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Marti Gomez Jose, Ramoneda Josep, Sciascia Leonardo - 11 marzo 1979
SCIASCIA. LUCIDO, ESCEPTICO Y HUMANO COMO MAIGRET
José Martí Gómez y Josep Ramoneda

SUMARIO: Larga entrevista a Leonardo Sciascia que es todo un análisis político y humano de la sociedad siciliana en particular e italiana en general. El escritor habla sobre la mafia, el caso Moro, las Brigadas Rojas, la revolución, la violencia, el fascismo, el socialismo, el cristianismo, los medios de comunicación, el Estado de derecho, el compromiso histórico, la democracia cristiana y el partido comunista, el psicoanálisis, el marxismo, el estalinismo y el leninismo, la literatura, la verdad, el misterio y Dios.

(SCIASCIA. LUCIDO, ESCEPTICO Y HUMANO COMO MAIGRET, Entrevista de José Martí Gómez a Leonardo Sciascia, "EL PAIS", 11 de marzo de 1979)

Cincuenta y ocho años y un cierto aire de Bogart, del Bogart que pudo encarnar cualquiera de sus personajes. Leonardo Sciascia, autor - entre muchas otras obras - de El caso Moro, es uno de los más grandes escritores italianos de este siglo.

El Sábado 17 de febrero, Palermo. Mediodía. Los lectores del periódico siciliano "L'Ora" tenían una buena primera página en donde escoger: "Un garajista de Catania, asesinado por cuatro jovenzuelos; han sido detenidos esta noche después de un intento de robo"; "A las 8.10 en la Arenella: abatido de tres golpes delante del barbero"; "Los delitos de Milán y Venecia: asesinados porque se defendieron"; "Encarecimiento de la gasolina: prealarma en Italia mientras Arabia, Irak y Kuwait ajustan las tarifas"...

Racalmuto. Atardecer. Hombres vestidos de negro pasean por la calle principal y forman corros frente a las puertas de los bares que en el interior, sobre sus estanterías, exhiben estampas de vírgenes. Ni una sola mujer pasea por las calles del pueblo de 8.000 habitantes en el que nació, el año 1921, cuando el pueblo contaba con cerca de 20.000 habitantes, Leonardo Sciascia. Racalmuto era por entonces - y así lo reflejó el escritor en su libro "El mar de color de vino" "un pueblo sin inquietudes, electoralmente dividido entre dos grandes familias, con unos pocos socialistas, muchos curas y una mafia escindida. En 1936 Racalmuto empezó a sufrir su sangría demográfica. Ahora, con menos curas, con menos socialistas, quizá con las mismas familias y tal vez con la misma escisión de la mafia, deja pasar el tiempo mientras sus hombres de negro abren los negros paraguas en las calles oscuras y algunos jóvenes, zapatos de charol, ajustados pantalones, tiran, en el rincón de uno cualquiera de los bares, la moneda que e

n la máquina automática les trae la voz de Julio Iglesias cantando en italiano: "... pensami, / tanto, tanto intensamente / con il corpo e con la mente, / pensami...."

"La noche" (La nuez). De noche. La finca, rodeada de viñedo, está silenciosa, oscura, solitaria. Este sábado Leonardo Sciascia no habrá bajado hasta su casa de campo, cerca de Racalmuto, en el Agrigento, una casa de dos pisos, a la que se accede a través de una verja metálica permanentemente abierta, después de haber recorrido un estrecho, sinuoso, intrincado camino que parece conducir a ninguna parte. Esta noche, Leonardo Sciascia se habrá quedado en Palermo, a 120 kilómetros, para asistir al teatro. Se meterá en el Biondo, en donde el teatro Stabile di Catania pone en escena "I carabinieri". Se aburrirá muchísimo y lamentará no haber marchado al campo.

Leonardo Sciascia, autor de "El Contexto", "El mar de color de vino", "Todo Modo", "Privilegio y poder", "El caso Moro" ... tiene cierto aire de Bogart, del Bogart que pudo encarnar cualquiera de sus personajes, lúcidos y desesperanzados, cínicos y a un mismo tiempo cargados de piedad. A Sciascia siempre le ha gustado el armazón policial para sus novelas cargadas de rigor, entroncando así con una gran tradición más anglosajona que latina.

Ha encendido su benson número infinito en la aún apenas consumida media mañana y ha explicado que el género policíaco le ha interesado siempre, no sólo como técnica, sino incluso como esencia de la narración:

- Para mí, el género policíaco presupone una actitud religiosa frente a la vida y frente a la verdad. El investigador es un portador de gracia, de la gracia teológica, de lo que los teólogos llaman gracia iluminante. El inspector ilumina los hechos con la verdad. Y en este sentido el género policíaco me ha interesado siempre, aunque técnicamente yo lo utilizo de forma paradójica: nunca está claro quién es el culpable, pero se entrevé quién es. Simplemente, todo lo que queda en la sombra de la duda y de la incertidumbre porque nuestra vida es así. Yo no conozco ningún hecho que sea verdaderamente claro, que nos aparezca con toda su verdad. Todo es ambiguo, confuso, incierto... Por otra parte, mientras en la novela policíaca tradicional es el policía el que ilumina los hechos, en mis novelas hay un reajuste: el policía soy yo. Policía y teólogo a la vez. En mí hay una especie de "baggegiamento" del Estado. No el Estado autoritario - que tuve ocasión de conocerle bien durante el fascismo -, sino el Estado democ

rático. Pero aquí nunca hemos tenido Estado. Entonces el policía representa ese Estado democrático que nunca ha existido en Italia, y al mismo tiempo, representa un hecho teológico: la búsqueda de ese Estado que no ha existido nunca, pero que no es algo irrealizable porque en otros sitios ha existido. Me contentaría, pues, con un Estado que funcionase, como el francés o el inglés.

- Y aquí surgen las tesis de su último libro: El caso Moro.

- El caso Moro viene de una negación del Estado. Se ha querido afirmar contra Moro la existencia del Estado y en realidad era la negación. Un Estado que permite que se pueda secuestrar al presidente del partido político más importante: un Estado que en 55 días no consigue encontrarlo más que muerto, y aún porque se les ha indicado el sitio; un Estado que no consigue proteger a ningún ciudadano... Un Estado así no tiene derecho de afirmar la razón de Estado y de no negociar. La vida del ciudadano inocente está por encima de todo y hay que negociar.

- Moro había sido uno de los padres de ese Estado.

- Aldo Moro era el típico católico italiano que no cree en nada de lo que hace referencia a la vida civil. Sólo cree en el más allá. Pero en el más aquí no cree en absoluto. Que por qué estoy convencido de que creía en el más allá? Porque pienso que tanto cinismo en el más aquí sólo puede ser compensado por la fe en el más allá.

Muchas de sus novelas han sido llevadas al cine: Pero Sciascia no gusta del cine. Tampoco gusta mucho de salir de casa y, cuando lo hace, su restaurante favorito en Palermo es el Charleston, de tonos discretos en los colores de su moqueta, de su decoración basada en plantas de discreto tamaño, espejos que devuelven imágenes nítidas y lámparas que retrotraen a tiempos perdidos. Tampoco gusta del Sam Spade o el Nick Charles que creara Dashiell Hammett, ni del Philip Marlowe de Raymond Chandler, ni mucho menos del Lew Archer lanzado a la vida por Ross Macdonald. A Sciascia, puestos a escoger, le gusta más quedarse con el Maigret de Simenón, porque prefiere a los policías que creen en alguna cosa. Además, Maigret no es un policía privado, es un policía del Estado. y esto es para Sciascia una diferenciación importante: "Maigret no ama al jefe de policía, no simpatiza con el Gobierno, pero tiene confianza en el sistema y actúa según los principios constitucionales. Marlowe y otros personajes americanos prácticamen

te no creen en nada: son policías que ejercen su trabajo y lo hacen bien, pero no le importa nada más. Indagar sobre un delito es de alguna manera una forma de descargar su misantropía. En ellos no hay piedad. En Maigret sí. Maigret ama a la gente. El policía americano no ama a nadie.

Dos cucharadas de azúcar a la tacita de café. El mecánico gesto de romper la envoltura de un nuevo paquete de cigarrillos - sólo cigarrillos, nada de habanos, nada tampoco de alcohol - y un largo peregrinaje por el pesimismo:

- Los Estados modernos son máquinas. No creo que puedan tener espacio para la piedad. Todo es máquina. Mañana estaremos gobernados por las máquinas. Se dice que quién tenga más información será el dueño del mundo y la información no tiene nada que ver con el sentimiento. Por ejemplo, en Estados Unidos se formaron una idea sobre la personalidad de Allende haciendo estudiar a una máquina todos los discursos que había pronunciado. Esto es la muerte: un individuo ligado a todo lo que ha dicho, sin contemplar la posibilidad de que un hombre pueda cambiar, cambiar sus ideas, sus sentimientos. Es el drama de Pirandello: la dualidad entre la vida y la forma. La simple forma es muerte; la vida es una cosa fluida, continua, que cambia. Pero las máquinas no entienden de cambios, las máquinas no entienden de mutaciones de sentimientos.

El cigarrillo en la comisura de los labios, la frente arrugada como perpleja; y los ojos inteligentes, húmedos, los ojos de Bogart, como perdidos más allá de la ventana buscando una esperanza:

- Socialismo y cristianismo han sido traicionados por aquellos que oficialmente asumían la representación. La Iglesia ha traicionado el cristianismo. La Unión Soviética, China y Castro han traicionado el socialismo. Pero cristianismo y socialismo tienen vida todavía: dentro de nosotros. Para que esto aflorara sería necesario un gran proceso de liberación y ésa es mi esperanza.

Se levanta todas las mañanas muy temprano. Normalmente trabaja en la editorial Sellerio, en donde su dueño le define irónicamente como san Leonardo, al responsabilizarle del alto nivel intelectual que ofrece el catálogo de la pequeña editorial siciliana. Cuando, sin escribir una sola línea, armando la obra en el interior de su cerebro, Sciascia considera que las páginas ya están maduras, marcha a su casa de campo, cercana a Racalmuto. Allí trabaja en la obra todas las mañanas, a un ritmo de cuatro holandesas diarias. Por la tarde, pasea o lee. A la mañana siguiente reemprende el trabajo a partir de la revisión de la última holandesa escrita el día anterior.

Escribe directamente a máquina, en una pequeña Lettera 22, de un indefinido color entre el verde y el ocre. Escribe con un solo dedo de la mano derecha, el índice, mientras el índice y el anular de su mano izquierda sostienen el cigarrillo inseparable. La habitación de trabajo es pequeña y sus paredes son blancas, salvo las manchas de color de algunos posters - uno en homenaje a Antonio Machado, entre ellos - y un curioso documento de la familia del príncipe de Lampedusa, el del Gatopardo viscontiano, antiguos propietarios de estas tierras sobre las que Sciascia levantó su casa de campo, plantó sus viñas, vio crecer en poco tiempo sus árboles, dejó correr su imaginación y su inteligencia buscando respuestas a sus interrogantes continuos.

- Casi todos los Estados son fuertes con el débil y débiles con el fuerte, pero en Italia es peor. El Estado italiano es impotente para eliminar la mafia, es impotente para eliminar el bandidismo, es impotente para eliminar las Brigadas Rojas, pero es fuerte frente a todos aquellos que son víctimas: contra los jóvenes, contra los jubilados, contra los ancianos, el estado siempre es fuerte. Yo no amo al Estado por el solo hecho de ser Estado. Yo soy más bien de naturaleza un poco anárquica. Pero el Estado es la única forma de convivencia que conocemos y hay Estados que realizan esta convivencia mucho mejor que Italia. Pocos, pero algunos sí hay. Qué Italia es un Estado muy democrático en donde se puede leer, por ejemplo, el reportaje de Gianluigi Melega en L'Espresso, en donde se cuentan importantes revelaciones sobre el caso Moro? Sí. Sólo que estas revelaciones son falsas. Son el fruto de la mente de un mitómano: un mitómano que ha contado estas cosas, un parlamentario democratacristiano estúpido, que se l

as ha creído, y un periodista que las ha revelado. Pero las cosas verdaderas, las cosas profundamente verdaderas, en Italia no se dicen nunca. Todo son apariencias formales e ilusiones. Qué han provocado estas revelaciones de "L'Espresso"? Se convocará una investigación parlamentaria, que dará como resultado lo que todos esperamos: lo contrario de la verdad. Una vez se encargó una investigación parlamentaria sobre la Mafia. Para qué ha servido? Para nada. Ahora, por ejemplo, se sabe, lo saben todos los italianos, que se quiere ir a unas elecciones anticipadas. Lo sabemos todos, pero no hay ningún periódico que lo diga. Ningún periódico dice que todas estas negociaciones para la formación de Gobierno no son más que un juego, una finta para preparar las legislativas. Todo lo contrario; los periódicos tienen la buena voluntad de no ir a unas elecciones anticipadas. En Italia sólo ha habido un periodo de movilidad: cuando los socialistas estuvieron en el Gobierno. En aquel momento había cierto equilibrio liber

al que alimentó la libertad, tras el largo periodo en que la democracia cristiana fue una continuación del régimen fascista. después, con el compromiso histórico como fantasma de un régimen, nació el nuevo conformismo. Y la prensa, que teóricamente goza de libertad para decir cualquier cosa, lo dice todo menos la verdad.

- Pero usted escribe habitualmente en el "Corriere della Sera".

- Porque es el que tiene más tirada...

Ha dado una última chupada al cigarrillo y al tiempo de que tiraba el filtro al interior de la chimenea en donde se queman unos troncos de almendro ha dicho:

- ... no porque sea diferente a los demás.

En el matutino romano "La Repubblica" y en la sección de cartas al director, un lector se queja del pesimismo de Sciascia: 2... Con el estado de ánimo en el que se encuentra. qué cosa está preparando el escritor italiano? Acaso el libro sobre la total destrucción de Italia? (...) A los escritores, sobre todo en estos tiempos y cuando se trata de gente inmersa en la cotidianidad y en la tragedia de la vida, como Sciascia, no pueden consentírsele lujos de esta clase".

Pero Sciascia, casado, padre de dos hijas, abuelo de tres nietos "y medio" según gusta decir a su esposa - cuatro meses de gestación para este último - cree que pese a todo, sumando todos los factores que inciden sobre su personalidad, es optimista, y que precisamente porque es optimista continúa escribiendo y polemizando. El cree que si fuera un pesimista se encerraría en sí mismo y se pondría a escribir sobre la historia local o a hacer novelas de pura acción, sin fin ni objetivo. Lucha como si las cosas tuviesen que cambiar. Y lo hace desde Sicilia, porque le parece natural que uno viva donde ha nacido:

- La emigración me parece un hecho antinatural, terrible.

- Cómo han sido sus relaciones con el Partido Comunista italiano?

- Fui elegido concejal del Ayuntamiento de Palermo, como independiente, en las listas del Partido Comunista. Al cabo de año y medio dimití. En Sicilia, el Partido Comunista ha representado la única oposición. Un escritor siciliano, Vitaliano Brancati, decía que "en Sicilia, para ser apenas un poco liberal había que ser por lo menos comunista". Yo estuve muy cerca del Partido Comunista, porque era liberal, pero en un momento determinado me di cuenta de que era tiempo perdido buscar el liberalismo en el comunismo. El comunismo tiene un destino estaliniano absolutamente irredimible. Stalin ha marcado para siempre al Partido Comunista. No hay salida. Todas las declaraciones de democracia que puedan hacer no tienen ningún valor. El Partido Comunista nunca puede tener el sentido de la libertad.

Una pausa. Le hubiese gustado más el que las preguntas se le formularan por escrito, porque es hombre de razonamiento lento, pausado y, además, siente temor ante el magnetófono.

-... Marx no es el gulag (en ruso, campo de concentración). El leninismo y el estalinismo, sí. Marx es todavía una cosa viva. Marx nos ha enseñado a leer el pasado; a construir el futuro, lo dudo. Ocurre como con el psicoanálisis: sirve para entender y para entenderse, pero no sirve para curar. Nunca he visto a una persona tratada por el psicoanalista que haya sido curada. Pero el psicoanálisis es un gran instrumento de conocimiento, pero no sirve de gran cosa para construir el futuro. Aquí está ahora el eurocomunismo, una fórmula que no corresponde para nada a la realidad. Yo creí durante cierto tiempo que el eurocomunismo era una manera de distanciarse de la Unión Soviética. en realidad no era más que una fórmula electoral, útil en países como Francia, Italia y España. En mi opinión, las relaciones entre la Unión Soviética y los partidos comunistas europeos son indestructibles. He aquí una prueba: hoy China ataca a Vietnam contra Camboya, y el partido comunista italiano condena a China, pero nunca condenó

abierta y claramente el ataque de Vietnam contra Camboya.

- Habrá que preguntarse si es deseable la revolución ...

- No solamente debemos de preguntárnoslo, sino que tenemos que contestar rotundamente que no. Unicamente las Brigadas Rojas pueden creer que la revolución no sólo puede venir, sino que además es justo que venga. Y hablo, naturalmente de aquel sector de las Brigadas Rojas que va de buena fe; no es éste el caso de aquellos que las mandan.

- Dónde está la verdad de las Brigadas Rojas?

- Para mí, en el comunismo internacional. En general, el terrorismo es un fenómeno de los países que han tenido fascismo.

- Y eso por qué no lo dice la Democracia Cristiana?.

- Porque tiene miedo. En estos momentos todos tienen miedo. Miedo personal, miedo físico. Los democratacristianos peores, todos aquellos que durante estos últimos años han hecho lo posible por disgregar el Estado italiano, por corromperlo, quieren el compromiso histórico porque quieren ser protegidos por los comunistas. El compromiso histórico no es el deseo de los mejores democratacristianos, es el deseo de los peores. Y esos peores siguen creyendo en él pese a que el compromiso histórico ya está liquidado. Quedará definitivamente liquidado en las próximas elecciones, en donde seguramente la Democracia Cristiana crecerá y el Partido Comunista perderá posiciones y cuando un partido empieza a decrecer no tiene una gran fuerza contractual. Y, cuidado, al decir lo de las Brigadas Rojas ligadas al comunismo internacional no quiero decir que crea que el Partido Comunista, a nivel de sus dirigentes, tenga relaciones con las Brigadas Rojas. No. El Partido Comunista italiano, en su dirección, en su oficialidad, es v

erdaderamente contrario a las Brigadas Rojas.

A Sciascia, un mar de color de vino en los ojos de su infancia, le preocupa que "el fenómeno del terrorismo se dé entre una juventud desesperada que no sabe qué hacer y que no ve ninguna perspectiva para el futuro; una juventud que, desesperada, confía en la revolución y a la que nadie ha explicado que la revolución ya no llegará nunca". "Y ésta es una responsabilidad de los partidos marxistas, que han hecho creer que la revolución vendrá de la misma manera que después de la noche viene el día, porque dadas determinadas condiciones no se puede dar otra salida que la revolución, y esto no es así. A veces lo que se da es la contrarrevolución".

- Por qué este clima de violencia generalizada?

- Porque los valores morales han caído absolutamente. Ya no existen. Yo pienso en toda clase política hecha de mediocres, incluso de imbéciles, de ignorantes. Pienso en esos malhechores, tanto como las Brigadas rojas, que no pagan sus impuestos. Pienso que cierta forma de gestionar la cosa pública, sin ningún tipo de escrúpulos, ha sido un ejemplo de violencia. Los malversadores del Estado italiano no son las Brigadas Rojas sino los que han estado gobernando el país durante los últimos treinta años. Entonces la violencia ha pasado, a partir de una corrupción que ha llevado a tantas desesperaciones, a ser una nueva forma de relación social. En los bancos no sólo se roba desde fuera: se roba también desde dentro. La impunidad ha sido, en Italia, un gran incentivo a la violencia. Lo han sido todos aquellos que en la gestión de la cosa pública han robado y no han sido castigados. Y cuando hablo de la pérdida de valores lo hago pensando en el respeto a la vida humana, el respeto a las ideas de los demás. Pienso t

ambién en el valor de la competencia: las cosas tienen que ser atribuidas a aquellos que saben hacerlas. Los jóvenes dicen que están contra la meritocracia y cuando dicen que en la escuela la meritocracia no debe existir dicen una insensatez porque la sociedad no se puede regir sin que exista quien sepa hacer las cosas. Cómo se pueden hacer los puentes? cómo se pueden hacer las casas? cómo se puede hacer una operación quirúrgica si nadie lo enseña? Los jóvenes afirman: estamos contra la meritocracia, estamos contra la escuela, estamos contra la clasificación en buenos y malos. Antes de afirmar esto, lo han visto en la misma vida italiana: han visto que las cosas han sido adjudicadas a quien no sabía hacerlas, han visto que las industrias con participación estatal han sido arruinadas por la incompetencia, u si esta meritocracia no existe en la vida real es lógico que tampoco exista en la escuela. no? Esto es la caída de los valores. Qué pasa en las industrias con participación estatal? Que se socializan

las ventas y se privatizan los beneficios, con lo cual el pueblo italiano paga por la Montedison, que va mal, pero hay gente que se ha enriquecido a costa de la Montedison: los gastos están a cargo de los italianos, los beneficios son para unos pocos. Esto es la caída de los valores. Cuando se otorga responsabilidad en una industria o en un servicio estatal, nunca se hace en base a la competencia de las personas: se hace en función de la fuerza política que cada uno representa. en todos los dominios del Estado, si hay que nombrar cinco personas, no lo duden, dos serán democratacristianos, dos comunistas y uno socialista. todo ello independientemente de su competencia profesional.

Para cenar, pasta. A Leonardo Sciascia, que reconoce no ser un gran gourmet, le encanta la pasta. Hace años, cuando era joven, le cautivó la caza y cuenta la leyenda de Racalmuto que el joven Sciascia se sentaba bajo un árbol con un libro entre sus manos, la escopeta a punto recogida entre sus brazos: iba leyendo y cuando algo revoloteaba sobre su cabeza, levantaba los ojos de la página del libro, los fijaba en el ave, apuntaba presto con la escopeta y casi nunca fallaba en su disparo. Ahora Sciascia ya no sale a cazar. Ahora, como antes, Sciascia ama encerrarse entre las páginas de un Borges, un escritor que le interesa mucho porque el mundo de Borges es el mundo de las coincidencias, de las correspondencias, de las analogías... "Baudelaire lo decía así": "Estamos en un bosque de símbolos". Un bosque de cosas que se corresponden, que se reclaman, que se repiten. Es como un andar por un laberinto, con retornos y repeticiones. Siempre igual y siempre adverso" Entre Sciascia y Borges una diferencia.

- El encuentra el enigma a nivel de biblioteca y yo lo encuentro a nivel de realidad. Las cosas escritas y las cosas que acontecen.

- Eso no es un privilegio de élite?

- Siempre han sido pocos los que han pensado.

- Qué relación tiene usted con Dios?

- Con Dios, directamente ninguna. Pero pienso que todo esto tiene que tener algún sentido. Que esta vida no puede ser tan absurda. este sentido podría ser Dios. A mí no me basta creer, como dicen los biólogos, que la vida es una casualidad. Tiene que tener un sentido. No. No tengo relación con Dios, pero tampoco soy un no creyente. tengo suficiente escepticismo para las dos cosas y creo que éste es el único remedio contra el fanatismo, contra la violencia. No me interesa mi supervivencia personal; el alma inmortal me interesa muy poco. Lo que me interesa es que todo esto tenga un sentido. Yo creo que - al contrario de lo que sucede - hay que tratar bien a los vivos y no a los muertos. Yo no soy aficionado al ritual de la muerte.

- Qué es la verdad?

- Cristo cuando se lo preguntó Pilatos, no respondió. Para mí, la verdad es la literatura. Siento que todo aquello que hay de verdadero sobre el hombre ha sido escrito y descrito. es difícil encontrar la verdad si no es en la literatura. Yo creo ser capaz de reconocer en las páginas de un libro el olor de la verdad. No... El hombre no ha cambiado tanto. El hombre de hoy es todavía el hombre de Shakespeare, de Homero, de Tolstoi... El hombre necesita siempre, debajo de la mentira, encontrarse a sí mismo.

- Cuál es su sistema de investigación?

- No tiene metodología. Me enfrento a los hechos candorosamente, esperando que la gracia me ilumine, intentando construir la verdad. Usando, de algún modo, documentos. Me interesan las frases misteriosas, las frases difíciles. En cierto sentido, el resultado de mis encuestas es una verdad que coincide con el misterio: la verdadera verdad es un misterio. Misterio: es la gran palabra.

- Como en muchos de los cuentos de Borges, hay en la resolución de sus enigmas una multiplicidad de lecturas?

- Sí. Hay una multiplicidad de lecturas. Pero sólo una de ellas es más justa.

Ha puesto azúcar en una nueva taza de humeante café. Ha mirado el aleph infinito que hay en todo fuego ardiendo en una chimenea.

En Racalmuto, al caer la tarde del domingo, se ha vuelto a poblar la calle principal de corros de hombres vestidos de negro. En el cine ponen una mala película. En los bares se ponen en marcha las máquinas automáticas que traen las melodías del mundo a un pueblo que parece varado muchos años atrás. Hay esquelas enormes en las paredes de las calles... "Ayer, día 15, confortado por los auxilios espirituales (...) el señor (...) sentidamente (...) el último tributo de afecto al querido extinto (...) Racalmuto, febrero de 1979". Hay residuos del paso de un español en carteles que todavía la lluvia no ha terminado de arrancar las paredes... "Euroderecha (...) en Agrigento (...) Giorgio Almirante, Blas Piñar, Tixier Viganncourt (...)".

Empieza a llover y la calle se hace más negra cuando se abren los negros paraguas, impertérritos los corros de hombres que hablan en medio de la calzada. Al otro lado de la plaza, roto ya el recodo que forma la vieja iglesia, hay algunas muchachas jóvenes sentadas en un pretil, como en un mundo aparte.

Leonardo Sciascia baja muy pocas veces hasta el pueblo en el que nació el año 1921, pero necesita de este paisaje y de estas gentes para seguir escribiendo con su dedo índice en la pequeña Lettera 22, en la blanca habitación de "La noce", a una decena de kilómetros de Racalmuto, ubicado en el Valle de la muerte, muy cerca de las majestuosas ruinas griegas de Agrigento, algo más lejos de un ya definitivamente perdido mar de color de vino.

 
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