tiende a basarse en proyectos concretos de reforma, y en sus primeros dos años de vida, hasta 1958, propugna una enérgica oposición a la Dc, a su mal gobierno y a su usurpación del Estado, apoyándose en las fuerzas laicas menores (Pri y Psdi) y en el proceso autonómico del Psi que se aceleró con los hechos de 1956 y con el informe de Jruschev en el XX congreso del Pcus.
El Pr es "tercerforcista"(3a), o lo que es lo mismo, está a favor de una oposición constitucional al centrismo, por considerar que ha degenerado en formas reaccionarias, y aboga por una "alternativa laica", en la que quedan bien claros los contenidos y las fuerzas aunque no todavía no puedan constituir de por sí una alineación capaz de presentarse candidata para llevar el timón del país. La equidistancia y la contraposición de los radicales se halla - desde el punto de vista ideal y político - tanto con respecto al "centrismo clerical" como con respecto al "totalitarismo comunista" con los que no cabe ningún tipo de compromiso; por el contrario, desean dialogar sobre proyectos de estudio y de acción con todos los hombres y los grupos del "área laica y socialista no totalitaria".
"El estudio y la meditación" afirmó Valiani en 1956 "sirven para distinguirnos de los socialistas. Nada nos puede distinguir de los socialistas salvo nuestra costumbre liberal de llevar a cabo el estudio objetivo, desinteresado y valiente ... Lo único que nos permite e impone distinguirnos de ellos es precisamente el fruto de nuestro estudio, y de nuestra filosofía, porque nuestra cultura es liberal, mientras que la de ellos es ecléctica, pragmática, bajo el manto de un marxismo en el que en realidad creen bien poco. Es menester tener esta voluntad y honestidad intelectual, someter a examen detallado, acuciante, los problemas reales y concretos de la educación, de la economía, de la vida social y de la administración". (2) Los "convenios de 'Il Mondo'" (3) que se sucedieron con intensa frecuencia desde 1955 hasta 1959, representan el instrumento de intervención y de presión en este sentido, no del Partido radical en cuanto tal sino del ambiente radical los círculos más próximos a él.
Desde el punto de vista electoral, la hipótesis política laica se delineaba como alianza con el Pri y "Unità popolare" en las distintas elecciones municipales de 1956 y 1957 a través de las listas de "renovación democrática". En 1958, la alianza entre el Pri y el Pr en las elecciones generales representaba el momento culminante de esta tendencia y al mismo tiempo la más alta expresión política radical y la que mostró los límites electorales. Los radicales aportaron a la campaña electoral el vigor de su más decidido compromiso de izquierda democrática anticonformista proponiendo temas que otros ni tan siquiera tomaban en consideración: separación rigurosa entre Estado e Iglesia y defensa del Estado laico; eliminación de los monopolios, de los privilegios de casta, de los chanchullos gremiales, de la "elefantiasis" administrativa, y del subgobierno, creación de la escuela moderna, defensa del ciudadano contra los abusos del poder ejecutivo, de la libertad de prensa, de la libertad de migración interna, de la d
isciplina de las fuentes de energía y de la lucha contra las especulaciones sobre las zonas edificables (4).
Lo que había sido el compromiso de un grupo restringido llegado con el Partido radical hasta el momento político electoral para mantener, usando las palabras de Galli della Loggia, "algún espacio abierto a la razón y a la discusión", huyendo de las "mitologías más bochornosas y de las apologías más insulsas dando de esa manera un ejemplo consistente de honestidad intelectual", 85) se encontró, al día siguiente de la lamentable (en lo que a resultados se refiere) (6) prueba de las elecciones, y tal vez debido a ello, ante la contradicción de una postura liberal-democrática que se había configurado, debido a las circunstancias políticas del país, con un intenso matiz radical: o bien empujar hacia las consecuencias políticas la oposición al régimen democristiano y por lo tanto entrar en conflicto con su propia manera de ser y con su costumbre de ondear las banderas de la libertad de la izquierda, o bien seguir en busca de nuevos equilibrios políticos hacia los que las distintas fuerzas políticas, desde la Dc ha
sta el Psi, convergían entre finales de los años 50 y principios de los 60. A partir de finales de 1958, el Partido radical escogió - en un primer momento con reticencia pero posteriormente aceptó, un camino del segundo tipo: subordinar a la gran "razón política" lo que se dio en llamar el centro-izquierda, los que eran sus propios contenidos específicos y la manera totalmente peculiar con la que se presentaba ante la política del país.
El partido era frágil. Si bien en un primer momento había albergado nombres prestigiosos del mundo de la cultura, del periodismo y de la intelectualidad laica (incluyéndolos automáticamente entre los simpatizantes) (7), pero no poseía o no había sabido crear auténticas estructuras de fuerza política. El número de socios no superó nunca los 2000. Más que en sus órganos y organismos políticos, la clase dirigente radical confiaba en un ambiente que se expresaba en las revistas semanales "Il Mondo" (publicado desde 1949) y "L'Espresso" (publicado desde 1955). El mismo grupo dirigente se hallaba dividido por distintas culturas políticas y distintas actitudes según sus orígenes y procedencias, de manera que algunos temas importantes y controvertidos se mantenían al margen del debate y de la iniciativa de partido. El primero de ellos, la cuestión de la política exterior ante la cual, los liberales de la izquierda de "Il Mondo" mantenían una actitud filo-angloamericana y fuertemente "atlántica", mientras algunas pe
rsonalidades procedentes de Unidad Popular no estaban exentos de sentimientos neutralistas.
Los resultados de las elecciones generales del 25 de mayo de 1958, afrontadas por el Pr junto a los republicanos, en las que no salió elegido ni un radical en el parlamento, contribuyeron a que estallasen las contradicciones del Pr como partido, tanto en el grupo dirigente, como en las relaciones entre los distintos miembros, como en el modo mismo de afrontar la política, contraponiéndose por una parte la intervención directa incluso electoral y por otra la acción de presión llevada a cabo por las demás fuerzas políticas.
La crisis suscitada por el gobierno Tambroni en julio de 1960 y la reacción que el país opuso, constituyeron un momento crucial que provocó la aceleración del proceso hacia el centro-izquierda. El Pr, en sus hipótesis políticas, se había declarado contrario a colaboraciones con la Dc y había evaluado negativamente, a principios de 1959, incluso la propuesta de "apertura hacia la izquierda" de los socialistas (8). En el período que va desde mediados de 19659 hasta finales de 1961, cuando se celebró el convenio sobre las "perspectivas de una política económica" organizado por seis revistas de la izquierda democrática entre las que figuraba "Il Mondo" y "L'Espresso" (9), los radicales, a través de su clase dirigente, cambiaron sustancialmente de actitud con respecto a la Dc y a la perspectiva de centro-izquierda. Aun con oscilaciones entre el miedo al encuentro de socialistas con católicos que hubiese podido exaltar las características iliberales de ambas fuerzas, y la esperanza de una "política liberal de refo
rmas" impuesta por las fuerzas laicas en un nuevo equilibrio político, los radicales se sumaron a la hipótesis política que iba madurando. Y en particular, una parte del Pr, que se remitía a Leopoldo Piccardi y a Eugenio Scalfari, apuntaba decididamente a una alianza orgánica con los socialistas para apoyar y contribuir al curso político que se iba imponiendo.
El Partido radical, por otra parte, bajo el impulso de su propia base y de la parte que mostraba más dinamismo en el seno de la clase dirigente, había establecido alianzas con los socialistas en las elecciones municipales del 6 de noviembre de 1960 en casi todas las capitales de región, obteniendo en todas partes un gran éxito en lo que a opinión y a electos se refiere, empezando por Roma y Milán. (10) Estos resultados, la confianza en las posibilidades reformadoras del centro-izquierda y de la acción que en dicha reforma pudiesen desarrollar los socialistas, la acentuación de los temas económicos relacionados con las esperanzas de una "planificación democrática" que pudiese resolver las cosas a costa de los más tradicionales temas institucionales radicales, y la perspectiva de una alianza política para las elecciones de 1963 fueron todos ellos factores que condujeron a la crisis del pequeño partido.
Crisis de identidad política, crisis entre los distintos elementos, de los cuales una corriente filo-republicana y la otra filo-socialista, crisis del papel con respecto al centro-izquierda realizado junto a la Dc que inevitablemente se presentaba como la salida de la acción radical iniciada en función antidemocristiana. Esos eran los motivos de fondo por los que el partido se disgregó, mientras se suscitó, a finales de 1961, el llamado "caso Piccardi", (11) que de asunto personal pasó a ser pretexto político. Incluso el fuerte núcleo juvenil que había representado el aspecto más dinámico y más nuevo del partido se rompió por no haber tenido tiempo, según una valoración de Giovanni Ferrara, de fijar las exigencias comunes en una visión política madura y unitaria: "El grupo... se escindió principalmente debido a las discrepancias sobre el problema de la evaluación de la actitud política concreta a mantener con respecto a los comunistas, en el contexto de la situación europea. Ante la violencia de los temas po
líticos, los elementos comunes de la experiencia juvenil radical pasaron a un segundo plano, aunque los jóvenes radicales siguieron hasta el último momento dialogando entre ellos y sintiendo paralelamente la responsabilidad de todo el partido. Los dos grandes problemas que afectaban en aquel momento a la sensibilidad democrática europea .... eran por una parte la guerra de liberación argelina y el relacionado triunfo de De Gaulle en Francia, y por otra la lucha para la consecución de un nuevo grupo político de centro-izquierda en Italia". (12).
Junto al resquebrajamiento del grupo juvenil en una "derecha" y una "izquierda", el único que hubiese podido mantener el partido unido - se produjeron también las dimisiones, la salida o la retirada de todos los personajes de mayor relieve que habían constituido el Pr, excepto el elemento, predominantemente juvenil aunque no exclusivamente, que había constituido la "izquierda radical".
2. "El centro-izquierda y el optimismo tecnocrático del bienestar".
El centro-izquierda, tras una incubación de casi diez años, se concretó en la fórmula parlamentaria y gubernamental a caballo de las elecciones políticas de 1963. La fórmula representaba algo distinto y mucho más que un simple acuerdo de coalición: se trataba de la respuesta de algunas fuerzas políticas a los profundos cambios socioeconómicos en Italia y la manera en la que una parte de la izquierda, (tanto en lo que se refiere al comportamiento de los partidos así como a la elaboración cultural) tenía pensado proporcionar una solución a los problemas de la sociedad en transformación, fenómeno cada vez más vehemente en los años 60. El centro-izquierda no pretendía ser simplemente alianza ("encuentro histórico" o "convergencia sobre las cosas") de democristianos, socialistas, socialdemócratas y republicanos, sino que pretendía representar un "nuevo curso" que basaba su razón de se - al menos para aquella nada menospreciable parte de la intelectualidad que la preparó y la ayudó a realizarse - en las nuevas con
diciones impuestas por el desarrollo capitalista en Italia así como en los demás países del occidente europeo. Era voluntad de los que proponían el centro-izquierda que éste constituyese el proceso de legitimación de la revisión ideológica de la izquierda y de las opciones del sector no comunista de la misma y por lo tanto la nueva ambiente internacional, las nuevas relaciones entre las superpotencias basadas en la filosofía de la competición productiva de éstas. Son del dominio público los datos del impetuoso desarrollo italiano ("el milagro económico") de aquellos años: el aumento de la renta per cápita", las emigraciones de masa del Sur al Norte, la urbanización y los cambios de la geografía misma de nuestro país (autopistas, zonas periféricas, especulación en el campo de la construcción). Asimismo, las características generales de estas condiciones materiales son muy conocidas: la indiscriminada expansión de los consumos y de los bienes industriales de uso (el coche el primero de todos como símbolo del "
boom"), y por lo tanto, el crecimiento de una sociedad de masa muy distinta de la que se encontró Italia al finalizar la guerra. La que se desarrollaba en nuestro país era una frágil y aparente sociedad del bienestar y de consumo con espectativas crecientes que los demás países europeos ya habían experimentado en parte en ese mismo período, aun sin haber incurrido en la brusca ruptura que se estaba produciendo en Italia con los equilibrios culturales y humanos anteriores. Junto con el coche y los electrodomésticos aumentaba igualmente la movilidad global de la población y paralelamente se expandían los medios de comunicación de masa (en primer lugar la televisión) y la consiguiente tendencia a la homogeneización y la estandarización cultural en niveles que la sociología define como "modernos". Las transformaciones materiales, que se habían producido gracias al impulso de nuestro capitalismo, estuvieron acompañadas de los cambios que se produjeron en la manera de ser, en los gustos, en las costumbres, en la c
onciencia individual y en los comportamientos colectivos del italiano medio.
En el panorama internacional también iban creciendo los síntomas de aquella "modernización" particular que se presentaba bajo la apariencia de la distensión y de la coexistencia competitiva. La guerra de Corea había finalizado en 1954 y era un recuerdo del último enfrentamiento armado de la guerra fría. También el fatídico "1956" de Budapest y Poznam, el XX Congreso del Pcus y Suez, pertenecían a un pasado en el que la regla había sido la no interferencia de las dos superpotencias en los asuntos que pertenecían a la otra. Pero fueron sobre todo John F. Kennedy y Jruschev los que se apoderaron, con razón o sin ella, del nuevo curso internacional, basado sustancialmente en una visión de creciente demanda del consumo y del bienestar material aplicados a escala mundial. La Urss había lanzado en 1958 el primer satélite, el sputnik; los EE.UU habían contestado al "desafío tecnológico" con sus propias universidades, mientras se producía la carrera armamentista nuclear (con los experimentos relativos en el aire, en
el agua y en el subsuelo) que formaba parte también de una especie de competición planetaria en busca de un monstruoso equilibrio basado en la fuerza nuclear recíproca de los contendientes. Al escenario de la política internacional se asomaban los países del tercer Mundo (en septiembre de 1961 se celebró en Belgrado la conferencia de los países no alineados resaltando la postura de Tito, Nkrumah y Sukarno) los cuales, por breve tiempo, parecía que representaban un nuevo curso alternativo al de las mayores potencias, al margen del cuadro conceptual que éstas habían establecido: competición, tecnología, consumo y potencia.
La nueva era que se anunciaba surgía de esta manera bajo el símbolo tecnológico-científico-racional. En occidente, se exaltaba el "capitalismo de los bienes de consumo", en Oriente se intentaba llevar a cabo una imitación a través del "capitalismo de Estado". La dinámica social tendía a la integración del consumo; la filosofía pujante en las sociedades industriales avanzadas, empezando por la americana que constituía su punto más alto y el modelo de imitación, hablaba del "final de las ideologías" y de la "despolitización de Occidente". Con este escenario de fondo debían cambiar igualmente las respuestas políticas, sobre todo las de la izquierda. En toda Europa, la socialdemocracia intentaba adecuarse a la nueva situación, mientras que las fuerzas comunistas se hallaban anquilosadas en el callejón sin salida que la relación entre Jruschev y el proceso de desestalinización habían creado. En Inglaterra, el laborismo se hallaba revestido del revisionismo gaitskelliano que aceptaba la sociedad del bienestar sin
poner en discusión estructuras y valores. En Alemania, cambiaban los principios teóricos de la socialdemocracia reunida en 1959 en Bad Godesverg (de "partido de clase" a "partido de pueblo"). En Francia, el molletismo (4a) de la SFIO estaba desconcertado, al igual que el inmóvil comunismo, de la oleada de gaullismo y de la reforma paternalista tecnocrática de De Gaulle que impuso al país haciendo hincapié en la crisis colonial. En Italia, último cronológicamente, el único socialismo europeo con posturas distintas a la socialdemocracia se apresuraba a pasar de la alianza con los comunistas a la alianza con los moderados, de la oposición al gobierno.
Especialmente en Italia, en donde los comunistas se hallaban bien arraigados socialmente y lograban grandes éxitos electorales (22,7% en las elecciones de 1958 y 24,4% en las administrativas de 1960), la respuestas a las nuevas preguntas de la sociedad que empezó a llamarse "neocapitalista" no las dio el Pci que por aquel entonces celebraba su VIII congreso en el que se estaba produciendo un pequeño proceso de revisión interior. Y no se trataba simplemente de las dificultades objetivas que el "1956" había creado, alejando del partido a un nada menospreciable grupo de intelectuales, y haciendo que menguase el mito que la esperanza comunista de un nuevo mundo suscitó en los tiempos oscuros e inmóviles de la guerra fría y de la agobiante atmósfera clerical-moderada; pero, sobre todo, se daba por descontado, en el Pci, la impropiedad de los análisis basados en las hipótesis de estancamiento, de penuria y de creciente miseria material producida por el capitalismo monopolista que contrastaban con la nueva realidad
. De esta manera, la respuesta hegemónica que políticamente cobró el aspecto de coalición de centro-izquierda, culturalmente se presentó bajo la forma de una hipótesis de programa de racionalización social confiado a la intervención planificadora de la mano pública. Bajo esta perspectiva, que muy pronto demostró ser una esperanza meramente ilusoria, convergían tanto la tradición de la sociología católica, que se hizo operativa a través de la progresiva ocupación de los instrumentos de gestión del Estado (participaciones estatales, entes de reforma, y entes paraestatales en todos los sectores) como la cultura laica y socialista modernizada con la asimilación de las ciencias humanas y sociales de aquel mundo anglosajón que las había producido y aplicado en un contexto bien distinto.
De esta manera, un período especialmente férvido de iniciativas político-culturales, de estudios y de investigaciones, de revistas que resumían y expresaban la dirección de la predominante búsqueda colectiva, (13) constituyó el terreno en el que la formulación de la nueva combinación política pudo cobrar forma y sobre todo pudo recubrirse de una dignidad cultural que la hacía partícipe del clima especial que se estaba viviendo tanto nacional como internacionalmente. La izquierda laica y socialista italiana pensó que era posible realizar una proyectación social haciendo hincapié iluminísticamente en la "habitación de los botones" (14) en una coalición con la clase democristiana que había dominado el escenario político y feudalizado la sociedad italiana durante tres lustros, sin tener en cuenta la movilización de los protagonistas sociales que hubiesen debido ser los interesados directos en un viraje en la administración del Estado. Se mantuvo aislado al Pci debido a su respuesta insuficiente ante las nuevas c
ondiciones del país y por opción política y teórica de la izquierda democrática; debido a la parte socialista, recientemente convertida a un extremismo "autonomista"; y por último, a la parte laica, que escogió como socio a la democracia cristiana.
Bajo las insignias de las esperanzas kennedianas (J.F. Kennedy, elegido presidente de los EE.UU en noviembre de 1960 y asesinado en noviembre de 1963), de la carrera del bienestar jruscheviano, y del viraje que le dio Juan XXIII a la iglesia de Roma (la pacem in terris de dicho Papa fue promulgada en abril de 1963) el nuevo curso italiano contaba con poder participar en el optimismo general progresista que en Occidente se basaba en el presupuesto de poder eliminar fácilmente los graves conflictos, o al menos de poderlos reducir fácilmente.
No cabe la menor duda de que los radicales también se ensimismaron de lleno en el nuevo clima que se había creado en la segunda mitad de los años 50. De ese clima, los ingredientes italianos eran, por una parte, la superación de los maniqueísmos de la guerra fría y una visión más articulada de la vida política y social y, por otra, una concepción optimista de las posibilidades de vencer los males añejos del país que se habían sumado a los nuevos problemas planteados por el orden del día del país fruto del salvaje desarrollo capitalista. Los radicales habían sido en parte artífices del deshielo que se aceleró con el "1956" y por lo tanto eran uno de los resultados políticos; pero, por otra parte, el ambiente radical, que por lo general se aproximaba a la política con una visión anclada en los modelos de vida política de una sociedad no de masas, estaba conducido a creer que con la presión que pudiesen ejercer grupos político-culturales y periódicos, y con el iluminismo idealista conjugado con la racionalidad
de las soluciones propuestas, se pudiese realmente cambiar el curso de los acontecimientos.
De esta manera progresivamente fueron atrapados por la convicción de que fuese posible realizar un profundo viraje político (en las alianzas y en la fórmula de gobierno) y cultural (en la modernización y laicización de la gestión de las estructuras del país de por sí ya transformado). Mientras en febrero de 1959, "El Mondo" organizaba uno de sus convenios "Hacia el régimen" que ya con el título ponía en guardia duramente contra la actitud democristiana, "una parte política que, detentando el poder de forma incontrastable, tiende precisamente a transformarse en régimen, confundiendo el interés personal con el interés general, sustituyendo la ley por su propio arbitrio", (15) algunos meses más tarde, aun sin oscilaciones ni sospechas, la atención del ambiente radical, antes de centrarse en el partido, recaía sobre la posibilidad de colaborar con los llamados "católicos demócratas" y, por lo tanto, a favor de la realización del centro-izquierda. "El problema no consiste en apoyar ni en oponerse a priori a los d
emocristianos en cuanto tales", escribía Anónimo en "El Mondo" "sino simplemente, preparar con paciencia las premisas necesarias para efectuar una auténtica política de centro-izquierda y realizarla en convergencia con otros". (16) Y, dos años más tarde, pasada y absorbida la crisis Tambroni, otro editorialista de la misma revista semanal, el republicano Adolfo Battaglia, que sin embargo formaba parte del mismo ambiente, opinaba que no cabía la menor duda de que era necesario contar con "un conjunto de fuerzas políticas que no hablasen sólo de reformas, que nos se limitasen a votar medidas legislativas, sino que se uniesen en una fórmula política, sintiesen la correspondencia entre esta fórmula y las exigencias históricas del país, y poseyesen el valor, la capacidad, el espíritu de gobierno y el sentido del estado necesario para poder llevar a cabo concretamente la política de renovación". (17).
En el seno del Partido radical, la adhesión al centro-izquierda se convertía en el tema político predominante, aun con matices entre los distintos miembros del órgano directivo. Al introducir el debate previo al Congreso de enero de 1961, se hacía referencia a la convergencia (limitada) con la "parte más evolucionada del mundo católico" (18) como un paso obligado del curso político italiano con respecto al cual se medía la función de los radicales. Interviniendo en el mismo debate, Eugenio Scalfari, acreditadamente indicaba que el primer problema que había que afrontar, por orden de importancia, era la relación entre izquierda laica y católicos demócratas junto a la relación entre socialismo y neocapitalismo; (19) mientras un laico "enfadado" como Paolo Pavolini, que tras las elecciones de 1958 se desató contra el "país inmaduro", (20) reivindicaba ahora para los radicales el mérito de haber alimentado el centro-izquierda tanto con respecto a los socialistas como con respecto a la lucha en el seno de la Dc "
que difícilmente hubiese salido hacia adelante sin nuestras (radicales) exhortaciones y nuestras campañas". (21) Cuando la nueva fórmula parecía estar ya hecha, Vittorio De Caprariis, el portavoz culturalmente más aguerrido y políticamente más conservador del ala moderada de "Il Mondo", que aun no omitiendo de vez en cuando su perplejidad sobre el carácter técnico que sobrentendía y ofuscaba la alianza entre católicos y socialistas, exclamaba en un editorial: "la planificación se ha convertido en la "tarte á la crème" de la política italiana", (22) resaltaba el cambio profundo que desde el país se reflejaba en las fuerzas políticas generando una evolución que "se ha producido hasta en la Dc, en cuyo seno la exigencia de esta renovación y el problema conjunto de una acuerdo con los socialistas han ido ganando terreno de forma lenta pero segura". (23)
Absorta por el tema de la llamada "extensión del área democrática" hacia la izquierda para "aislar a los comunistas", la cultura laica en sus sectores mayoritarios y prestigiosos, los recogidos precisamente en torno a periódicos radicales como "Il Mondo" y "L'Espresso", que en años anteriores había jugado la carta política directa y autónoma con el Partido radical, no se daba cuenta de que en Italia, al igual que en otros países europeos, habían surgido y estaban surgiendo nuevos conflictos. Dichos conflictos no podían afrontarse con los instrumentos del grupo de opinión ni podían ser comprendidos sin remodelar a fondo en el contexto de la nueva sociedad el significado de los valores del liberalismo radical. Perseguía un moderno autoritarismo que asumía nuevas formas: en Francia con la cuestión argelina; en Alemania antes que en Italia con la expansión del Estado y de sus medios de intervención y de integración; en todas partes con la degradación de las formas tradicionales de la democracia parlamentaria a l
a que se imponían modos más orgánicos para controlar la sociedad que estaba cambiando.
De todo ello, las fuerzas laicas con los radicales se preocuparon bien poco. El mismísimo Vittorio De Caprariis, el más dotado intérprete teórico del liberalismo, sostuvo abiertamente que el papel y la función de esta zona cultural y política no podía más que estar vinculada a una fórmula: "las fuerzas del centro-izquierda laico saben perfectamente que el problema de un viraje en la política italiana se halla en las cosas; y por lo tanto saben que su supervivencia como fuerzas políticas está vinculada a la solución de ese problema". (24).
3. "Las nuevas oposiciones en Europa".
Recientemente, algunas personas han planteado la cuestión de la continuidad y de la herencia de los nuevos radicales con respecto a los "viejos" radicales. (25). Para ello, volvamos a principios de los años 60 y examinemos las diversidades de la actitud política y teórica por una parte de los ambientes del primer Partido radical, y por otra de los nuevos radicales con respecto a los cambios estructurales en Italia y a los aspectos políticos que produjeron. Ante esos dos nudos, hombres con la misma tradición ideal - la democracia liberal - aunque de distintas generaciones, rompieron el precario punto de convergencia que les había mantenido unidos en el Partido radical y escogieron recorrer caminos distintos; uno el del moderantismo laico-liberal y el otro el de la revolución democrática y liberal. Las elecciones que se llevaron a cabo por aquel entonces se basaban en divergencias de análisis, y condujeron a la que en su día se llamaba "izquierda radical" empezando a dar forma a una nueva hipótesis política: n
ueva en la estrategia, nueva en los métodos y en la manera misma de hacer política, aunque los objetos políticos en los que se basaba la nueva acción eran, bajo muchos aspectos, los mismos de la anterior tradición liberaldemocrática y radical.
Por otra parte, no se puede comprender el desapego del nuevo radicalismo del viejo si no se tiene en cuenta el contexto del nacimiento de nuevas oposiciones a los regímenes moderados, y, más en general, de las situaciones de conservadurismo y de nuevo autoritarismo que se iban deslizando por todas partes en Europa. Dichas oposiciones eran nuevas porque, nacidas tanto del lado marxista como del liberal y cristiano, se ubicaron al margen de las organizaciones políticas de las dos grandes familias políticas de la izquierda, la comunista y la socialdemócrata.
Esos fermentos que cada vez se iban presentando bajo forma de revueltas, de campañas específicas, de agitaciones, de movimientos, de luchas o de fragmentos de lucha, y de búsqueda y debate, fueron de carácter teórico y al mismo tiempo estuvieron estrechamente vinculados a la acción, en ambos casos para descubrir y encauzar hacia un primer plano realidades nuevas que no habían sido incluidas en la política de la izquierda oficial.
Al primer tipo (teórico) pertenecían, tanto en Italia como en otros lugares, y tal vez antes que en otros lugares, la tendencia de aquellos años de "volver a Marx" volviendo a descubrir y releyendo los mensajes ignorados, debido a la urgencia de hallar razones que oponer a la tendencia "integracionista" de la clase obrera y a las derrotas de sus organizaciones políticas y sindicales. En nuestro país se empezó a indagar la cuestión del cambio en la realidad de las fábricas junto con el estudio teórico (revisión y nueva lectura) de Marx y de otros marxistas de la línea libertaria y conciliar: nacían de esta manera en torno al personaje de Raniero Panzieri los "Quaderni Rossi", (26) primer síntoma del trabajo de investigación que precedió a los movimientos de insurrección obrera de muchos años posteriores.
Al segundo tipo (acción), pertenecían en cambio las nuevas izquierdas que iban arraigándose alrededor de movimientos específicos con matrices más complejas, y en cualquier caso orientadas hacia la práctica de la acción política. De esta manera la "Campaña para el Desarme Nuclear" (Cnd) representó la nueva izquierda inglesa en acción (1958-1963) y la resistencia a la guerra argelina, el movimiento de los insubordinados y de los refractarios y las redes Jeanson, representó la nueva izquierda francesa (1958-1962). (27)
Estas últimas situaciones, ante nuevas contradicciones (la Bomba y las repercusiones del colonialismo en la metrópoli), propiciaron el nacimiento de respuestas políticas ajenas, desde el punto de vista organizativo, a la izquierda tradicional; y ni los socialdemócratas ni los comunistas supieron, cuando se manifestaron, captar todo el significado de movilización pujante que se había producido en Inglaterra y el de enfrentamiento crucial que se estaba produciendo en Francia. Estos dos movimientos representaban especialmente modos nuevos de ocuparse de la política que no estaban mediados por las grandes organizaciones que se consideraba se habían burocratizado. Además, en el movimiento francés se hallaban hombres de procedencia laica y cristiana, socialista y liberal, marxista y libertaria, los cuales, en el nudo específico en el que se enfrentaban momentos de autoritarismo y momentos de libertad, se reajustaron posturas, análisis y tendencias, estableciendo premisas, no tanto políticas cuanto ideales, de los
motivos de fondo del movimiento extraparlamentario del mayo de 1968. En Inglaterra, el movimiento antiatómico representó a su vez un momento de movilización de masa (un auténtico movimiento espontáneo y colectivo) de carácter liberal y humanista, en el sentido de la profunda protesta contra la nueva racionalidad tecnológica y la sociedad del bienestar que sobrepasaba considerablemente el motivo específico por el que había surgido. Tanto en Inglaterra como en Francia, las respuestas de los movimientos de la nueva izquierda fueron, cada una según su propia tradición histórica, las respuestas de una nueva manera de ser liberales (y socialistas) ante los grandes temas que Occidente tenía ante sí y a los que las fuerzas tradicionales del progreso y de la libertad en sus organizaciones históricas no eran capaces de afrontar.
La izquierda radical en Italia era parte consciente de la pujanza de las nuevas oposiciones que se basaban en luchas específicas y no en repasos históricos. No se trataba de la convergencia de los temas (por ejemplo, desarme y pacifismo) ni tan siquiera se trataba de la afinidad en las maneras de afrontar la política (compromiso militante) que acomunaba al pequeño grupo radical italiano a las más importantes experiencias europeas. Se trataba, más en general, de un estado de ánimo común, (mejor dicho, de un análisis común) ante el nudo central de las nuevas sociedades europeas que se hallaban todas ellas con que tenían que contar con posibles tendencias autoritarias debidas al crecimiento de los instrumentos técnicos y racionales de intervención, de manipulación social y de integración en la presunta sociedad del bienestar.
La respuesta del grupo radical italiano adquirió de esta manera, ella también, el significado de un reajuste político de lo que debía significar en ese nuevo contexto "desempeñar el papel" realmente de liberales (además de "serlo"), de como cabía delimitar fuerzas y estructuras de libertad contra las de la no-libertad, qué sujetos históricos podían, debido a sus condiciones materiales, adoptar el papel de renovación y qué instituciones de poder debían ser consideradas peligrosas para la democracia y por ende luchar contra ellas.
4. "La herencia del movimiento goliardo".
En el momento de la separación entre viejos y nuevos radicales, cabe preguntarse donde, cuando y en qué consistía la política y el ideal del grupo de la izquierda radical y cómo manifestó dichas posturas que fueron el origen de todas las vicisitudes de los nuevos radicales en los siguientes veinte años.
No cabe duda de que el patrimonio radical - en la línea radicales lombardos de finales del 88, Salvemini, Gobetti, Justicia y Libertad, Carlo Rosselli hombre de acción política más que teórico, Partido de acción, Croce, el hombre de la religión y de la libertad, y Ernesto Rossi - perteneció plenamente a la izquierda radical no sólo desde el punto de vista histórico-ideal sino desde el punto de vista político de las posturas que el Pr representó desde su constitución. Pero se habían producido igualmente otros experimentos y otras experiencias políticas que habían marcado al más pequeño grupo inicial de la izquierda radical (28) junto a otros jóvenes que continuaron en otros lugares su propia militancia política (29). Se trataba de la experiencia de la Unión Goliarda Italiana y de la política universitaria.
Muchas de las actitudes generales al ocuparse de política y de las valoraciones con respecto a las principales corrientes políticas y culturales del país, se derivaban de la presencia laica en la universidad que había sido desde 1949 un fenómeno original, relativamente grande aun en el marco de un acontecimiento que no interesaba a más de algunos miles de universitarios. De ahí procedía, por ejemplo, el sentido de la concepción de la autonomía de cada momento político con respecto a las dependencias y a las hegemonías: "autonomía" no es el único producto de la colaboración sino que se trata de una cualidad de cada grupo (30) dijo Marco Pannella en la réplica como presidente del Unuri en el congreso de la Unión nacional de universitarios en 1957, afirmando que "Ugi e Intesa no pueden seguir conservando los datos correspondientes a la vida del país, del mundo laico y del mundo católico oficial" (31).
Durante una década, la política universitaria representó una esfera fuertemente autónoma con respecto a los equilibrios políticos del país; y en particular la fuerza laica del Ugi no estribaba en absoluto en la trasposición mecánica de partidos laicos menores (Pli, Pri, Psdi) sino en un momento vivido en su experiencia específica en torno al cual se formaban razones de unidad, de convergencia y de división. Lo subrayaba Brunello Vigezzi en un lúcido ensayo sobre los "goliardos": "La polémica inicial, más instintiva que meditada, del Ugi hacia las ingerencias de los partidos en la vida universitaria se había convertido en un juicio consciente con respecto a ellos. Al intentar llevar a cabo un trabajo de renovación de la institución universitaria se había visto en primer lugar como eran totalmente ajenos a ella los partidos; como ninguno de ellos era capaz, y no era casualidad, de llevar a cabo una iniciativa concreta en este sentido. La polémica con los demás grupos universitarios, puesto que sufrieron pasiva
mente influencias extrañas, había solidificado esta convicción. En los partidos se manifestaba, tal y como estaban constituidos en Italia, una fractura entre la cultura moderna y la acción política: de ahí su incapacidad para proponerse de manera eficaz el problema de la educación". (32).
La fórmula que expresó en el Ugi dicho método, "no unidad de las fuerzas laicas sino unidad laica de las fuerzas como fundamento de la democracia", simbolizaba la lejanía de cualquier concepción tercerforcista de los partidos menores y afirmaba en cambio como valor el método laico de la manera de estar juntos en vez de la matriz ideológica. Giorgio Festi, un exponente del Ugi, recordaba en el congreso de Florencia de 1952 que en Italia faltó la contribución civil y cultural del asociacionismo con respecto a la preponderancia del partidismo: "La asociación no ha podido florecer porque ha encontrado un terreno inadecuado, y ha acabado siendo absorbida o destruida por intereses y privilegios superiores. El defecto se vuelve a proponer actualmente y nosotros goliardos lo llamamos partidocracia. Las asociaciones no son nada originales sino que se someten a las influencias de los partidos y los apoyan para hallar una razón de continuidad y de fuerza. El defecto no estriba en los partidos sino en la ausencia de una
responsabilidad civil concreta de nuestras organizaciones, en definitiva en la humillante falta de autonomía". (33).
El asociacionismo y las modalidades laicas de su organización contra el partido-iglesia y contra el partido que todo lo abarca hubiese sido un redescubrimiento importante del nuevo Partido Radical, hubiese hallado con obstinación modalidades de unidad hacia la izquierda rechazando constantemente la comprobadas formas "frentistas", tanto en cada una de las manifestaciones como en la organización de movimientos específicos. Por otra parte, el movimiento universitario laico se ganó a pulso en estas líneas una efectiva hegemonía en la primera mitad de los años 50; dicho suceso probablemente influyó en la convicción de los nuevos radicales de poder repetir, también en el país, al cabo de diez años, lo que se había verificado en la universidad, es decir, consolidar un vigoroso "movimiento" laico y no sólo una "postura" laica.
Los laicos del Ugi afirmaron, en relación con los miembros católicos y comunistas (entre otras cosas, cuantitativamente predominantes en Italia), formas originales de encuentro y enfrentamiento que hallarían máxima expresión en las hipótesis políticas radicales que seguirían. La Ugi buscó la colaboración con los católicos en los momentos de base (por lo tanto, más en el ámbito de los católicos de la Fuci que en el de los democristianos) como confrontación de efectivas experiencias asociacionistas originales y como rechazo de las aparcerías del poder. A los comunistas y a los socialistas - sus aliados por aquel entonces - la Ugi ofreció la apertura de sus propias asociaciones solicitando a cada estudiante que aceptase el método democrático, sin acuerdos que pasasen a través de los partidos, según un planteamiento que salió vencedor, tanto que el mismo grupo universitario del Pci y del Psi, el Cudi, se disolvió en 1957, invitando a sus socios a confluir individualmente en la organización unitaria laica y de iz
quierdas.
Un planteamiento bastante parecido al de las asociaciones de la Ugi, basada no en criterios organizativos o ideológicos sino en formas abiertas, se encontró tanto en los movimientos y ligas promovidos por los nuevos radicales como, especialmente, en los debates estatutarios radicales. Cuando, por ejemplo, el movimiento divorcista se organizó en 1966, con la creación de la Lid, también dicha Liga se presentó como una organización que no yuxtaponía a los representantes de las fuerzas laicas, sino como un momento autónomo que se basaba en el método del trabajo común en torno a objetivos concretos, un método ofrecido y requerido a "gente", sin discriminación por motivos ideológicos ni de procedencia política. Por último, los mismos conceptos que inspiraban el asociacionismo de la Ugi y su carácter laico fueron tratados en el debate sobre el estatuto del primer Partido radical (1956) por parte del ala juvenil; y posteriormente - una vez lograda la maduración política - en el estatuto que el nuevo Pr dictó en 1966
, basado en el modelo federativo, en una adhesión limitada en el tiempo y en un programa de trabajo federativo, sin exclusiones ideológicas, casi un pacto por batallas a realizar en común circunscrito a los deberes y provisto de amplias zonas de autonomía.
5. "La izquierda radical"
La primera señal visible de la izquierda radical fue la publicación en el periódico "Paese" de marzo de 1959 de un artículo de Marco Pannella sobre la "Izquierda democrática y el Pci" (34) que reanudaba argumentos que ya habían sido tratados en el seno del partido en distintas ocasiones. En dicho escrito polémico, tanto con respecto a las tesis radicales corrientes por aquel entonces, como con respecto al Pci, se planteaban los dos temas centrales que caracterizarían sucesivamente, de forma aislada, la estrategia de los nuevos radicales: la necesidad de lograr una alianza de toda la izquierda, Pci inclusive, y la formulación de una propuesta de candidatura al poder de la izquierda a través de una "alternativa democrática de gobierno".
"Son los acontecimientos los que plantean en Europa de forma dramática la siguiente pregunta: es posible la alianza de la izquierda democrática con la comunista para defender y propiciar el desarrollo de la democracia?", afirmaba Pannella; y al responder personalmente de forma positiva, desarrollaba la hipótesis estratégica de la alianza sin omitir - es más resaltando - las diversidades sustanciales y por lo tanto la necesidad de confrontar la concepción comunista con la democrática, manteniendo la autonomía de esta última. El diálogo entre izquierda democrática y comunistas no era considerado como la premisa para una alianza frentista (en la línea de los años treinta y del 48) sino como posible plataforma de alternativa reformadora de gobierno que supiese ubicarse en el horizonte europeo y tuviese como interlocutores efectivos a las socialdemocracias y a los sindicatos europeos.
Por aquel entonces, dicha posición era considerada hereje tanto desde el punto de vista teórico de la apertura de una discusión con los comunistas por parte de las fuerzas de la izquierda democrática todas ellas proyectadas en la estrategia del aislamiento comunista, como desde el punto de vista político puesto que suponía una alternativa con respecto a la pujante propuesta del centro-izquierda. Los ambientes radicales liquidaron con gran celeridad la apertura de la cuestión (a la que replicó también Togliatti), sosteniendo en un artículo de fondo publicado por "Il Mondo", significativamente titulado "La alianza de los tontos", que no se acababa de comprender qué la razón impulsaba a "los demócratas a considerar las tesis de un radical que repite por casualidad en un periódico comunista las tesis que el Pci intenta difundir desde hace años. Mejor discutir, a pesar de los pesares, con el diputado Togliatti". (35).
En el seno del partido, la izquierda presentó oficialmente sus tesis al consejo nacional celebrado en noviembre de 1960 (36) con un documento que se articulaba en cuatro secciones, cada una de ellas afrontaba las que parecían ser las cuestiones cruciales sobre las cuales basar la política radical.
La primera, trataba las "relaciones con el mundo católico y la abolición del artículo 7", y afirmaba que "en 1960, la tesis del encuentro entre las masas católicas y las progresistas y modernas es insuficiente, inadecuada y no responda a los intereses objetivos de nuestro país, así como tampoco es consecuente con los acontecimientos de los últimos años. Al protestar por el hecho de que tuviesen que ser "las fuerzas católicas las que dirigiesen en cualquier caso todo proceso de cambio radical de la situación", resaltaba la función política de coagulación en torno al mundo católico de los intereses no sólo de la Iglesia "sino de la clase capitalista y reaccionaria", y rechazando el centro-izquierda proponía una iniciativa dirigida unitariamente a toda la izquierda para "constituir un comité nacional de defensa del Estado y abolir el art. 7 de la Constitución".
En la segunda, trataba "el significado de la alianza del Pr con el Psi y de la voluntad de perseguir una política de "izquierda democrática"", se rechazaban las interpretaciones que deseaban la alianza entre socialistas y radicales (ampliamente comprobada en las elecciones municipales de 1960) como el encuentro de grupos intelectuales y burgueses con las fuerzas populares, y se afirmaba que "el Pr forma parte integrante de estas últimas: comparte sus suerte, su voluntad, sus problemas, interpreta sus ideales y autónomamente elabora los objetivos políticos en términos de religión de la libertad, de respeto del diálogo, de aspiración democrática y de voluntad revolucionaria". La que se cuestionaba era la concepción de la representación política en términos de grupos que querían que los radicales fuesen la expresión de la "burguesía liberal" y artífices de "operaciones paternalistas con respecto a las necesidades revolucionarias y socialistas de la lucha política" , en vez de ser expresión de una política unita
ria de las fuerzas de la izquierda se había concretado en una alianza electoral.
En la tercera sección, el documento recordaba la insurrección húngara que solicitaba "a los demócratas de todos los países y de todas las doctrinas la tarea de buscar y de imponer soluciones a los problemas de nuestra época, que se muestren capaces de resolver con conquistas liberales y revolucionarias concretas las aspiraciones y los gestos de libertad de los individuos y de los pueblos", precisamente en el momento en el que se postulaba la apertura de una discusión con los comunistas en vistas de una posible y necesaria alianza.
Por último, en la cuarta propuesta de declaración, dedicada a la "política para la paz", se mantenían las distancias de la política exterior tradicional occidental de las izquierdas democráticas y se polemizaba con aquellos que no estaban suficientemente atentos "a los movimientos y clases dirigentes, ideas y partidos que tienen un profunda vocación autoritaria y bélica". El desapego de la manera en la que fuerzas de inspiración liberal concretaban su política internacional parecía neto: "los que han representado durante décadas la idea y la voluntad liberales parecen afectados por una desesperada lógica de renuncia y abandono: el mundo occidental, en una errónea preocupación por ser eficaces en la competición que los confronta con el mundo oriental y afro-asiático, progresivamente intenta defenderse mediante una política de potencia que consiste en el culpable apoyo a regímenes y clases dirigentes fascistas, clericales y reaccionarias". Así pues, se indicaban una serie de objetivos: "la federación europea q
ue hay que perseguir inmediatamente a través de elecciones directas; el desarme atómico y convencional de toda la zona continental europea y la consiguiente abolición de los ejércitos en los países de esta zona; la paz separada y conjunta con las dos Alemanias; la consiguiente denuncia del pacto militar de la Otan y de la Ueo; la proclamación del derecho a la insubordinación y a la desobediencia civil...; la federación o en cualquier caso la común organización de todos los movimientos socialistas, populares y revolucionarios ... en la Europa occidental.
A principios de 1961, la perspectiva del centro izquierda estaba casi hecha, y el Partido radical se encontraba totalmente como pez en el agua. La izquierda radical se presentó al segundo congreso del partido (mayo 1961, una vez profundizadas y desarrolladas sus propias tesis en el debate anterior al congreso). Pannella, aun deseando soluciones unitarias del congreso, subrayaba "que lo que nos divide no son sólo diversidades de método sino también distintas valoraciones del contenido de la batalla política que llevamos a cabo y de la función de nuestra autonomía en el ámbito de la lucha de la izquierda italiana contra el clericalismo, los nacionalismos de todo tipo, los "patrones del vapor" y la intervención clasista del Estado"; (37) Pergameno indicaba dos directrices de política inmediata para los radicales: "Primero, iniciar la batalla en pro de la federación europea con la unión de los partidos del Centro-izquierda en Europa; segundo, intentar realizar en Italia un gobierno Psdi, Pri, Psi y radicales con
apoyo externo de los comunistas"; (38) y Mario Cattaneo, denunciando el desliz de las posiciones del Pr con respecto a la colaboración con la Dc, decía: "nosotros queremos una política de alternativa, de oposición, queremos preparar una alianza de izquierda democrática en esta dirección: ni Dc ni Pci" (39) acentuando la función autónoma de los radicales al proponer soluciones a los problemas.
Ese segundo y último (del primer partido) congreso radical no sólo se concluyó sin soluciones unitarias, tal y como pedía la izquierda, sino que además excluyó a esta última, incluso como minoría, del órgano central, el consejo nacional, gracias a un juego de votaciones organizadas por la mayoría. (40) Dichos acontecimientos internos, a parte del panorama político del país, aceleraron el proceso de organización del grupo, incluso antes de que el grupo mismo estuviese preparado para ello. En octubre de 1961, salió el primer número de "Izquierda Radical", (41) boletín mensual de información política que fue publicado durante todo un año. El primer editorial se inauguraba con una declaración tajante: "No al centro-izquierda, un no definitivo, severo pero claro" (42) dicha negación pretendía ser el programa político. Ese rechazo se encuadraba en una visión europea que veía en la oposición entre bienestar material por un lado y desarrollo de los recursos democráticos para rebelarse por otro, la alternativa de fre
nte a la izquierda.
"Lentamente" - proseguía el editorial - "de forma artificial se va centrando el interés de la vida política en objetivos técnicos que necesitan a la fuerza ser solucionados, para enterrar a esos "políticos" que los radicales han tenido el mérito de imponer a la atención del país; se confunden los fines con los instrumentos que en realidad pueden servir a ideas y finalidad contrapuestas". (43).
La atención del grupo se centraba en la revuelta contra los nuevos fenómenos que se estaban produciendo en Europa que se oponían a la despolitización y tecnificación de la política. Entre ellos, cobraron especial relieve las nuevas oposiciones francesas entre las que "Izquierda radical" dedicó tres reportajes de apertura: Jacques Vergès, defensor de los argelinos, presentaba en el nº 2 la propuesta de una "Nuremberg para los crímenes colonialistas"; el nº 3 empezaba con un editorial de Vecours sobre la manera de ser "partisanos" en la nueva situación, escrito para la nueva revista "Partisans" confiscada; y en el número 6 se reproducía, tras los acuerdos de Evian, una entrevista con Francis Jeanson que había sido el jefe de las redes de insubordinación durante la guerra colonial. La atención prestada a la nueva izquierda francesa tenía razones subjetivas a parte de las objetivas: Marco Pannella, que por aquel entonces residía en Francia, (44) se hallaba en contacto político con los ambientes de los nuevos res
istentes y constituía así pues el canal de transmisión al grupo italiano de una sensibilidad especial por el enfrentamiento crucial allende la frontera alpina, un enfrentamiento que cobraba valor para toda Europa y ofrecía señales significativas sobre las posturas y las actitudes de toda la izquierda.
Con la atención puesta en el panorama Europeo, "Izquierda radical" desarrollaba paralelamente el tema del desarme y del pacifismo que alineaban al grupo italiano con iniciativas análogas que se estaban llevando a cabo en otros países (Cnd inglés y Comité de los cien, antinucleares americanos y pacifistas suizos) y establecía una diferenciación neta tanto entre la lealtad atlántica de los radiales del "Mondo", como en las actitudes genéricas neutralistas propias, hasta hacía poco tiempo, de los socialistas y de sus simpatizantes. Giuliano Rendi manifestó en repetidas ocasiones las propuestas internacionales del grupo; en ese momento, Rendi era el nombre más destacado cuando se mencionaban dichos temas y se encargó de darles publicidad con iniciativas políticas exteriores. "Combatimos por la paz en la actualidad" escribía Rendi "por una parte con el compromiso en pro del desarme y la distensión, por otra, luchando contra el colonialismo y en pro del poder supranacional de la Onu y de la admisión de China en di
cha organización... El objetivo central es un plan de desarme, atómico y convencional, a nivel europeo, desde las fronteras de la Unión Soviética hasta el Canal de la Manga". (45)
Como propuesta de una línea política se llevaban a cabo iniciativas específicas o propuestas de los representantes de la izquierda radical. Por ejemplo, participando en la primera marcha en pro de la paz que se celebró en Italia (Perusa-Asís, septiembre de 1961) y posteriormente en la marcha de los Cien Ayuntamientos (Camucia-Cortona, marzo de 1962); siendo promotores de la Consulta italiana para la paz en la que convergían junto con el Movimiento por la paz de inspiración comunista y el grupo pacifista no violento agrupado en torno a Aldo Capitini; constituyendo un auténtico "Comité para el Desarme Atómico y Convencional del Area Europea"; formando parte activa en el convenio nacional sobre los problemas el desarme (Florencia, mayo de 1962) en el que Giuliano Rendi y Lucio Libertini, Velio Spano, Aldo Capitini, Paolo Vittorelli y Giovanni Favilli leyeron los informes; yendo a Moscú con motivo del Convenio Mundial para el Desarme general y la Paz, y a Oxford en calidad de miembros de la Confederación interna
cional para la paz y el desarme que agrupaba a movimientos pacifistas, antiatómicos y de nueva izquierda de Occidente.
Precisamente, en lo que se refiere a los temas de la paz y del desame, que por aquel entonces se hallaban al orden del día, en el escenario internacional, la izquierda radical intentaba establecer una relación unitaria con toda la izquierda y sobre todo con los comunistas, aun manteniendo una actitud autónoma que reanudaba en Italia la de iniciativas análogas heterodoxas de otros grupos y movimientos occidentales. La actitud de los radicales ante el Pci, se basaba en la búsqueda de momentos de convergencia sobre iniciativas específicas, con la intención de conservar al máximo la autonomía y de aclarar las razones críticas sobre las diversidades de cada uno de los temas entre las posturas radicales y las comunistas.
Dicha política de la unidad crítica en la izquierda se mantenía concretamente, a parte de mantenerse en las organizaciones e iniciativas por la paz (Consulta Italiana por la Paz), también en las iniciativas a favor de la educación (Adesspi), de la universidad (Ugi), y de la política de los entes locales (Liga de los Ayuntamientos democráticos, en los que habían entrado, junto a los socialistas y los comunistas los radicales Piccardi y Villabruna, en contraste con el grupo del "Mondo"). Más en general, mientras en el país se iba realizando el primer gobierno de centro-izquierda (Fanfani, 10 de febrero de 1962), la izquierda radical enunciaba la hipótesis estratégica de la relación con los comunistas y el carácter que debía adoptar: "En su precario equilibrismo, la vida política italiana no ofrece en realidad distintas salidas a una auténtico reimpulso de carácter liberal. Ante a una nueva Hungría, ante el chantaje atómico, nosotros sabemos bien cual está nuestro lugar; y también lo saben muy bien los comunist
as. Pero estos últimos deben llevar a cabo el proceso de desestalinización y el rechazo de la política de bloques, hasta las últimas consecuencias, y nosotros, tal y como decía Salvemini, "actuaremos unidos". Más aún, nosotros afirmamos que es tarea de los demócratas, así como de los comunistas, llevar a cabo este proceso de acercamiento a la democracia política del comunismo y volver a encauzar la temática esencial hacia los valores históricos de la Europa occidental. Este proceso, difícil y dialécticamente complicado, ya ha empezado para nosotros. Querer afirmar que la meta está lejos es una manera de alejarla y negarla". (46).
La iniciativa hacia el exterior estaba acompañada, para la izquierda radical, de la acción en el seno del Partido radical el cual, tras el congreso de mayo de 1961, se iba dividendo y disgregando progresivamente. En noviembre de 1961, los dos grupos de mayoría presentes en la dirección y en la secretaría entraban en conflicto, dirigiendo los unos (bajo la dirección de Leone Cattani) la acusación al mayor exponente de los demás (el secretario nacional Leopoldo Piccardi) de excesivo dinamismo en la izquierda. De esta manera comentaba "Izquierda Radical" colocándose al margen de ese disenso: "El disenso de fondo más que en términos políticos se manifestó en el terreno de la competencia y de las incompatibilidades personales. La dirección se está dividiendo entre una posición de acentuado filo-socialismo y una posición de atenuado lamalfismo sin que ni por una parte ni por otra se consiga definir más allá de las preocupaciones tácticas y de alineación (válidas pero relativas) las razones de una consistente auton
omía del Partido radical" (47).
Mientras tanto, la izquierda, que se movía en defensa del partido, conquistaba la mayoría en algunas situaciones locales, como en Roma, en donde entraba a formar parte de los órganos dirigentes, y en Milán. (48) Haciendo hincapié en el llamado "caso Piccardi", que tuvo lugar después y no antes de la acentuación de los contrastes entre los dos grupos mayoritarios, el portavoz de los moderados, Leone Cattani asumía en febrero de 1962 la secretaría del partido, mientras el prestigios Ernesto Rossi abandonaba tras más de una década su importante colaboración en el "Mondo". Los directores de las revistas semanales, considerados expresión del ambiente radical, Mario Pannunzio de "Il Mondo" y Arrigo Benedetti de "L'Espresso" habían presentado sus dimisiones al partido dando vía libre al proceso de liquidación que halló su culminación el 25 de marzo de 1962 con el abandono del partido del secretario nacional, Leone Cattani. Se celebraron las elecciones municipales de Roma, el 10 de junio siguiente, la izquierda se h
allaba sola en el partido y asumió toda la representación presentando una lista de bandera cuyo peso político se personificaba en Marco Pannella, Giuliano Rendi, Gianfranco Spadaccia, Massimo Teodori y Angiolo Bandinelli. (49) Al cabo de algunos meses, en otoño de 1962, también Bruno Villabruna (que mientras tanto se había encargado de la secretaría), Leopoldo Piccardi y los demás exponentes de su grupo que se habían quedado formalmente en el partido, se retiraron; y algunos de ellos dieron vida, bajo el impulso de Ernesto Rossi,al "Movimiento-Salvemini". A lo largo de algunos meses (marzo-octubre de 1962) se retiraron prácticamente casi todos aquellos que habían constituido el Partido radical en 1955: los piccardianos, los laicos moderados que intentaron sin ningún éxito una "Unión Radical de los Amigos del Mundo", el grupo de jóvenes no de izquierdas (Rodotà, Ferrara, Jannuzzi, De Mauro, Mombelli y Craveri), Ernesto Rossi y Eugenio Scalfari y, junto a ellos, la mayor parte de los socios nacional y localmen
te activos. La izquierda radical, por sí sola, se asumió la tarea de heredar la sigla radical con el símbolo del gorro frigio.
En el editorial de su último número "Izquierda Radical" indicaba de esta manera el problema que se planteaba al grupo bajo el emblemático título " Qué hacemos?": "Mientras gran parte de los que la han compartido afluyen de nuevo hacia posiciones moderadas y acaban por adaptarse al papel de los técnicos de este o aquel grupo de centro-izquierda, mientras otros muchos, desalentados por tantos abandonos, se alejan de un tan original compromiso político, en lo que a nosotros se refiere, no estamos dispuestos a renunciar. Al expresar la voluntad de continuar con la línea radical, no escondemos el hecho de que nosotros mismos estamos metidos de lleno en la crisis del partido, y no contamos con soluciones preparadas para proseguir... Creemos, de hecho, que ante las nuevas cerrazones que la situación política italiana parece presentar y en el grave panorama europeo que se delinea progresivamente con mayor claridad, que las minorías "laicas" activas y decididas, alineadas en los grandes problemas "civiles" así como e
conómicos, "morales" así como técnicos "ideales" y realistas pueden desempeñar un gran papel revolucionario junto con las fuerzas tradicionales de la izquierda proletaria y socialista". (50)
"Notas"
(1) Intervención de Leo Valiani en el II Congreso nacional del Partido, Roma, 23-24 junio 1956, en "el Partido Radical y la situación política", elaborado por el Pr, 1956, p.30.
(2) ibídem, p. 32
(3) Basta recordar los títulos de los principales "Convenios del ''Mondo''": "La lucha contra los monopolios" (marzo 1955), "Petróleo enjaulado" (abril 1956), "Atomo y electricidad" (enero 1957), "Estado e Iglesia" (abril 1957), "Alarma en la prensa" (febrero 1958), "La crisis de la izquierda" (abril 1959), "Hacia el régimen" (febrero 1959), "Las baronías eléctricas" (marzo 1960).
(4) De "un programa radical", elaborado por la oficina de prensa del Pr, publicación para las elecciones del 20 de junio de 1956.
(5) Ernesto Galli della Loggia, "ideologías, clases y costumbres" en "Italia contemporánea" 1945-1975), elaborado por Valerio Castronovo, Einaudi, Turín, pp. 414-415.
(6) La lista de la "Alianza radical-republicana" (que se presentó con el símbolo de la hoja de hiedra Pri-Pr) y obtuvo 405.782 votos equivalentes al 1,4% menguando con respecto al 1,6% conquistado sólo por el Pri en las elecciones generales de 1953. Entre los seis diputados electos no salió elegido ningún radical a pesar de que resultase claro, del análisis de los votos de preferencia, la contribución de éstos últimos sobre todo en los grandes centros urbanos como Roma, Milán, Turín, en donde los candidatos del Pr encabezaban la lista (en Roma, los primeros de los no electos).
(7) Para tener una idea del número y de la cantidad de los signatarios del manifiesto radical, véase "Por un partido moderno", editorial de "Il Mondo" del 24 de enero de 1956, con motivo del 1er convenio nacional, 4 y 5 de febrero de 1956, al que se refería una carta de Giulio Calogero y una de Leopoldo Piccardi. En aquella lista de adhesiones y en otras sucesivas aparecían nombres de intelectuales no inscritos al partido pero considerados parte del ambiente radical.
(8) En el informe político de la junta ejecutiva en el 1er congreso nacional el Pr (Roma, 27 de febrero-1 de marzo de 1959) se leía: "... De ello se desprende nuestra costante oposición a los gobiernos de coalición que se subsiguieron y en los que nadie consiguió condicionar el predominio de la Dc... La victoria de la Dc, aun a pesar de no ser absoluta, ha reforzado considerablemente el peligro de su transformación en régimen. Por ello todas nuestras instancias siguen siendo válidas, desde la de una oposición intransigente a la invasora clericalización, hasta la restauración del imperio de la ley, minado por la creciente expansión del subgobierno clerical, hasta la necesidad de combatir y modernizar toda nuestra estructura económica.... (La mayoría autonomista del Psi), abandonadas todas las lisonjas de la apertura hacia la izquierda, se declaró decidida a operar en la línea de una alternativa que recoja en el ejercicio de la posición constitucional, las fuerzas capaces de afrontar y resolver los grandes pro
blemas de la vida nacional". Ciclostilado por el Pr, 1959.
Véase también: Anónimo, "Los radicales y los demás" en "Il Mondo", 10 de marzo de 1959, posturas "para derrocar o por lo menos reducir considerablemente el poder de la Dc, para crear un amplio frente entre las fuerzas democráticas de izquierda laica y socialista, para luchar contra toda convergencia entre las oposiciones constitucionales y las subversivas".
(9) "Perspectivas de una política económica", convenio organizado por "Il Mondo", "L'Espresso", "Critica Sociale", "Mondo operaio", "Nord e Sud", e "Il Ponte", Roma, 28-29 de octubre de 1961.
(10) En las elecciones administrativas de noviembre de 1960, excepto Turín, en donde la lista autónoma con el símbolo radical eligió como consejero municipal a Bruno Villabruna, en las demás ciudades principales fueron elegidos 51 consejeros municipales y 1 consejero provincial en las listas de alianza Psi-Pr. En Roma fueron elegidos los radicales Leopoldo Piccardi, Antonio Cerdena y Arnoldo Foà; en Milán, Eugenio Scalfari, Alessandro Bodreo, Sergio Turone y Elio Vittorini.
El "caso Piccardi", fue suscitado por el grupo de radicales que se agrupaba en "Il Mondo", con motivo de la noticia contenida en el libro del historiador Renzo De Felice ("Historia de los judíos italianos bajo el fascismo") sobre la participación de Piccardi en dos convenios ítalo-alemanes en los que se tocaban temas raciales de los años 1938-39. La manera en la que participó Piccardi (si como ponente o no) ha sido siempre una cuestión controvertida; Ernesto Rossi y Ferruccio Parri defendieron en repetidas ocasiones a Piccardi sosteniendo que había proporcionado la "documentación de no haber participado en la redacción de la conocida ponencia (sobre "Raza y Derecho", N.d.A.) y que no la había firmado nunca".
(12) Giovanni Ferrara, "La gioventù radicale", "Il Veltro", año VIII, febrero-abril 1964, nº 1-2, p. 131.
(13) Basta pensar en el número de revistas fundadas en este período: "Ragionamenti" (1957), "La città futura" (1956), "Tempi Moderni" (1959), "Passato e presente" (1958), "Officina" (1955, "Opinione" (1956) y "Rendiconti" (1956).
(14) La expresión "habitación de los botones", que se convirtió en símbolo de toda una política, fue usada por primera vez por Pietro Nenni, en un mitin en el Coliseo de Roma, en octubre de 1962, a propósito del centro-izquierda: "El problema que presidirá la política de planificación consistirá en quién se hallará en la "habitación de los botones", ahora que con el incremento de las prerrogativas del Estado en el campo económico, los botones han aumentado enormemente en influencia y en número".
(15) Del folleto de presentación del Convenio de los amigos de "Il Mondo", "Verso il regime", Roma, Teatro Eliseo, 31 de enero-1 de febrero 1959.
(16) Anónimo, "Morte e resurrezione", "Il Mondo", 3 ottobre 1961.
(18) "La strada giusta", introducción al debate congresual, "Tribuna radical", febrero de 1961, elaborado por la oficina de prensa del Pr, Roma.
(19) Eugenio Scalfari, "Sviluppare il programma", en "Tribuna Radicale", cit.
(20) Cfr. Paolo Pavolini, "Un paese immaturo", "Il Mondo", 3 de junio de 1958, en el que había comentado de esta manera los resultados de las elecciones políticas: "nuestro pueblo vota por los partidos que afirma detestar, por los patrones que odia, por los fascistas que teme y por la secta estéril de comunistas con los que no tiene nada en común".
21 Paolo Pavolini, "Bilancio Positivo", en "Tribuna radicale", cit.
(22) Vittorio De Caprariis, "Una svolta politica", "Il Mondo", 2 de enero de 1962.
(23) Federico Gozzi (Vittorio De Caprariis), "Il tema dominante", "Il Mondo", 6 febrero 1962.
(24) Ibídem.
(25) Véase en particular las intervenciones en "Il Corriere della Sera" de Antonello Trombadori ("Il Pci replica a Pannella: troppo vittimismo", 14 dic. 1976), Francesco Compagna ("Pannella e l'eredità di Pannunzio", 20 dic. 1976), Augusto Premoli ("Pannella e il Pci", 29 dic. 1976) con motivo de la intervención de marco Pannella ("Por qué os la habéis tomado con nosotros". 12 dic. 1976).
(26) Véase: "Per le origini di 'Quadreni Rossi' e 'Quaderni Piacentini'" de Franco Fortini, en "Aut Aut", nº 142-143, julio octubre 1974.
(27) Para este análisis, véase Massimo Teodori, "Storia delle nuove sinistre in Europa (1956-1976)", Il Mulino, Bolonia, 1976, en particular los capítulos 1 y 2.
(28) Por grupo original de la izquierda radical habían pasado a través de experiencias de política universitaria: Marco Pannella (pres. Unuri), Giuliano Rendi, Gianfranco Spadaccia (pres, Ugr Roma y vicepresidente Orur) y, aun siendo más joven, Massimo Teodori (Goliardos Autónomos de Roma y consejo goliardo Ugi), Franco Rocella (pre. Ugi) y Sergio Stanzani (pre. Unuri), Giuseppe Ramadori, Giuseppe Picca, Andrea Torelli, Giuseppe Loteta en Roma.
(29) Entre la generación radical universitaria de aquellos que no formaban parte de la izquierda radical se encontraban: Stefano Rodotà, Lino Januzzi (posteriormente senador del Psi desde 1968 hasta 1972), Gerardo Mombelli (posteriormente presidente Unuri), Tullio De Mauro (posteriormente, en 1970, consejero regional independiente de izquierda en el Lacio). Piero Craveri, Umberto Dragone (posteriormente exponente del Psi de Milán), Claudio Simonelli (posteriormente consejero regional Psi Piamonte), Aldo Sergio Bartole (Trieste), Giovanni Ferrara (posteriormente, en la dirección del Pri), Paolo Ungari (pres. Unuri, posteriormente Democracia Liberal y Pri).
(30) Marco Pannella, "Réplica del Presidente en el VII Congreso del Unuri", Roma, abril de 1957, ciclostilado.
(31) Marco Pannella, "Informe del presidente en el VII Congreso del Unuri", Roma, abril de 1957, ciclostilado.
(32) Brunello Vigezzi, "L'unione Goliardica Italiana", "Il Veltro", año VIII, nos. 1-2 febrero-abril 1964, p. 228.
(33) Giorgio Festi, citado en Vigezzi, "op. cit." p. 229.
(34) "Un articolo del radicale Pannella: la 'sinistra democratica' e il Pci", Il Paese" 22 de marzo de 1959. El artículo políticamente controvertido desde hacía bastante, debía salir como artículo de fondo, y estaba precedido por la siguiente nota: "Hemos invitado al exponente radical Marco Pannella, cuyo nombre había resaltado en el reciente congreso radical debido a algunas tesis originales sostenidas sobre el papel de su partido en el marco de la izquierda italiana, para que nos exponga su pensamiento sobre la actual situación política...."
(35) Anónimo, "L'alleanza dei cretini", "Il Mondo", 7 de abril de 1959.
(36) "Proyecto de resolución sobre la política del Partido Radicale", presentada por los consejeros nacionales Marco Pannella y Giuliano Rendi, Roma, 19-20 noviembre 1969, ciclostilado.
(37) Marco Pannella, "Solución Unitaria", en "Tribuna Radical", elaborado por la oficina de prensa del Pr, Roma, mayo de 1961.
(38) Silvio Pergameno, "Las dos directrices", en "Tribuna Radical", elaborado por la oficina de prensa del Pr, Roma, marzo de 1961.
(40) La mayoría del Pr, constituido por el grupo Piccardi-Scalfari y por el grupo Cattani, hizo confluir una parte de los votos en una lista de jóvenes formada por Jannuzzi, Ferrara, De Mauro, Rodotà, Craveri y Mombelli para atribuirle los puestos del consejo nacional que le correspondían a la minoría, y de hecho eliminando de la representación a la minoría de izquierda. Esta contó sólo con la elección de Roccella, gracias a los votos de los delegados sicilianos, y los regionales Teodori y Gardi.
(41) "Izquierda Radical", boletín mensual de información política dirigido por Giuliano Rendi, publicado en los siguientes números: 1 (octubre 1961), 2 (nov. 1961), 3-4 (en. 1962), 5 (feb. 1962), 6 (marzo 1962), 7 (mayo 1962), 8 (oct. 1962). Firmaron los artículos más destacados: Manlio Gardi, Marco Pannella, Max Salvadori, Jacques Vergès, Giuliano Rendi, Vercors, Ernesto Rossi, Elio Vittorini, Gianfranco Spadaccia, Francis Jeanson y Massimo Teodori,
(42) Marco Pannella, "Una política de abdicación". "Izquierda Radical", nº1, octubre de 1961.
(43) "ibídem".
(44) Marco Pannella, líder del grupo de izquierda radical, vivió en París y trabajó como periodista desde 1959 hasta 1962. El periódico "Izquierda Radical" estuvo guiado por un grupo formado por Giuliano Rendi, Gianfranco Spadaccia, Massimo Teodori y Angiolo Bandinelli.
(45) Giuliano Rendi, "Por el desarme europeo, eliminemos los ejércitos" en "Ir", nº 6., marzo de 1962.
(46) "Un programa radical", artículo de fondo, en "Izquierda radical", nº 3-4, enero de 1962.
(47) "Un debate no explícito en la dirección del Pr", En "Ir", nº 2, noviembre de 1961, p. 3.
(48) La lista de la izquierda que conquistó a la mayoría de la sección romana en enero de 1962 estaba compuesta por Mauro Mellini, Roberto Mazzucco, Giuseppe Ramadori, Massimo Teodori, Gianfranco Spadaccia, Franco Roccella, Giuseppe Loteta, Angiolo Bandinelli. En Milán, Luca Boneschi y Mario Cattaneo fueron elegidos en el comité directivo de la sección para la izquierda.
(49) Es interesante comprobar que las elecciones municipales del 10 de junio de 1962 en Roma fueron las únicas elecciones, junto a las otras municipales romanas de 1956, a las que se presentó una lista autónoma radical con el símbolo del gorro frigio. La lista obtuvo unos mil y pico de votos.
(50) " Qué hacer", artículo de fondo, "Izquierda radical", nº 8, octubre 1962.
N.d.T.:
(1a) Ley de mayoría: ley por la que se otorgaba un premio de varios escaños a aquellos que obtenían la mayoría relativa.
(2a) Frentismo: (it. frontismo): tendencia a crear fuerzas políticas de izquierda basadas en el PCI.
(3a) Tercerforcismo (it. Terzaforzismo): creación de una tercera fuerza política alternativa a la DC y al PCI, en los años sesenta.
(4a) Molletismo: de Guy Mollet (905 - 75) político francés. Secretario del Partido socialista (SFIO) desde 1946 hasta el 68, presidente del consejo (56 - 57), preparó el ataque anglo-francés a Egipto (crisis de Suez).