Radicali.it - sito ufficiale di Radicali Italiani
Notizie Radicali, il giornale telematico di Radicali Italiani
cerca [dal 1999]


i testi dal 1955 al 1998

  RSS
gio 13 feb. 2025
[ cerca in archivio ] ARCHIVIO STORICO RADICALE
Archivio Partito radicale
Teodori Massimo, Ignazi Piero, Panebianco Angelo - 1 ottobre 1977
LOS NUEVOS RADICALES: (10 - 2ª parte) De la sociedad corporativa a los movimientos colectivos: naturaleza y carácter del Partido Radical
de Massimo Teodori, Piero Ignazi y Angelo Panebianco

SUMARIO: La interpretación histórica del Partido Radical basada en la reconstrucción de las distintas fases de la cuestión radical desde 1955 hasta 1977.

INDICE GENERAL

"Introducción de los autores"

Primera parte

HISTORIA DEL PARTIDO RADICAL

I De los viejos a los nuevos radicales

1. El primer Partido radical (1955-1962)

2. El centro izquierda y el optimismo tecnocrático del bienestar

3. Las nuevas oposiciones en Europa

4. La herencia del movimiento goliardo

5. La izquierda radical

"Notas"

II La soledad de una minoría

1. La fatigosa reanudación del nuevo grupo

2. La "Agenzia Radicale" y sus batallas: Eni, asistencia socio-sanitaria y educación.

4. Los radicales ante las propuestas de unificación de la izquierda

5. El aislamiento de una cultura política distinta. Hacia el congreso de refundación (1964-1967)

"Notas"

III La campaña del divorcio

1. El nacimiento y el desarrollo del movimiento divorcista con la Lid

2 El movimiento popular y la acción de presión en el Parlamento

3 Del divorcio al referéndum

4 Los radicales en el movimiento divorcista. Significado político general

"Notas"

IV Un partido en busca de sí mismo. Desde el congreso de refundación (1967) al de reimpulso (1972)

1 A través del sesenta y ocho

2 Las nuevas iniciativas: justicia, sexualidad, Concordato, liberación de la mujer

3 Con antimilitarismo y objeción de conciencia una caracterizada presencia militar

4 Los radicales y el sistema político desde las elecciones del 68 hasta las del 72

5 Las dificultades del partido hacia el Congreso de reimpulso (Turín 1972)

"Notas"

V La oposición al régimen con los derechos civiles

1 Tras el reimpulso se multiplican las iniciativas con un partido bastante frágil

2 Los ocho referéndumes y el referéndum sobre el divorcio

3 El caluroso verano de 1974: la batalla por la información lleva a Pannella a la pequeña pantalla

4 Los radicales ante la "cuestión socialista"

"Notas"

VI En pro de una revolución democrática

1 Acción directa y acción popular para el aborto

2 El partido federal cobra forma a partir de los derechos civiles. La carta de las libertades

3. Los radicales en el Parlamento con las elecciones del 20 de junio de 1976

"Notas"

VII En Italia y en el Parlamento

1 Una minoría en el Parlamento

2 El proyecto referendario como proyecto alternativo

3 El conflicto entre comunistas y radicales

4 Los motivos de veinte años de historia radical

"Notas"

Segunda parte

ELECTORADO, MILITANTES Y MOVIMIENTO: UNA INTERPRETACION SOCIOLOGICA

I Los militantes radicales: composición social y actitudes políticas

1 Introducción

2 La composición social

3 Los radicales y el Partido

4 Actitudes políticas en general

5 El perfil socio-político

6 Conclusiones

"Notas"

II El voto de los radicales en las elecciones del 20 de junio de 1976

1 Las características generales del voto

2 Un consenso electoral urbano

3 Un voto de opinión

4 La mayoría prefiere a Pannella

5 Análisis de un caso: Toscana

6 Consideraciones conclusivas

"Notas"

III De la sociedad corporativa a los movimientos colectivos: naturaleza y papel del Partido Radical

1 Partido político, grupo de presión y movimiento: el carácter atípico del Pr

2 Normas, estructuras y carisma: las contradicciones

3 Agregaciones de los intereses, control social y movimientos espontáneos

4 Sistema político y sociedad corporativa

5 De la contratación al conflicto

"Notas"

APENDICES

I Estatuto del Partido Radical

II Los órganos centrales del Pr

III Cronología de los principales acontecimientos de los movimientos federados y de las ligas

IV Fuentes y orientación bibliográfica

("LOS NUEVOS RADICALES", Historia y sociología de un movimiento político - Massimo Teodori, Piero Ignazi, Angelo Panebianco - Arnoldo Mondadori Editore, octubre de 1977)

----------

DE LA SOCIEDAD CORPORATIVA A LOS MOVIMIENTOS COLECTIVOS: NATURALEZA Y CARACTER DEL PARTIDO RADICAL (2ª PARTE)

4. "Sistema político y sociedad corporativa"

La organización interna y el asentamiento social son más un efecto (así como con una cierta capacidad de retroacción) que una causa del papel de una formación política en un sistema social. Ello es válido para los grandes partidos de integración así como para los pequeños partidos de aparato. Lo cual se aplica para el Partido Radical. La única forma de comprender el carácter social que esta formación política organiza así como las características de su acción política es efectuando un análisis - que realizaremos someramente - de las condiciones generales que unen a las sociedades capitalistas de los últimos tiempos y sobre las condiciones específicas que caracterizan al sistema político italiano.

La sociedad capitalista de los últimos tiempos es una sociedad "regulada por el Estado".(27) Caída la añeja "separación" entre sociedad civil y Estado, la tendencia a la interpretación es progresivamente más estrecha entre ambas esferas. La "regulación estatal global de los procesos vitales de la sociedad" (28) produce la politización de todas las relaciones sociales. El conflicto de clase que tenía su epicentro en la industria sigue siendo importante, pero estallan nuevos conflictos y se difunden a gran velocidad por todos los sectores del sistema social. El grupo político, los centros decisionales estatales, los aparatos ideológicos de control son la contrapartida de los nuevos conflictos.

Tal y como escribió hace tiempo un sociólogo que, entre los primeros, advirtió el sentido de los nuevos cursos: "nuestro pasado económico y social ha estado dominado por el enfrentamiento central entre la industria y el sindicato: actualmente, ambos adversarios siguen oponiéndose pero sus luchas no afectan a todos los niveles de la vida social; se ubica en escalones intermedios, lo cual les da una importancia considerable. Pero cabe reconocer que manda menos directamente y de forma menos completa que otrora la política económica y social de la sociedad al igual que la vida privada de los trabajadores". (29)

La intervención del Estado en la economía abre el camino a cambios internos en la clase dirigente (crecimiento de la burguesía de Estado, refuerzo del poder de la clase política que controla los aparatos del Estado etc.) y modificaciones en todo el bloque social que esta clase organiza. Sólo desde un punto de vista decimonónicos, incapaz de acoger los cambios, el Estado puede ser conceptualizado como "superestructura" con respecto a las relaciones de clase. En la sociedad contemporánea, por el contrario, el Estado es, adaptando una expresión althusseriana, el lugar de "condensación" de las relaciones de poder de la sociedad.

La relación de carácter distinto con respecto a la época del capitalismo liberal, entre la sociedad civil y el Estado, ha provocado así pues, cambios en la fisonomía interna de las clases superiores y subordinadas y ha trasladado de la fábrica a toda la sociedad el epicentro de los conflictos de clases. La institucionalización de los conflictos industriales comporta un aumento del peso político del sindicato obrero pero, paralelamente, lo implica en la contratación política, lo transforma de expresión originaria organizada de un movimiento social contestatario en grupo de interés entre los otros, con funciones de representación y de control social. (30)

La sociedad política, el sistema de los partidos y de los grupos de presión, estructura intermedia entre la sociedad civil y el Estado, de instrumento de mediaciones entre un "público" restringido burgués y las instituciones estatales, se transforma en un "mercado político", sede del intercambio y de la contratación colectiva entre los representantes de los múltiples grupos sociales en los que se articula la estructura "pluralista" de la sociedad. La "mediación" entre una pluralidad de intereses se desarrolla tanto en el seno de cada uno de los partidos como en las relaciones inter-partídicas y entre los partidos y los grupos de presión. La "teoría económica" de la democracia (desde Joseph Schumpeter a Robert Dahl) (31) ha indicado con precisión, desde hace tiempo, este fenómeno. Naturalmente, la imagen del "mercado" para indicar el funcionamiento real del sistema político, no debe ser entendida en el sentido que todos los grupos sociales que participan en el "juego político" poseen la mismas oportunidades i

niciales de éxito (es decir, de salir con posiciones ventajosas de la contratación). El sistema se desequilibra a favor de la clase dirigente - que controla los procesos de acumulación y de empleo del surplus - y que, por definición, no sale "nunca" perdedora a largo plazo en el proceso político (aunque, puede, obviamente, resultar en desventaja en contrataciones específicas). (32)

La contratación continua entre intereses sectoriales que plantean medidas administrativas provistas de autoridad, como principal actividad del sistema político, justifica que se hable de un consolidado "neo-corporativismo" como rasgo político dominante en las sociedades occidentales. (33)

La consolidación de intereses "de categoría", es decir corporativos, en el marco del sistema político es directamente proporcional a la caída de tensión ideológica, de tensión hacia los fines-últimos, no negociables, de reorganización de la sociedad. Los partidos pierden la "capacidad de reforma", la capacidad de luchas para fines generales se transforman en instrumentos de mediación entre intereses sectoriales.

Este sistema político produce exclusión y marginación. De hecho, se valorizan políticamente sólo los intereses de las categorías que poseen, parafraseando a Weber, una "capacidad monopolista en el mercado", (34) que pueden intercambiar prestaciones de envergadura para el sistema en su conjunto con intervenciones estatales. Por el contrario, se impide el acceso al mercado político a quien no posee "capacidad de contratación" (los que están en la cárcel, las amas de casa, los jubilados, los que están en paro etc. pero sobre todo los sectores más débiles, "periféricos", de la clase obrera), todos los grupos o las casi-clases cuyas necesidades no pueden ser satisfechas de forma compatible con la perpetuación y la reproducción del sistema social: "... desde el punto de vista de la estabilidad política en sistemas avanzados de capitalismo regulado estatalmente, el problema no es tanto el del privilegio político de una minoría dominante incluso económicamente... sino de la garantía de excluir y reprimir articulacio

nes de necesidades que pueden sentar antecedentes para el sistema; el filtro y el control del proceso de formación de las voluntades no tiene lugar trámite los derechos positivos asociados a determinadas categorías de personas, sino a través de mecanismos de disciplina incorporados en las instituciones de la articulación política de las necesidades". (35)

El partido político es, en este sistema, tal y como ya hemos visto, una estructura de representación (de intereses sectoriales que se defienden y se tutelan en el escenario político) y una estructura de control social que debe "filtrar" las peticiones políticas excluyendo sistemáticamente del mercado a la representación de las "necesidades" que el sistema no puede satisfacer si no experimentando cambios radicales. Esta exclusión se ejerce de dos maneras: "directamente, suprimiendo las peticiones de las categorías sociales exentas de poder de contratación, "indirectamente" paralizando o dificultando la entrada en el sistema político de nuevas formaciones que podrían encargarse de dichas peticiones (violando de esta manera las "reglas" consolidadas del juego político). Por consiguiente, el sistema político "... posee claramente rasgos monopolistas, puesto que se obstaculiza el acceso al mercado a grupos en competencia entre ellos y se amplía el ámbito del poder administrativo en común". (36)

La financiación pública de los partidos es un indicador elocuente del cambio que han experimentado pasando de organizaciones "privadas" para la obtención de fines colectivos a estructuras "públicas" de control social con un interés común por seguir manteniendo una posición privilegiada como la que es propia de un mercado (político) oligárquico.

El cuadro global puede resumirse una vez más parafraseando a Offe: "El sistema pluralista de intereses organizados excluye del proceso político de formación de las voluntades todas las articulaciones de las necesidades generales que no están vinculadas a los grupos de estatus; que no son capaces de producir conflictos, puesto que no poseen un significado funcional para el proceso de valorización del capital y de la fuerza-trabajo, y trascienden puesto que son utópicos los límites históricos del sistema, al no atenerse, lógicamente, a las normas de la prudencia pragmática en las negociaciones". (37)

Así pues, en esta fase, dos tendencias opuestas se consolidan. La primera es la "despolitización" de la petición que halla acceso al sistema político: la solicitud de beneficios sectoriales sofoca la propuesta política de cambio general. Y puesto que todo nuevo proceso social produce racionalizaciones que tienden a legitimarlo, cambia, con la "sociedad regulada" el concepto mismo de "democracia": de un conjunto de condiciones y de procedimientos políticos que deben favorecer el proceso de auto-emancipación de la colectividad y de expansión de la esfera de las libertades (38) a "técnica de gobierno", instrumento de la contratación entre los intereses sectoriales y de resolución de los conflictos sociales. (Es la diferencia existente, para entendernos, entre la teoría democrática clásica de J.J. Rousseau y la teoría del "elitismo democrático" de Joseph Schumpeter).

La segunda tendencia es la de la explosión de movimientos colectivos espontáneos, como producto de la "politización" de todas las relaciones sociales (familiares, sexuales, etc.). Despolitización de las relaciones internas a la sociedad política y politización de las relaciones sociales son dos caras de la misma manera. La crisis que afecta al sistema social por efecto de estas tendencias opuestas se resuelve, tal y como ha notado Habermas, (39) en un "déficit" permanente de legitimación del sistema político. El movimiento colectivo, que con su existencia misma comporta el surgimiento de una crisis de legitimidad para el poder político, implica una apropiación de "capacidad ideológica", de la capacidad de luchar por finalidades no negociables perdida por el sistema político. Su explosión es consecuencia del "zanjamiento" que el sistema político realiza con respecto a las peticiones no negociables de cambio. El desarrollo de la crisis política que sigue a la explosión de un movimiento colectivo depende así pu

es tanto de la lógica interna de expansión del movimiento (el ciclo nacimiento-expansión-decadencia) (40) como de la capacidad de los partidos de "volver a absorber" el impulso subversivo de los movimientos colectivos transformado la petición ideológica y fragmentándola en un conjunto de peticiones negociables en el mercado.

Cabe añadir que la crisis de la formación social descrita a grandes rasgos no está solo producida por la incapacidad del sistema político de responder a las nuevas necesidades que surgen (crisis de legitimidad). Es también el fruto de la gestión ineficaz de los recursos - derroche "programado" (41) "crisis fiscal", (42) "feudalización" de la economía (43) que este sistema de organización de la sociedad comporta (crisis de rendimiento). Si las rápidas observaciones anteriores permiten enfocar algunas tendencias de fondo que parecen unir a las sociedades occidentales contemporáneas, está claro que cada sistema social presenta características específicas que lo diferencian de los demás. En Italia, algunos "ritmos" se han manifestado con particular fuerza, otros, por el contrario no han actuado lo más mínimo, otros han actuado, pero muy débilmente.

La presencia de un partido predominante en el sistema político y la "congelación" durante treinta años a la oposición del Partido Comunista han determinado, con respecto al cuadro general anterior, algunas variantes que hay que considerar atentamente:

la ausencia de un "compromiso de clase" (socialdemocracia) como se ha realizado, desde hace tiempo, en aquellos países más estudiados por investigadores de la formación social del capitalismo de los últimos tiempos, con la consiguiente ausencia de estructuras productivas de desarrollos del tipo "welfare state"; (44)

una mayor propensión al compromiso entre las élites en parte, durante largo tiempo consecuencia del bajo nivel de competitividad interna en el sistema político (por la exclusión permanente de una fracción relevante de la clase política de los papeles de gobierno) en parte como nueva confirmación de algunas constantes de la historia política italiana (transformismo); (45) una más difícil "lectura" del funcionamiento del sistema político italiano con respecto a otros sistemas, porque este "sistema" político presenta paralelamente, y con gran consistencia, los rasgos del "mercado" anteriormente descrito (46) y, sin embargo, contiene más que las demás potencialidades de cambio político general.

El funcionamiento "contradictorio" del sistema político italiano comporta, por una parte, un papel más "expresivo" y menos instrumental" de la ideología: la fragmentación ideológica, la presencia de subculturas políticas arraigadas, han impedido la reducción del sistema político a puro y simple mercado, lugar de intercambio entre intereses sectoriales. Ello es así porque la subcultura socialista y su polo agregador, el Pci, han organizado durante largo tiempo, aparte de una petición "particular", incluso, y sobre todo, una petición "general" de cambio, es decir esa petición política que sobrentiende un proceso de intercambio entre representantes y representados que "...se comprueba con un mínimo de negociación y con un máximo de identificación para las finalidades generales del sujeto colectivo partido". (47) Por otra parte, sin embargo, el bajo nivel de competitividad del sistema ha actuado como contratendencia ampliando desmesuradamente la contratación y el intercambio en nombre de intereses sectoriales en

el área de gobierno, anulando las capacidades de reforma (crisis de rendimiento y de legitimidad) del sistema político. La oposición no ha sido inmune a la implicación en el proceso de intercambio (tal y como demuestran las investigaciones sobre el comportamiento parlamentario) (48) en parte, sin lugar a dudas, porque ello ha sido durante largo tiempo: "... una de las pocas maneras que posee la oposición para mantener relaciones concretas con la petición, por muy particularista que sea, existente en el país, y que no se reduzca al debate intelectual de opinión exento de efectos", (49) pero en parte en el marco de una estrategia de aproximación al área de gobierno y de legitimación interna e internacional (viraje de Salerno/compromiso histórico) que, según tradiciones consolidadas de la oposición política en Italia, privilegia el acuerdo y el compromiso con respecto al enfrentamiento y el conflicto. Dicha oposición y compromiso, así pues, se desarrolla, en el período de la estabilidad del cuerpo electoral (1

048-1972), esa "integración negativa" de la que se ha hablado para definir la relación entre Pci y sistema político. (50)

De ahí esa característica ambivalencia del sistema político italiano que hace de ella un mercado de intereses sectoriales (neo-corporativismo) como y más que otros sistemas políticos y al mismo tiempo, menos "cerrados" a la irrupción de la petición "general", no negociable.

La presencia de un partido predominante refuerza algunas tendencias de fondo que actúan en todos los sistemas occidentales pero con características concretas. Aquí, la "ocupación del Estado" por parte de la clase política de gobierno y la expansión del Estado en la economía proceden más rápidamente que en otros lugares, pero no como consecuencia del desarrollo de un "welfare state" (desarrollo que no se ha producido), sino como consecuencia del anquilosamiento electoral, de la "inmovilidad" por pare de los papeles del gobierno del partido de mayoría. El subgobierno, la posibilidad de dispensar "puestos" y "sinecura" como "medida" de la fuerza política, el clientelismo como método de gobierno se consolidan con la tendencia generalizada a la interpenetración entre Estado y sociedad civil, pero con salidas distintas con respecto a los demás sistemas occidentales. La clase política de gobierno adquiere mayor fuerza con respecto a aquellos sistemas políticos en los que predomina la "alternancia" (o la "expectativ

a" de la alternancia). (51)

Los movimientos colectivos estallan con mayor fuerza y tenacidad en Italia con respecto a otros sistemas sociales occidentales. No sólo porque el sistema de los partidos funciona excluyendo algunas necesidades de la esfera política. Ello es así para Italia al igual que para los demás sistemas políticos. No se desprende, así pues, que en todas partes los movimientos colectivos sean igualmente fuertes y vitales. La completa cerrazón del sistema político a las peticiones no-negociables produce apatía, no revuelta, incapacidad de relación, no contestación.

Más bien, parece ser el funcionamiento contradictorio del sistema político la causa principal de la fuerza de los movimientos colectivos "externos" al sistema políticos en Italia, su ser al mismo tiempo mercado de peticiones despolitizadas, paralizado y exento de capacidad reformadora y, paralelamente, no totalmente cerrado a la petición de cambio, con posibilidades de reimpulso, "latentes" pero en cualquier caso presentes de cambio general. (52)

Los movimientos colectivos, que surgen periódicamente en la sociedad italiana del 68 en adelante, se caracterizan desde luego por el "rechazo de la contractabilidad y la reapropiación de la ideología", y están relacionadas con "... la no utilización (o la utilización errónea) de recursos institucionales y la esclerosis de las relaciones de representación". (53) Ellos nacen asimismo del imperfecto funcionamiento de la democracia representativa entendida como instrumento de institucionalización de los conflictos sociales (que presupone, para desplegar completamente sus efectos "apaciguadores" una alternancia periódica en el gobierno). (54) Pero están igualmente, y tal vez sobre todo, relacionados con aquellas potencialidades de cambio que existen en el sistema político y que la oposición de izquierda, buscando el acuerdo con el bloque de poder dominante, o con algunos sectores, no consigue expresar.

La tendencia al compromiso, al acuerdo entre las élites políticas - con su inevitable retahíla socio-económica, el corporativismo - no se agotan con las elecciones del 20 de junio de 1976, con la que en jerga política ha sido dado en llamar "el final del centralismo democristiano" y que en resumidas cuentas significa el paso de un sistema de partido predominante a una nueva configuración política en la que el sistema ".... no funciona como bipartido sino como un sistema con "dos" partidos "dominantes y convergentes". (55) El aspecto de la convergencia es esencial. De hecho, con las nuevas relaciones de fuerza "existen razones intrínsecamente políticas (relacionadas con el sistema político y de los partidos) que actúan para reforzar la estabilidad...." Las razones políticas han hallado expansión en el resultado electoral.

Se habla, con razón, del final del centralismo democristiano. No sólo por aritmética parlamentaria sino sobre todo por la necesidad de estabilizar un cuadro político en el que se pueda reanudar la acumulación y reconstruir un bloque social: dicho centralismo puede ser sustituido, "en el seno de los vínculos del sistema", sólo por convergencias entre Pci y Dc. La convergencia es un sucedáneo de un "centralismo desaparecido" (56). De lo contrario, la "polarización" experimentada por el sistema político italiano no ha comportado una "radicalización" de la confrontación política. (57) Es más, ha impuesto una ampliación de la zona de contratación (gobierno de las abstenciones) y, lo que tal vez cuenta más, una mayor "visibilidad" del intercambio y de las características del sistema de partidos como "mercado político".

Existen paralelamente potentes fuerzas sociales que tienden a desestabilizar el cuadro político, expresiones tanto de contradicciones específicas (por ejemplo, la fractura entre mercado del trabajo uy las instituciones escolásticas) (58) como de las necesidades de los grupos sociales "débiles", políticamente marginados o en vías de marginación. La exclusión no produce apatía sino revuelta, se ha dicho. Y la protesta de Lama en la Universidad de Roma, ha sido leída, simbólicamente como la revuelta de los marginales y de los excluidos contra los que ocupan la industria sindicalmente protegidos, confirmando incluso para Italia, al menos como línea de tendencia, el juicio antes de que se remitiese al cambio de papel del sindicato, en los sistemas políticos occidentales.

Resumiendo, el sistema político italiano presenta, exasperados, muchos rasgos "ideal-típicos" de los sistemas del capitalismo de los últimos tiempos, pero con algunas diferencias de fondo significativas. Para nuestro análisis parecen significativos sobre todo dos características específicas de este sistema:

1) la no completa reducción del sistema político a mercado, según la formulación de la teoría económica de la democracia, y sin embargo una fuerte tendencia hacia el neo-corporativismo facilitada, no desalentada, por las decisiones estratégicas de las élites políticas de la oposición.

2) la presencia de movimientos colectivos que actúan con más fuerza que en otros lugares, explotando continuamente en los distintos puntos del sistema social. Bajo este punto de vista, parece adaptarse sobre todo a Italia, el juicio de Touraine por el que "a pesar de que los movimientos de base y el llamamiento a la espontaneidad procedan de otras causas y puedan ser por este motivo fenómenos de breve duración, parecen representar una de las señales de una acción colectiva y sus medios de acción a nivel de sociedad...."

Esta situación, que pone cara a cara al poder central y al movimiento de base, no comporta en sí misma una debilitación o un refuerzo del sistema político. Es importante de por sí porque indica la aparición generalizada de movimientos sociales que no cobran forma a nivel de una colectividad política, sino a partir de los mismos problemas sociales" (59).

El carácter contradictorio del sistema político italiano fomenta que exista para los movimientos de la sociedad civil una posibilidad de incidir políticamente que se les niega en los sistemas políticos más cerrados. Pero para expresarse, necesitan instrumentos y canales políticos que el sistema de partidos tradicionales, para la lógica de la convergencia que preside su funcionamiento, debe negar y sofocar.

5. "De la contratación al conflicto"

Esta larga digresión era necesaria para evaluar, sin excesivas simplificaciones, el papel del Partido radical en el sistema político, la naturaleza de la petición social que este partido representa, las razones estructurales de los efectos que irrumpen, que su "método" de acción política provoca regularmente en las relaciones y en los equilibrios interpartídicos.

Llegados a este punto, tal vez se pueda comprender mejor, en sus distintas articulaciones, la acción política de los radicales, sobre todo su carácter, que más llama la atención al observador, al mismo tiempo "legalizador" y "subversivo", el respeto literal de la Constitución y, paralelamente, las connotaciones "revolucionarias" de las iniciativas radicales. Se puede afirmar, en primera instancia, que el hiato entre la Constitución (formal) y el conjunto de poderes de hecho (el "régimen", la constitución material) que otorga este doble carácter a las acciones radicales y que permite al Pr combatir contra los poderes de hecho en nombre de las mismísimas normas que utilizan para la auto-legitimación. (60)

El carácter legalizador (el remitirse a la Constitución) permite contraponer la democracia como participación en la democracia como técnica de gobierno, el poder decisional del "ciudadano" a la hegemonía de los partidos. La acción política de los radicales, es al mismo tiempo subversiva (con respecto a los equilibrios políticos) porque:

es la expresión deliberada de "conflicto" en un sistema de partidos que tiende a la convergencia y al acuerdo;

contrapone a la hegemonía de los partidos el "despertar" de la sociedad civil, el adueñarse de nuevo (como con el referéndum) desde la base del poder decisional contra el poder de los partidos en cuanto instrumentos de mediación y de filtro. Lo cual explica la violenta oposición de los partidos, puesto que las estructuras tienden al monopolio absoluto de la representación de los intereses, a la política radical y a sus esfuerzos para impedir una expresión "no mediada" de las peticiones políticas (por ejemplo, los proyectos de ley que tienden a imposibilitar a los pequeños grupos no apoyados por organizaciones rígidas y potentes, la recogida de firmas para celebrar los referéndums).

En la actividad multiforme del Pr se pueden distinguir claramente, tres grupos principales de acciones políticas: una "actividad tradicional", conforme con las "reglas" de la democracia representativa (desde la competición electoral hasta la actividad parlamentaria); las "acciones directas no violentas" (ayunos, auto-denuncias, marchas de protesta etc.); "los referéndums". La heterogeneidad de los instrumentos de lucha política adoptados es el "pendant" de la mezcla, que hemos ido reflejando a lo largo del análisis de la organización interna, entre democracia directa e indirecta, entre espontaneidad su delegación política. (61)

De estas tres categorías de acción política, la organización de los referéndums abolitivos y las acciones directas son los más típicos de la actividad radical. Ambos se adaptan, son homogéneos con respecto a un partido que no agrega la petición ni "contrata" con las demás formaciones políticas. Referéndum y acciones directas son la consecuencia de la relación, anteriormente analizada, entre Pr, sociedad civil y sociedad política. Así pues, se trata, en ambos casos, de acciones que introducen conflicto en el sistema político, que no se prestan, constitutivamente, a la contratación y son por lo tanto el polo opuesto de los mecanismos principales de funcionamiento del sistema político italiano. La elección de estos instrumentos de lucha es la consecuencia de la naturaleza "heterodoxa" del Partido Radical. "La acción directa", se distingue del "acto demostrativo" (por ejemplo, los gestos ejemplares de los anarquistas a principios de siglo) que posee funciones exclusivamente simbólicas y de influencia genérica en

la opinión pública. Consiste en un "pulso" que se emprende contra un adversario político identificable, y, por ello, acaba siendo o un fracaso (inmediato), o una victoria (igualmente inmediata) de uno u otro contendiente, posee así pues, una incidencia directa en el sistema político, traslada en un sentido u otro las relaciones de fuerza: "La acción directa tiende a obtener un efecto sobre el sistema político. No es una acción expresiva, sino instrumental, aunque pueda tener dimensiones simbólicas expresivas. En este sentido, la acción directa posee siempre una dimensión estratégica, implica una elección de los medios y de los interlocutores, un cálculo de los efectos en el público y de la relación entre costes y beneficios de la acción". (62)

Contrariamente a la acción demostrativa, la acción directa no tiene como objeto o destinatario el público, sino que se dirige al público para que le apoye en el conflicto con el adversario político. La acción directa puede ser "violenta" o "no violenta". La primera es propia de los grupos terroristas (pero en ese caso, la acción directa mal se distingue del acto demostrativo puesto que, por lo general, el grupo terrorista intenta predominar indirectamente sobre sus adversarios, influyendo a la opinión pública, provocando cambios en las actitudes políticas generales). (63)

La acción directa no violenta (que, tal y como se sabe, es la forma adoptada por el Partido Radical) representa, en lo que a orígenes se refiere, una versión "seglarizada", es decir depurada de sus elementos religiosos originales, de las técnicas de lucha experimental por el movimiento gandhiano propuestas de nuevo, sobre todo en el contexto estadounidense de los años sesenta, por los movimientos por la paz y por los movimientos por los derechos civiles. (64)

Es en sí una forma de lucha que se distingue al mismo tiempo por su "eficacia" (puesto que obliga al poder político a confrontarse en un terreno escogido por el adversario) y por su uso "legal", que, al contrario que la acción violenta, moviliza a favor de amplios sectores de la colectividad, mientras tiende a neutralizar, por sus características intrínsecas las reacciones de los sectores contrarios a los objetivos de la acción. (65) Un ayuno llevado a cabo hasta sus últimas consecuencias, por ejemplo, posee fuertes probabilidades de poner entre la espada y la pared al adversario. Si este cede muestra su debilidad y la insoportabilidad (ilegalidad) de sus posturas anteriores (por ejemplo, el rechazo de permitir a las minorías el acceso a la televisión); si no cede está destinado a la impopularidad y a las reacciones negativas de la colectividad.

Importado al sistema político italiano este método de lucha, por sus características intrínsecas, puede causar efectos devastadores en los equilibrios políticos. Este aspecto es inmediatamente comprensible si utilizamos, para describir las diferencias entre la acción directa y las demás formas de lucha política, del lenguaje de la "teoría de los juegos", es decir de una teoría matemática que se suele usar para estudiar las decisiones en situación de incertidumbre y de las estrategias optimales para los distintos tipos de decisión. (66) La distinción principal, en el seno de la teoría de los juegos, oscila entre "los juegos cuya suma es cero" en donde un jugador gana "un tanto" y su adversario gana "otro tanto" (y, por lo tanto, la suma de lo ganado y lo perdido es siempre cero) y los "juegos con suma variable" en los que todos los jugadores pueden vencer, tanto en proporciones "variables" según como vaya el juego. La acción directa es, típicamente, un "juego cuya suma es cero", lo cual quiere decir que impli

ca un conflicto, un enfrentamiento frontal entre los adversarios: quien gana gana toda la apuesta, quien pierde lo pierde todo. Pero el sistema político italiano, tal y como hemos visto, se sostiene sobre una lógica de funcionamiento a la que "los "juegos cuya suma es cero" (los enfrentamientos frontales) son casi totalmente ajenos. En este sistema político predomina la contratación, el trueque, las "compensaciones recíprocas diferidas", (67) es decir un proceso decisional basado en el "do ut es": quien consigue una relativa desventaja del resultado de una decisión concreta sabe que puede contar con "compensaciones" en la decisión sucesiva. Dicho de otra manera, el bajo nivel de competitividad del sistema favorece los "juegos de suma variable", los juegos en los que la apuesta se reparte entre todos los jugadores (es decir entre todos los jugadores "legitimados" para jugar: por ejemplo "el abanico constitucional") y el conflicto político tiene como objetivo establecer la amplitud de las porciones de la apues

ta que deben corresponder a cada jugador.

La lógica de la convergencia que preside, por las razones que hemos visto, al funcionamiento del sistema político, favorece este mecanismo que postula, para funcionar, un bajo nivel de conflicto entre los partidos y en el sistema de partidos, que postula además la que se ha dado en llamar "la exclusión sistemática de la opción menos favorecida", (68) es decir la no-opción, la "no-decisión" (la técnica del "aplazamiento" de las reformas como método de gobierno), en los problemas para los que el acuerdo entre los partidos y los distintos grupos de presión no se puede lograr.

La acción directa no violenta representa la antítesis de este mecanismo, vuelve a introducir el conflicto, hace "saltar por los aires" la contratación. Naturalmente, sus elementos de fuerza son también sus elementos de debilidad. De hecho, se desprende de la descripción anterior, que la acción directa, para tener éxito, requiere una presentación, no distorsionada de sus modalidades y de sus objetivos, a la colectividad por parte de los medios de comunicación de masa, presupone, es decir, una "información" misma. He ahí porque los "medios" y su actitud revisten una importancia estratégica en las batallas de los radicales. He ahí porque la acción directa, como instrumento eficaz y potencialmente invencible, puede transformarse rápidamente en un "boomerang" cuando los medios de comunicación hacen que se omitan o distorsionen de forma sustancial la información. (69)

"Los referéndums". En otros sistemas políticos con más alta conflictualidad interna el referéndum no representa más que un instrumento de democracia directa que se arrima, sin demasiados traumas, a los instrumentos de la democracia representativa. (70) En Italia, sin embargo, por las mismas razones que valen para las acciones directas, posee efectos desconcertantes en el sistema político. Incluso el referéndum es un juego cuya suma da cero, la mayoría lo vence todo, la minoría lo pierde todo. En aquellos sistemas políticos en los que los resultados electorales permiten la alternancia y la posibilidad de castigar a los gobernantes, el referéndum no posee características devastadoras de los equilibrios políticos, puesto que las elecciones poseen el carácter de un juego cuya suma es cero. En Italia, el sistema político "paralizado" no permite sustituir a los gobernantes ni lo permiten las decisiones estratégicas de la oposición de izquierda. En este sistema político - al menos en el periodo 1948-1972- »... las

elecciones tienden a convertirse en celebraciones de la legitimidad concedida a los partidos para extraer de la población la prueba de la legitimidad, el reconocimiento del derecho a gobernar o a estar en el Parlamento. Casi como el aparato publicitario de las empresas con régimen de monopolio no sirve tanto para competir recíprocamente sino para condicionar establemente un mercado repartido". (71)

La distorsión del significado inicial de las elecciones en Italia, sobre la que han escrito intelectuales como Alessandro Pissorno o Giorgio Galli, hace del referéndum - instrumento, repito, totalmente "normal" en otros sistemas políticos - una técnica "sustitutiva", no añadida con respecto a las elecciones, puesto que acarrea un proceso decisional que se ha encasillado y vuelve a introducir ese carácter que la lógica de funcionamiento del sistema político tiende a restarle a la confrontación electoral. Por lo menos temporalmente, pone punto final a los procesos de contratación, obliga a los partidos a llevar a cabo una "elección de campo" a favor o en contra, sin posibilidad de mediaciones, implica que, en cada problema, se creen mayorías o minorías.

En Italia, así pues, este método de lucha cobra un significado distinto con respecto a los sistemas caracterizados por un más alto nivel de conflicto interpartídico, vuelve a dar peso decisional a una colectividad que no consigue imponer su propia voluntad a través de las elecciones, se convierte en un instrumento eficaz de democracia participada. Que sus efectos son desconcertantes para los equilibrios políticos lo demuestran las consecuencias del referéndum sobre el divorcio de 1974: en un sistema con un bajo nivel de competitividad se caracteriza por el neto predominio de los "juegos cuya suma es variable" la introducción de un juego cuya suma es cero fue sin lugar a dudas uno de los principales detonantes que provocaron el final de la estabilidad que duró treinta años del cuerpo electoral (tal y como demostraron las elecciones regionales posteriores de 1975 y las generales de 1976).

Más allá de los efectos específicos del sistema político italiano, el referéndum, más si cabe que las acciones directas, se presta a dar vida concretamente al proyecto político de los radicales que consiste en devolver el poder decisional a la sociedad civil atribuyendo peso político a los múltiples impulsos que se consolidaron, de manera a menudo confusa, a través de los movimientos de acción colectiva y que se ensaña regularmente contra las baterías predispuestas por un sistema político incapaz de funcionar como motor del desarrollo político y del cambio social.

El Partido Radical ha entrado actualmente en una fase de crecimiento, de consensos pero también de militantes. Crecen las inscripciones, se multiplican las asociaciones locales, con una distribución uniforme en el territorio nacional. Se abre un período de transición con el que los dirigentes y los militantes de este partido no podrán ignorarlo. Todo parece indicar que el Pr está a punto de entrar en una "crisis de crecimiento". Se presenta, ahora por primera vez en la historia de esta pequeña formación política, un dilema ante el que los militantes parecen estar divididos: (72) hacer frente al crecimiento reforzando la organización o bien preservar, con las adaptaciones necesarias, el carácter espontáneo del partido.

Es un dilema difícil para el Pr puesto que anómala es su fisonomía de partido con respecto a la de los demás. En una formación tradicional, el problema planteado por un crecimiento imprevisto se resolvería con métodos tradicionales, reforzando la organización: pasada la fase "heroica" se entraría en la "racional" de la división del trabajo político, del profesionismo, del crecimiento "guiado" de la organización: dicho con un eslógan: de la comunidad "carismática" a la comunidad "burocrática". Para un pequeño partido leninista en fase de expansión, el problema sencillamente no existe, el político, es de por sí un índice de éxito, la indicación de que se va por el buen camino. Pero para el Partido Radical, el análisis llevado a cabo hasta aquí sobre su naturaleza es correcto, un razonamiento idéntico no es posible. De ahí el dilema: si el Pr escoge el camino del refuerzo organizativo, afronta el crecimiento dimensional pero corre el riesgo de "burocratizarse", refuerza los vínculos organizativos internos del g

rupo pero corre el riesgo de perder los rasgos originales en los que se basa la eficacia de su acción política; las reglas de funcionamiento de las organizaciones pueden ganar la delantera, se puede comprobar el proceso conocido, del que hasta el momento presente ha estado protegido por sus minúsculas dimensiones y por su debilidad organizativa, de "heterogénesis de los fines", el final de la supervivencia de la organización puede sofocarse y prevaricar por encima de los fines políticos del grupo. (73) En el mejor de los casos, el riesgo es que se produzca una transformación que pueda conducir al Pr a parecerse cada vez más a los demás partidos por lo menos en dos aspectos fundamentales: el nacimiento y la consolidación en su seno de estructuras de agregación de los intereses y una acción política progresivamente más preocupada y condicionada por los equilibrios inter-partídicos, cada vez menos por los impulsos de los movimientos colectivos. Con todo lo que un desarrollo semejante puede comportar: abandono d

e los rasgos del movimiento político contestatario, reducción de los vínculos con los movimientos colectivos o sustitución de una relación mediada burocráticamente, impulso progresivo hacia el ejercicio de una hegemonía en la zona social representada.

O bien, el Pr puede escoger, a pesar del crecimiento político y de su tamaño, de mantener invariadas sus características internas, sigue confiando en la espontaneidad y en la actividad de los militantes. En este casi, sin embargo, plantea el riesgo de desencadenar conflictos políticos internos incontrolables como producto de un crecimiento no guiado y por efecto de la creciente heterogeneidad interna del grupo. En este segundo caso, el peligro es el de la disgregación por un aumento de conflictividad interna por encima de los límites tolerables en un ambiente privo de una fuerte red de vínculos organizativos.

Sea cuales fuere las decisiones político-organizativas de los radicales presentan la nada envidiable característica de ser al mismo tiempo urgentes, no dilatables y difíciles. Urgentes porque el crecimiento actual impone en cualquier caso un salto cualitativo a nivel organizativo. Y difíciles porque la dirección y las modalidades optimales de un desarrollo de la organización requerirían, para ser delineadas con precisión suficiente, una más profunda articulación y especificación del "proyecto político" radical. Si el análisis hasta aquí desarrollado es correcto, es posible decir que, contrariamente a una opinión muy difundida, los radicales poseen un proyecto político general que consiste, tal y como hemos visto, en dar expresión a la sociedad civil ante la incapacidad de representación del sistema de los partidos, según un modelo de democracia participada cuyo funcionamiento del sistema político impide su aplicación.

Por ello no, parece válida la objeción que a veces se dirige a los radicales, la que indica que la acción política subentiende el riesgo del "populismo", fenómeno político que a menudo se afirma en las sociedades en vías de disgregación. La categoría "populismo" no parece adecuada para adaptar las peculiaridades de esta formación política. El populismo consiste, de hecho, en una movilización "desde arriba" de sectores, clases o grupos sociales anteriormente "no" movilizados. (74) Y ello, ya lo hemos visto, no es la relación que el Partido mantiene con al sociedad civil. De ahí que el vínculo que se instaura con sectores "ya" movilizados del sistema social, nazca del encuentro entre un grupo político y una multiplicidad de movimientos espontáneos. Y puesto que los movimientos espontáneos de acción colectiva parecen estar destinados a durar como manifestaciones típicas de la sociedad capitalista de los últimos tiempos, el riesgo del populismo es inexistente, es más, esta misma categoría sólo sirve para describ

ir la acción política radical. Es más, el Pr, junto a fenómenos en parte análogos que empiezan a manifestarse en otros países occidentales, podría representar un primer síntoma de posibles cambios y consolidaciones de gran alcance en la esfera socio-política y en las relaciones entre sociedad civil y el sistema político, "in primis" el inicio del declive del fenómeno político que ha dominado el escenario a lo largo de los últimos cincuenta años, el gran partido-mediador, el partido de integración social. El problema que los radicales deben resolver es otro: es decir, una mayor profundización de su proyecto político. Existen algunos nudos por resolver y el análisis desarrollado hasta este momento los ha indicado de forma implícita. El más importante es, sin lugar a dudas, la practicabilidad de un proyecto de democracia real en un sistema industrial avanzado que requiere una gestión técnicamente cada vez más compleja. Son los que, recientemente, Norberto Bobbio (1bis), ha indicado como las más "paradójicas de

la democracia" (75) y que afectan a la factibilidad de un proyecto de socialismo autogestionario en un sistema que ha llegado a un fase de desarrollo en el que la gobernabilidad está cada vez más asegurada y depende de un "saber técnico" políticamente valorizado, aunque durante algún tiempo en manos de élites restringidas. (76) División del trabajo, burocratización, técnica creciente de las decisiones políticas (por ejemplo, las decisiones macroeconómicas), y por último, aunque no por ello menos importante, la progresiva "des-soberanización" de hecho de cada una de las sociedades a favor de centros político-económicos transnacionales, son desafíos igualmente importantes que se plantean ante la hipótesis de socialismo libertario y autogestionario.

Son los desafíos con los que se debe enfrentar la izquierda francesa o, por lo menos, su ala "autogestionaria". Más modestamente, son los mismos desafíos que el Pr tiene ante sí a los que debe intentar dar una respuesta para hacer que sea totalmente creíble y practicable su proyecto. Para no ser la nueva propuesta de una utopía generosa pero "técnicamente" (por las condiciones objetivas de la sociedad industrial avanzada) antes que políticamente, irrealizable, la utopía anárquica, un proyecto de socialismo autogestionario, meta de una acción política que contrapone a la hegemonía de los partidos la libre expresión de la sociedad civil, requiere que se detecten los puntos de equilibrio que permiten hacer que convivan el desarrollo de las comunidades locales, geográficas y/o funcionales, autogestionadas con la coordinación central de una sociedad compleja. (77) Un proyecto de expansión de la libertad no puede eludir este punto. Sobre los modos y las formas de la convivencia entre el asociacionismo local y el s

istema social global - tal y como recientemente ha recordado el debate sobre el "pluralismo" - (78) existen, por el momento sólo las respuestas del liberalismo y del catolicismo militante. Es difícil sostener que las distintas alineaciones que unen al socialismo libertario hayan logrado dar, hasta ahora, una respuesta tal y persuasiva.

Si los radicales saben responder a estos problemas, y si profundizan su proyecto político, depende también, tal y como hemos dicho, la dirección que pueda adoptar el actual crecimiento del partido para hacer que la organización, sean cuales sean las decisiones adoptadas, adecuadas con respecto a los objetivos políticos.

Los radicales han demostrado hasta el momento presente la capacidad de inventiva e fantasía política que no hayan trasfondo en la mayor parte de las formaciones políticas italianas. Una respuesta innovadora a los desafíos actuales o puede acarrear consecuencias no sólo para la suerte de este pequeño partido (lo cual es de importancia menor) sino sobre las futuras posibilidades de los "excluidos" del proceso político "normal" que incidan en los equilibrios del sistema político y de toda la sociedad.

"Notas"

1 Cfr. J. "La Palombara e M Weiner" (elaborado por) "Political Parties and Political development", Princeton, University Press, Princeton, 1966.

2 La literatura sobre los grupos de presión es muy vasta. Para una análisis general del fenómeno véase por ejemplo, D. Fisichella (elaborado por) "Partiti politici e gruppi di pressione", Il Mulino, Bolonia, 1972, G. Wootton, "I gruppi di interesse", Il Mulino, Bolonia, 1975, G. Pasquino, "I gruppi di pressione, en "Dizionario di Politica", UTET, Turín, 1976.

3 Para una profundización y una nueva definición desde el punto de vista sociológico-político de los conceptos clásicos de "sociedad civil", "sociedad política" y "Estado" véase P. Farneti, introducción a P. Farneti (elaborado por) "Il sistema politico italiano, Il Mulino, Bolonia, pp. 7-60.

4 Sobre los distintos papeles posibles de la oposición política en los sietemas occidentales cf. R. Dahl (elaborado por) "Regimes and Oppositions", Yale University Press, New Haven and London 1973 e G. J. Graham, "Consenso e opposizione: una tipologia", »Rivista Italiana di Scienza Politica , I (1871), p. 93-121.

5 M. Duverger, Party Politics And Pressure Groups, Thomas and Crowell, Co., New York, !172, p. 5.

6 M. Duvenger, "I partiti politici", Comunitá, Milán, 1970.

7 Sobre las diferencias entre movimientos y partidos véase D. Apter, "A Comparative Method for the Study of Politics, en »The American Journal of Sociology , III (158), pp. 221-237. Sobre la génesis y las transformaciones experimentadas por el Pr cfr. la I parte de este volumen.

8 Los efectos del »68 han sido sólo indirectos en el Pr puesto que esta formación política es, por matriz e inspiración, de origen totalmente distinto a las formaciones políticas de la "nueva izquierda" que surgieron un poco antes que en el fluir de la movilización estudiantil y obrera de finales de los años sesenta. Y, sin embargo, dichos movimientos, modificando profundamente la relación anterior entre sociedad civil y sistema político, crearon las pre-condiciones estructurales y culturales del desarrollo posterior de la política radical. En ello estoy de acuerdo con la interpretación propuesta por Francesco Ciafaloni, "Una izquierda liberal hija del 68", »Argumentos Radicales , II (1977), pp. 113-116.

9 M. Duvenger, "I partiti politici", cit. Sobre la organización interna de los partidos políticos véase igualemente W. E. Wright (elaborado por) "A comparative Study of Party Organization", C. E. Meril Co., Columbus, 1971, D. W. Abbott e E. T. Rogowsky (elaborado por) "Political Parties: Leadership, Organization, Linkage", Rand McNall, Chicago, 1971, W. J. Crotty (elaborado por) "Approches to the Study of Party Organization", Allyn Bacon, Boston, 1968.

10 El caso clásico es el de la socialdemocracia alemana. La expresión "partido agarraloquesea" y el análisis de esta formación política es de Otto Kircheimer, "Le trasformazioni dei sistemi partitici dell'Europa occidentale", in G. Sivini (a cura di) "Sociologia dei partiti politici", Il Mulino, Bolonia, 1971, p. 177-201.

11 Este es el caso de los partidos comunistas occidentales, cfr. D. Blackmer e S. Tarrow (a cura di) "Il comunismo in Italia e in Francia", Etas libri, Milán, 1976.

12 Cfr. A. Panebianco, "Analisi di una sconfitta. Il declino del Psi", en A. Parisi e G. Pasquino (elaborado por) "Continuitá e mutamento elettorale in Italia", Il Mulino, Bolonia, 1977, p 145-184.

13 La excepción más importante en Europa la constituye naturalmente el Partido Socialista francés. Véase el análisis de las luces, y de las sombras, del partido de Miterrand realizado por V. Wright y H. Machin, "The French socialist Party: Success and The Problems of Success, »The Political Quarterly , XLVI (1975), pp. 36-52. Para comparar correctamente la izquierda italiana y la francesa véase S. Bartolini, "Per un'analisi dei rapporti fra partiti socialisti e comunisti in Italia e in Francia". En »Rivista Italiana di Scienze Politiche , VI (1976), p. 439-480.

14 Cfr. el artículo 1.2 del Estatuto.

15 Véanse los artículos relacionados con las asociaciones locales.

16 Cfr. el análisis clásico de Roberto Michels, "Sociologia del partito politico", Il Mulino, Bolonia, 1967.

17 M. Weber, "Economia e Societá", Comunitá, Milán, 1968, vol. II, p 238 y siguentes; asimismo, la interpretación de G. Roth, "I virtuosi e la controcultura", in »Rassegna Italiana di Sociologia , XII (1972), pp. 431-452.

18 R. Bendix e G. Roth, "Scholarship and Partisanship: Essays on Max Weber", University of California Press, Berkeley, 1971, capítulos XVIII y IX.

19 P. Bourdieu e J. C. Passeron, "La riproduzione", Guaraldi, Florencia, 1975, p. 69-70.

20 J. V. Dowton, "L'adesione alla leadership nei movimenti di rivolta, en A. Melucci (elaborado por), "Movimenti di rivolta", Etas libri, Milán, 1976, p. 190.

21 Naturalmente, la relación líderes-secuaces puede tener valores diversos según se entiendan los militnates o los simpatizantes "externos", por ejemplo los electores. La presencia y el peso de los rasgos "carismáticos" podrán variar en los dos casos: mientras parece probable que las vases de la adhesión al Pr por parte de los mióitantes no sean de carácter carismático, esposible que ello sea cierto para de,ostrar el carácter fuertemente "personalizado" del voto radical tal y como se desprende del desarrollo y de la distribución de los votos de preferencia. Sobre el punto cfr. el análisis del voto radical del 20 de junio '76 contenida en este volúmen.

22 A. Pizzorno, "Elementi di uno schema teorico con riferimento ai partiti politici in Italia", in G. Savini (elaborado por) "Partiti e partecipazione politica in Italia", Giuffrè, Milán, 1972, pp. 5-40.

23 Cfr los distintos análisis contenidos en D. Blackmer y S. Tarrow, "Il comunismo in Italia e in Francia", cit. Cabe precistar que el Pci no se limita a mediar entre intereses divergentes sino que tiende a ejercer una auténtica "hegemonía" sobre su electorado y, más en general, sobre lso grupos sociales que organiza y representa. La mediación entre los intereses irreconcilibales y las consiguientes oscilaciones políticas de la cumbre representan siempre un fracaso más o menos temporal de las capacidades hegemónicas.

24 F. Stame, "Nueva izquierda e izquierda histórica", en »Cuadernos de Piacenza 58-59 81976), pp.53-61.

25 Naturalmente, un "modelo" interpretativo, por necesidad, simplifica y empobrece una realidad que es progresivamente mós rica, compleja y contradictoria. La relación entre Pr, movimientos federados o ligas y movimientos colectivos ha sufrido históricamente una gran variabilidad en dependencia, sobre todo, de dos actores: 1) la mayor o menor vitalidad (y duración) de los movimientos colectivos que tiene, a su vez, los movimientos colectivos que tiene, a su vez, incidido la distinta vitalidad de los movimientos federados o ligas correspondientes y 2) el "origen" de los movimientos federados, el hecho de que el movimiento federado haya nacido de forma autónoma al al Pr (Fuori = Frente unitario homosexual revolucionario italiano) o haya sido creado por el partido para introducirse posteriormente en el movimiento colectivo correspondiente (Mld (Movimiento de liberación de la mujer) y tal vez, actualmente, la Liga antinuclear) o, por último haya sido el catalizador de un movimiento colectivo (Lid (Liga italiana

para el divorcio).

25 Sobre los movimientos federados al Pr. cfr. apendiz.

26 Sobre este punto, véase M. Teodori, "Radicales y comunistas: las razones del auténtico conflicto", en »Argumentos Radicales , I (1977), p. 33-47.

27 J. Habermas, "La crisi della razionalitá nel capitalismo maturo", Laterza, Bari, 1975.

28 C. Offe, "Dominio politico e struttura di classe", en »Rassegna Italiana di Sociologia , XIV (1973), p. 52.

29 A. Touraine, "La societá post-industriale", Il Mulino, Bolonia, 1970, pp. 193-194.

30 »El sindicalismo tiende, así pues, a dejar de ser un instrumento central de un movimiento social, que lo supera tanto desde arriba como desde abajo, a nivel político y a nivel de una resistencia de la base a la integración organizativa y a la institucionalización de los conflictos. Mientras el sidicalimo gana influencia e interviene de forma eficaz a nivel de las decisiones, es ignorado, superado o protestado por los movimientos antitecnocráticos que están al mismo tiempo más politizados y menos organizados". A. Touraine, "op. cit.", p. 194.

31 J. Schumpeter, "Socialismo, Capitalismo, Democrazia", Etas Kompass, Milán, 1970, R. Dahl y C. E. Linblom, "Politics, Economics and Welfare", Harper, New York, 1953.

32 Sobre las relaciones entre la clase dominante y sistema político, A. Touraine, "La produzione della societá", Il Mulino, Bolonia, 1973, en particular p. 241.

33 F. B. Pike y T. Strich (elaborado por) "The New Corporatism", Notre Dame, University Press, 1974 y los análisis desde perspectivas distintas de S. Huntington, "La politica nella societá postindustriale", en »Rivista Italiana di Scienza Politica II (1976), pp. 213-241 y, sobretodo, Ph. C. Schmitter, "Modalitá di mediazione degli interessi e mutamento sociale in Europa occidentale", »Il Mulino , XXV (1976), pp. 889-916.

34 M. Weber, "Economia e Societá". cit.

35 C. Offe, "Dominio politico e struttura di classe", cit., p. 57.

36 "Ibídem", p. 58.

37 "Ibídem", p. 64.

38 Véase una amplia discusión sobre este pundo, F. Neumann, "Lo Stato democratico e lo Stato autoritario", Il Mulino, Bolonia, 1973 y J. Habermas, "Sul concetto di partecipazione politica in Germania: verso una societá autoritaria", Laterza, Bari, 1968, p. 5-66. Naturalmente, tal y como ha recordado recientemente Norberto Bobbio ("Quale socialismo?", Einaudi, Torino, 1976) la democracia consiste "también" en un conjunto de procedimientos políticos". El problema estriba en que estos procedimientos, siempre y en cualquier caso necesarios, deberían ser un "medio" para la obtención de un fin (en el caos de la democracia, el fin es la expansión de la libertad y la participación de todos en las decisiones políticas). La involución de una democracia, como el pensamiento que la teoriza, interviene cuando el medio se transforma él mismo en fin, y los procedimientos se reducen a técnica de gobierno.

39 J. Habermas, "La crisi della razionalitá nel capitalismo maturo", cit., p. 37 y siguientes

40 Cfr. F. Alberoni, "Movimento e Istituzione", Il Mulino, Bolonia 1977, e Id., "Statu Nascenti", Il Mulino, Bolonia 1968.

41 P. Baran, P. Sweezy, "Il capitale monopolistico", Einaudi, Turín, 1968.

42 J. O'Connor, "La crisi fiscale dello Stato", Einaudi, Turín, 1977 e id. "Le grandi imprese e lo Stato", Liguori, Nápoles, 1976.

43 Para un análisis de este aspecto, véase L. Tomasetta, "La rifeudalizzazione della sfera pubblica", en »Problemi del Socialismo , 16-17 (1973), p. 533-551.

44 Sobre este punto cfr. C. G. Rossetti, "Difficoltá e problemi del compromesso storico", en »Il Leviatano , IV (1977), p. 38-53.

45 G. Galli, "I partiti politici", UTET, Turín, 1974.

46 Cfr. A. Pizzorno, "Il sistema politico italiano", en »Politica del Diritto , II (1971), p. 197-209.

47 A. Pizzorno, "Potere e partito", in AA.VV. "Potere e istituzioni oggi", Giappichelli, Turín, 1972, p.33.

48 F. Cazzola, "Governo e opposizione nel Parlamento Italiano", Giuffrè, Milán, 1974, A. Predieri, "Mediazione e indirizzo politico nel Parlamento italiano", en »Rivista Italiana di Scienza Politica , III (1975), p, 407-441.

49 A. Pizzorno, "Elementi per uno schema teorico con riferimento ai partiti politici in Italia", cit., p. 40.

50 G. Pasquino, "Il sistema politico italiano fra neo-trasformismo e democrazia consociativa", en »Il Mulino , XXII (1973), pp. 549-566.

51 Véanse la conclusiones de las investigaciones de G. Galli, A. Nannei, "Il capitalismo assistenziale", Sugar, Milán, 1975 r G. Amato, "Economia, politica, e istituzioni in Italia, Il Mulino, Bolonia, 1977.

52 A ello se asocia la oscilación de la oposición de izquierda entre una línea de "concentración" y una línea de "dispersión" de las tensiones, es decir la contradicción entre la propensión a acomodarse con la Dc y la tentación del enfrentamiento frontal: "Partiti e sistema di potere", en AA.VV. "L'Italia contemporanea", 1945-1975, Einaudi, Turín, 1976, pp. 61-104.

53 P. Farneti, "op. cit.", p.88.

54 G. Galli, "Dal bipartitismo imperfetto alla possibile alternativa", Il Mulino, Bolonia, 1975, capítulo I.

55 C. Donolo, "Oltre il '68. La societá italiana fra mutamento e transizione", en »Cuadernos de Piacenza , 60-61 (1976), p.12.

56 "Ibídem", p. 12.

57 A. Parisi, e G. Pasquino, "20 giugno: strutture politiche e comportamento elettorale", en A. Parisi e G. Pasquino (elaborado por) "Continuitá e mutamento elettorale in Italia", Il Mulino, Bolonia, 1977, pp.11-65.

58 A. Touraine, "I uovi conflitti sociali", en A. Melucci (elaborado por) "Movimenti in rivolta", cit., pp. 156-157.

60 »La justificación ideológica de toda forma de gobierno se puede sintetizar, con una expresión que se remonta a Gaetano Mosca, en una "fórmula política, como la ``democracia liberal'', la ``democracia socialista'', la ``dictadura del proletariado''. Mientras que la forma de gobierno disociada de la fórmula política que debería expresar el orígen de la naturaleza, los que proponen la fórmula parece que la usan sólo de forma instrumental, para cubrir un dominio que la fórmula misma no sirve para justificar, se habla de "Régimen", L. Gallino, "Sociologia dello Stato", en »Quaderni di Sociologia , XXV (1976), p. 357.

61 Vèanse, sobre el método radical, las observaciones de E. Bettinelli, "Cuatro radicales en Montecitorio: primer balance de una temporada parlamentaria para la revolución democrática", in »Argumentos Radicales , I (1977), p. 114-127.

62 A. Melucci, "L'azione ribelle. Formazione e struttura dei movimenti sociali, en A. Melucci (elaborado por) "Movimenti di rivolta", cit., p. 58.

63 Sobre el tema de la violencia como método de lucha política véase H. L. Nieburg, "La violenza politica", Guida, Nápoles, 1974 y, sobre todo, L. Bonanate, "Dimensioni del terrorismo politico", en »Comunitá , XXXI (1977), pp. 76-112.

64 M. Teodori, "La nuova sinistra americana", Feltrinelli, Milán, 1970.

65 Sobre la eficacia de la acción directa no violenta y sobre los sus significados véanse los análisis de un sociólogo que fue, en los años cincuenta, líder del movimiento de los objetores de conciencia en Noruega, Johan Galtung, "On the Meaning of Non Violence" y "Pacifism from a Sociological Point of View" ambos en J. Galtung "Peace, War and Defense", Christian Ejlers, Copenague, 1977.

66 J. Von Neumann C. Morgenstern, "Theories of Games and Economic Behavior", Wilej, New York, 1964.

67 Para una profundización teórica de estos aspectos del proceso decisional cfr. D'Alimonte, "Regola di maggioranza, stabilitá e equidistribuzione", en »Rivista Italiana di Scienza Politica , I (1974), p. 43-105.

68 "Ibídem", p. 60 y siguientes

69 Y, naturalmente, en un sistema en el que la disposición en los medios de información presenta (al igual que la de los medios de producción ) fuertes características monopolistas y, para más inri, el control de las fuentes de financiación (publicidad etc.) se haya en las manos del poder político, la actitud de los "medios de comunicación" es una variable (directamente) dependiente de los equilibrios políticos. Dichos equilibrios, tras el 20 de junio de 1976, con el paso del Pci de la semi-oposición a la convergencia si no (todavía) a la co-gestión son tales que dificultan muchísimo (y las hacen muy peligrosas) que en el pasado las acciones directas no violentas. Los hechos de Bolonia y de Roma de marzo y, sobre todo los del 12 de mayo de 1977 en Roma (cuando los radicales fueron, por vez primera, vencidos por el poder político a lo largo de una acción de desobediencia civil) pueden ser leídos como la consecuencia del nuevo grupo del sistema: la ausencia de una oposición política por una parte, y la acepta

ción a ojos cerrados de nuevos equilibrios por parte de los "medios de comunicación" por otra. 70 G. Sartori, "Tecniche decisionali e sistema dei comitati", en »Rivista Italiana di Scienza Politica , I (1974), p. 35 y siguientes

71 A. Pizzorno, "Elementi per uno schema teorico con riferimento ai partiti politici in Italia", cit., p. 37.

72 Cfr. los resultados de las peticiones sobre la organización, cap. I, segunda parte.

73 R. Michels, "Sociologia del partito politico, cit.

74 Sobre el populsimo, allá en donde este fenómeno ha sido más difundido, en América Latina, véase G. Germani, "Sociologia della modernizzazione", Laterza, Bari, 1970,y "Autoritarismo, fascismo, e classi sociali", Il Mulino, Bolonia, 1975.

75 N. Bobbio, "Quale socialismo?", cit.

76 Sólo la abolición de la división del trabajo podría conducir a un distinto resultado, pero es evidente que un objetivo de tal envergadura requiere un larguísimo periodo de gestación durante el que el poder decisional real está destinado a estar en manos de unos pocos.

77 Para indicaciones útiles, aunque aproximativas, véanse las intervenciones de Giorgio Ruffolo y Roberto Guiducci, "Il Marxismo e lo Stato", Quaderni di Mondoperaio, Roma, 1976.

78 Cfr. AA.VV., "Il pluralismo", Edizioni Rai, Roma, 1976.

N.d.T.: NORBERTO BOBBIO: (Turín, 1909), jurista y filósofo. Ha estudiado las bases de la ciencia jurídica desde un punto de vista jurídico cercano al positivista. Senador vitalicio, conciencia crítica universalmente reconocida.

 
Argomenti correlati:
stampa questo documento invia questa pagina per mail