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Teodori Massimo, Ignazi Piero, Panebianco Angelo - 1 ottobre 1977
LOS NUEVOS RADICALES: (10 - 1ª parte) De la sociedad corporativa a los movimientos colectivos: naturaleza y papel del Partido Radical
de Massimo Teodori, Piero Ignazi y Angelo Panebianco

SUMARIO: La interpretación histórica del Partido Radical basada en la reconstrucción de las distintas fases de la cuestión radical desde 1955 hasta 1977.

INDICE GENERAL

"Introducción de los autores"

Primera parte

HISTORIA DEL PARTIDO RADICAL

I De los viejos a los nuevos radicales

1. El primer Partido radical (1955-1962)

2. El centro izquierda y el optimismo tecnocrático del bienestar

3. Las nuevas oposiciones en Europa

4. La herencia del movimiento goliardo

5. La izquierda radical

"Notas"

II La soledad de una minoría

1. La fatigosa reanudación del nuevo grupo

2. La "Agenzia Radicale" y sus batallas: Eni, asistencia socio-sanitaria y educación.

4. Los radicales ante las propuestas de unificación de la izquierda

5. El aislamiento de una cultura política distinta. Hacia el congreso de refundación (1964-1967)

"Notas"

III La campaña del divorcio

1. El nacimiento y el desarrollo del movimiento divorcista con la Lid

2 El movimiento popular y la acción de presión en el Parlamento

3 Del divorcio al referéndum

4 Los radicales en el movimiento divorcista. Significado político general

"Notas"

IV Un partido en busca de sí mismo. Desde el congreso de refundación (1967) al de reimpulso (1972)

1 A través del sesenta y ocho

2 Las nuevas iniciativas: justicia, sexualidad, Concordato, liberación de la mujer

3 Con antimilitarismo y objeción de conciencia una caracterizada presencia militar

4 Los radicales y el sistema político desde las elecciones del 68 hasta las del 72

5 Las dificultades del partido hacia el Congreso de reimpulso (Turín 1972)

"Notas"

V La oposición al régimen con los derechos civiles

1 Tras el reimpulso se multiplican las iniciativas con un partido bastante frágil

2 Los ocho referéndumes y el referéndum sobre el divorcio

3 El caluroso verano de 1974: la batalla por la información lleva a Pannella a la pequeña pantalla

4 Los radicales ante la "cuestión socialista"

"Notas"

VI En pro de una revolución democrática

1 Acción directa y acción popular para el aborto

2 El partido federal cobra forma a partir de los derechos civiles. La carta de las libertades

3. Los radicales en el Parlamento con las elecciones del 20 de junio de 1976

"Notas"

VII En Italia y en el Parlamento

1 Una minoría en el Parlamento

2 El proyecto referendario como proyecto alternativo

3 El conflicto entre comunistas y radicales

4 Los motivos de veinte años de historia radical

"Notas"

Segunda parte

ELECTORADO, MILITANTES Y MOVIMIENTO: UNA INTERPRETACION SOCIOLOGICA

I Los militantes radicales: composición social y actitudes políticas

1 Introducción

2 La composición social

3 Los radicales y el Partido

4 Actitudes políticas en general

5 El perfil socio-político

6 Conclusiones

"Notas"

II El voto de los radicales en las elecciones del 20 de junio de 1976

1 Las características generales del voto

2 Un consenso electoral urbano

3 Un voto de opinión

4 La mayoría prefiere a Pannella

5 Análisis de un caso: Toscana

6 Consideraciones conclusivas

"Notas"

III De la sociedad corporativa a los movimientos colectivos: naturaleza y papel del Partido Radical

1 Partido político, grupo de presión y movimiento: el carácter atípico del Pr

2 Normas, estructuras y carisma: las contradicciones

3 Agregaciones de los intereses, control social y movimientos espontáneos

4 Sistema político y sociedad corporativa

5 De la contratación al conflicto

"Notas"

APENDICES

I Estatuto del Partido Radical

II Los órganos centrales del Pr

III Cronología de los principales acontecimientos de los movimientos federados y de las ligas

IV Fuentes y orientación bibliográfica

("LOS NUEVOS RADICALES", Historia y sociología de un movimiento político - Massimo Teodori, Piero Ignazi, Angelo Panebianco - Arnoldo Mondadori Editore, octubre de 1977)

DE LA SOCIEDAD CORPORATIVA A LOS MOVIMIENTOS COLECTIVOS: NATURALEZA Y PAPEL DEL PARTIDO RADICAL (1ª Parte)

1. "Partido político, grupo de presión, movimiento: el carácter atípico del Pr"

Las elecciones del 20 de junio han sacado de dudas a comentaristas, políticos e incluso a muchos simpatizantes del partido, con respecto al gran interrogante que se ha cernido constantemente sobre el debate de esta formación política, es decir sobre si el Pr debe o no ser considerado un auténtico partido político o simplemente un grupo de presión, aunque sin renunciar a un cierto carisma con respecto a la mayor parte de las asociaciones de este tipo que actúan en el escenario político italiano. La participación en la campaña electoral y la entrada de cuatro radicales en el parlamento han fomentado la superación de este interrogante, pues, hoy por hoy a nadie le cabe la menor duda de que el Pr es un auténtico partido, si por tal se entiende una asociación voluntaria que entra en competición con otras asociaciones con un proyecto específico y dicho proyecto solicita el consenso de la comunidad política. (1) Este interrogante a menudo se suscitaba por que sí y se instrumentalizaba contra la presencia, en clave

competitiva, del Pr en la sociedad política (»Los radicales que ejerzan su profesión y se encarguen de acoger las reclamaciones en materia de derechos civiles, que nosotros nos encargaremos de la necesaria mediación política aunque no por ello priva de fundamento, al ser el Pr un partido político "sui generis" que ha actuado durante mucho tiempo (y que sigue todavía actuando) con modalidades de acción propias de un grupo de presión.

Las características específicas del Pr, partido difícilmente encuadrable en una tipología de partidos (o de grupos de presión) (2) pueden ser pueden subdividirse en los siguientes tres niveles:

a) la organización interna; b) el método de lucha política; c) la relación con la "sociedad civil" y con la "sociedad política". (3) En general, la distinción comunmente aceptada entre grupo de presión y partido político es, aparentemente, muy clara: el primero es una asociación que se constituye con objeto de ejercer una "influencia" en los que ostentan el poder (o los opositores del poder existente) mientras que el segundo es una asociación cuya razón de ser consiste en la conquista y en el ejercicio del poder. Esta definición, bien mirado, no es del todo acertada; en primer lugar, porque la frontera entre la influencia y el poder no son tan claras; no es consistente la tesis por la que el poder se distingue de la influencia porque, a diferencia de la segunda, dispone de "sanciones" por aplicar contra lo que no funciona. De hecho, este criterio no es suficiente para distinguir los dos tipos de acción social ni sus actores; incluso un grupo de presión a menudo puede ejercer sanciones: por ejemplo, una asoci

ación de empresarios, que sin lugar a dudas es un grupo de presión, dispone de muchas más armas contra un gobierno que rechace sus propuestas. En segundo lugar, la lucha en primera persona por el poder según las "reglas del juego" consolidadas en un cierto sistema político (por ejemplo, en el casi de los regímenes democrático-representativos, las elecciones) tampoco pueden ayudar a distinguir a quienes ejercen el poder ni a quienes intentan ejercer una simple influencia. Por poner un ejemplo, considerando la historia política europea de los últimos años, sería difícil catalogar como "grupos de presión" (o lo opuesto como "partidos políticos") a los movimientos políticos contestatarios surgidos tras el 1968 utilizando como único criterio discriminatorio la participación o no en las elecciones.

En realidad, la distinción entre partido y grupo de presión no puede estar basada en la diferencia entre poder e influencia ni entra voluntad o no de ejercer un poder de forma directa. Lo que distingue a un partido de un grupo de presión parece consistir en la "globalidad" o, al contrario, en el "carácter sectorial" de sus finalidades políticas: mientras que el grupo de presión representa intereses particulares y actúa para obtener medidas en su favor, el partido, incluso cuando representa intereses sociales restringidos, actúa deliberadamente (cuando gobierna) o intenta actuar (cuando está en la oposición) en la organización y el funcionamiento de toda la sociedad. (4) Hay que apuntar hacia los "fines políticos" de cada asociación y no siempre es posible ni fácil dar una respuesta unívoca. El caso del Pr es, desde este punto de vista emblemático: si se considera sectorial la "lucha por los derechos civiles" (tal y como durante largo tiempo consideró la izquierda italiana), importante para la democratización

de la sociedad pero, por sí sola, no suficiente para un proceso de profunda reorganización, entonces cabe considerar al Pr (incluso actualmente que se sienta en el Parlamento) un grupo de presión que busca, con sus iniciativas políticas, imponer al resto de la izquierda italiana la lucha sobre batallas civiles concretas (tal y como en su día lo hiciere con éxito con respecto al tema del divorcio). Si, por el contrario, según las orientaciones de los radicales, la lucha por los derechos civiles se entiende como un instrumento, una palanca para desencadenar una transformación general de las relaciones sociales basándose en un modelo de sociedad concreto (el "socialismo libertario"), entonces, el Pr debe ser considerado un partido político (y la profundas diferencias - que veremos - con respecto a los demás partidos no son suficientes para hacer que se salga de esta categoría).

Es del dominio público que los partidos no pueden ser estudiados ni clasificados a partir de un criterio global determinado: las funciones que desarrollan en el sistema político, la ideología, la organización interna, los intereses de clase o de grupo que representan, etc. sino que éstos y otros criterios hay que combinarlos juntos. El sondeo sobre la "naturaleza" de los partidos hay que distinguirla desde un punto de vista teórico, desde el punto de vista del "papel" que desempeñan en el seno de un sistema político. (5) Con respecto al primer aspecto, cabe considerar dos dimensiones específicas: el tipo de "organización" interna (partido electoral, de cuadros, de notables, etc.) y la relación con el ambiente social externo ("asentamiento" social y características de la "delegación" política). Para el segundo, lo importante es el análisis entre ambas dimensiones: la naturaleza del "proyecto político" y el "método" de acción política. Está claro que cada una de estas cuatro dimensiones está estrechamente vinc

ulada a las otras: que la organización interna depende de si ejerce una influencia en el asentamiento social del partido, qué proyecto político y método de acción están estrechamente vinculados entre ellos y si ambos reaccionan en la organización y en el asentamiento

Organización Asentamiento

Método Proyecto

La descomposición anterior posee finalidades puramente analíticas, nos permite una aproximación sistemática y ordenada al partido, y no indica cuatro aspectos o características de los partidos distinguibles empíricamente. Estas cuatro dimensiones sólo se pueden separar teórica y artificialmente. En la primera parte de estas notas consideraremos sobre todo las características del Pr desde el punto de vista de la organización y del asentamiento social. En la segunda, se enfocará la relación existente entre el método de acción, el proyecto político y el contexto socio-político en general en el que actúa el Partido radical.

2. "Normas, estructuras y carismas: las contradicciones"

Desde el punto de vista estrictamente general, el Partido Radical es un partido de "creación interna", es decir, nacido en el seno de la sociedad política según la formulación de Maurice Duverger. (6) El Partido Radical nació y se desarrolló por iniciativa y por voluntad de miembros de la sociedad política (el ala escisionista del Partido Liberal y los universitarios del Unuri) sin intervención de fuerzas sociales externas: fue un "grupo político", procedente de horizontes culturales variopintos, el que le dio vida. A lo largo de la primera fase de su existencia mantuvo las características de expresión de una exigua minoría "iluminada" de intelectuales. A principios de los años sesenta, cuando la "izquierda radical" heredó todo el partido, el Pr sufrió su transformación más importante, convirtiéndose, al menos en parte, en un "movimiento político contestatario". (7) Pero la sociedad italiana de por aquel entonces, rígidamente controlada por el sistema de partidos, segmentada y encerrada en subculturas compac

tas y no comunicantes entre ellas, no era capaz de responder positivamente a la propuesta de una política "distinta". Por ello, era necesario que se produjesen cambios profundos en el mundo de la sociedad civil y en sus relaciones con el sistema político. Ello tuvo lugar a finales de los años sesenta con la explosión de los primeros movimientos colectivos. El renacer, de forma autónoma y parcialmente desenganchada de la mediación de las fuerzas políticas tradicionales, de la sociedad civil, el crecimiento de zonas consistentes de autonomía social, tendrán efectos decisivos (aunque visibles solo tras cierto tiempo) (8) en el Partido radical y en las posibilidades de éxito de su llamamiento político. Los procesos de "autonomización" de lo social son la raíz de la creciente capacidad del Pr para actuar como movimiento político que "sin mediadores" (distinguiéndose en ello, sobre todo, de las demás formaciones de izquierda) transmite directamente al sistema político las exigencias sociales que se producen. Este

aspecto, que es el más importante, lo analizaremos más adelante.

Consideremos, por el momento, la organización interna. Una distinción clásica, en materia de partidos políticos, es la existente entre el "partido de comité" y "partido de aparato" (9) El primero hizo su aparición en Europa el siglo pasado, en una época de sufragio restringido, con el objeto de representar en el parlamento los intereses burgueses y aristócratas. Estaba compuesto por un conjunto de comités restringidos de notables, cada uno de ellos reunido en torno a un candidato, repartidos por la geografía nacional. No existían ni disciplina de partido ni una estructura centralizada. Cada comité financiaba directamente la campaña electoral par elegir a su propio representante. Los órganos centrales se limitaban a coordinar las actividades de los comités, sin impartir directrices. No existían momentos en los que se comprobase de forma colectiva la línea política. Este tipo de partido, en desaparición en Europa tras la introducción del sufragio universal siguió siendo, en algunos casos, expresión organizada

de los intereses de las clases superiores. Sin embargo, en general, estas clases escogieron, a lo largo del siglo XX, el camino de la imitación de partidos organizados del movimiento obrero.

Los partidos socialistas y posteriormente comunistas contaban y siguen contando, con una estructura completamente distinta de la de los partidos de comité. Eran partidos de aparato, centralizados, con una (más o menos) rígida disciplina de partido y una ideología coherente. La espina dorsal del partido de aparato estaba compuesta por una cuota consistente de "profesionales de la política", funcionarios, miembros de los órganos centrales, parlamentarios, todos ellos retribuidos regularmente. Puesto que este partido debía organizar y representar a las clases subalternas de la sociedad y no podía contar con las ampliaciones de miembros ni de simpatizantes optativos, se introdujo la Práctica del financiamiento regular y obligatorio de los inscritos. El dinero obtenido contribuía a finalizar las principales actividades del partido, desde la prensa a los sueldos de los funcionarios pasando por otras muchas actividades. Estas últimas eran numerosas porque el partido de aparato, contrariamente al partido de los nota

bles, no entraba en actividad sólo en los períodos electorales, (no era una simple "máquina electoral") sino que desarrollaba una intensa y continua acción de propaganda y adoctrinamiento; a parte de las elecciones, su objetivo era la educación y el encuadramiento político masivo. Los vínculos "verticales" (entre la cúspide y la periferia) eran rígidos y fuertes, la periferia debía seguir fielmente las directrices de la cúspide (pero ello tenía lugar, y sigue teniendo lugar, más fuertemente en los partidos comunistas que en los socialistas). El partido de aparato es el prototipo del "moderno partido de movilización". Su nacimiento obliga a los adversarios políticos, los partidos de derechas, a reorganizarse. Estos partidos desarrollaron de esta manera una burocracia central, entablaron relaciones más estrechas entre la cúspide y la base, intentaron crear una disciplina de partido. Pero, obviamente, las distintas "finalidades" políticas y el distinto tipo de "asentamiento social" impidieron una real homogenei

zación interna con respecto a los partidos de izquierda y los intentos fracasaron en la mayor parte de los casos.

Los partidos notables y de aparato representan a los principales "tipos" pero no agotan la amplia gama de posibilidades organizativas manifestadas por los modernos partidos políticos. Las transformaciones sociales y políticas de los sistemas políticos occidentales han procurado gran número de cambios estructurales en la mayor parte de los partidos. Las transformaciones sociales y políticas de los sistemas políticos occidentales han realizado considerables cambios estructurales en la mayor parte de los partidos. Actualmente, predominan por regla general las soluciones mixtas: algunos partidos de aparato han sufrido un retroceso hacia formas más arcaicas de organización (clientelar o de notables), otros han sufrido una evolución que les ha transformado en "máquinas electorales" en cuanto a actividad política y en "partidos aprovechaloquesea" (10) en lo que a representación social se refiere, otros han mantenido inalterados los rasgos de sus orígenes aún mostrando los síntomas de una electoralización progresiva

. (11)

En el partido de aparato original hallamos una sustancial "homogeneidad" entre el proyecto político y la organización. Centralización y monolitismo, rígida disciplina interna eran características organizativas que respondían perfectamente a los objetivos del partido: acabar con el capitalismo y la reorganización de la sociedad a través de la estatalización de los medios de producción y en el caso del partido leninista, la dictadura del proletariado. Este tipo de partido no se prestaba, organizativamente hablando, a un distinto proyecto político, a una propuesta de socialismo "autogestionario" que rompiese con los esquemas leninistas contraponiendo la descentralización a la centralización, la socialización a la estabilización, la expansión de los ámbitos de libertades al despotismo burocrático. Para gran parte de ellos, la escasa credibilidad de muchos partidos socialistas, incluido el italiano, (12) depende del hecho de que una vez rechazada la hipótesis de un socialismo centralizado o burocrático, no han si

do capaces de adecuar las estructuras internas a una propuesta política distinta. (13)

Si bien este es el ámbito general en el que hay que ubicar un análisis que no sea superficial de la organización radical, es necesario aclarar todavía el siguiente concepto: cabe distinguir entre las "normas" que regulan la vida de una organización y los comportamientos efectivos que muestran constantemente una mayor o menor distancia de las primeras. Desde el punto de vista de las normas, de la "constitución formal" (el Estatuto del partido que entró en vigor en 1967) no parece que haya dudas sobre el hecho de que el Pr es una de las pocas formaciones "socialistas" que más ha intentado acercarse al objetivo anteriormente indicado (amoldar la organización al proyecto). Desde el punto de vista de la estructura normativa, el Pr representa el caso de un partido modernizante basado en la mayor descentralización posible permitido a una formación política unitaria. Se diferencia, bajo este perfil, tanto, obviamente, de los grandes partidos de la izquierda histórica, como de los pequeños partidos de la "nueva izqui

erda", que de los primeros han recalcado el modelo (por ejemplo, formaciones como Pdup para el Comunismo o Vanguardia Obrera). La ecuación partido de aparato/partido modernizante, generalmente válida, no lo es para el Partido Radical. Falta en el Pr una burocracia, y por consiguiente ese núcleo de funcionarios profesionales que caracteriza a las formaciones de inspiración leninista (como las recordadas anteriormente). El rechazo del profesionalismo es en este caso - tal y como se lee en el Estatuto - (14) una opción política deliberada que desciende de las opciones ideológicas generales del partido. Los vínculos verticales son débiles debido a la estructura descentralizada. Los grupos locales se organizan autónomamente en unidades-base regionales). El máximo de autonomía política compatible con el mantenimiento de la unidad lo garantiza expresamente el Estatuto. (15) El Congreso nacional establece los objetivos políticos y elige a los órganos centrales pero cada asociación local posee la facultad de desarrol

lar, de forma autónoma y desvinculada de cualquier directriz central, su propia acción política. En concreto, ello significa que los intereses de los militantes de cada una de las asociaciones, son mucho más importantes, para la acción política locales, que las directrices congresales o de secretaría. Objetivos políticos específicos "anticlericalismo, antimilitarismo, defensa de las minorías etc.) y formas y modalidades de acción quedan de esta manera a discreción de cada una de las asociaciones, y pueden dar, según las zonas, "imágenes" externas distintas al Pr. Unicas excepciones, obviamente, las campañas para los referéndums y, en general, las iniciativas requieren un esfuerzo paralelo común de todo el partido.

El Congreso está abierto a todos los inscritos que participan con derecho de voto (aunque, en este caso, se trata de una praxis consolidada y no de una disposición estatutaria). Este es uno de los aspectos que delinea, mejor que otros, la estructura abierta del Pr. Los mecanismos de formación de las decisiones congresales se forman basándose en el principio de la democracia directa, del rechazo de la delegación. Una vez más, no se trata de una decisión impuesta por las necesidades (pequeñas dimensiones, debilidad organizativa etc.) tal y como lo demuestra el hecho de que las pequeñas organizaciones, Pdup, Ao, Lc, por ejemplo, partiendo de distintos presupuestos políticos, han mantenido rigurosamente el principio de la delegación y de la estructura "cerrada" aun en el congreso.

Los pocos rasgos organizativos mencionados son testimonio suficiente del carácter atípico del Pr: persigue la movilización de masa a partir de objetivos políticos específicos pero está exento de estructuras burocráticas, mantiene una estructura "abierta" en la que instrumentos de representación directa se mezclan a los mecanismos, más tradicionales, de la delegación política, (mezcla, como veremos, homogénea con respecto al tipo de acción política desarrollada) y vínculos verticales "débiles" como consecuencia de la estructura federativa y descentralizada.

Todas las características organizativas del Pr indican el intento de construir un vehículo homogéneo con respecto a un proyecto político de socialismo libertario, basado en el rechazo del profesionalismo burocrático y de la centralización (que del primero, es la probable cuando no la inevitable consecuencia), sobre el desarrollo autónomo de las asociaciones locales, sobre el rechazo de la delegación en todos los casos en los que sea posible. Se trata, así pues, desde el punto de vista de la "estructura normativa", de un experimento político nuevo puesto que estructuras descentralizadas y federativas han caracterizado hasta el momento presente sobre todo a los partidos de notables orientados a la defensa del estatus quo y sólo en pocas ocasiones partidos innovadores o modernizados.

Pero, naturalmente, existe siempre un desfase entre la "constitución formal" y la "constitución material", entre la normas y las estructuras de poder efectivas. Las estructuras reales de un partido, de hecho, dependen, a parte que de las normas, de las contriciones del ambiente social y político en las que el partido actúa. Cabe destacar que la distancia o el desfase entre las normas y las estructuras reales no es un dato fijo invariable; su amplitud es una "variable" y, dadas ciertas condiciones, es posible reducirla hasta obtener, si no una coincidencia perfecta, por lo menos una aproximación considerable entre los comportamientos previstos por las normas y los comportamientos efectivos. Esta observación es importante porque en el caso del Pr, al igual que en otros muchos casos, es fácil observar una diversidad entre la estructura normativa y la distribución efectiva del poder decisional. Incluso tras el 1967, (cuando en el Congreso de Bolonia, se aprobó el Estatuto en vigor y hasta tiempos recientísimos,

el Pr ha mantenido una escasa consistencia y una presencia política no homogéneamente distribuida en el territorio nacional. El desequilibrio en la distribución geográfica, la relativamente masiva presencia en la Capital y la debilidad organizativa de las demás asociaciones (con la excepción de Milán desde el 1972 y otras pocas sedes) han tenido siempre consecuencias negativas en el funcionamiento interno de la organización. De ahí ciertas tendencias, recriminadas, por lo general, al grupo dirigente "romano", pero imputables, más probablemente, a la debilidad del partido en las demás zonas, a la gestión centralizada de las campañas de resonancia nacional; de ahí la "discontinuidad" en las comunicaciones internas: de ahí, por último, el carácter "carismático", o supuestamente tal, del liderazgo radical.

Desde principios de los años setenta - cuando empezaban a consolidarse las primeras realidades periféricas - y antes del reciente crecimiento asociativo que en la actualidad parece haber si no eliminado, desde luego sí debilitado el desequilibrio entre cúspide y periferia (pero aún queda mucho por hacer), la "constitución material" del Pr era tal que, por debilidad organizativa, el máximo del poder decisional se concentraba en el "centro" (en el grupo dirigente "histórico") aunque esta tendencia objetiva estaba contrastada parcialmente por mecanismos de tutela de la democracia de base predispuestos por el Estatuto del 67.

Es sabido que las grandes organizaciones complejas, la tendencia a la burocratización y la escasa participación de base provocan generalmente un impulso irrefrenable para la constitución de oligarquías de cúspide que anulan la democracia interna. (16) En una pequeña organización, exenta de "diafragmas" burocráticos, la democracia interna puede tener igualmente, aunque por motivos opuestos, una vida difícil. Sin embargo, en muchos casos se trata de un "efecto óptico": el grupo dirigente cuenta efectivamente con un poder de decisión desproporcionado con respecto a la base del partido (al igual que en la gran organización) pero simplemente porque esta última es demasiado débil y desorganizada. Parecen existir "umbrales" organizativos "por encima" y umbrales "por debajo" de los cuales la democracia interior no puede funcionar plenamente. A una estructura organizativa "débil" corresponde necesariamente un centro "fuerte" (puesto que la base está desorganizada y es políticamente frágil, las comunicaciones internas

son difíciles, etc.). Cuando, en una fase sucesiva, mejora el estado organizativo del partido aumentan las posibilidades del debate interno, aumenta la participación de la base en el proceso decisional. Por encima de un cierto umbral organizativo, por último, todo crecimiento se traduce en "burocratización", la democracia interna se oprime de nuevo, las tendencias oligarcas cobran fuerza de nuevo.

Todos los datos a disposición parecen indicar que el Pr ha entrado, recientemente, en una fase de crecimiento que, si la hipótesis planteada es correcta, debería sustancialmente reforzar la democracia interna. Ello significa que el nuevo estado organizativo del partido debería permitir una mayor adecuación de la vida interna a las "normas estatutarias" pero también que un distinto "modus vivendi" deberá probablemente instaurarse en la relación entre cubre y base del partido con la probables, cuando no inevitables, tensiones y conflictos internos de los momentos de transición.

Cuanto menor sea la fuerza de su organización, mayores serán las oportunidades de éxito de un partido de depender de la "cualidad del liderazgo". "Carisma", tal y como se sabe, es un término que ha entrado a formar parte de nuestro vocabulario, por lo general fuera de lugar, para indicar cualquier líder con éxito provisto de "encanto". En la literatura sociológica, de Weber en adelante, indica la relación psicológica basada en la atribución al líder por parte de sus secuaces de "cualidades heroicas". (17)

Pero, más allá del hecho de que el "carisma" es un fenómeno de dificilísima delineación empírica, (18) la capacidad de "conversión-movilización" del "liderazgo" supuestamente carismático no pueden en ningún caso ser supervaloradas. Se ha observado actualmente que "... a no ser que se crea en el milagro de un origen absoluto (como comportaría la teoría weberiana del carisma) cabe plantar que el profeta que triunfa es el que formula para el uso de los grupos o de las clases a las que se dirige un mensaje que las condiciones objetivas que determinan los intereses, materiales y simbólicos, de estos grupos o clases los predisponían para escuchar y entender. De lo contrario, cabe invertir la relación aparente entre la profecía y su audiencia: el profeta religioso o político predica siempre a convertidos y sigue a sus discípulos por lo menos en la medida en la que sus discípulos lo siguen, puesto que son los únicos que escuchan y entienden sus lecciones y son aquellos que, por todo lo que son, han dado mandato obje

tivo de que les diese la lección". (19)

La relación líder-secuaces es, también en aquellos casos en los que la apariencia indica la presencia del carisma en el sentido weberiano, mucho más plausiblemente, de tipo "transitivo". La adhesión al liderazgo se basa en principios "racionales", no emotivos (no en el sentido que estas falten del todo, sino en el sentido que no representan, salvo en pocas ocasiones, el fundamento principal del "liderazgo"). Ello significa que: "En una perspectiva en términos de transición, los que siguen al "líder" hacen conscientemente un balance de los costes y de las recompensas entre un cierto número de opciones percibidas, y por consiguiente se conforman a las iniciativas del "líder" que ofrecen mayores ventajas". (20)

Naturalmente, en una pequeña organización, priva de control sobre recursos materiales, la adhesión al liderazgo, estará conectada exclusivamente a la satisfacción de los beneficios y a la distribución de recompensas simbólicas. Sin embargo, puesto que cualquier grupo político exige, tanto para defender su propia "identidad", como para actuar eficazmente en el ambiente externo, una implicación de los secuaces, cuando falta o, en cualquier caso, es insuficiente la red de vínculos organizativos internos, es más probable la presencia de rasgos carismáticos del "liderazgo" - reflejo del mayor activismo de la cúspide - que posee la función de colmar el "vacío" organizativo y de impedir la disgregación del grupo. En cualquier caso, los elementos carismáticos aparecerán más visibles que en las grandes organizaciones burocráticas. (21)

3. "Agregaciones de los intereses, control social y movimientos espontáneos"

La ubicación de un partido en el seno de un sistema político, a parte de las decisiones de su grupo dirigente, de las constricciones ambientales y de las características organizativas, depende de la relación específica que el partido mantiene con la sociedad externa. Volvamos por un momento a la distinción introducida anteriormente, entre partido y grupo de presión. El primero se distingue del segundo, tal y como hemos dicho, por la distinta naturaleza de la demanda política que organiza, "general" el uno, y "particular" el otro. Ello significa que, en la mayor parte de los casos, el partido "agrega" las peticiones "particulares" de distintos grupos sociales, es decir desarrolla una tarea de "mediador" entre distintas peticiones y, a veces, divergentes, encuadrándolas en un programa político general. Esta es la principal función de los políticos y ello lo demuestra "lo contrario", es decir que sus efectos disgregadores que se producen en el sistema político cuando los partidos pierden la capacidad de agrega

r la petición y se convierten en portadores de intereses sectoriales o particulares. (22) Decir que el partido agrega la petición política significa que desarrolla una actividad de mediación entre la sociedad civil y los aparatos decisionales del Estado: el Partido recoge múltiples demandas, rechaza otras, facilita o paraliza el acceso a los canales políticos de otras demandas. La sociedad política (el conjunto de partidos y de grupos de interés), en una ocasión sede privilegiada de la lucha por el poder y de la contratación entre representantes de demandas sociales diferenciadas, actúa como un "diafragma" entre sociedad civil y Estado, con una acción de filtrado y de selección. La principal diferencia entre el Pr y los demás partidos parece consistir, previo proceso de agregación y de mediación, en las peticiones específicas de los sectores de la sociedad de los que es portavoz.

Aclaremos mejor este aspecto. Todo partido político posee una gran variedad de vínculos y de canales de conexión con la sociedad. El Partido Comunista, por ejemplo, es sin lugar a dudas el principal representante político, en la sociedad italiana, de los trabajadores de la industria pero expresa igualmente las aspiraciones y los intereses de franjas consistentes de clase media, esta conectado, a través de sus organizaciones colaterales, con el electorado juvenil, con las mujeres etc. Estas distintas franjas y sectores son portadores de peticiones políticas específicas, a menudo (y cada vez más, a medida que se amplía el asentamiento social del partido) en contraste entre ellas y, a veces, en contraste con la misma estrategia escogida por el grupo dirigente. La tarea del partido se realiza de esta manera en gran parte con una mediación que tiene por objeto canalizar las distintas peticiones hacia objetivos políticos unitarios. (23) En su cúspide se producen contrataciones (compromisos) entre líneas políticas

a menudo divergentes. El caso del aborto es, desde este punto de vista, ejemplar. La estrategia del compromiso histórico impone, de por sí, evitar el enfrentamiento con la Dc y con la Iglesia. Por otra parte, el partido sufre la presión de las mujeres comunistas así como de la opinión pública progresista que solicita la liberalización del aborto. De ahí el intento constante de compromiso con el Vaticano y la Dc por una parte, con los sectores abortistas del partido por otra, y por lo tanto la oscilación entra posturas sensiblemente más avanzadas y posturas más atrasadas, oscilación que no es el fruto de incertidumbres o de insuficiencias subjetivas del grupo dirigente sino que es el producto de una contradicción estructural.

En esta misma clave puede leerse el comportamiento oscilante entre cerrazón (las acusaciones del "fascismo" al movimiento de los estudiantes) y los intentos de recepción parcial de la demanda y recogida en el seno de su propia estrategia política de las "minorías intensas", es decir la relación particular de "mediación institucional" que el Pc mantiene con las vanguardias sociales. (24) De lo dicho se desprende que el partido político, incluso de oposición, en la sociedad contemporánea, es siempre, al mismo tiempo, una "estructura de representación" y una "estructura de control social". Expresiones como "agregación de los intereses" o "mediación institucional" indican esta constante ambivalencia de la relación entre partido y sociedad civil.

El Partido Radical parece diferenciarse precisamente en ésto: que asume la representación de los intereses (necesidades) de sectores de la sociedad civil pero no ejerce ninguna forma de control sobre los mismos, no agrega la demanda, la recoge y la propine directamente a la sociedad política. Por consiguiente esta parece ser la consecuencia de la relación peculiar que el Pr mantiene con los movimientos colectivos. Su estructura descentralizada y federativa permite este tipo de relación. Más todavía, lo permite el vínculo institucional entre "partido, movimientos federados" y "movimientos colectivos". El Pr se encuentra en el centro de una relación compleja con la sociedad difícil que le permite recibir, sin mediaciones burocráticas, las peticiones de los movimientos colectivos. Los movimientos federados al Pr y los demás grupos políticos que se remiten a este partido mantienen un vínculo privilegiado - aunque no todos con la misma fuerza e intensidad - minorías étnicas sexuales, con las distintas formas de m

arginación y de Liberación de la mujer, Liga de los Objetores de Conciencia, Fuori, etc.). arraigados a su vez en los distintos movimientos contestatarios. (25) Ello explica que, en parte, la capacidad del Pr de anticipar, en sus acciones políticas, los temas que, en breve, se convertirán en objetivos de movimientos de masas: la lucha antimilitarista que antecede a la contestación en los cuarteles en sus formas más generalizadas, la batalla por el aborto planteada "antes" de que se convirtiese en el fulcro de la lucha y del crecimiento del movimiento feminista. Por supuesto, en política, la capacidad de anticipar los problemas, implica también dotes de intuición, por lo que se suele remitir a las capacidades políticas de los líderes, es decir un aumento exquisitamente "subjetivo". Sin embargo, la principal causa parece ser de carácter estructural, (objetivo).

De esta relación particular se desprenden posteriormente consecuencias de gran envergadura, el Pr mantiene las características de un partido político anómalo, a mitad camino entre el auténtico partido, del que lo separa la ausencia de estructuras de control social y de recomposición unitaria (agregación) de las distintas peticiones políticas, y el "movimiento político contestatario" con el que tiene en común un vínculo no intermediado burocráticamente con la sociedad civil.

Esta relación particular se refleja en la acción política característica de esta formación que se resuelve en la constante "violación" de las reglas del juego" de la competición política a la que se someten los demás partidos. No agregando la petición sino haciéndola rebotar y también introduciéndola directamente en el sistema político, gracias a su estructura particular, el Partido radical mantiene en su acción un carácter de "imprevisibilidad" fruto del hecho de que su acción se desplega siguiendo una lógica que no es la de las relaciones interpartídicas sino de las variables y continuas erupciones de exigencias sociales de las que se hacen portavoces, con sus altibajos, los movimientos colectivos.

Sobre todo, en ello parece estribar la diferencia entre el Pr y los demás partidos: fueren cuales fueren (conservadores o de cambio) sus objetivos, los partidos intentan siempre, por definición, ejercer una "hegemonía" en la sociedad civil, en la dirección unitaria de los sectores que organizan y/o representan el proyecto político del Pr, tal y como se desprende no tanto de las afirmaciones de los radicales, sino de las características de su organización, de su estrecha relación con el ambiente social y de su acción política, es por le contrario el que sabe devolver a la sociedad civil una expresión política autónoma, haciendo "saltar" por lo menos en parte la mediación de la sociedad política: es la expresión autónoma de los procesos sociales al margen y a menudo en contra - de la sociedad política, tal y como demuestra la decisión de los referéndums como instrumento privilegiado de lucha, el objetivo principal del Pr. (26)

Intentaremos evaluar, en el apartado de las conclusiones, las implicaciones y algunos problemas por resolver de este proyecto. Por el momento observamos que se presenta como una respuesta a los cambios sociales y políticos en curso. Pero para comprender este aspecto, es menester colocarse a un nivel distinto de análisis, cabe disponer de algunas hipótesis interpretativas fidedignas sobre el funcionamiento de los sistemas políticos del capitalismo de los últimos tiempos y del italiano en particular.

 
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