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Aglietta Adelaide, faccio adele, irdi luigi, carbone fabrizio, vecellio valter, pinto domenico, rivolta carlo, turriani leandro, pannella marco, tato\' giovanna, gaita renato, della rovere roberto, ramadori giuseppe, orsini piero, bonino emma, purgatori andrea - 1 aprile 1979
12 de mayo, 13 horas
Reconstrucción del siniestro a través de los testimonios

SUMARIO: El 12 de mayo de 1977, la policía carga contra miles de manifestantes que participan en Roma en una manifestación no violenta del Partido radical para apoyar la recogida de firmas sobre los "8 referéndums contra el régimen" (abolición del Concordato, de los tribunales militares, de los delitos de opinión contenidos en el Código penal, de una parte de la ley de manicomios, de la ley que otorga a la policía poderes especiales en materia de arresto, perquisición e interceptaciones telefónicas, de la ley que atribuye a los partidos una financiación pública consistente, de la "comisión investigadora" (tribunal "especial" compuesto por parlamentarios para el juicio preventivo sobre los delitos llevados a cabo por los ministros). Una joven, Giorgiana Masi, muere herida por balas procedentes de una pistola, y gran número de manifestantes resultan heridos. El ministro del interior niega que la policía haya usado armas de fuego. Por el contrario, el Pr demuestra, a través de una filmación en la que aparece un

agente de policía mientras dispara repetidamente contra la multitud y cientos de fotografías en las que se ve a los agentes armados, disfrazados de "autónomos" que el Ministro del interior, Francesco Cossiga, había mentido.

A través de la publicación de un "Libro Blanco" que recoge los testimonios de todos aquellos que habían asistido a las brutales agresiones de la policía, el Partido Radical demuestra que se había producido un intento de siniestro y presenta una denuncia.

El 15 de enero de 1979, el acusador público, Giorgio Santacroce, solicita que se cierre el caso y se archive el sumario del asesinato de Giorgiana Masi "por ser desconocidos los autores de los hechos".

En este capítulo se reconstruye el siniestro que a través de los testimonios de periodistas, fotógrafos, parlamentarios, gente que pasaba y manifestantes.

(LIBRO BLANCO DEL PARTIDO RADICAL SOBRE EL ASESINATO DE GIORGIANA MASI Y SOBRE LOS HECHOS DEL 12 DE MAYO DE 1977: "Crónica de un siniestro" - elaborado por el Centro de iniciativa jurídica Piero Calamandrei - abril de 1979)

Adelaide Aglietta(1)

11 de mayo - 22 horas: Pannella acaba de leer a Cossiga(2) el texto del comunicado con el que las organizaciones promotoras de la manifestación (PR, Grupo radical, Comité para los referéndums y Lucha continua) renuncian a toda connotación política y aseguran que se desarrollará solo como fiesta musical, sin mítines, ni intervenciones políticas. Hay que montar el palco en Piazza Navona. A la cita con la empresa encargada nos presentamos Gianfranco Spadaccia y yo. En la plaza nos encontramos con una patrulla y un policía nos dice que no podemos montar el palco. Le decimos que queremos hablar con el funcionario. Transmiten la petición a la comisaría con por radio-teléfono. Esperamos al funcionario, nos reservamos de hecho hablar con la Comisaría ateniéndonos al comunicado leído a Cossiga. En caso de que nos quieran impedir montar el palco, haremos caso omiso e intentaremos montarlo nosotros y, si quieren, que nos paren. Con nosotros se hallan Emma Bonino(3), Paolo Vigevano, Pino Pietrolucci y otros compañeros.

Al cabo de pocos minutos llegan Mimmo Pinto(4), Alex Langer y otros dirigentes de Lucha Continua(5).

Esperamos a que los agentes de la patrulla nos den una respuesta. Pero la respuesta no llega, y el funcionario tampoco. El furgón se va, sin dar explicaciones. Finalmente montamos el palco, tarea que nos ocupa hora y media. A las doce de la noche Gianfranco llama a la Comisaría y pregunta por el Jefe de policía. Le pasan al funcionario de turno que se identifica como De Filippis: le pide que le garantice que no van a tocar el palco y que tampoco molestarán a las personas encargadas de vigilarlo. De Filippis asegura que no intervendrán para nada a lo largo de la noche. Nos vamos a dormir.

A la mañana siguiente, en Piazza Navona hay tres autocares llenos de agentes de la policía y un camión de los carabineros. Es la primera señal de una presencia amenazadora. Pero bajo la mirada atenta de cien agentes de los carabineros, el ENEL (compañía eléctrica italiana) engancha a las 10 la energía eléctrica para las instalaciones de amplificación y a las 11 la SIP (la telefónica) conecta un teléfono para que puedan comunicar los organizadores; los obreros y los técnicos instalan micrófonos y altavoces.

A las 13,30 un funcionario del distrito 1 nos dice que quitemos los amplificadores. Hacemos caso omiso. Nos dejamos que nos llevan a rastras. Arrancan los hilos, se llevan las instalaciones. Inútilmente les pedimos que nos enseñen el permiso y la orden de confiscación. Eugenio Rollo se echa en el palco y a su alrededor empiezan a cantar compañeros y compañeras. Los restaurantes y los bares aún están llenos de gente, muchas personas pasean por la plaza. A partir de este momento, Gianfranco se encarga de la radio-crónica de los acontecimientos, que empieza por la mañana temprano para invitar a la gente a participar.

Alrededor de las 14 horas se bloquean los accesos a piazza Navona. A partir de ese momento, nos quedamos paralizados, casi bloqueados en la plaza; las únicas noticias son las que nos traen los parlamentarios y los periodistas que tienen libertad de movimiento. Poco después de las 14,30 horas empiezan a disparar los primeros gases.

A las 15,30 cuento en la plaza, hacia el lado de Campo de' Fiori, a 21 agentes de civil armados con pistola. Le pido a un cámara cinematográfico o de televisión que les filme.

Entre ellos he reconocido al que sale en la foto que han publicado los periódicos.

Maurizio Della Porta Rodiani, 50 años, funcionario del Banco de Santo Spirito

Me hallaba, hacia las 8 horas del 12 de mayo, en el bar Domiziano de Piazza Navona. Les pregunté a dos policías que se habían bajado de una camioneta y que habían entrado en el bar a tomarse un café que si habían venido para impedir que se celebrase la fiesta de los radicales. Los dos agentes me contestaron, delante del propietario del bar, que habían venido sólo para mantener el orden y que la fiesta se iba a celebrar normalmente.

Adele Faccio(6), diputada

En Roma se sabe que una manifestación radical es un fiesta. Se baja a la plaza, se canta, se oye música, y luego tal vez llegan los palizas de los diputados, del presidente, del secretario del partido, pero en resumidas cuentas no es que se peguen grandes rollazos, suelen ser amenos, no como Moro que hay que llevarse el diccionario para entender lo que dice. Osea que se les puede escuchar. No tiene sentido que por motivos de orden público se prohiba una fiesta radical. Sobre todo porque el domingo pasado se celebró la fiesta de la Tele y a nadie se le pasó por la imaginación prohibirla.

La noche del 11, llegó a la sede del partido una llamada telefónica de Cossiga en la que decía "para que lo sepáis, os comunico que sigo prohibiendo la manifestación". Al cabo de algunos minutos llegó Marco (Pannella)(7) y Emma (Bonino) se lo comentó. Entonces, fue y escribió un comunicado en el que se indicaba que renunciábamos al mitin político, y que no iba a ser más que una concentración con música para celebrar el 12 de mayo del 74.

Tras el comunicado a ANSA, Marco, lealtad por lealtad, coge el teléfono y llama a Cossiga, y le dijo "para que lo sepas te informamos que renunciamos al mitin político pero no a la fiesta". Cossiga dice, "bien, tomo nota". De manera que se monta el palco con toda la tranquilidad del mundo. Entonces, llega una camioneta de la policía que pide la autorización para montar el palco, nosotros le enseñamos la autorización permanente para Piazza Navona, ah bueno entonces de acuerdo, se van y montamos el palco sin impedimentos.

A la mañana siguiente, a eso de las once, mientras estamos todos aquí en el parlamento, llega una llamada telefónica urgente, "corred, corred, que han venido a confiscar los amplificadores". Salimos pitando Mellini y yo hacia Piazza Navona, mientras Marco y Emma se precipitan hacia el aula. En Piazza Navona vemos que han confiscado los amplificadores, y que se iban a llevar el piano, pero resulta que como Gianfranco Spadaccia se había echado encima del piano, al final desistieron y lo dejaron ahí. Eramos unas cien personas aproximadamente: nos subimos todos al palco y "de aquí no se mueve nadie".

Mauro Mellini y yo nos precipitamos a los dos lados opuestos de la plaza para saber qué es lo que había sucedido. A mí me faltó el canto de un duro para caerme encima de un teniente de carabineros a la altura de Via Santa Maria in Agone; y él amable y más suave que un guante me dice "'onorevole'(8) faltaría más, si sólo hemos recibido órdenes de crear el cordón".

Probablemente, tampoco sabía que todos los accesos a la plaza habían sido cerrados, sabía que tenía que hacer cordón ahí y basta, de hecho me dijo "se entrará por otro lado".

Se lo dije a las compañeras que se habían reunido fuera: "haced una sentada o buscar otra entrada a la plaza, arregláoslas como creáis más conveniente". Luego me fui, y aún no había llegado a mitad de la plaza cuando se produjeron los primeros tumultos, gritos, chillidos. Me voy corriendo, pues sabía que en el otro lado andaba Mellini, y había visto también a Magri, a Pinto, a Gorla y a Corvisieri. Eramos muchos, qué significaba todo ese follón?.

Llego a tiempo para ver los palos que le dieron a Pinto y cuando zarandearon a Mellini. Me encuentro a Pinto tirado en el suelo y al compañero radical Walter Vecellio, redactor de "Noticias radicales", arrestado. Me llego hasta el comisario y le pregunto que por qué lo ha arrestado. Y ni tan siquiera me mira. Saco el carnet de parlamentaria y le repito la pregunta. Y sin mirarme le dice al soldado que conducía: "llévalo al cuartel, averigua y luego suéltalo". No me lo dijo a mí, se lo dijo al soldado, y esta es una falsedad, porque no tuvo el valor de decirme nada directamente, pero hizo de manera que yo me enterase de cómo estaban las cosas. Me acerco a él con mi carnet en la mano y le pregunto de nuevo el motivo por el que lo arrestan y me contesta "desobediencia, insubordinación". En cambio nada de eso, nada de insubordinación, porque muchos periodistas y fotógrafos me dijeron que Walter lo único que estaba haciendo era explicarle a la policía que estaban pegándole a Mimmo Pinto, diputado. Entonces me dic

e: "mire, pase porque tiene que pasar por aquí, pero callandito". Juro que hacía treinta años que nadie me había dicho "callandito" con ese tono de voz.

Vuelvo a la plaza, en donde estaban Aglietta y los demás esperando y vuelvo a salir junto al compañero Pino, el de la radio. Muchas dificultades para atravesar los cordones de la policía, puesto que me hallaba con un periodista que llevaba una grabadora, pero al final lo logramos. En ese momento empezaron a disparar los lacrimógenos contra algunos compañeros que con las manos en alto y unidas como si estuviesen esposados gritaban "libertad, libertad, nosotros violencia no usamos y de la policía pasamos". Así que ni tan siquiera estaban diciendo eslóganes ofensivos. Muchos se refugiaron bajo los arcos para protegerse, pero disparaban a más no poder, seguidos con la mirada por uno de aquellos policías con los pantalones celestes y la chaqueta azul, el gorro encasquetado, sobr los 40-50 años, que en el momento oportuno decía "basta" y dejaban de disparar.

Luigi Irdi, redactor de "Il Corriere della Sera"

He seguido en la plaza la primera parte de los incidentes del jueves 12 de mayo, más o menos desde las 14,00 hasta las 19.00, hora en la que volví al periódico para empezar a redactar los artículos para el día siguiente; por lo que no puedo brindar testimonio directo en lo que se refiere a los enfrentamientos del puente Garibaldi, los más graves, en donde Giorgiana encontró la muerte.

En Piazza Navona, a primera hora de la tarde, el clima era bastante relajado, aunque poco antes policía y carabineros habían desmantelado los amplificadores del palco que habían montado los radicales y ya todos habían comprendido que no iba a haber manifestación alguna. La primera observación tiene que ver con la actitud de la policía y de los carabineros. Todo acceso a piazza Navona estaba bloqueado por cordones rígidisimos, difícilmente superables. Personalmente, hallé dificultad para entrar en la plaza sólo en una ocasión. Un oficial de los carabineros empezó a cavilar sobre la validez de mi carnet del gremio de periodistas (que no tenía el timbre del 77).

El comportamiento de las fuerzas del orden era realmente grave, violento (a esa hora sólo verbalmente) y en tono de amenaza. No cabía la menor duda de que las órdenes que habían recibido estaban muy claras: nada de manifestación cueste lo que cueste, intervenir con dureza sin demasiados escrúpulos. Y así fue.

El primer aporreo al que asistí tuvo lugar delante de la puerta de Palazzo Madama. Se la tomaron con algunos militantes radicales. Yo he visto personalmente apalear con porras y con el revés de las escopetas, con extrema, inútil e injustificada violencia. Palos para todo el mundo, para Mimmo Pinto, para los periodistas, para los fotógrafos. Vi a un chico con gafas al que cogieron en volandas y luego tras soltarlo de golpe adrede, y mientras intentaba alcanzar las gafas lo cogieron de nuevo y tras lanzarlo por los aires lo estamparon contra el asfalto. Mimmo Pinto, furibundo, se dirigió a un policía y le dijo: " pero es que no os dais cuenta de que sois carne de cañón?" El policía que probablemente no se había quedado con el significado de la ironía de Pinto, reaccionó con una descarga de insultos y de "me das asco". El agente iba vestido de civil.

Las aguas se calmaron más tarde ante el Senado, cuando oí decir que había enfrentamientos en Piazza della Cancelleria. Corrí con un colega y un fotógrafo. La policía atrincherada en Piazza San Pantaleo, disparaba lacrimógenos. Los manifestantes se divisaban a lo lejos. He visto entre los agentes de policía a numerosas personas de civil (que eran policías también) que agarraban con todas sus fuerzas palos, barras de hierro y algún que otro adoquín. Además de las pistolas, obviamente. A lo largo de la batalla, si así se puede llamar, entre la policía corrieron voces. "Disparan, disparan", afirmaban agentes de policía y funcionarios. No sé si por parte de los manifestantes se han producido disparos o no (de lo que no cabe duda es de que por parte de la policía sí). Me llegué, dando la vuelta a la plaza Campo de' Fiori, hasta Piazza Farnese en donde en ese momento estaban atrincherados los manifestantes (aproximadamente 100). No vi armas de fuego, ni cócteles molotov. A lo largo de toda la tarde sólo vi estallar

una. Desde Campo de' Fiori los jóvenes habían lanzado piedras, canicas de hierro, botellas vacías, y habían vuelto a lanzar los gases lacrimógenos de la policía, en esto ayudados por el viento que mandaba hacia atrás el humo.

Fabrizio Carbone, redactor de "La Stampa"

Refiero las primeras tres horas (14,30 - 17,30) de los incidentes del pasado 12 de mayo. Primera consideración: la gran dificultad para los periodistas de superar los cordones de la policía y carabineros. A las 14,30 cuando las siete vías de acceso a Piazza Navona estaban bloqueadas, me dirigí hacia un cordón y le enseñé mi carnet profesional a un funcionario que lo examinó largo rato y luego me dijo que podía pasar. Al cabo de cinco metros me paró un agente, me puso de cara a la pared, con las manos arriba y apoyadas contra el muro, me registró de forma brusca, luego me dejó pasar. Luego, cada vez que, por motivos de servicio, tenía que franquear algún cordón (incluso cuando la zona de los accidentes se hallaba lejos) me registraban lo mismo. Oí claramente a un agente de policía que decía: "de los periodistas nos ocupamos nosotros".

A las 15 ante el Senado, mientras unos diez radicales estaban en Corso Rinascimento, y algunos funcionarios de la policía querían parar a uno de ellos que tenía las manos en alto (y por lo tanto se manifestaba) - y este es el motivo de las protestas de los diputados Mellini, Pinto y Corvisieri - intervinieron los carabineros con los fusiles para dispersar a la gente, unas cincuenta personas: radicales con las manos en alto, periodistas y fotógrafos. En dicha ocasión vi a funcionarios de la policía totalmente furiosos, insultar, gritar y excitarse cuando su deber era calmar las aguas y desdramatizar una situación que por el momento era controlable y tranquila.

Poco después, empezaron a llevarse a radicales arrestados.

Cuando la policía lanzó los primeros gases lacrimógenos, y posteriormente en gran número de ocasiones, oí a personas vestidas de civiles que merodeaban cerca de la policía y carabineros, comentar de forma alarmista hechos falsos: "disparan, disparan, ya han herido a algunos agentes".

Por lo que se refiere a la presencia de agentes vestidos de civil armados, yo ya les había visto desde el principio y había hablado de ello con otros colegas. Más tarde, en la zona de Campo de' Fiori vi a un joven con un bastón en la mano y con la pistola metida en el cinturón de los pantalones que avanzaba entre el humo de los lacrimógenos. Pero no era un manifestante puesto que hablaba con algunos agentes de uniforme.

Segunda consideración: no es la primera vez, en las manifestaciones en las plazas que, tras haber lanzado gases lacrimógenos, en una zona, aparecen entre el humo, extraños personajes armados y se oyen disparos. Tercera consideración: en muchos casos se confunden los disparos del fusil para lanzar los gases lacrimógenos con los de armas de fuego. Por ello difunden en la zona noticias alarmistas, vagas, que sólo sirven para aumentar la tensión y crear un clima de miedo.

Por lo que se refiere al episodio de violencia que sufrí personalmente por parte de un agente de la policía al que le estaba enseñando el carnet de periodista (me encontraba lejos de los incidentes e intentaba superar un cordón de la policía) no voy a analizar el episodio porque forma parte de las dificultades objetivas de un periodista mientras trabaja. Pero sí quisiera detenerme en los siguientes hechos: 1) La Agencia ANSA ha dicho que me curaron en un hospital. 2) La televisión (TG-1, telediario del primer canal) ha dicho simplemente que me hirieron, sin detallar en dónde, cómo, cuando, por qué ni por quién. En el primer caso, la noticia era falsa; en el segundo incompleta.

Estas fuentes de información que no han sentido el deber de comprobar la noticia sino que la han transmitido tal y como alguien se la debe haber contado, son las mismas fuentes a las que se cree con respecto a episodios de los que no se puede ser testigo ocular. (En el caso del 12 de mayo, era imposible hallarse al mismo tiempo en todos los momentos críticos y en todos los puntos "al rojo vivo" del centro histórico).

Walter Vecellio

Son las 14,30 horas. Piazza Navona está ya rodeada y las bocacalles que conducen a ella bloqueadas por cordones de carabineros y de la policía. Intento pasar y llegar hasta donde están los otros por Piazza Cinque Lune. Me para un grupo de carabineros, que rodean la sede del periódico de la DC "Il Popolo". De aquí no se pasa, dicen. Les pregunto por qué. Zona prohibida. Sonrío. No es zona militar, replico.

El carabinero no tiene sentido del humor, "documentos, por favor", dice. Le enseño el carnet del gremio de periodistas. Mi objetivo es el de pasar y llegar hasta Piazza Navona; le digo: "es que tengo que llegarme por motivos de trabajo, déjeme pasar".

El carabinero dice que no, no se pasa lo mismo. Invoco el derecho profesional, intento razonar con él. Llego a decirle, con tono lamentoso, que "me impiden trabajar".

Ni caso. Parece que lo único que les interesa es apuntar mis datos en un papel. Me toman en consideración sólo cuando se enteran de donde vivo. Les digo que quiero hablar con un responsable, que alguien me explique por qué se prohibe el acceso. Nada, los carabineros no tienen responsable. Le pregunto al carabinero cual es su cargo, "voy de uniforme" dice. Esto debe bastarme, porque cuando le pido que me muestre el número de la placa, contesta "no soy un caballo". No me da tiempo a decir que yo no he dicho que un carabinero es un caballo y un colega del hombre que tengo delante va y me da un empujón soberbio con la culata del fusil. Me caigo para adelante y pego un chillido: "«Jolines!, pero qué forma es esta?, es que estamos locos o qué?". (He tenido la precaución de incluirme entre los locos, porque no hay nadie que pueda atestiguar lo que sucede y no quiero que me digan que si he acusado a nadie de estar loco). Por toda respuesta empiezan a arrastrarme por las piernas bajo los pórticos, de manera que no

me vea nadie. Hay una barra de esas que sirven para impedir que pasen los coches. Un carabinero me tira de una pierna hacia la izquierda y otro carabinero tira de la otra pierna hacia la derecha. Mis cojones en medio. Intento subrayar que no puedo seguirles. Ellos, duros, dicen: "No oponga resistencia".

Al final viene uno que debe ser un oficial porque en cuanto lo ven, los carabineros me sueltan los pies y saludan. " Qué pasa aquí?" pregunta. "Este señor quiere pasar, y no se puede" dicen. Le echa una ojeada a mis documentos. " Usted es periodista". "Sí, voy por trabajo, por favor, intentemos ser razonables, déjeme pasar".

"No se puede pasar". Se me había olvidado que estaba hablando con carabineros. No muy lejos, en Via Agonale se hallaba un grupo de hombres de la policía. Les enseño el carnet. Paso. Más tarde, hacia las 15,15 Mauro Mellini, que sabía que se le bloqueaba el acceso a la gente, decide, puesto que nadie puede ponerle las manos encima a un diputado (por lo menos, eso era lo que creíamos, luego Pinto demostrará que no es verdad) pasear arriba y abajo por las zonas acordonadas. Así es como con Mellini, Adele Faccio, y posteriormente con Pinto, Gorla y Magri (aunque Magri sólo un momento pues en cuento empezaron los incidentes no se le vio), más unos treinta periodistas y unos veinte radicales, nos hallamos ante Corsia Agonale, con el Senado a nuestras espaldas. Ante nosotros y a los lados cordones de seguridad pública, con todos los bártulos, fusiles, lacrimógenos, antidisturbios, cascos etc. Se saca una mesa para la recogida de firmas para los ocho referéndums. Presumo que se desea ponerla delante del Senado. Lo e

ntreveo, pues inmediatamente es destruida por la policía. Imparte órdenes un hombre vestido de civil con antidisturbios y casco (el mismo que luego me arrestará). De la mesa, en breve, quedarán sólo las papeletas. Los tres cordones de la policía empiezan a estrecharse hacia el centro. Un poco de aglomeración y jaleo, fotógrafos y periodistas se encuentran en medio, los diputados y los radicales alzan las manos al cielo.

Empieza la segunda carga, viene de la derecha, de espaldas al Senado. Pisan todo lo que encuentran, pegan patadas, arrean con la porra y apalean. Entre los apaleados se halla Angelo Tempestini. Sé que acaba de salir hace pocos días del hospital en donde ha estado internado mucho tiempo, por pulmonía o algo así, y lo veo tirado en el suelo, llorando, intentando de mala manera protegerse de los golpes que le caen encima. Intento como puedo meterme entre él y las porras, mientras otros arrastran a Angelo hacia un lado. Me propinan una patada en la cabeza. Mientras estoy intentando razonar sobre lo que me ha pasado y me acuerdo de todos sus muertos, recibo una patada entre el estómago y la entrepierna, uno de esos golpes dados con maestría, de profesional, con mala uva, que me acompañará toda la tarde. Me doblo del dolor y algunos policías no dejan escapar la ocasión: acaban de apalearme y me dejan la cazadora de piel y los pantalones hechos polvo. Luego, benditos ochenta kilos míos, se dan cuenta de que peso un

montón y que no me pueden levantar y tras haberme estampado contra el suelo me dejan plantado un momento. Mientras tanto alguien acaba de chillar "Sindicato de policía" (de todas maneras, habían mandado a todos los policías que no creían en el sindicato), y chilla "sentaos en el suelo". Yo ya estaba sentado, por mi cuenta, contando la de palos que había recibido, éstos y los de antes en Piazza Cinque Lune.

Se acerca el hombre vestido de civil que luego resulta ser un comisario. Hay otros con él. Empuja, chilla, pega, está congestionado, morado. Se me caen las gafas. Un alma pía de uniforme quiere ver lo que sucede si planta los pies encima. De un salto logro salvarlas, de manera que el pisotón (lo estaba necesitando) me da en plena cabeza.

Entonces, algunos compañeros intentan arrastrarme y alejarme de ese hombre de civil furioso que en realidad es un comisario. No puedo ir muy lejos pues ya nos han acorralado por todas partes y no queda más que la pared del Senado, en donde muchos se han alineado ya con las manos en alto. El comisario, en medio del jaleo "oye" que le he dicho "bastardo" dos veces. Es ultraje a un oficial público en el ejercicio de sus funciones (el oficial no se había presentado en ningún momento, pero mi comisario opina que a un policía para reconocerlo no hay más que verle la cara). Para más inri, puesto que, mientras que me convence arreándome con la porra de que tengo que seguirle al distrito 1, y yo debato, añado "resistencia". En resumidas cuentas, que me arrestan. Me pone una esposa en las muñecas, me confía a un par de hombres a sus órdenes, también vestidos de civil, manda que se me lleven al distrito 1. Son las 15,45.

Domenico Pinto, diputado

Llegué a las 15,20 horas a Corso Rinascimento, a la altura de la entrada principal del Senado.

Me hallaba con los colegas Corvisieri, Gorla y Mellini, para coordinar posiblemente con los responsables del orden público la afluencia de jóvenes que iban llegando a la fiesta. Pero a pesar de nuestros intentos, no logramos hablar con ningún responsable del orden público para evitar incidentes.

Hacia las 15,30 algunos jóvenes presentes en el mismo punto en el que me encontraba, empezaron ponerse manos arriba para demostrar que sus intenciones eran totalmente no violentas y pacíficas. A pesar de este comportamiento, la policía les empujó y zarandeó. Algunos de estos jóvenes, que seguían con las manos en alto, se sentaron en el suelo, creyendo que de esta manera iban a poder evitar las cargas de la policía. Pero, a pesar de este comportamiento pacífico, la policía, evidentemente por orden de superiores, arremetía contra toda persona presente en el lugar.

Mientras el colega Mellini, también él con las manos en alto intentaba hacer de escudo con su cuerpo a las cargas de la policía, contra los no violentos, yo, a pesar de enseñar visiblemente mi carnet de diputado primero me zarandearon violentamente y luego me dieron una serie de puñetazos algunos agentes vestidos de civil. Me tiraron al suelo y los carabineros me dieron de patadas.

Sólo gracias a la intervención del colega Mellini, un carabinero que me estaba dando con la culata del fusil dejó de darme en la cabeza.

Cuatro carabineros me levantaron en volandas y me lanzaron a tres metros de distancia. Mientras sucedía todo esto, un periodista intervino en mi favor gritando: "Quietos, que es el diputado Mimmo Pinto". También lo alejaron a él brutalmente, mientras un joven que chillaba "no le peguen" fue arrestado.

Al final de tanta violencia oí a algunos funcionarios de la policía y sargentos de los carabineros que se dirigían a nosotros diciendo "pero mira qué porquería nos representa en el Parlamento".

Recuerdo que cuando, antes de las violencias, me presenté a funcionarios y agentes en calidad de parlamentario enseñando el carnet me dijeron "por qué no te vas a trabajar", "otra vez el cabrón este, lo vas a pagar caro".

Hacia las 14 y 40 llegó el colega Pannella que invitó en primer lugar a los presentes a no reaccionar contra las provocaciones de la policía y posteriormente pidió en vano que le dejasen hablar con los responsables del orden público. Al no lograrlo, entró en el Senado.

Yo no conseguí entrar en el Senado porque cerraron la puerta enseguida. En ese momento un agente de civil le dijo a su colega " por qué no le has pegado una patada a ese cabrón?", señalando a Pannella. Yo intervine con calma diciendo "no hagáis eso, no veis que os utilizan como carne de cañón". Uno de los dos agentes me insultó diciéndome que yo daba asco y dirigiéndose a sus compañeros incitándoles contra mí afirmando que les había insultado y ofendido.

Carlo Rivolta, redactor de "La Repubblica"

Llegué a Piazza Navona más o menos a las 15. Tuve muchas dificultades para pasar el cordón detrás de Palazzo Braschi, a pesar de que me identifiqué. Un agente de los antidisturbios me dijo: "No nos importan un pito los periodistas, aquí no se entra y basta". Pero un funcionario intervino lo cual me permitió pasar entre injurias y amenazas. Los agentes estaban muy tensos y eran presa de una agitación poco común en situaciones análogas.

Hacia las 15,15 (aunque no estoy muy seguro de la hora) me fui hacia el Senado en donde asistí al apaleamiento de un par de jóvenes previamente zarandeados, y luego, tras haberles tirado por los suelos les empezaron a arrearles patadas. También aquel diputado Mimmo Pinto fue apaleado a pesar de haberse identificado. Poco antes le habían insultado insistentemente: un agente de policía le dijo: "Vete a trabajar", otros le habían dicho "no nos importa un carajo que seas diputado".

El vicejefe de policía Squicquero asistió impasible a toda la escena. Cuando preguntaron que quién mandaba en la plaza se negó a contestar. El vicejefe de la policía Cioppa fue el más activo en las cargas contra personas inermes. Se formularon amenazas contra el diputado Gorla. Entonces Pinto dijo: "Rivolta, has oído lo que me han dicho, escríbelo", (se refería a lo de "me das asco" citado en los recortes de prensa, que a decir verdad lo dijo un agente y no un funcionario). Un carabinero que estaba cerca dijo: "Escribe y una mierda, que no nos podéis hacer nada". Otros agentes expresaron observaciones pesadas sobre el Parlamento: ante varios funcionarios dijeron que los parlamentarios eran "gorrones a traición". Inmediatamente después de que lanzasen los lacrimógenos me fui a Piazza San Pantaleo. Un funcionario me habló de que habían sido lanzadas cócteles molotov señalando trozos de cristal roto. Los miré fijamente: no había ni traza de gasolina y se trataba de botellines de "oransoda" o de "lemonsoda" (tip

o fanta de naranja o de limón) que por el tamaño no podían ser cócteles molotov. En cualquier caso, no había ni rastro de gasolina, ni quemada ni sin quemar, en el lugar en el que los funcionarios aseveraban que habían sido lanzados los cócteles molotov.

Leandro Turriani, redactor de "Il Messaggero".

15,30 horas - Ante del Senado un joven con las manos en la cabeza seguido del diputado Pinto avanza. Un funcionario de la comisaría (bajo de estatura) y un capitán se dirigen al parlamentario: "Usted dedíquese a hacer de diputado". Con arrogancia progresiva, mientras Pinto lucía en la frente el carnet de reconocimiento, a los funcionarios se suman agentes de civil que añaden: "Me das asco".

Pinto reacciona diciendo "no os dais cuenta de que sois carne de cañón". Los agentes lo rodean empujándolo con aire chulo y con el pecho para afuera, soltándole vulgaridades. El capitán y el funcionario están morados, chillan y empiezan a dar órdenes a los carabineros de que acorralen las filas alrededor de los más o menos quince radicales y otros tantos fotógrafos y periodistas, entre los que figuraban Isman, Gaita y yo mismo.

Los carabineros empujan y Pinto se cae al suelo. A no más de un metro de distancia, mientras los carabineros hinchan de patadas a Pinto, invito al funcionario de policía a que no le pegue "es el diputado Pinto, mire que es parlamentario, no le pegue". El funcionario me aleja, empujándome: "Deje estar la política y lárguese". "Soy periodista" afirmo, con el carnet bien visible en la mano. El funcionario llama a dos carabineros: "Subidlo a la camioneta, rápido". Me cogen por los hombros dos que me golpean la cabeza de manera que se me caen las gafas. Empiezo a chillar pidiéndole ayuda al colega Zaccaria. Este, junto a otros colegas se acerca y consigue salvarme de los carabineros. Llegan Mellini y Pannella. También contra ellos, al igual que antes contra Gorla, insultos y gritos.

Se les pregunta a varios funcionarios que quién es el responsable. No contesta nadie. Con el colega Piergiorgio Maloni, logramos entrar en Piazza Navona, cuando poco después de las cuatro oímos que disparan gases lacrimógenos hacia Piazza San Pantaleo.

En el fondo de la plaza vemos a unos diez agentes de civil con la pistola en los tirantes para confundirse con los manifestantes. Los reconozco a casi todos pues les he visto varias veces en la comisaría. A las 17,05 me voy a Via della Scrofa a comprar un carrete para la cámara fotográfica. Veo que algunos jóvenes se escapan mientras les disparan gases lacrimógenos.

Me llego hasta Piazza della Cancelleria en donde se hallan amasados numerosos coches de la policía y los agentes de civil. Los manifestantes están en Campo de' Fiori y gritan eslóganes. Vuelven a disparar gases lacrimógenos y los agentes (cuatro) se esconden detrás de los coches al inicio de Piazza della Cancelleria. Algunos de ellos empiezan a disparar a bocajarro. Empieza la primera remesa. El señor Carnevali, empuñando una pistola de tambor negra, corre por el centro de la plaza seguido de los agentes de civil empuñando pistolas. Los manifestantes se alejan y luego avanzan y tiran piedras. Algunos gases lacrimógenos que habían caído en los coches los vuelven a lanzar contra la policía.

La escena de avanzada y retirada de la policía se repite en varias ocasiones.

Angelo Tempestini

Hacia las 15,00 horas había ido con un grupo de compañeros del partido a Piazza Navona: la policía había bloqueado todos los accesos. Nos detuvimos ante el aparcamiento, cerca del Senado, y con otro compañero, Giampiero Daví, intenté abrir la mesa para recoger las firmas. Algunos carabineros armados con fusiles, guiados por el comisario vestido de civil del equipo político (lo conozco porque viene siempre a nuestras manifestaciones), cogieron a Giampiero y tiraron al suelo la mesa subiéndose encima y dando brincos. El comisario empezó a dar empujones a varios compañeros, luego me cogió por el pescuezo y yo me paré. En ese momento intervino Pinto. Manos arriba, empecé a andar para adelante y para atrás. Luego nos dimos cuenta de que las fuerzas de seguridad pública y los carabineros habían cerrado Corso Rinascimento por los dos lados. Yo me había quedado en el centro con Pinto, Gorla, Mellini y otros compañeros. Ibamos andando y Pinto tenía que sacar cada dos minutos el carnet, porque si no le daban empujones

constantemente. Gorla, con carnet y todo, recibió varios empujones violentos. Aproximadamente un cuarto de hora después, los dirigentes de civil hicieron avanzar un equipo de carabineros con fusiles por la Corsia Agonale: no tenían gases lacrimógenos. mientas tanto, los carabineros delante de Corsia Agonale se ponían los cascos, los guantes de goma y sacaban las porras. Nosotros nos sentamos por el suelo delante de Corsia Agonale. Entonces dieron la orden de que cargase, avanzaban dando golpes con la culata de los fusiles y a base de patadas. Yo me había sentado en el suelo pensando que me iban a arrestar, luego me di cuenta de que lo que querían era masacrarnos a palos, nos hincharon de patadas, nos empujaron hacia la policía que cerraba la calle. Entonces grité socorro, y Valter Vecellio, el compañero que luego fue arrestado, se metió entre los carabineros y yo. Mellini me cogió de un brazo, los carabineros seguían zarandeándome.

Con la ayuda de una compañera del CISA conseguí levantarme, pero me encontré ante la policía con las porras en alto, que gritaban que me largase. Entonces me estamparon contra la pared a la derecha de la entrada al Senado.

Mientras tanto el comisario se había puesto el casco y el gorro y empezó a pegar a Vecellio. Yo con un grupo de compañeros me fui hacia la entrada del Senado, a la izquierda. Estábamos hechos polvo y llorábamos. Entonces, nos encontramos aislados entre los carabineros que estaban ante el Senado y al fondo en Corso Rinascimento. Todos con el fusil, sin gases lacrimógenos. Al cabo de un cuarto de hora nos fuimos hacia corso Rinascimento, y allí nos dejaron pasar. A lo largo de la curva que lleva al puente vimos a los antidisturbios con el uniforme de camuflaje. Estábamos parados hablando de lo que estaba pasando, luego vimos que el grupo de carabineros que cerraba la entrada de Piazza Navona empujaba a la gente hacia el escampado, luego los antidisturbios cargaron, y la gente se echó a correr. Yo llegué a la sede del partido en Via di Torre Argentina y en la portería vi a carabineros que disparaban hacia la portería y hacia las ventanas.

Daniela Gara

El 12 de mayo a las 15 más o menos me encontraba a la salida de Piazza Navona del lado de Largo Zanardelli cuando se aproximó un individuo de aspecto más bien descuidado, con un fular rojo estampado en el cuello, que confundí con un compañero de los nuestros y que, tras dos o tres provocaciones verbales, y cuando le pregunté " y tú quién eres?" me dijo que era un radical. Consideraciones sobre las transmisiones de la radio y sobre las personas de la radio me han permitido establecer que no conocía ni siquiera los nombres de los locutores de los programas, y ahí le pesqué. Entonces se alejó del grupo. Más tarde, durante una de las primeras cargas de la policía le vi en el mismo sitio acercarse sin que se lo impidiesen a un jeep de la policía y coger una porra "del equipo" sin que ningún policía reaccionase de ninguna manera.

Giovanna De Pietri, Marco Sappia

Nos dirigíamos a Piazza Navona, eran aproximadamente las tres de la tarde. La plaza estaba ya completamente asediada por las fuerzas de policía y por los carabineros, empezamos a dar la vuelta a la plaza por fuera, pasando por Corso Rinascimento, nos paramos en la bocacalle que lleva a Piazza Navona, ante el senado.

Eramos unos veinte compañeros que habíamos ido llegando paulatinamente, había muchísimos periodistas, los carabineros nos echaron a un lado, vimos como le confiscaban una mochila a uno de nuestros compañeros sin motivo alguno. Al cabo de pocos minutos, llegaron Angelo Tempestini y otros compañeros con la mesa para la recogida de firmas, no les dio tiempo a ponerla cuando los carabineros la destruyeron a patadas.

Entonces, a grito pelado, empezaron a zarandear violentamente a Angelo quién se había puesto manos arriba. En eso, llegaron algunos diputados de Democracia Proletaria(9), entre los que reconocimos a Mimmo Pinto, y empezaron a hablar con la policía, identificándose.

Nosotros nos habíamos puesto también manos arriba como Angelo y habíamos vuelto hacia una de las bocacalles que conducen a Piazza Navona, pronunciando algunos eslóganes contra la prohibición de manifestarse. En ese momento salieron de Piazza Navona unos cuarenta carabineros que nos acorralaron por ambas partes de Corso Rinascimento. Atrapados con nosotros estaban Mimmo Pinto, Mauro Mellini y los demás diputados. Sin esperárnoslo, y sin avisar, por lo que pudimos oír, los carabineros empezaron a avanzar, nosotros nos sentamos en el suelo. Nos golpearon duramente con las porras, con las manos, con la culata de los fusiles. Vimos como estampaban contra el suelo violentamente a Pinto, que no había dejado ni un solo momento de enseñar el carnet de parlamentario. A Marco lo empujaron contra un coche y le apalearon cuatro carabineros con las porras, a pesar de que no opusiese resistencia. Yo intenté acercarme pero me aporrearon duramente y me tiraron al suelo. A Marco se lo llevó un coche de la policía.

A mí me estamparon contra la pared del Senado, me contuvieron con la mano y un carabinero me siguió golpeando con la porra mientras a grito pelado me insultaba en la cara diciendo: "Como no te estés quieta te doy un par de garrotazos y te mando al otro mundo". Estas frases también se las dijeron a los compañeros que, como a mí, habían puesto contra la pared del Senado.

Pude ver a Valter Vecellio que echaba sangre por la boca y a Mimmo Pinto al que los carabineros seguían sacudiendo.

Luego, por fin, alguien reconoció a Mimmo, que preguntaba cuáles eran los límites de seguridad y si nos teníamos que ir de Roma para que no nos pegasen más. De hecho, cuanto más nos apartábamos, más gases nos lanzaban los carabineros y más nos perseguían, en las calles de los alrededores no vi a ningún compañero de los nuestros que hiciese nada, ni lanzase nada contra los carabineros.

Con gran dificultad, llegamos hasta el Partido Radical en donde nos tuvieron acorralados durante horas y horas. En la esquina con Largo Argentina había dos carabineros que disparaban gases lacrimógenos a los que se acercaban a la portería del Partido y hacia las ventanas cuando las abríamos. Vi claramente a dos o tres hombres armados en el tejado del teatro Argentina. Hacia las doce de la noche me fui tras haberme enterado de que habían matado a Giorgiana en el Puente Garibaldi.

A Marco lo soltaron al cabo de casi ocho horas en la comisaría.

Desde el principio tuvimos la sensación de que todo formaba parte de un plan premeditado. Estamos igualmente seguros de no haber visto a los compañeros actuar de forma provocadora, sólo en defensa.

Luca Del Re

Alrededor de las 15,10 horas, transitando en la zona de Piazza San Pantaleo pude asistir a la siguiente escena que en lo que a mí se refiere puede considerarse la primera prueba de lo que ha sido la incalificable y provocadora actitud de la policía el 12 de mayo.

La primera carga efectuada por la policía en Piazza San Pantaleo tuvo lugar tras un altercado entre un comisario que se había infiltrado entre las filas de los compañeros que en ese instante se hallaban en la zona y algunos de estos: a la orden del comisario "guardias a mí", un grupo de unos veinte antidisturbios se dirigió hacia los compañeros dispersándolos a base de golpes con las porras y las culatas de los fusiles. He visto a muchos de estos antidisturbios disparar en dirección hacia la gente que escapaba. Episodios como este se repitieron a lo largo de los encontronazos sucesivos en las inmediaciones de Campo de' Fiori.

Otros compañeros presentes en la zona y yo pudimos ver a agentes antidisturbios y a agentes de civil disparar con fusiles y pistolas, y podemos demostrar lo declarado con los restos de las balas disparadas que aún hoy se ven en muchas persianas de las tiendas de la zona.

Otro episodio, una ráfaga de metralleta fue disparada desde una de las ambulancias que sistemáticamente recorrían con la sirena puesta la zona de los enfrentamientos.

Esta ambulancia, mientras transitaba por Corso Vittorio, al llegar cerca de una de las callejuelas paralelas en Via dei Baullari, redujo la velocidad y por una de las ventanillas disparó dicha ráfaga hacia un grupo de compañeros.

Por lo que se refiere al uso de gases lacrimógenos, decenas y decenas de ellos fueron disparados por la policía en dirección hacia los compañeros reunidos en Piazza della Cancelleria, Via dei Baullari y zonas limítrofes, a bocajarro, hiriendo a varias personas en las piernas, el cuerpo y la cabeza. Puedo garantizar que no se han usado durante las tres primeras horas de los enfrentamientos cócteles molotov ni disparos con armas de fuego.

Marco Pannella, diputado

Llegué ante el Senado a las 15,35, superando cuatro cordones de policía. Inmediatamente me di cuenta de la actitud agresiva y literalmente provocadora por parte de los jóvenes carabineros, funcionarios y oficiales. Esparcidos por aproximadamente doscientos metros de Corso Rinascimento se hallaban ciudadanos la mayoría jóvenes, aislados, en pareja o como mucho grupos de diez, silenciosos y turbados. No más de cuarenta o cincuenta en total.

Acababan de sacudir a Pinto que se estaba levantando en esos momentos. Habían arrestado a Vecellio, a Marco, dos chicas estaban llorando y chillando desesperadamente. Les dije que lo primero de todo se calmasen, me quedé con ellas. Vi como un funcionario, algunos carabineros y un oficial detenían a dos fotógrafos porque estaban sacando fotos. Entonces pregunté, al principio en voz baja y luego gritando para que todos lo oyesen y lo grabasen: "quisiera saber quién es el responsable del servicio de este sector, urgentemente, necesitamos saber cómo organizar la circulación de los peatones que han sido bloqueados, los turistas y los que vayan llegando".

Inútilmente, me contestaron que no tenían intención de decírmelo y que no me metiese en camisa de once varas. A dos comisarios del Distrito 1 a los que conozco, ambos vestidos de civil, uno con una porra de reglamento en la mano, les confirmé la urgencia de prever el riesgo de que los ciudadanos peatones se concentrasen automáticamente, así como aquellos que venían concretamente para firmar. Eran las 15,45. Oí disparos hacia S.Andrea della Valle e inmediatamente después nubes de humo. Les pregunté si nos estábamos volviendo locos. El comisario con la porra me contestó sonriendo comprensivamente: "no es por vosotros, os conocemos, pero los otros nos están disparando, ya hay heridos". Habían hecho correr la voz entre todos los hombres de la fuerza pública.

Corrí hacia el Senado preguntando si estaba el Presidente Fanfani o el secretario general, y luego llamé al presidente Ingrao que me aconsejó ponerme en contacto inmediatamente con el ministro del Interior: le contesté que Cossiga era contumaz y que se había negado a escribir o hablar con Balzamo, el Presidente del Grupo Socialista e informarse de la invitación de los Secretarios Generales del sindicato.

Puesto que en la Cámara empezaba una sesión a las 16 me fui corriendo hacia Montecitorio. A las 16,05 pedí en el aula que el Ministro viniese a informar. La Presidencia de la Cámara le preguntó inútilmente al Ministro del Interior si tenía intención de informar al Parlamento, hasta las 20. Constantemente intervinimos en el aula y en la Presidencia indicando lo que estaba sucediendo.

Mario Ludovico

Hacia las 15.35 me hallaba con otros tres amigos, Emilia Cazzani, Vittoria y su compañero, en Via S.Maria dell'Anima. A pesar del hecho de que no había nadie la policía empezó a disparar gases lacrimógenos desde Largo Pasquino.

Nos fuimos hacia Largo di Tor Sanguigna para distribuir flores a los agentes que bloqueaban Via Agonale. Un mariscal y algunos policías se encararon con nosotros porque, por lo visto, no les había hecho ninguna gracia. La intervención de un capitán de la policía logró impedir que nos apaleasen.

Giovanna Tató, redactora de la Agencia Italia

Hacia eso de las 15,30, vi a algunas chicas y chicos sentados en el suelo, ante el bloqueo de los agentes de Via Agonale, con las manos en alto: un coche de la policía pasó a gran velocidad rozando a estos jóvenes, sin ni tan siquiera disminuir la velocidad a pesar del riesgo de atropellarles.

Luego vi a dos jóvenes, Mario Ludovico y Emilia Cazzani, que me contaron que habían distribuido algunas rosas a los policías que impedían el acceso a Piazza Navona. En particular, en largo Zanardelli un grupo de agentes se sintió provocado por este gesto y estaba a punto de agredir a los dos jóvenes. La intervención de un capitán que dijo "«Qué coño estáis haciendo!" permitió a los jóvenes continuar.

Rolando Parachini

A las 15,45 horas mientras intentaba llegar a Piazza Navona, pasando por Via della Dogana Vecchia, en compañía de Davide Pallicca, con una radio en la mano, me llamó un carabinero que junto a otros bloqueaba la calle que conduce a Corso Rinascimento. Hice ver que no oía su invitación amenazante e intenté volver atrás. Pero los dos carabineros se separaron del grupo, me cogieron de los brazos, me llevaron hasta el grupo. El carabinero que me había llamado me arrancó la radio de las manos, rompió la antena y gritó: "Estos son como los de radio Alice: se dan órdenes por radio".

Protesté por el comportamiento ilegítimo y por respuesta me dieron muchas patadas en las tibias.

Un agente vestido de civil siguió la provocación sosteniendo que ellos "hacían lo que les salía de los huevos" y, sin mostrarme los documentos, me registró la bolsa.

Los compañeros que asistieron a la escena pidieron que interviniese el vicealcalde Alberto Benzoni que en esos momentos pasaba por Via della Dogana Vecchia. Los carabineros, en cuanto vieron al vicealcalde, me soltaron inmediatamente.

Sandro Talone

Cuando salí del trabajo (recaudador) me dirigí a la fiesta de Piazza Navona hacia las 15,15 horas. Me detuve en Piazza S. Pantaleo para oir el coloquio entre dos hombres. Uno decía que a penas se produjese una mínima concentración de personas mandaba cargar sin avisar para nada. Lo cual sucedió puntualmente después. Me fui hacia la "Iglesia Nueva", al principio de Via dei Leutari y vi a un joven al que le habían disparado un gas lacrimógeno en el hombro, y que se caía al suelo y se retorcía. Inmediatamente la policía empezó a apalearle, a darle de puntapiés y de golpes con la porra. De una tienda de artículos para el hogar salieron dos guardias que cogieron al herido y se lo llevaron para adentro. Yo también entré en la tienda para intentar ayudar al joven.

Andrea Bises

"A las 15,45 llegué a Piazza Navona por el lado de Corsia Agonale. Había un cordón que impedía el acceso. Ante la prohibición de pasar me fui al acceso norte de la plaza, Via Zanardelli, pero también ahí había un cordón de policía que impedía el paso. Entonces, me detuve con un grupo de compañeros nuestros y pudimos ver que la policía se echaba para adelante: nosotros nos echamos para atrás. Entonces, vino un oficial y nos hizo señal de que nos fuésemos. Con un grupo de unas cien personas, me alejé, iba andando con las manos en alto, limitándome a decir eslóganes. Pocos metros después, un vehículo de la policía del que bajaron agentes vestidos de militar con cascos y porras, empezaron a pegar a gran número de compañeros. Entonces me fui al partido que se hallaba en estado de asedio, disparaban hacia las ventanas.

Francesco Cossiga, Ministro del Interior

Hacia las 15,45, en una acción imprevista, cerca de 300 manifestantes atacaron a las fuerzas de la policía en Piazza S.Pantaleo lanzando cócteles molotov y piedras por lo que los tutores del orden tuvieron que recurrir al lanzamiento de artificios lacrimógenos. Posteriormente, en Piazza San Pantaleo, la policía fue nuevamente atacada recibiendo más cócteles molotov que lanzaban los manifestantes, que para huir de los tutores del orden se refugiaron en las callejuelas de la zona de Campo de' Fiori, intentando con ello atraer a la fuerza pública, tal y como había sucedido en otras ocasiones, con la nota técnica de la guerrilla urbana ya experimentada en aquella zona. Poco después, otros grupos de manifestantes, que lanzaban cócteles molotov, empeñaban a los repartos de la policía dislocados en Largo Argentina, pero fueron empujados hacia Vittorio Emmanuele. Al mismo tiempo, otros núcleos de la policía fueron objeto de agresión por parte de los manifestantes en la zona de Piazza delle Cinque lune y Piazza Tor S

anguigna. (La Cámara, 13 de mayo de 1977).

Renato Gaita, redactor de "Il Messaggero"

A diferencia de lo que afirma Cossiga, los incidentes en Piazza S. Pantaleo surgieron de la siguiente manera. Son aproximadamente las 15,45.

En el fondo de la Piazza S.Pantaleo, bajo Palazzo Braschi, en semicírculo se hallan alineados algunos repartos de los antidisturbios, con camiones blindados y agentes vestidos de civil, pocos. En el otro extremo de la plaza, al principio de Via dei Baullari y en la acera delante del bar se hallan no más de 200 jóvenes, en silencio, que comentan lo que está sucediendo. El tráfico circula con normalidad. En medio hay una acera estrecha que separa la calle y un semáforo. En dicha acera, entre algunos curiosos, transeúntes y estudiantes, un funcionario de la policía, el Sr. Luongo, junto con otro funcionario de sopetón coge a un chico y se lo llevan a la comisaría para interrogarle.

Muchos jóvenes empiezan a protestar, algunos silbidos, un par cogen al chico por los brazos, cada cual tirando en dirección contraria. Alguien le pide explicaciones a Luongo quién en un arranque de ira, suelta al chico e indica a la policía que empiece a cargar. Acto seguido, los antidisturbios cargan disparando casi inmediatamente gases lacrimógenos a bocajarro. En ese momento, y no antes, algunos jóvenes empiezan a tirar algunas botellas vacías que habían cogido en la puerta del bar y algunas piedras.

Los jóvenes huyen por Via dei Baullari. En el tumulto, unas diez o quince chicas se caen al suelo, entre ellos una transeúnte de unos cincuenta años. El gentío es acorralado por unos veinte antidisturbios que empiezan a aporrear y a dar patadas y golpes con la culata de los fusiles a las mujeres durante algunos minutos, incluida la señora de 50 años.

Uno de los episodios más indicativos del estado de ánimo de los policías es el que tuvo lugar y al que asistí en Piazza della Cancelleria. Una fila de los antidisturbios precedida por dos furgonetas blindadas recorre con las sirenas en marcha Corso Vittorio y lanzan gran número de gases lacrimógenos para dispersar a los grupos de personas, entre los que se hallaban transeúntes y curiosos, a lo largo de la calle. Tras lanzar los gases se para. La fila sigue. Desde la última camioneta un agente levanta la lona mientras otro apunta deliberadamente el fusil con el lacrimógeno listo hacia un chico, apunta y dispara. El gas lacrimógeno le cae en plena espalda, y a algunos metros de distancia del jeep, lo despide con fuerza y cae al suelo tras haber volado unos cuatro o cinco metros. Mientras, la fila se detiene, se bajan del jeep unos tres o cuatro agentes que rodean al chico que yace en el suelo y empiezan a amoratarle el cuerpo con la porra, mientras otro antidisturbios le arrea una patada en plena cara. Luego,

los agentes se suben a la camioneta, la fila prosigue su marcha y el chico se queda en el suelo desangrándose. Cabe destacar que, cuando inició el episodio, no pasaba nada de nada en Corso Vittorio y todo estaba en calma.

Dos coches formaban parte de la fila. En una de la marca Giulia de la policía se hallaba Corrias, el vice jefe de la policía. En una Alfetta beige, el Sr. Improta, dirigente de la oficina política de la comisaría.

Hacia eso de las 15 horas empezaron a aparecer los agentes vestidos de civil, unos quince en total (por lo menos los que vi yo). Todos vestidos de manera que se confundiesen con los manifestantes, excepto un par vestidos de chaqueta y uno con un traje azul y corbata. Algunos llevaban grandes palos y barras de hierro. Otros lucían los tirantes de los pantalones en donde llevaban pistolas largas. Hacia las 16 horas, al inicio de los inicidentes de Piazza S.Pantaleo, algunos de ellos se hallaban entre los antidisturbios y se la tomaban reiteradamente contra los fotógrafos y los cámaras de la televisión chillando que no tenían que filmar nada. Un par de ellos empuñaban pistolas.

Cuando en Piazza della Cancelleria se produjo una de las muchas cargas de la policía, con una furgoneta blindada, al frente unos quince agentes de civil, algunos empuñando pistolas, avanzaron reparándose en la camioneta blindada y los coches aparcados. Se trasladaron, completamente aislados, al cruce con Via dei Baullari, buscando claramente el enfrentamiento directo con los manifestantes que mientras tanto se habían echado atrás.

Más tarde la policía cargó de nuevo, tanto en Piazza della Cancelleria como a lo largo de Via dei Baullari. En el cruce con Via dei Baullari y Piazza della Cancelleria, algunos antidisturbios de uniforme dispararon algunos lacrimógenos en dirección hacia tres o cuatro jóvenes que se protegían tras un coche aparcado, a unos treinta metros de distancia. Entonces uno de ellos sacó rápidamente la pistola y disparó tres veces contra los jóvenes, apuntando pero sin dar en el blanco. Enfundó corriendo la pistola y se dobló como si no quisiese que se supiese que había desenfundado la pistola. Inmediatamente después los agentes volvieron al grupo que se había quedado en Via dei Baullari, a diez metros de distancia.

Posteriormente, en Piazza della Cancelleria, durante otra carga de la policía, en la que tomaron parte también agentes de civil, uno de estos últimos, en medio de la plaza con otros colegas, cobijándose tras unos coches aparcados, apuntó con el brazo tendido a quemarropa, y lanzó dos disparos hacia los jóvenes que se hallaban en el fondo de la plaza, a no más de treinta metros de distancia, y que en esos momentos sólo lanzaban piedras y botes.

En las primeras dos o tres horas de los enfrentamientos en Piazza della Cancelleria y Campo de' Fiori los manifestantes sólo tiraron piedras y no cócteles molotov pues no tenían ninguno. Más tarde, tras las reiteradas cargas de la policía, cuando los enfrentamientos llevaban ya tres horas por lo menos, empezaron a aparecer los primeros cócteles molotov entre los jóvenes. Mientras tanto, la policía había ya usado en más de una ocasión las armas de fuego, disparando varias veces.

Anna Couvert

Hacia las 15,40 horas me dirigía por Via Zanardelli hacia Piazza Navona. Al final de Via Zanardelli un pelotón de carabineros cerraba la calle. Mientras hablaba con mi hija Susanna, de 13 años, para decidir qué hacer, un suboficial de los carabineros me invitó bruscamente a alejarme. Mi hija y yo nos dimos media vuelta y empezamos a alejarnos. Este suboficial nos persiguió de forma amenazante y tras haberme dado un golpe en la espalda con la porra me dijo "vete a casa, a remendar calcetines".

Daniela Contino

Me hallaba hacia las 15,40 en Piazza S. Pantaleo, en la bocacalle que conduce a Piazza Pasquino. Súbitamente, sin que viese provocación ninguna, ni lanzamiento de cócteles molotov, la policía empezó a lanzar gases lacrimógenos hacia pequeños grupos de personas que se dirigían hacia Campo de' Fiori. Tras la primera descarga de lacrimógenos le pregunté a un joven que se hallaba cerca de la policía el por qué de este comportamiento injustificado, creyendo que se tratase de un compañero. Este joven medía cerca de 1,80 y llevaba una cazadora clara. Cuando se dio media vuelta para contestarme me di cuenta de que llevaba en la mano izquierda una metralleta. Chillando me dijo que me largase.

Sandro Silvestri

Me hallaba tras la fila de la policía, en la callejuela antes de Palazzo Braschi, en donde había aparcado el coche. No había puesto la marcha atrás, y empecé a empujar el coche. A través del cristal Vi a un policía de civil con casco que se desabrochaba la cazadora, cogía la pistola, apuntaba y me disparaba. Como estaba agachado, el proyectil fue a parar a una señal de tráfico de esas que indican que se puede circular en una sola dirección.

Filomena Levato

Hacia las 15,45 horas me hallaba en las inmediaciones de Piazza S. Pantaleo. En ese momento la policía, que se hallaba ante Palazzo Braschi, empezó a cargar contra personas que se hallaban de frente, en la acera, sin motivo alguno. Me refugié en un portal en las inmediaciones de Piazza S. Pantaleo. Al cabo de unos diez minutos, algunos fotógrafos trajeron al patio en el que yo me hallaba al fotógrafo del periódico "Il Tempo" que se había desmayado por la de golpes que le habían atizado con la porra. Los fotógrafos presentes habían sacado algunas fotos del colega diciendo "esta vez os la haremos pagar cara". No he visto ninguna de estas fotos en ningún periódico.

Algunos jóvenes, desde Piazza Campo de' Fiori, hacia Piazza della Cancelleria, gritaban eslóganes y en algunos casos botellines vacíos, trozos de madera y botes. La policía se movía a intervalos desde Piazza S.Pantaleo hasta Piazza della Cancelleria desde donde se disparaban gases lacrimógenos.

Silvia Iannarelli

A las 15,35 entré en la tienda "Il Bagno" que se halla en Corso Vittorio 189 (entre Piazza S.Pantaleo y Via Cancelleria). Al cabo de 10 minutos más o menos vi a la policía en Piazza S.Pantaleo que lanzaba lacrimógenos hacia los jóvenes agrupados en el lado opuesto de Corso Vittorio.

Al cabo de cerca de cinco minutos de calma salí de la tienda para ir a Piazza Pasquino a buscar a mi hijo. En Piazza S.Pantaleo, pasando cerca del grupo de agentes, oí a un funcionario de la policía como le decía a sus hombres: "En cuanto se forme otro grupo, les disparamos". Lo cual tuvo lugar al cabo de algunos minutos.

Roberto Della Rovere, periodista de "Momento Sera".

Me hallaba hacia las 15,30 horas en Piazza Navona. Me dirigía hacia Palazzo Braschi de donde procedían los primeros disparos. Vi a un agente de seguridad que confiscaba una cámara fotográfica a un joven. Me acerqué y protesté por este comportamiento ilegítimo. El agente me dijo que me identificase. Le enseñé el carnet de periodista. El policía, a pesar de haberme identificado, me apuntó la metralleta en la boca del estómago, chillando que me metiese en mis asuntos. Ante mi protesta, a pesar de haberme puesto manos arriba empezó a amenazarme diciéndome: "menos mal que se te aprieta el culo". Ante la intervención de un suboficial, el agente bajó la metralleta y se alejó.

Carlo Rivolta, redactor de "La Repubblica"

Cuando llegué a Piazza della Cancelleria tras haber dado una vuelta en moto en la zona, vi a un grupo de personas y pensé que podían ser manifestantes rodeados por agentes de policía. Al acercarme me di cuenta que este grupo que se hallaba en la esquina de la izquierda de la plaza y Corso Vittorio (mirando desde Palazzo Braschi) no podían ser más que agentes. Varios de ellos llevaban un pañuelo estampado en el cuello, otros llevaban barras, palos y pistolas en los cinturones. Cuando los antidisturbios empezaron a cargar (un grupo de agentes delante, seguidos a distancia por blindados) estos agentes de civil cargaron también disparando y agitando los bastones. Luego se escondieron en las callejuelas y detrás de los coches.

Al cabo de poco rato, llegó el Sr. Improta, le pedí que bajase la ventanilla del coche para hablar con él pero se negó. Le indiqué a los hombres vestidos de civil, no contestó. Al cabo de un rato, algunos agentes y camionetas blindadas se alejaron sin motivo aparente, pero algunos de estos hombres de civil se quedaron al acecho en las callejuelas. Tuve la impresión de que muchos de ellos no volvieron a las filas.

Posteriormente, el grupo que se había quedado con los antidisturbios siguió disparando durante los enfrentamientos. Periódicamente, funcionarios y oficiales se acercaban a nosotros, los periodistas diciendo: "Atención, disparan" pero no llegó ningún tiro. Los únicos tiros que oí fueron los disparados por los agentes de civil y por un suboficial de los antidisturbios que se había escondido en la esquina de Corso Vittorio y Palazzo della Cancelleria. En las "retro-callejuelas" a los agentes se les veía con pistolas de calibres y tipos distintos (algunas de tambor) las de dotación de la policía. A espaldas de Piazza San Pantaleo, un Fíat de la policía servía de barricada.

Marisa Poliani

Vivo en Via del Governo Vecchio nº 11. Puedo afirmar que los hechos del 12/5/77 han sido alterados tanto por la televisión como por la prensa. El 12 de mayo me vi ante la imposibilidad de salir de casa durante 3 horas por lo menos, porque en la esquina de casa entre Corso Vittorio y Vicolo del Governo Vecchio se habían instalado un grupo de agentes vestidos con el chaleco antibalas con máscaras antilacrimógenos, quiénes disparaban a un metro del suelo, a todo el que rondase por los parajes.

Desde mi ventana, que se encuentra a pocos metros del lugar en el que dichos policías jugaban a la guerrilla, pude ver como disparaban gases lacrimógenos hacia el kiosco de periódicos que se halla en la acera de enfrente, en dirección hacia un niño que estaba cerca del kiosco. Además, entre los policías se hallaban dos agentes que empuñaban una pistola, vestidos como chicos normales y corrientes, es decir con camiseta y tejanos con zurrones cruzados que incitaban a los que iban de uniforme para que disparasen en todas las direcciones. En varias ocasiones me hicieron una señal para que me metiese para adentro. Y dos veces apuntaron el fusil con gases lacrimógenos hasta que no cerré la ventana. Evidentemente no querían testigos. Cuando finalmente se fueron salí a la calle y vi que en otras calles se respiraba una atmósfera de toque de queda. Puedo afirmar que vi a agentes de civil que sin identificarse registraban a gente que no tenía nada que ver con la manifestación que se iba a celebrar en Piazza Navona, y

que eran simplemente vecinos del barrio. Las únicas armas que vi eran las de la policía que disparaba indiscriminadamente. La gente amedrentada que no daba crédito a sus ojos y decía "«Pero si esto es Chile!". Todos los presentes pudieron comprobar que no se produjeron "provocaciones de jóvenes gamberros". Y los enfrentamientos con los chicos y con la gente que se encontraba en Piazza della Cancelleria, que la televisión retransmitió ampliamente se produjeron porque la policía había cercado la plaza. En la calle vi cientos de cartuchos con los contenedores de plástica y muchas cajas. Pero pocos adoquines desempedrados y pocos restos de cristales de botella. Sobre lo que ha sucedido puedo referir muchas personas que presenciaron los hechos y que viven en el barrio.

Giuseppe Ramadori, abogado: denuncia presentada al Fiscal provincial de Roma, presentada el 14 de mayo.

Siento el deber, con respecto a los hechos de carácter grave que han tenido lugar en nuestra ciudad, el jueves 12 de mayo, de exponer lo que he tenido la ocasión de presenciar en las inmediaciones de Piazza Navona. Para informar al señor fiscal sobre los hechos que puedan poseer relevancia penal y para poner a disposición del Sr. Santacroce más elementos en el difícil sumario de la muerte de Giorgiana Masi.

Hacia las 16 horas del pasado 12 de mayo pasaba por Piazza S. Pantaleo, Ante Palazzo Braschi. Se hallaban estacionados numerosos medios de transporte de la policía y gran número de agentes con uniforme de fajina que bloqueaban los accesos de ambas calles, al lado del Palazzo que conducen hacia Piazza Navona; otros agentes de seguridad, de uniforme también, se hallaban en el centro de la plaza, antes de llegar a Corso Vittorio, con el trabuco para los lacrimógenos preparado. Mezclados con los agentes se hallaban una decena de personas que hablaban con ellos, vestidas de "jóvenes" con pelo largo, pañuelos al cuello, vestidos de forma descuidada, con pistolas en la mano, que no eran "Beretta", sino más largas y más grandes. En cuanto aparecían por la parte de Piazza della Cancelleria grupos de jóvenes, los agentes se ponían en posición y disparaban gases lacrimógenos, mientras que los que iban de civil, que se habían ubicado detrás de los coches aparcados, disparaban con las pistolas en la dirección de los lacr

imógenos que habían estallado ya y que habían producido humo.

Con gran probabilidad, las personas de civil, armadas con pistola, debían ser agentes, puesto que hablaban en tono amistoso con los que iban de uniforme y concordaban o reivindicaban temas y modalidades de los disparos.

Asimismo, tuve la oportunidad de oír a algunos de los agentes de civil reprender a los fotógrafos por haberles fotografiado; desde luego si los que iban de civil armados no fuesen agentes la situación sería realmente grave, puesto que supondría haber consentido a civiles usar armas y violencia no sólo en presencia de la policía sino en coordinación con la misma. Pero es igualmente grave, según mi opinión, la presencia en ocasiones como la del pasado 12 de mayo, de agentes de seguridad vestidos de civil, armados y camuflados de jóvenes "autónomos" "extra-parlamentarios", "melenudos". El ciudadano, y creo las mismas fuerzas de policía pueden incurrir en graves equívocos viendo a gente vestida de civil, con un aspecto poco recomendable que inspira poca confianza, que merodean armados.

Más grave es el hecho de que, al menos en los episodios a los que asistí, estos agentes de civil disparaban sin control ni orden por parte de los superiores inmediatamente presentes, actuaban por propia iniciativa y no con un superior que les ordenase el fuego, y el arma podía ser apuntada hacia cualquier objetivo o hacia nadie, y ser usada ciegamente en medio de la humareda que se había levantado con los gases lacrimógenos.

Así pues, considero que la situación suscitada en los episodios anteriormente indicados haya sido gravísima así como muy peligrosa y en cualquier caso fuera del uso legítimo de las armas por parte de la policía, en particular por la presencia de policía de civil, que por su aspecto no parecían en absoluto agentes de seguridad y que hacían de todo por no parecerlo pero a los que se les permitía disparar y merodear armados.

Confiando en que se esclarezcan estos episodios y sean perseguidos los eventuales responsables, quedo a su entera disposición para cualquier aclaración de justicia.

Piernicola Simeone

"A las 16 horas, más o menos, la policía empezó a cargar contra el grupo de compañeros que se hallaba junto a Pinto. Luego, al principio de Via dell'Arco della Ciambella vi a un grupo de personas que se echaba para atrás con las manos levantadas con un reparto de agentes de seguridad que chillaba. Los compañeros se dieron media vuelta y empezaron a darse prisa y entonces los agentes de seguridad empezaron a disparar gases lacrimógenos a bocajarro. Asimismo, había un grupo de carabineros delante de la sede del periódico "Il Popolo", algunos iban de civil y llevaban porras, otros de uniforme y llevaban el FAL, la metralleta ligera. En cuanto se me acercaron empezaron a sacudirme con la porra, me di media vuelta y me dieron con la porra en la espalda y en la nuca. Me caí al suelo, siguieron apaleándome. Luego, logré levantarme y escapar. Seguían disparando cada vez que por las callejuelas se asomaba alguien. Llegué al Partido, y algunos carabineros disparaban hacia las ventanas, en el rótulo del bar Pascucci, a

l lado del Partido, creo haber visto un par de agujeros. Tres carabineros estaban en la esquina de Largo Argentina, otros en el terrado del teatro, si veían a alguien que corría disparaban tres o cuatro cartuchos. Entonces, llegó un viejo en vespa, en el sillín llevaba a una mujer, un carabinero le apuntó y le disparó, éste desvió la vespa, si no llega a desviar le dan de lleno".

Luigi Irdi, redactor de "Il Corriere"

Mientras tanto, Corso Vittorio se llenó de gente: curiosos y manifestantes radicales y no radicales que no habían logrado entrar en Piazza Navona. Parece ser, por lo que ocurrió, que la policía tenía orden de dispersar a todo grupo por minúsculo que fuese, sin ahorrar lacrimógenos. Para despejar Corso Vittorio, parten en fila, desde Piazza San Pantaleo los coches blindados y los jeeps con las sirenas a toda pastilla. Todo el mundo sale corriendo hacia las callejuelas cercanas, nadie en absoluto reacciona contra la policía. En Corso Vittorio, ante la verja de un instituto religioso, en una especie de recoveco, se refugia un grupillo de personas. En ese preciso instante, al otro lado de la calle justo al doblar la esquina de una de las travesías. Un joven, de unos veinte años, corre por la acera. Pasa el último jeep de la policía y uno de los agentes que van sentados detrás apunta el fusil hacia el joven. Dispara a una distancia de no más de 5 metros.

El joven se cae al suelo retozándose y chillando de dolor. El cartucho le ha dado en plena espalda, debajo de la nuca. Se queda así, con medio cuerpo en la acera y medio en el asfalto. El jeep de la policía se para, se bajan unos agentes, apalean al chico empapado de sangre, lo arrastran hasta el jeep pero al final lo dejan en plena calle y se van.

Filomena Levato

Hacia las 16,05 llegan los policías vestidos de civil, y luego las camionetas de la policía. Empiezan a disparar lacrimógenos apuntando hacia los manifestantes que mientras tanto habían puesto algunos coches atravesados al fondo de Piazza della Cancelleria y que no lanzaban ningún objeto pues se les habían acabado los pocos que habían encontrado por la calle. Entre el humo de los gases lacrimógenos avanzaron, deslizándose entre los coches, algunos policías de civil con las pistolas encañonadas. Entre ellos reconocí posteriormente al agente con el jersey de rayas azul que, con otro colega que lucía una chaqueta oscura había avanzado, casi a mitad de Piazza della Cancelleria con la pistola encañonada.

Hacia eso de las 16,50 salí de la portería para ir a trabajar. Los incidentes se habían trasladado a Campo de' Fiori.

Carla Poli

Hacia las 16,15 me dirigía con una amiga mía, Bianca Pomeranzi, a mi casa. Mientras iba de Piazza Pasquino a Via dei Leutari (mi calle), a pesar de que no hubiese no ya aglomeración sino nadie en absoluto por la calle, algunos policías nos dispararon un cartucho de gases lacrimógenos. Posteriormente, vi desde la esquina de Via dei Leutari, a algunos policías de civil en Piazza della Cancelleria disparar con las pistolas hacia Campo de' Fiori.

Augusto Angeletti y Gaetana Latini in Angeletti

El 12 de mayo, hacia las 16 horas mi esposa y yo presenciamos en Piazza San Pantaleo los desórdenes cuando empezaron y a los que siguieron los trágicos eventos. Nos habíamos dirigido desde casa a Piazza Navona, tras haber aparcado el coche en Lungotevere di Castello a las 15,25 horas, atravesamos el puente Umberto I y pasamos por Via Zanardelli en donde se hallaban presentes gran número de Policía fiscal con vehículos. Seguimos por Piazza Tor Sanguigna y Via dell'Anima, cuyas travesías hacia Piazza Navona estaban bloqueadas por la policía armada con porras y escudos, así como por carabineros y algún que otro oficial. El tráfico rodado había sido desviado y había pocos peatones, la mayoría de ellos turistas.

Pasamos junto a "Pasquino" llegamos a Via San Pantaleo. Al final de la calle llegando a la plaza había una alineación de la policía con vehículos atravesados y gran número de policías armados con fusiles con cartuchos de gases lacrimógenos apuntando hacia Via San Pantaleo. Por dicha calle transitábamos nosotros dos, tres turistas extranjeros ya mayores y un fotógrafo que iba sacando fotos a la par que andaban los policías y que, al pasar por delante, nos dijo en inglés - no sabemos si porque nos confundió con turistas americanos o porque él era extranjero: "dangerous".

Nosotros proseguimos hacia Piazza San Pantaleo y pasando al lado de varios militares nos detuvimos en la acera de la derecha de la plaza, en la esquina. Precisamente en el lado en el que nos paramos, nos separaba sólo un coche que estaba aparcado, había un joven robusto vestido de civil, empuñando una pistola y más lejos se hallaba otro de civil con una metralleta con la caña corta, ambos dirigidos hacia Corso Vittorio, de espaldas a los policías de uniforme.

Notamos que eran más bien inquietos e indicaban gesticulando hacia Via San Pantaleo. Nosotros pensamos que señalase al fotógrafo... Un señor de mediana edad, más bien robusto, vestido de civil. intentaba calmarles repitiendo: "Calma chicos, esperad, aún no es el momento". Pero ellos, sin hacerle caso, avanzaron por Via San Pantaleo y empezaron a disparar gases lacrimógenos y disparos secos con el revólver. Entonces, mi esposa y yo, asustados y con los ojos irritados por los gases nos dirigimos hacia Corso Vittorio, y mientras atravesábamos la calle para cruzar hacia la otra acera para evitar los tiros que disparaban en Piazza della Cancelleria, vimos a un joven que huía escondiéndose entre el humo y los disparos.

Fue una experiencia terrible y tuvimos la neta sensación de que la policía disparó sin provocación alguna por parte de los manifestantes y sin motivo aparente y que, por lo menos en esa forma y en ese momento no se produjo ninguna reacción de ofensa sino que todo el mundo huyó sin reaccionar. Queríamos llamar esa misma noche pero en nuestra casa de Roma no tenemos teléfono y hasta ayer por la noche no oímos en Radio Radical que buscaban testigos de los hechos y daban el número de teléfono. Para cualquier aclaración estamos a vuestra disposición en Ceccano Piazza XXV luglio 29 tel.. 63106.

Queremos que nuestra declaración contribuya a detectar a los responsables por los graves hechos en dicha ocasión y que sirva de concienciación.

Valter Vecellio

A partir de las 16 en el distrito 1, empiezan a llegar constantemente personas sacadas de los lugares más dispares para identificarlas. Llevan a un chico, militar vestido de civil. Le acusan de "vilipendio a las FF.AA." y le arrestan. Al bajar del autobús, en Piazza Venezia, su novia al ver a un reparto de paracaidistas soltó: "... 'li mortacci'(10), que montón de paracas". El comandante entrevé el delito, coge al chico, manda que le azoten, para que aprenda la lección, (no se lleva uno por ahí a una chica que se acuerda de los muertos de cada cual de esa manera), y ordena que lo arresten. También traen a la comisaría a gente que viene de Campo de' Fiori, de Largo Argentina, de todo el centro histórico de la ciudad. Afuera se oyen los gases lacrimógenos que disparan. No me enteré del asesinato de Giorgiana hasta el día siguiente. Traen a unos chicos vestidos con el chándal, no tienen más de 18-19 años. En Regina Coeli les informarán que se les acusa de "complicidad en homicidio", pero el magistrado, al cabo

de dos días les deja que se vayan. Arrestan a más gente: uno porque le pillan con una bolsa y un cuchillo prohibido; se trata de un cortaplumas de 7 cms; pero es un hippie pues lleva el pelo largo. Los policías le toman el pelo durante toda la noche, pero él con toda la paciencia del mundo, no reacciona. Lo tienen esposado todo el tiempo (ocho horas, con esposas que cada vez que mueve la muñeca se le van apretando más. A otro le han arrestado porque en la bolsa le han encontrado un cuchillo de veras: "ya me han agredido una vez y no quiero seguir corriendo riesgos" se explica. Y añade "no lo he usado nunca, pero llevarlo me hace sentir seguro". El chico lleva barba, no tiene más de 25 años, dice que es socialista; ha firmado los referéndums, admite que es un calzonazos, que de todas maneras con cuchillo o sin cuchillo en las manifestaciones le atizan lo mismo. Le han detenido, creo en Piazza del Popolo a las 16.

Me interrogan el último, junto a Marco, al que han cogido conmigo. No se sabe el motivo, quién lo ha conducido ahí ni cuando. Veo que llegan unos hombres, son policías "disfrazados". Uno se me queda grabado, el que ha arrestado al hippie: es delgado, alto normal, lleva un conjunto tejano desteñido, como muchos jóvenes. Es rubio, con bigotes finos. Lleva el revólver (el mismo tipo que el que llevan los vigilantes de los bancos, a juzgar por la culata), colgado del cinturón. Se saca otro par de esposas, cadenas y una honda del bolsillo. Apoya las cosas en la mesa y se va. A las doce de la noche, me suben en un coche y se me llevan a Regina Coeli.

Giorgina Rondinara

Me encontraba, junto con mis dos hijos Loredana y Umberto, hacia las 16 horas en Corso Vittorio, saliendo de Via dei Leutari.

Vi a la policía que desde Piazza San Pantaleo disparaba gases lacrimógenos hacia Campo de' Fiori. Otro grupo de la policía disparaba lacrimógenos desde el otro lado de la calle. Algunos de estos lacrimógenos acabaron en Piazza San Pantaleo contra la misma policía. Por este motivo un grupo de personas que estaba a mi lado empezó a aplaudir a la policía, que parecía dispararse encima y ser presa de gran confusión.

A continuación, algunas camionetas de la policía se dirigieron contra nosotros. Un policía que se hallaba en una de estas camionetas disparó muy de cerca con un lacrimógeno a un joven que escapaba por Corso Vittorio. El lacrimógeno le dio en la nuca. En ese momento yo me hallaba delante de una portería (nº 187) junto a la tienda de artículos de baño en Corso Vittorio ("Il bagno).

Salí de la portería para intentar ayudar al joven y vi a cuatro agentes de la policía que le sacudían con un bastón y le daban patadas. No pudimos intervenir en favor del joven porque la policía nos disparó algunos lacrimógenos y por lo tanto tuvimos que cerrar la puerta del portal y refugiarnos dentro.

Inmediatamente después salimos del portal y vimos al joven dentro de la tienda de artículos de baño. Dos guardias que habían intercedido en su favor le atendían junto al dueño de la tienda.

Silvia Iannarelli

Hacia las 16,30 vi, desde dentro de la tienda (se hallaban presentes dos guardias urbanos que se habían refugiado dentro) una fila de vehículos de la policía a bordo de los cuales se hallaban policías que disparaban lacrimógenos. Vi a un joven, al que le había dado en la nuca un objeto que no pude identificar, que se cayó al suelo en la acera delante de la tienda. Acto seguido, se bajaron de la última camioneta cuatro agentes que empezaron a darle patadas al joven en la ingle, en la cara, y también le golpearon con la porra. La sacudida duró un minuto aproximadamente.

Me disponía a ayudar al joven cuando los dos guardias que se hallaban en la tienda se ofrecieron para ir a cogerlo y meterlo en la tienda para curarlo.

Dentro de la tienda curé al joven que presentaba heridas en la frente y equimosis por todo el cuerpo.

Hacia las 18 horas, desde dentro de la tienda, a través de los escaparates, vi ubicados en la esquina de Corso Vittorio con Piazza della Cancelleria a un grupo de policías de uniforme con las pistolas en mano y tres agentes de civil, armados con pistola y bastones.

No puedo afirmar con seguridad que los disparos que oí procediesen de las pistolas que empuñaban los agentes, pero puedo afirmar con seguridad la coincidencia entre los agentes con pistola que vi apuntando a bocajarro y el ruido de los golpes.

Reconozco entre los agentes de civil al hombre fotografiado por "Il Messaggero" con un jersey con rayas azules.

Hacia las 18,30 horas vi a un funcionario de policía de civil que se acercaba hacia las dos parejas de jóvenes que observaban con curiosidad una parte del cartucho de lacrimógenos que habían recogido del suelo. Sólo pude ver que el joven fue obligado a tirar al suelo lo que había cogido y además el funcionario exigió que le diese el carrete de fotos. La misma escena se repitió cuando una persona cogió un cartucho y el mismo agente de civil le intimidó para que lo soltase.

Pude notar que en un agente de uniforme llevaba en la mano un mosquetón distinto a los que se usan para echar lacrimógenos.

Francesco Cossiga, Ministro del Interior

Nuevos incidentes tuvieron lugar, entre las 17 y las 19,30, en la zona de Piazza San Pantaleo y Largo Argentina, así como al principio de Via Arenula, en donde se erigió una barricada que posteriormente la fuerza pública desmontó. Se quitó otra barricada en Corso Vittorio Emanuele y en Puente Garibaldi, en donde los manifestantes habían atravesado algunos automóviles.. Durante estos últimos graves episodios se vaciaron también los depósitos de algunos automóviles, cuyo carburante fue derramado sobre el asfalto, se le prendió fuego y las llamas crearon una barrera de fuego que dificultó la intervención de la fuerza pública. La considerable tensión y los graves peligros que se podían derivar de esta aberrante gamberrada, mantenían ocupadas a las fuerzas de la policía en uno de los extremos del puente Garibaldi. Precisamente en este momento, a la altura de Piazza Belli, es decir al otro lado del puente fue asesinada Giorgiana Masi, de un tiro que le alcanzó en el abdomen. De las primeras averiguaciones y de las

primeras atestiguaciones se desprende que Masi, junto con otros jóvenes, se estaba alejando de Piazza Belli hacia Viale Trastévere.

Durante los incidentes, resultaron heridas ocho personas, entre las cuales una con arma de fuego. Entre las fuerzas de policía ha resultado herido un alumno suboficial de los carabineros, al que un arma de fuego le hirió en la muñeca. A lo largo de las operaciones de policía, fueron identificadas 49 personas, de las cuales 11 fueron arrestadas por distintos delitos, entre los que figura el intento de homicidio, lesiones personales y porte de armas sin licencia. Este es el sumario y la declaración de los hechos.

No pueden olvidarse otros episodios ante los que parece existir una conexión, la violencia. Hacia las 2,30 horas de esta mañana, se hizo estallar un artilugio delante de la segunda entrada del reparto del Ministerio del Interior, sito en Via Tommaso Campanella. La explosión dañó considerablemente la entrada, los coches turismo aparcados en la calle adyacente y tres automóviles de las fuerzas de Seguridad Ciudadana aparadas en el interior. Así mismo se rompieron muchos cristales de muchas casas.

Pannella - Cuándo organizaréis el incendio del Reichstag?

Giglia (Dc) - «Basta!

Villa (Dc) - «Basta. Santito!.

Cossiga - tras la explosión, algunos testigos vieron como se alejaba del lugar un automóvil de gran cilindrada con cinco personas a bordo. A lo largo de los siguientes servicios de vigilancia, una patrulla de la policía, hacia las 2,40 paró a un automóvil en el que fue hallada una bolsa con 80 cartuchos de explosivos, una mecha de combustión lenta con detonador, una funda de pistola vacía, una octavilla del movimiento de "Lucha por la universidad". Los tres ocupantes del automóvil anteriormente mencionada fueron arrestados.

Con respecto a la prohibición, dispuesta por el gobernador civil de Roma, por disposición del Gobierno, de celebrar manifestaciones públicas en la ciudad y en la provincia de Roma hasta la fecha del 31 de mayo, debo aclarar que ello responde, a juicio del gobierno y mío personal, a razones objetivas de tutela no sólo del orden sino de la seguridad misma de los ciudadanos. De hecho, tras gravísimos incidentes que han tenido lugar recientemente en la zona de la ciudad universitaria al igual que en otras zonas centrales de la Capital, incidentes en los que, por desgracia, se han registrado eventos extremadamente dolorosos. La suspensión de las manifestaciones públicas debía ser considerada una cautela esencial, plenamente justificada por el objetivo evidente de evitar otras ocasiones de desbarajuste y de infiltración provocadora. (La Cámara, 13 de mayo de 1977)

Isa Moroni

"Me alejé de Piazza Navona en cuanto divisé los encontronazos, me fui hacia la estatua de Pasquino e intenté correr hacia Via del Governo Vecchio, para refugiarme en la sede del MLD (11)(Movimiento para la liberación de la Mujer). Una patrulla de la policía arremetió contra mí y otros compañeros disparando gases lacrimógenos a bocajarro, nos volaban entre las piernas. Mientras tanto, algunas personas se asomaban a la ventana y nos arrojaban botellas vacías y otros objetos. Finalmente llegamos al MLD, nos quedamos un rato y luego nos fuimos al partido. Encontré la sede casi en estado de asedio. Cuando nos asomábamos a la ventana para ver qué pasaba nos disparaban, así que tuvimos que cerrar los postigos, pero la policía seguía apuntando. Mucha gente se tuvo que refugiar en el Partido. A un compañero le habían despedazado la radio sólo por tener sintonizada la emisora de "Radio Radical". Le dijeron a gritos que era como Radio Alice y le hincharon de golpes. A eso de las 18,30 bajé la escaleras para volver a mi

casa. Había dejado la moto en la portería. A penas me dio tiempo a quitar la cadena y a ponerlo en marcha vi a un carabinero, en la esquina de Via Torre Argentina, con un fusil lacrimógeno, que con una frialdad alucinate me miró, se apolló sobre una rodilla, apuntó y disparó. El cartucho me rozo la pierna izquierda, pues logré echarme a un lado. Luego logré escapar en moto.

Walter Baldasarri

"Llegué al Partido radical hacia las 17, disparaban lacrimógenos por todas partes. Eran de dos tipos, el de siempre con humo blanco y otros que producían un humo anaranjado. Evidentemente contenían sustancias tóxicas, pues tras haber respirado un poco me puse fatal y me tiré un buen rato vomitando. Me registraron y me encontraron solo un paquete de tabaco. Me hicieron subir. Desde el partido no se podía salir más de dos a la vez, porque a la que veían a un grupo, por pequeño que fuese, ya era objetivo de la policía.

1er herido

Me dirigía a Piazza Navona. Hacia las 17 me hallaba en Piazza Farnese, con un grupo de jóvenes. Ante la trattoria La Carbonara en Piazza Campo de' Fiori la policía se había atrincherado con dos camiones blindados. En el grupo vi a un joven vestido con pantalones negros y una cazadora tejana, camisa amarilla, bigotes largos, pelo semi-largo, delgado, que medía cerca de 1,70 que gesticulaba con las manos mientras decía "cuidado" dirigiéndose a la policía. En ese momento, de hecho, los jóvenes se dirigían hacia Campo de' Fiori. Otros jóvenes se dieron cuenta también del extraño comportamiento de esa persona, y gritaban "es un policía". Esa misma persona gritó, levantando la cazadora "no soy policía". Pero la gente se alejó lo mismo de él. Del grupo de jóvenes salió otra persona gritando "yo le conozco". Entonces, se produjo un momento de confusión pues se acababa de formar otro grupo de jóvenes en Via dei Baullari. Vi a este individuo disfrazado vulgarmente de "autónomo" que avanzaba hacia la policía imitando,

forzadamente con la mano la señal típica de los camaradas de la lucha armada, y volviéndose varias veces hacia atrás para ver qué hacían los jóvenes. Luego le perdí de vista. Seguí a los jóvenes que avanzaban hacia Corso Vittorio hasta casi mitad de Piazza della Cancelleria. Mientras me hallaba en uno de los accesos a la plaza en la parte derecha (opuesta a la de Palazzo della cancelleria) oí varios disparos y un proyectil procedente de Corso Vittorio me hirió en la muñeca y en el hombro. Me llegué a un ambulatorio que estaba en Vicolo del Gallo en donde recibí los primeros auxilios. Posteriormente se me llevaron ..... y me extrajeron un proyectil del hombro.

Marco Tirabovi

Hacia las 17,30 me dirigía a casa de unos amigos, y pasé por Piazza della Cancelleria. Vi a algunos agentes de la policía atrincherados en Corso Vittorio. Entonces oí un disparo procedente de Corso Vittorio y oí claramente como vibraba un coche que tenía al lado. El coche era un 127 azul marino, y se hallaba en medio de Piazza della Cancelleria evidentemente algunos jóvenes la habían corrido.

Unos jóvenes abrieron la puerta de la 127 para seguir la trayectoria del disparo que había entrado por la puerta derecha y había atravesado el asiento de delante y el de atrás para detenerse en el maletero. Los mismos jóvenes que no conozco me dieron la bala que entrego personalmente a Roberto Cicciomessere.(12)

Presenció los hechos que he narrado el fotógrafo de "Il Messaggero" que fotografió el proyectil.

Leandro Turriani, redactor de "Il Messaggero"

A las 18,10 los agentes de civil avanzaban por Via dei Baullari y esta vez empuñando bastones. A simple vista es fácil confundirles con los manifestantes. Desde Via del Pellegrino avanzan también los agentes de uniforme. Junto a cuatro fotoreporters me escondo en un portal. Un agente apunta con el fusil contra nosotros. En Piazza della Cancelleria dos agentes de uniforme se dirigen hacia el portal de la derecha en donde creo que hay una iglesia o un convento. Sacan las pistolas y empiezan a disparar contra los manifestantes a bocajarro. Intento fotografiarles con mi cámara. Uno de los dos se da cuenta y me apunta con una pistola. Al cabo de algunos minutos se van tras haber recogido los casquillos.

18,32 horas, siguen disparando a bocajarro en Via del Pellegrino. De los agentes de uniforme, así como los numerosos cartuchos de gases disparan también con carabinas, los manifestantes contestan a pedradas. Avanza un coche de la marca 500 con una señora y una joven. Lloran. Me acerco y la mujer afirma que tiene que ir a la estación a recoger a unos parientes que vienen de Palermo. Le hago sacar un pañuelo blanco, levanto el carnet de periodista para que se vea bien y la mujer sale hacia Largo Argentina.

Desde las 18,40 horas hasta las 18,50 los policías disparan por lo menos veinte veces. Un momento de pausa. Avanza Renzo Rossellini. Tras él Emma Bonino con los ojos llenos de lágrimas. "Por favor intentemos salir antes de que maten a algún compañero". En Piazza Campo de' Fiori los jóvenes se reúnen bajo la estatua de Giordano Bruno. Se decide salir de la plaza, pero de no dejar solos a los compañeros que en Largo Arenula están asediados por la policía. Oigo decir que entre los manifestantes hay cinco heridos por armas de fuego.

Piero Orsini, redactor de la Agencia Italia

Me hallaba hacia las 18,30 en Via dei Baullari, a espaldas de un grupo de jóvenes que se dirigía hacia corso Vittorio. Oí claramente algunos disparos y vi a jóvenes que se iban corriendo hacia Piazza Farnese. Algunos arrastraban a un joven, alto, con bigote, herido en el muslo, probablemente por un disparo. Los jóvenes frenaron la hemorragia con un cinturón y luego pararon un coche para trasladar al herido.

Posteriormente vi a otro joven herido en un ojo por un cartucho de lacrimógeno. Se lo llevó una ambulancia.

Renato Cianfrani

Hacia las 18,15-18,30 me hallaba por casualidad en Via dei Baullari al no haber logrado llegar hasta Piazza navona en donde se iba a celebrar la fiesta.

Vi a un joven herido en la pierna por un arma de fuego. Algunos jóvenes lo arrastraban hacia Piazza Farnese. Pararon un coche y subieron al herido.

Inmediatamente después, en Piazza Farnese vi como se llevaban a un joven en una ambulancia: al joven le habían herido claramente en un ojo. Vi asimismo un gran agujero de bala en la ventana de una vivienda en un primer piso de Via dei Baullari.

Renata Graziano, actriz

Desde las 18 hasta las 18,20 me hallaba en la boutique "Tania" de Corso Vittorio 175. A través de las tiras de la persiana pude asistir a los acontecimientos de Piazza della Cancelleria esquina Corso Vittorio. Vi a un grupo de agentes, algunos de ellos cubiertos por un chaleco blindado, que disparaban lacrimógenos hacia Campo de' Fiori. Algunos de estos lacrimógenos y algunos adoquines eran lanzados de nuevo contra la policía. Vi también con gran claridad a algunos agentes de uniformes que disparaban apuntando hacia Campo de' Fiori.

Una amiga mía me había contado poco antes por teléfono que no fuese a la mencionada boutique, lugar en el que habíamos quedado, puesto que estaban disparando. También me dijo que algunos agentes estaban disparando con el fusil.

2º herido

Hacia las 18 horas, me hallaba en Piazza della Cancelleria, a la altura de Campo de' Fiori. Para que no me diesen con la cantidad de lacrimógenos que estaban lanzando me cobijé tras un Simca azul que se hallaba hacia el lado de Piazza della Cancelleria al otro lado de la Sacra Rota. Mientras me trasladaba hacia el otro lado de la plaza oí claramente disparos secos de arma de fuego y al mismo tiempo un dolor agudo en el oído derecho. Creía que me había dado un lacrimógeno. Posteriormente, algunos jóvenes me dijeron que me había dado una bala pues tenía un pequeño agujero en el pabellón auricular. Se me llevaron a casa de una persona que no conozco en donde un joven me curó la oreja suturando la herida con tres puntos.

Lamberto Marchioni

Hacia las 18,30 me hallaba con cerca de 7 personas junto a mi kiosco de periódicos en Via Cerri. Vigilaba el 600 fíat que estaba aparcado junto al kiosco, en el que había cargado los periódicos. Algunos agentes o carabineros de uniforme (unos 4) que se hallaban en Corso Vittorio Emanuele, ante la tienda "Real Mobili" me dijeron que me fuese. A mi respuesta negativa puesto que realmente tenía que vigilar mi coche, me dispararon algunos lacrimógenos a bocajarro. Al día siguiente le presenté una exposición de los hechos por escrito a un subteniente de carabinero que siempre compra el periódico en mi kiosco.

Maurizio della Porta Rodiani

En Piazza San Damasco, hacia las 18,30 asistí al lanzamiento de piedras tanto por parte de los manifestantes como por parte de los agentes de civil, lanzamiento del que salieron dañados varios coches.

Riccardo Galgano

Hacia las 18,30 horas, mientras me hallaba en la esquina entre Via dei Baullari y Piazza Farnese, oí claramente algunos disparos y el silbido de las balas que me rozaban de lo cerca que me pasaron. Me cobijé enseguida detrás de la esquina (cerca del kiosco) y vi a algunos jóvenes que arrastraban a un herido. Este joven presentaba una herida, probablemente de arma de fuego, en el muslo izquierdo. Me ofrecí para llevar al herido al hospital, pero mi coche no tenía espacio suficiente para que el herido se pudiese echar.

Al cabo de 15 minutos vi a algunos jóvenes que trasladaban desde Piazza Campo de' Fiori, por Vicolo della Corta, a un joven herido en un ojo por un cartucho de gases lacrimógenos.

Emma Bonino, diputada

Hacia las 18 del jueves 12 de mayo me llegué hasta Piazza Navona y me quedé allí un cuarto de hora.

Luego me dirigí hacia el fondo de la plaza en dirección Corso Vittorio con Gianfranco Spadaccia, puesto que ahí se estaban produciendo violentas descargas por parte de la policía, pero no salimos de la plaza y enseguida volvimos al palco.

Entonces, Pino Pietrolucci me propuso de nuevo ir a echar una ojeada hacia Corso Vittorio. Cuando llegamos a Piazza Pasquino vimos a un joven vestido con tejanos, camiseta blanca con una franja azul y un zurrón estilo hippie por el que se le iba saliendo un bastón intercambia algunas bromas con los policías presentes en la zona y se dirige hacia Piazza della Cancelleria paralizada por policías que no dejan pasar. Estas maniobras del agente de civil (que va de un lado para otro del funcionario a la Piazza della Cancelleria y luego desaparece hacia Campo de' Fiori) se producen dos o tres veces. Poco después de su última conversación con el funcionario de policía, prensa y fotógrafos presentes al principio de Via dei Baullari, son desalojados brutalmente por parte de la policía que chilla (frase grabada): "Si no os vais os disparamos". Pino Pietrolucci estaba con estos periodistas, yo estaba quieta en el separador de carriles de Corso Vittorio. Pino me llamó desde el otro lado de la calle hacia Via dei Baullari

y hablé con Renzo Rossellini, quién me propuso que garantizase que los que estaban acorralados pudiesen irse desde Campo de' Fiori hacia Via Giulia y el puente Sisto. Hablé con Improta quién aceptó retirar los furgones de la policía que desde hace un buen rato se hallaban en Via dei Baullari para "vigilar" a los "manifestantes" cargando con gases lacrimógenos. Durante toda mi permanencia en Corso Vittorio a menudo oí disparos de pistola. Desalojados los furgones y la policía de Via dei Baullari me dirigí con los periodistas hacia Campo de' Fiori, y propuse a los presentes que se fuesen hacia Via Giulia, que Improta me había asegurado que estaba "libre".

Los presentes tras reunirse brevemente en asamblea en la plaza decidieron irse. Los acompañé por Piazza Farnese. Me paré en la esquina de la plaza. Les vi como iban discurriendo por el puente Sisto sin incidentes. No vi visto pistolas. Algunos jóvenes llevaban adoquines en las manos. Volví hacia Piazza Navona. Eran cerca de las 19,50.

Marina Ventura

En Campo de' Fiori una multitud de jóvenes se hallaba en las inmediaciones de la bocacalle Via dei Baullari. En el otro lado de la callejuela, a la altura de Corso Vittorio Emanuele, la policía disparaba reiteradamente gases lacrimógenos hacia el grupo de manifestantes. La mayor parte de ellos pasaban rozando a los jóvenes, a quemarropa, otros botavan hacia el otro lado de la callejuela o iban a parar a la parte de atrás de la plaza.

Se oían numerosos disparos procedentes de los fusiles lanza granadas, probablemente pistoletazos: chicos que se hallaban en la bocacalle del callejón caían al suelo y los compañeros los arrastraban, algunos buscaban coches para transportar a los heridos. Un chico al que le habían herido en plena cara lo cogieron en volandas y se lo llevaron hacia la plaza y de ahí a la embajada francesa, en donde al cabo de poco rato llegó una ambulancia. El número de heridos crecía, a menudo, inmediatamente después del ruido neto de los lacrimógenos se oían disparos secos, probablemente de armas de fuego. Alguien chillaba: "«que nos matan!".

Me hallaba con un periodista al lado derecho de la plaza con respecto a la bocacalle de Via dei Baullari, estaba muy cerca del grupo de manifestantes; muchos de ellos lanzaban piedras y botes pero ninguno tenía armas de fuego. Poco antes de que llegase una delegación de periodistas con la diputada Bonino, un chico corrió hacia donde estábamos nosotros buscando ayuda porque había "tres compañeros agujereados por las balas". En la terraza de un edificio que se halla bastante cerca de la plaza, en el lado izquierdo de Via dei Baullari vi a tres hombres girados hacia los manifestantes; las persianas del edificio estaban echadas.

Texto de una cinta grabada por Pino Pietrolucci de Radio Radicale

18.15 horas aproximadamente

(grabación) "Se prepara una enésima carga hacia Campo de' Fiori". De repente, precisamente mientras están a punto de dar la orden de ataque, algunos policías se acercan al grupo de periodistas y de fotógrafos que se encuentran en la pared y por detrás les intiman a alejarse. Uno, bastante agitado, dice: "Largaros, os he dicho que os larguéis me cago en dios, largaros, venga, como no os larguéis os disparo". (apuntando el mosquetón). Empujan a periodistas y fotógrafos mientras éstos protestan vivamente. Mientras tanto, parte de la carga de la policía con lanzamiento de algunos gases lacrimógenos y, desde una esquina, cubierto por los disparos y el humo, un agente vestido de civil dispara apuntando hacia los manifestantes.

18,30 horas aproximadamente

Renzo Rossellini va hasta Piazza Campo de' Fiori y les pide a los compañeros asediados si puede intentar hallar una vía de salida con Improta. Vuelve ondeando un pañuelo y habla con Improta. (grabación) "Les puedo hacer salir de Piazza Farnese y Via Giulia" dice Rossellini. " Pero se van o qué", contesta Improta. Rossellini: "Entonces les hacemos salir por Via Giulia, pero vosotros dad las disposiciones para que no se líe la cosa". Improta: "Pero bueno, el colega ha ido por ahí para advertir que desalojan y se van, no hay problema, nadie va a cargar; del callejón salgan hacia el Lungotevere, Trastévere, no hay ningún problema, no tienen por que venir para aquí por fuerza".

Entonces, propongo la garantía de Emma Bonino y de algunos periodistas presentes, aceptan la cosa. Al cabo de pocos minutos somos ya un grupo hacia Campo de' Fiori en zona neutral. El primer encuentro con los compañeros barricadas es dramático. (grabación). "Hay cuatro compañeros heridos a balazos, no nos fiamos". Se dirigen a Emma (grabación): "Tienes que venir con nosotros porque no nos fiamos para nada de los acuerdos".

Mientras tanto en Campo de' Fiori se celebra una reve asamblea y se decide desalojar. (grabación): "Mañana, segundo día de batalla política no violenta, pero también autodefensa según mi propuesta. no nos fiamos" dice un compañero. Y prosigue: (grabación): "no estamos equipados para una respuesta adecuada, hemos lanzado piedras contra las pistolas y las piedras contra las pistolas no sirven". Entonces les acompañamos sin incidentes hasta pasado el puente Sisto y volvimos atrás.

Leandro Turriani, redactor de "Il Messaggero"

19,20 horas. En Via Arenula pasan cuatro o cinco jóvenes que son detenidos y cargados en una furgoneta de la policía. Delante del Ministerio de Gracia y Justicia un grupo de carabineros carga a algunos jóvenes, entre ellos dos monjas. Alguien consigue entrar por la verja del ministerio, otros son empujados contra la pared con las manos arriba. Pasado el puente veo a algunos cientos de manifestantes que empiezan a levantar barricadas en el puente con coches. Vuelcan la gasolina y la vierten por el asfalto, pero no prenden fuego a ningún coche. Oigo a una mujer que chilla. Me giro y veo a un chico en una moto que se cae, al lado una señora de unos treinta y cinco años que cojea. Con otros intento sujetarla. Pierde sangre a la altura del muslo izquierdo. La meten en un coche y se la llevan al hospital. A las 21 y 10, junto a los colegas Cicanca y Gaita vuelvo al periódico. Hasta ese momento no he visto ni coches en llamas, ni he oído disparar a los manifestantes.

Gianni Santolamazza

Hacia las 19,20 horas me hallaba en la Piazza G. Belli en el centro de Lungotevere Anguillara delante de la gasolinera. Un policía municipal que se hallaba de pie al lado de su motocicleta junto a otro policía municipal y dos personas vestidas de civil, saca la pistola, dispara apuntando hacia los compañeros que se hallaban en el Lungotevere a la altura del puente Garibaldi. Me llegué para advertir a un guardia urbano que se hallaba en Piazza Belli, bajo la estatua, sobre lo que había sucedido. Este se dirigió hacia el lugar en el que se hallaba la persona que había disparado. En ese momento la policía empezó a lanzar lacrimógenos a la par que iba avanzando por el puente Garibaldi en dirección hacia Piazza Sonino.

Giovanni Salvatore

El 12 de mayo, hacia las 19,15 me hallaba en el puente Garibaldi lugar por el que paso siempre para ir al casco antiguo y concretamente para ir a la tienda de mi hermano que está en Via del Governo Vecchio. Me dirigía hacía la tienda cuando en Lungotevere Sanzio, procedente de Ponte Sisto, vi una manifestación. Fui para allá a ver de qué se trataba. Cuando llegué a la cabeza de la manifestación vi a la policía que se hallaba en la esquina entre el puente Garibaldi y Lungotevere Sanzio que lanzaba gases lacrimógenos. Eché a correr por una calle adyacente hacia Viale Trastévere, a la altura de Piazza Sonino. En ese momento (a las 19,30 horas) la policía se había echado hacia atrás y se había detenido a uno de los lados del puente Garibaldi por la parte de Via Arenula. En uno de los accesos al puente (por la parte de Trastévere) había mucha gente, sin lugar a dudas las que habían sido dispersadas poco antes y yo mismo me adelanté para preguntar qué estaba pasando. Había mucha gente sentada en los escalones de l

a acera alrededor de Piazza G. Belli, otras que habían formado corrillos, mientras alguien había puesto en mitad del puente, fácilmente reconocible por las orillas circulares dos coches atravesados (un citroen...). En Lungotevere Anguillara, a la altura de la gasolinera había dos urbanos en moto.

Este era el panorama general cuando, hacia las 19,4, la policía que se hallaba al otro lado del puente avanzó lanzando gases lacrimógenos. Entre el ruido de los disparos de los lacrimógenos se oían claramente disparos mucho más secos, probablemente de arma de fuego. A los primeros disparos todo el mundo echó a correr hacia Viale Trastévere. Yo también eché a correr y delante me encontré con una chica unos metros hacia la izquierda de donde estaba yo, en el suelo boca abajo. Pasé corriendo y pude ver que seguía en el suelo. Entonces me volví para ayudarle a levantarse. Intenté arrastrarla pero no hubo manera. Entonces pedí ayuda mientras seguían oyéndose los disparos de lacrimógenos y otros disparos, que seguían viniendo del puente Garibaldi. Entonces se pararon tres personas y levantamos a la chica cogiéndola por los brazos y las piernas. Yo la cogí por el brazo izquierdo. El lugar en el que cayó era más o menos a la altura de la indicación de "Atac Taxi" cerca del semáforo, en las inmediaciones de Piazza G.

Belli.

Una vez levantada la trasladamos corriendo hacia la plaza cerca del final de las líneas de autobuses nº 56-60, cerca de los servicios públicos. Durante el recorrido la chica murmuraba: "Dios mío que dolor". La persona que la transportaba agarrándola por el brazo derecho le dijo "no te preocupes que será el disparo". Yo pensaba que se había caído por que había tropezado o porque le hubiese dado un cartucho de lacrimógeno, sobre todo porque cuando la pusimos en el suelo no había ni traza de sangre. En el suelo, el cuerpo de la chica se puso tieso de repente, la mandíbula apretada, los brazos tensos, los ojos en blanco. Alguien dijo que tal vez era una crisis epiléptica. Una persona que se presentó como médico recién licenciado corrió a prestarle los primeros auxilios. Entonces, alguien dijo que se había parado un coche (de la marca Appia de color blanco y muy viejo), levantamos a la chica y la colocamos en el asiento de atrás. Al lado del conductor del coche había un chico ataviado con un sombrero que cuando e

l médico le pidió que acompañase a la chica al hospital le dijo que se encargaría él. Recuerdo que en los momentos en los que la chica se cayó no había ni coches en movimiento ni motos de gran cilindrada. Al día siguiente reconocí en los periódicos que la chica a la que había prestado auxilio era Giorgiana Masi. Aclaro que cuando cargué a la chica en el coche marca Appia, ya no estaba tan rígida como me lo había parecido antes. Mientras metía a la chica en el coche vi como se llevaba una mano a la barriga. Desde que la chica cayó hasta que la subimos en el coche habrán pasado de tres a cinco minutos.

Alfeo Benedettini

A las 19,30 horas aproximadamente del 12 de mayo del 77 me hallaba en uno de los accesos del puente Garibaldi, del lado de Trastévere, en la acera del lado del puente.

Un gran número de personas, jóvenes, ocupaba la entrada del puente, toda la zona del cruce y la plaza el monumento a Belli, produciendo un entramado y caótico atasco de coches que no permitía circular en ningún sentido.

de repente un disparo seco hizo que la gente echase a correr por la parte del Lungotevere, pero no de forma confusa ni desordenada, sino en fila con epicentro en un punto en el que, cuando se produjo el vacío, divisé a dos urbanos en moto uno de los cuales, creo que el más alto, estaba guardando con toda calma un objeto en el portamaletas del lado izquierdo.

Observando al urbano me distraje del hecho que un tercer urbano, sin moto, que hasta poco antes había intentado inútilmente lograr que fluyese el tráfico en el puente, tras haberse quitado el casco y tras una no breve duda sobre la dirección en la que echar a correr, se alejaba de forma precipitada, tanto que parecía asustado, hacia el punto del que había partido el disparo, es decir contracorriente con respecto a los demás.

Yo miré a mi alrededor, me quedé en el mismo punto, volví a mirar hacia donde poco antes había visto a los dos urbanos con la moto, al principio del nuevo tramo del Lungotevere después de la placeta, pero ya no había nadie salvo coches que empezaban a circular lentamente.

Tras un momento de incertidumbre sobre lo que tenía que hacer, empecé a trasladarme hacia el monumento y luego hacia Viale di Trastévere con el propósito de volver a casa.

Me hallaba más allá del final de la línea de autobús nº 97, casi delante del "Servizio Contravvenzioni" cuando vi llegar los primeros cartuchos de lacrimógenos a la plaza del monumento a Belli.

Lucia Durando

Caminaba con dos amigos míos por Lungotevere dell'Anguillara y nos dirigíamos hacia Trastévere. Oí un disparo e instintivamente me di media vuelta hacia el lugar de donde procedía el disparo. Vi a un agente de la policía municipal de espaldas, que se hallaba en la esquina de Lungotevere con Piazza G.Belli, que estallaba un segundo disparo en dirección opuesta a la mía a bocajarro. Tras haber disparado el agente municipal se subió a la moto y tras él se sentó un guardia urbano. La moto arrancó a bastante velocidad y tras ella salió una segunda moto con un agente y un hombre de civil que vestía unos tejanos claros. Escapamos y, cuando nos hallábamos en Piazza Mastai, vi que el reloj marcaba las 19,50.

Daniele Mazzanti

Me hallaba con dos amigos míos Enzo Inghignolo y Lucia Durando en Lungotevere degli Anguillara, procedente de la Isla Tiberina y en la acera de la parte del Tíber cuando una detonación me llamó la atención hacia la parte opuesta, hacia la izquierda, pocos metros más adelante. Vi a un agente de la policía municipal que empuñaba una pistola hacia Piazza Belli, al principio del puente Garibaldi. El agente se alejó en una moto de la policía municipal guiada por otro agente y seguido por la moto de un colega suyo que llevaba detrás a un hombre vestido de civil.

Luca Del Re

Pasando a cuanto había sucedido en la zona de Trastévere en el lapsus de tiempo transcurrido entre las 19,35 y las 20 horas, circulando por el puente Garibaldi pude notar al principio, apiñados a la entrada del puente a gran número de carabineros, tanto por una parte del puente como por la otra. Repentinamente, la atención de gran parte de la gente que en ese momento se hallaba en Piazzale Gioacchino Belli (mientras las fuerzas de la policía y carabineros se replegaban hacia el puente por el lado de Via Arenula) se dirigió hacia dos motocicletas de la policía municipal que transitaban en el tramo de calle detrás de la estatua a Belli seguidas de un coche también de la policía municipal.

Al mismo tiempo, mientras pasaban estos medios de la policía municipal noté en esa dirección que lanzaban dos o tres molotov a lo que en el mismo instante siguió el primer lanzamiento de lacrimógenos por parte de la policía y de los carabineros que, como ya he dicho, se hallaban en el puente Garibaldi. Claramente pude divisar a otros policías de uniforme que se hacían escudo con el redoble de la barandilla a mitad del puente garibaldi y apuntar con pistolas hacia Trastévere en donde la gente huía. Todo ello lo vi gracias al hecho de que al hallarme en una posición lateral con respecto a lugar desde donde se lanzaban los lacrimógenos, en el lugar en el que yo estaba no cayeron lacrimógenos.

De todas maneras empecé a correr yo también y cuando llegué a la altura del "confín" entre Piazza Belli y Piazza Sonino al girarme de nuevo hacia el puente Garibaldi vi, entre la poca gente que quedaba en las inmediaciones del puente a una chica que se cayó al suelo y al lado otras personas, que al igual que ella corrían para cobijarse, que le prestaban auxilio.

Puedo asegurar que salvo estas personas que escapaban no había nadie a parte de los policías en el puente.

Por lo que se refiere a la chica a la que vi como se caía, al cabo de pocos instantes la subieron a un coche y se la llevaron.

Vincenzo Inghiolo

Me hallaba con dos amigos mios en Lungotevere degli Anguillara procedente del puente en la isla Tiberina, cuando oí un disparo. Me giré inmediatamente hacia el puente Garibaldi y vi a un agente de la policía municipal empuñando un arma de fuego que disparaba hacia un grupo de personas que se hallaban delante del puente Garibaldi, disparó a bocajarro.

El agente dudó un momento, luego se subió a la moto y se alejó con un colega suyo, los dos en moto. Uno llevaba en la moto a un urbano y el otro a una persona vestida de civil (una camisa tejana celeste y un par de pantalones blancos). En cuanto se alejaron, la policía cargó hacia el puente Garibaldi. Entonces me alejé hacia Piazza Mastai, bastante echo polvo por el episodio.

Lelio Leone

Asistí personalmente al momento en el Giorgiana cayó. Llegamos al principio del puente Garibaldi en el preciso instante en que la policía se echaba atrás hacia Largo Arenula. Caminamos hasta mitad del puente, justo la mitad. La policía mientras tanto cargaba contra algunos compañeros que huían hacia Largo Argentina. En el puente no había nadie. Al cabo de algo así como un par de minutos la policía se echó para atrás, mientras cargaba una vez más hacia donde estábamos nosotros. Nos paramos antes de llegar a la entrada del puente, del lado de Piazza Sonnino. La policía volvió a cargar otra vez... con los coches blindados. Corrían y dispararon bastante; pocos lacrimógenos y bastantes armas de fuego. Junto a mi en ese momento se hallaban unas diez personas. Los demás compañeros, a la altura de Largo Sonnino estaban levantando barricadas con los coches. Nos resultó difícil escapar tras las barricadas que los compañeros habían colocado. Había miles de compañeros que corrían. Resulta absurdo decir que los disparos

procediesen de ellos: yo era uno de los últimos y vi a todo el mundo de espaldas. Un lacrimógeno me hirió en una pierna, me doblé y me vi obligado a darme la vuelta. Lo vi todo: una compañera, Giorgiana, corría a un metro y medio de distancia del lugar en el que estaba yo. Se cayó boca abajo. Intentó levantarse, parecía que hubiese tropezado. Luego la socorrimos y la subimos a un coche marca Appia. La llevamos al hospital. Quiero subrayar una cosa: Giorgiana estaba a mi lado, en un grupo que huía más allá de las barricadas que unos mil compañeros habían levantado más adelante. Radio Città Futura ha dicho que le hirieron en el vientre: la cosa me ha dejado perplejo. Los disparos venían sólo de la parte de donde estaba la policía. La autopsia ha dicho que Giorgiana fue herida por la espalda, lo confirma. Junto a la policía había muchos vestidos de civil. Los que iban de uniforme estaban en coches blindados, con las ventanillas abiertas. A la mitad del puente hay dos recodos de cemento, Allí se colocaron los qu

e iban de civil y que dispararon.

Franco Sircana, Funcionario del IRI

Mientras me iba para mi casa, al pasar por Lungotevere dell'Anguillara, en Piazza G. Belli, en las inmediaciones de la casa de Dante, vi a grupos de jóvenes que se hallaban en Piazza Belli y a principios del puente Garibaldi. El puente estaba prácticamente desalojado. Hacia las 19,40 oí claramente dos disparos de arma de fuego. Los jóvenes presentes delante de uno de los lados del puente huyeron inmediatamente hacia Piazza Sonnino.

Inmediatamente después me subí a una autobús, que estaba parado en el final del recorrido, en Piazza Belli, creo que era de la línea Roma-Fiumicino, que se dirigió hacia Porta Portese.

Riccardo Galgano

Hacia las 19,50-20 me hallaba en Piazza G. Belli. La policía disparó, desde principio del puente Garibaldi (via Arenula) algunos gases contra un grupo de jóvenes que estaban en Piazza Belli.

La policía realizó otro lanzamiento de lacrimógenos desde casi mitad del puente. Inmediatamente después oí con gran claridad algunos disparos de arma de fuego con una cadencia regular que procedían de mis espaldas. Salí corriendo y me metí por Via della Lungaretta. Al darme la vuelta vi a algunos jóvenes que transportaban a una persona y la ponían en el suelo cerca de los lavabos públicos. Volví atrás hacia los lavabos públicos y vi a Giorgiana Masi que no daba señales de vida.

Gianni Natali

Me hallaba hacia las 20,12 junto a la gasolinera de Viale Trastévere (ante el puente Garibaldi), con un amigo mío que se llama Franco Lacanale.

De repente dos furgonetas acorazadas de la Seguridad Pública avanzaron por el puente Garibaldi hacia Trastévere y se pararon a mitad del puente más o menos. Tras haber disparado tres o cuatro cartuchos de lacrimógenos oí claramente unos diez disparos de arma de fuego procedentes de la agrupación de la policía. Huí en dirección a Piazza Sonnino junto a mi amigo Franco Lacanale. En ese momento Franco fue herido por una bala que le agujereó los bordes de los pantalones a la altura de la pantorrilla. En ese momento vimos a Giorgiana Masi a la que colocaron cerca de los lavabos públicos que hay en Piazza Sonnino.

Pararon un coche marca 126 y otro Appia de color claro. Subieron a Giorgiana en el Appia pues había más espacio. Nosotros creíamos que a Giorgiana le hubiese dado una crisis o que se hubiese desmayado pues no había sangre.

Inmediatamente después la policía apagó las luces de los furgones blindados y se plantó inmóvil en mitad del puente Garibaldi.

Detallo que la carga que he descrito fue la segunda. La primera se produjo media hora antes.

Testimonio recogido por la Comisión contrainformación del Movimiento

Tras haber cargado contra el encabezamiento de la manifestación procedente del puente Sisto sobre Lungotevere Anguillara el reparto de los carabineros retrocedía más allá del puente Garibaldi a la entrada de Via Arenula. Luego se oyeron claramente descargas de gases lacrimógenos lanzadas en dirección a Piazza Argentina.

Mientras buena parte de los manifestantes se concentraba a la entrada del puente y en Piazza G. Belli, un grupo de ellos avanzaba hasta aproximadamente mitad del puente atravesando dos coches para defenderse. A ese de las 20 horas todo estaba en calma, la gente discutía sobre lo que había que hacer, algunos sentados en las aceras. De repente se produjo una descarga de lacrimógenos. Yo me hallaba en el centro de la entrada del puente, mirando hacia Trastévere cuando oí los disparos de los cartuchos y la gente salió huyendo. Me di la vuelta un momento antes de huir y vi las llamas de los cócteles molotov, entonces oí disparos secos, repetidamente, disparos distintos de las descargas de cartuchos. Mientras corría en dirección hacia Piazza Sonnino oí que pedían ayuda y de reojo vi a una persona por el suelo, creí que se había caído. Volví hacia atrás y mientras un compañero que conozco la estaba levantando la cogí por la pierna izquierda, mientras otro manifestante que no conocía la cogió por otra pierna. Corrim

os en busca de un lugar en donde repararnos, mientras seguíamos tirando gases lacrimógenos y las explosiones de disparos secos que procedían solo a nuestras espaldas. Recuerdo que la persona que conozco insistía en que nos teníamos que parar, correr más despacio, porque él no podía. Nos cobijamos a mitad de la plaza, en donde están los lavabos públicos. Colocamos el cuerpo de esta persona por el suelo. Yo me incliné de rodillas sobre ella, comprendí entonces que se trataba de una chica.

Llevaba unos tejanos, una camiseta blanca con unos dibujos negros, una chaqueta de lana marrón claro con botones grandes.

La primera cosa que noté cuando la pusimos en el suelo es que tenía los brazos rígidos, paralizados; intenté aguantarle la cabeza levantada, luego lo dejé correr, le desabroché la chaqueta, pensé que le había dado un colapso. Llamé a un médico, noté que tenía la boca cerrada y apretaba los dientes, tuve miedo de que se ahogase, le abrí la boca a la fuerza, llegó al médico y lo dejé estar, tenía los ojos grandes, negros, en blanco. Daba la impresión de que le hubiese dado un ataque de epilepsia o algo extraño. No perdía sangre.

Ninguno de nosotros pensó que le hubiesen podido herir con algo, no habíamos notado ninguna herida. Me eché a un lado y dejé que actuase el médico quién le levantó la cabeza le tocó los brazos, parecía como si se hubiese desmayado. Había mucha confusión. El médico la levantó y la subió a un coche. Se produjo una discusión sobre el coche, sobre cuál era el hospital que estaba más cerca y quién tenía que ir con ella. Delante había un chico que reconocí luego en las fotos de los periódicos como Gianfranco Papini, el novio de Giorgiana Masi. Quiero indicar que no vi ningún Simca blanco seguido de moto de gran cilindrada.

Los disparos se produjeron a mi espalda mientras corría, por lo que no podían proceder del puente Garibaldi en donde se hallaban las fuerzas de policía. Estoy dispuesto a prestar testimonio no en un tribunal burgués, sino ante el movimiento de lucha, en condiciones de seguridad a personalidades acreditadas que garanticen la autenticidad de mi testimonio.

Testimonios recogidos por la Comisión contrainformación del Movimiento

Tras haber pasado algunas horas en Campo de' Fiori sufriendo las cargas, como mínimo, desquiciadas de los antidisturbios y la policía, decidimos dirigirnos para disolvernos posteriormente en Trastévere, pasando todos juntos por Ponte Sisto. Pasado el puente en Lungotevere Sanzio a la altura del colegio judío fuimos objeto de una nueva carga por parte de los carabineros que se hallaban en la esquina entre puente Garibaldi y Lungotevere. Entonces nos dispersamos por Via Filipperi, mientras otros compañeros escapaban hacia Santa Maria en Trastévere. Nos asomamos a Viale Trastévere para darnos cuenta de lo que estaba sucediendo en el puente, cuando en un momento determinado los carabineros volvieron hacia atrás por la otra parte del puente hacia el ministerio de Gracia y Justicia. Nosotros avanzamos hasta la entrada del puente Garibaldi y después de que algunos compañeros colocaron como mínimo de autodefensa dos coches en el centro del puente, nosotros seguimos avanzando un poco. Se habían formado los corrillos

de siempre cuando de repente hacia eso de las 20 horas empezaron a avanzar los repartos de antidisturbios y carabineros disparando decenas de cartuchos de lacrimógenos intercalados con disparos de arma de fuego. Preso del pánico empecé a escapar y superé unos diez metros la entrada del puente Garibaldi, ante mí a unos dos o tres metros hacia la izquierda mientras se seguían oyendo las detonaciones de arma de fuego, cayó un a chica, que luego reconocí, pues me lo confirmó otro compañero que me ayudó a auxiliarla, era la compañera Giorgiana Masi.

Tal y como dije antes, estaba huyendo cuando ante mí se hallaba en el suelo la compañera, pasé corriendo y la superé un par de metros. Cuando los policías aún seguían disparando me paré y volví atrás para ver qué le había pasado a la compañera. Cuando me di cuenta de que no podía levantarla, empecé a pedir ayuda, además me había quedado el último. Quiero subrayar que antes de que cargasen y en los momentos inmediatamente posteriores no había en las inmediaciones ni coches en movimiento ni motos de gran cilindrada.

Tres compañeros volvieron atrás, levantamos los cuatro a la compañera Giorgiana y corriendo, mientras a nuestras espaldas seguían lloviendo cartuchos y disparos de arma de fuego, la transportamos hasta los lavabos públicos cerca del final de la línea 56-60 y la tendimos en el suelo. Le dije a un compañero que parase un coche para llevarla al hospital, mientras otro compañero intentaba animarla como podía pues el cuerpo de Giorgiana se había entumecido de repente. Entonces llegó un médico, estaba un poco cohibido porque alguien había dicho que a Giorgiana le había dado un ataque de epilepsia. En cuanto llegó la voz de que se había parado un coche, dos o tres minutos después de haberla tumbado en el suelo y no más de cinco minutos después de cuando se cayó, la levantamos y la metimos en un coche blanco muy viejo.

Elena Asciona

Camino de Piazza Belli vi varias personas en pequeños grupos y una gran alineación de la policía desplegada desde el puente Garibaldi hasta Piazza Sonnino. No recuerdo si eran carabineros o policía. En el puente había una barricada improvisada de coches que me pareció solo defensiva.

Entonces, parte de la policía se dirigió hacia el puente Garibaldi. Al no poder cruzar me fui hacia Piazza Sonnino y entonces oí disparos de arma de fuego procedentes exclusivamente del lugar en el que estaba la policía. No puedo detallar si eran disparos de pistola o de metralleta. Eché a correr pero me hirieron inmediatamente, mientras me hallaba de espaldas al puente y herida por la izquierda. No pude ver otras personas que caían, pero la hora era más o menos las ocho de la tarde.

Maurizio Della Porta Rodiani

A las 21 horas aproximadamente, mientras me dirigía a Piazza Zanardelli con dos amigos, Enrico Von Leitenitz y Franco Cecconi, íbamos buscando un restaurante abierto, pasamos delante de un grupo de policías de uniforme que impedía el paso por a parte de la entrada de Via Agonale (Il Popolo). Nos detuvimos pocos segundos para observar a un cachorrillo que ladraba, dos señoras lo llevaban con una correa. De repente dos agentes empezaron a darnos de empujones mientas gritaban "tirad para adelante". Nosotros contestamos correctamente, pero nos chillaron "cerrad el pico, no contestéis", mientras nos acorralaban.

Estos agentes, aproximadamente unos veinte, nos aporrearon en varias ocasiones y nos dieron de patadas, siguiéndonos hasta el Arco di San Agostino. Me llegué al mando de carabineros de San Lorenzo in Lucina en donde, en el atrio, me encontré con algunos militares que me conocían, quienes me aconsejaron que fuese al hospital San Giacomo para indicar los hematomas.

Adele Faccio

Del asesinato de Giorgiana nos enteramos hacia las 21,30 a través de una llamada telefónica. Alex Langer de Lucha Continua y yo fuimos corriendo al hospital. Ya había llegado el Doctor Boglino, nuestro médico radical, y con él fui a hablar con el médico del hospital quién se limitó a decirnos que habían herido a la chica en el abdomen, pero no se sabía si por delante o por detrás. Me pareció extraña esta incertidumbre, pero nuestro médico confirmó que no se puede establecer nada hasta que no se hace la autopsia. Al salir del hospital, fuimos al cuartel de carabineros, en donde desde hacía tres horas estaban interrogando al novio de Masi, Gianfranco Papini. Allí sucedió una cosa muy rara: yo entré con mi carnet de parlamentaria en la mano y solicité hablar con el comandante. Pero ellos me echaron. Digo, "un momento, miren que soy parlamentaria", a lo que me contestaron "esto es un cuartel aquí no puede entrar nadie". Mientras tanto al rellano habían acudido unos cincuenta carabineros. Entonces yo fui y dije,

medio en broma medio en serio, para enterarme de lo que pasaba: " han venido todos ustedes por mi?". "No - me contesta uno sonriente - estamos aquí porque nos han interrogado como testigos". Entonces - pensé yo - no es verdad que no estaba la policía. Tras una larga espera y tras haberme quejado porque me habían dejado fuera, me dejaron finalmente entrar, pero sola. Tal vez me equivoqué al querer entrar a toda cosa porque de esta manera les permití que me separasen de Alex. El capitán Iannece, con el que hablo, me cuenta unas cuantas cosas en general que no me convencen para nada, luego el Magistrado Santacroce me explica que Gianfranco Papini está en un estado de confusión muy grande y que hace falta un poco de tiempo para ayudarle. Pienso en la facilidad con la que se puede usar la violencia psicológica contra un chico en dichas condiciones, usando toda la amabilidad. Me dice que el testimonio del chico es muy interesante porque en el sitio no había ni un carabinero ni un policía. Entonces los 50 carabine

ros qué es lo que han testimoniado si no estaban?. Le pido al Magistrado que me explique algo a este respecto, pero dice que no sabe nada, se trata de servicio normal, el capitán podrá contarle".

Andrea Purgatori redactor de "Il Corriere della Sera".

He asistido a las fases finales de los enfrentamientos del jueves. Me moví varias veces de la zona de Corso Vittorio hacia el puente Garibaldi en donde me quedé hasta las 21, 45 hora en la que me llegué al hospital Nuovo Regina Margherita junto a los colegas Cianca, Gaita y Piernoli. Personalmente puedo dar testimonio de que vi a gran número de agentes vestidos de civil, muchos de los cuales detenían a la gente que quería cruzar el puente Garibaldi en el momento en el que levantaron la barricada de coches volcados en la esquina con Piazza Gioachino Belli. En particular puedo contar que a las 21,15 corrió la voz de que un estudiante había muerto en el hospital. Con otros periodistas le pedí al dirigente de la oficina política Umberto Improta que me confirmase la noticia. Improta nos contestó "que yo sepa no, la policía no ha disparado". De este rumor no sabían nada los jóvenes que estaban al otro lado de la barricada y lo pueden confirmar también Cianca y Gaita de "Il Messaggero", que se hallaban en esa part

e del río en diversos momentos de los enfrentamientos. Desde las barricadas lanzaron entre las 21 y las 21,30 dieciocho cócteles molotov que cayeron algunos metros delante de los tres furgones blindados de los antidisturbios que se hallaban en medio del puente. Los agentes se reparaban detrás de los recodos y nos dijeron que tuviésemos cuidado porque de esa parte disparaban, pero durante todo el tiempo que transcurrí en el puente Garibaldi no oí ni disparos de pistola ni de gases lacrimógenos.

Vi a otros agentes vestidos de civil en Corso Vittorio en donde la policía y los carabineros estaban dispuestos en varios puntos: delante del teatro Argentina, a la altura de Corso Rinascimento, delante de Palazzo Braschi. Agentes de civil se hallaban en el hospital Nuovo Regina Margherita. Un carabinero vestido con tejanos y jersey azul con una raya blanca reconstruyó dos veces en mi presencia y la de otros cinco o seis colegas, los hechos sobre el carabinero Ruggiero que resultó herido. El mismo afirmó que había prestado auxilio a Ruggiero y que se cayó casi a su lado junto al parapeto del Tíber, a la izquierda del puente mirando hacia Trastévere.

Hasta que los antidisturbios avanzaron para desalojar la barricada de coches, la policía se hallaba desplegada ante el ministerio de Gracia y Justicia. Tres furgones acorazados, tal y como dije antes, se hallaban en medio del puente. Detrás de ellos se protegían los agentes. Esos mismos tres furgones fueron los que llegaron tras la carga de los carabineros durante la que salió herido Ruggiero.

Por último, puedo brindar testimonio de que el sábado por la tarde, cuando se acabó la sentada y el lanzamiento de lacrimógenos, a Piazza Belli llegó un Fíat 127 de color claro, tal vez celeste, con tres agentes de civil a bordo, dos de los cuales se bajaron para hablar con un oficial de carabineros que estaba disponiendo la perquisición de algunos a los que habían detenido. Los colegas Cianca, Gaita Bocconetti, Irdi, Bignazzi y yo vimos a otro agente de civil, hacia las veinte horas y diez minutos del sábado, mientras llegábamos a Piazza Belli viniendo de Trastévere.

El agente nos detuvo porque un artificiero estaba quemando el contenido de un cóctel molotov que había encontrado en la zona. Otros agentes o carabineros de civil se hallaban hacia las 15,30 horas del sábado desviando el tráfico de Via Arenula hacia el Lungotevere porque el puente Garibaldi estaba bloqueado por la gente.

Gabriele Orichetti

Hacia las 14,30 horas aparqué mi 127 fíat de color azul en Piazza della Cancelleria, hacia el lado de Palazzo della Sacra Rota.

A las 20,30 horas volví al coche. Lo encontré aparcado al otro lado de la plaza con las puertas abiertas, los asientos patas arriba y parcialmente doblados. En la puerta de la derecha vi un agujero de arma de fuego. La bala perforó el asiento posterior y se detuvo en el portamaletas junto al depósito. La gente del lugar me contó que en varias ocasiones algunas personas buscaron y tal vez hallaron la bala en el interior de mi coche. Posteriormente me llegué hasta el primer distrito, acompañado por un coche de la policía, pero los funcionarios no lograron encontrar la bala.

Simona Galluppi, 11 años,

A las 5 perdí el autobús 26 para ir a la escuela de ballet. El autobús se desvió y pasó por Lungotevere Vallati.

A las cinco y treinta y cinco más o menos, me bajé del autobús y me llegué a la escuela de ballet (Via dell'Orso).

Salí de la escuela hacia las siete menos cuarto. Me entretuve unos diez minutos con una amiga mía. Luego me fui a casa andando porque los autobuses no pasaban.

Recorrí andando el Lungotevere hacia casi el puente Garibaldi. Antes del cruce con el puente vi a un grupo de manifestantes que estaban empujando un autobús en medio de la calle. Creo que eran aproximadamente las siete y media.

Me paré para observarles durante algunos minutos. Una chica me dijo "vete, vete, que es peligroso". Yo no quería irme. Entonces esta chica me cogió por el brazo y me dijo: "dentro de poco disparan" y me acompañó hasta principio del puente Garibaldi.

Empecé a tener miedo y eché a correr.

En el puente Garibaldi vi a muchos manifestantes.

Mientras tanto, corriendo, crucé el Lungotevere, desde el puente Garibaldi, vi en el Lungotevere Anguillara, a la altura de un portal con una cornisa de mármol blanco, a dos o tres policías, bueno a hombres de uniforme, con un fusil o una ametralladora, no sé, apuntando a bocajarro. Al cabo de un segundo oí disparos de arma de fuego. Detrás de los policías había un coche de la policía o de los carabineros.

Huí por Via dell'Olmetto. Al llegar a la Piazzetta della Gensola vi de nuevo el coche de la policía o carabineros.

Posteriormente, el 13 de mayo, en Veruno a donde fui a ver a mi padre, vi un periódico con una fotografía de Giorgiana Masi. Reconocí en la foto a la chica que me acompañó a puente Garibaldi. No estoy segura si la vi luego o no, al final del puente Garibaldi.

Franco Galluppo

El 14 de mayo a la hora de cenar, hablé pro primera vez con calma con mi hija sobre los hechos del 12 de mayo.

Lo primero que le pregunté era qué si era verdad que había reconocido a Masi, que si era la chica que le había "salvado". Así fue como me contó que a las 17 horas más o menos, cuando acababa de llegar cerca de la escuela de ballet, la policía la detuvo y le registró el bolso. Me contó que quería correr para llegar a tiempo a la escuela de ballet, pero tuvo miedo de levantar sospechas ante la policía.

Me dijo que volvió a casa andando y que se tapó la boca con un pañuelo debido al humo de los lacrimógenos.

En el puente Garibaldi vio a algunos jóvenes levantando barricadas con los coches. Se quería quedar, pero una chica, que luego reconoció en una foto del periódico como Giorgiana Masi, se la llevó. Dice que vio a algunos policías disparando cuando ella se encontraba entre puente Garibaldi y Piazza Belli. Se quería echar al suelo, pero por miedo de que le pisasen los manifestantes que huían siguió corriendo para llegar a casa, en Via Botticelli, pasando por los callejones para evitar a los policías que había visto en el Lungotevere.

Maria Grazia Galluppi

Hacia las 20 horas mi hija volvió a casa. Estaba muy emocionada y en estado de agitación. Nada más entrar en casa me dijo: "la policía está disparando, me ha pasado rozando una bala, la culpa es de Cossiga". Intenté desdramatizar la cosa. En ese momento me llamó por teléfono mi madre. Por ello dejé a mi hija con una compañera mía. Cuando acabé de hablar por teléfono intenté que mi hija me explicase qué le pasaba. Me contó que había venido andando de la escuela a casa, que una chica la había alejado del lugar de los incidentes "a rastras por el puente Garibaldi", "entonces eché a correr y vi que la policía disparaba contra los manifestantes"... "una bala hasta me rozó"... "me quería echar al suelo pero tuve miedo de que los demás me pisasen al huir". Me hice un poco la incrédula, ironizando sobre los hechos que contaba, pero Simona me dijo: "me hubiese gustado verte en mi lugar, por qué no bajas, anda".

Durante toda la noche seguí desdramatizando la situación y calmándola. Al día siguiente fui con mis hijos a Veruno (Novara) en donde estaba mi marido internado en el centro médico.

En cuanto llegamos a la habitación, mientras mi marido hablaba con un compañero, Simona vio la fotografía de Giorgiana Masi en el Paese Sera que estaba abierto sobre la cama. Dirigiéndose a su hermano le dijo: esta es la chica que ayer por la noche me instó a que me fuese a casa".

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N.d.T.

(1) ADELAIDE AGLIETTA . (Turín 1940). Actualmente presidenta del grupo de los Verdes en el Parlamento Europeo. Diputada del Parlamento italiano en repetidas ocasiones. Secretaria del Partido radical en 1977 y en 1978, año en el que salió elegida a suertes para formar parte del jurado popular en el proceso que tuvo lugar en Turín a las Brigadas Rojas y a Renato Curcio. Promotora del CISA (Centro Italiano per la Sterilizzazione e l'Aborto) de Turín.

(2) FRANCESCO COSSIGA . (Sassari 1928) Presidente de la República italiana desde 1985. Diputado desde 1958, fue posteriormente subsecretario (1966) y Ministro (1974). Ministro del Interior (1976-78) en la época del secuestro de Aldo Moro, presentó su dimisión cuando se descubrió el cuerpo del estadista asesinado. Jefe del Gobierno (1979-80). Como presidente de la república, en la segunda parte de su mandato ha hecho de todo para que cambiase la Constitución italiana, abandonándose a feroces polémicas con la mayor parte de los exponentes políticos y sobrepasando los límites establecidos por la ordenación constitucional. Por estas razones fue denunciado por Marco Pannella en agosto de 1991, por delito de atentado contra la constitución.

(3) EMMA BONINO . (Bra 1948). Presidenta del Partido radical, miembro del parlamento europeo e italiano en repetidas ocasiones. Una de las promotoras del CISA (Centro de Información sobre la Esterilización y e Aborto) y militante activa en la batalla contra el aborto clandestino, procesada y disuelta en Florencia. Participó en la realización a nivel internacional de la campaña contra el Hambre en el Mundo. Miembro fundador de "Food and Disarmament Internacional", encargada de la difusión del Manifiesto de los Premios Nobel.

(4) MIMMO PINTO . (Protici, Nápoles 1948) Militante de Lotta Continua y líder del Movimiento de Napolitanos en paro ("Movimento dei disoccupati di Napoli") electo en las listas radicales en las elecciones de 1979.

(5) LUCHA CONTINUA. Uno de los más importantes y difundidos movimientos políticos de la extrema izquierda italiana, fundado en 1969 en Turín. En 1971, dio vida al periódico del mismo nombre. Separó a la izquierda extraparlamentaria de la obrera, pentrando en el mundo estudiantil, entre los reclutas, en las cárceles, etc. De entre sus líderes cabe destacar al periodista y escritor Adriano Sofri.

(6) ADELE FACCIO . (Pontebba 1920). Escritora, poeta y traductora. Gran conocedora de la historia de España y en especial de Cataluña. Protagonista de las batallas a favor del aborto. Por defender este derecho de la mujer fue encarcelada, pero en el proceso fue absuelta. Presidenta del Partido radical en 1975-76. Diputada en las listas radicales en 1976, 1979 y 1983. Defensora de los animales y del medio ambiente, promotora de las listas "Verdes Arco iris" en las que se presentó al parlamento europeo en 1989.

(7) MARCO PANNELLA . Giacinto Pannella, conocido como Marco. (Téramo 1930). Actualmente Presidente del Consejo Federal del Partido radical, del que fue uno de sus fundadores. A los veinte años fue representante nacional universitario del Partido liberal, a los veintidós Presidente de la UGI, la unión de los estudiantes universitarios italianos. A los 24 frecuenta, en el ámbito del movimiento estudiantil y del Partido liberal, la fundación del nuevo partido radical, que nació en 1954, en el que confluyeron prestigiosos hombres del mundo de la cultura y grupos políticos democráticos minoritarios. Activo en el partido salvo un paréntesis (1960-1963) en el que trabajó como corresponsal de "Il Giorno" en París, en donde entró en contacto con la resistencia argelina. A su regreso a Italia se compromete a reconstruir el Partido radical, liquidado por su misma clase dirigente para el adviento del centro-izquierda. Bajo su indiscutible liderazgo, el partido llega a promover (y vencer) importantes batallas en pro de l

os derechos civiles, introduciendo en Italia el divorcio, la objeción de conciencia, el voto a los dieciocho años, importantes reformas del derecho de familia, etc. Luchó por la abolición del Concordato entre la Iglesia y el Estado. Fue arrestado en Sofía en 1968 mientras manifestaba en defensa de la Checoslovaquia invadida por Stalin. Abre el partido a las recién nacidas organizaciones homosexuales (FUORI), promueve la formación de los primeros grupos verdes y ecologistas. El nuevo Partido radical organiza, durante años, difíciles campañas proponiendo numerosos referéndums (unos veinte, aproximadamente, a lo largo de los años) para la moralización del país y de la política, contra la financiación pública de los partidos, contra las centrales nucleares, etc. pero en particular para llevar a cabo una profunda renovación de la administración de la justicia. A causa e estas batallas, todas ellas llevadas a cabo con métodos estrictamente no violentos de inspiración gandhiana - su Gandhi no es un místico ni un id

eólogo sino más bien un político, riguroso y al mismo tiempo flexible - ha sufrido procesos que en la mayor parte de los casos ha vencido. Desde 1976, cuando por vez primera se presentó, ha salido elegido siempre diputado, dos veces en el Senado, dos en el Parlamento europeo. En repetidas ocasiones candidato y electo concejal municipal en Roma, Nápoles, Trieste y Catania en donde ha llevado a cabo batallas e iniciativas ejemplares y demostrativas. Cuando ha sido necesario ha recurrido al arma del ayuno, no sólo en Italia sino en Europa, en particular a lo largo de la gran campaña contra el exterminio causado por el hambre en el mundo para la que movilizó a unos cien Premios Nobel y exponentes del mundo de la ciencia y de la cultura para obtener un cambio radical en la orientación de la gestión de los fondos destinados a los países en vías e desarrollo. El 30 de septiembre de 1981, obtuvo en el PE que se votase sobre una resolución en dicho sentido, y tras ella leyes análogas en el Parlamento italiano y en el

belga. En enero de 1987 se presentó candidato a la Presidencia del parlamento europeo, obteniendo 61 votos. Actualmente, mientras el Partido radical ha asumido el compromiso de no presentarse a las elecciones nacionales, se mueve hacia la creación de un partido "transnacional" y "transpartídico", en la óptica del desarrollo federal de los Estados Unidos de Europa y de la promoción de los derechos civiles en el mundo.

(8) ONOREVOLE. título reservado en Italia a diputados y senadores.

(9) DEMOCRACIA PROLETARIA: Partido fundado en 1976 que recoge la denominación de alianza electoral de 1975 entre PDUP (Partido Democrático de Unidad Proletaria), Vanguardia Obrera (AO) y Movimiento de los Trabajadores Socialistas.

(10) LI MORTACCI.... expresión típicamente romana que quiere decir "me cago en sus muertos" muy usada y que ha perdido parte de su connotación de insulto para pasar a ser mera interjección)

(11) MLD. Siglas del Movimiento para la liberación de la mujer (en italiano. movimento per la liberazione della donna).

(12) ROBERTO CICCIOMESSERE . Político italiano (Bolzano, 1946), objetor de conciencia, arrestado y encarcelado por negarse a hacer el servicio militar. Gracias a su iniciativa en 1972 se reconoció en Italia este derecho civil. En 1970 fue tesorero del Partido radical del que fue secretario en 1971 y en 1984. En 1969 fue secretario de la LID (Liga Italiana Para el Divorcio), Parlamentario europeo de 1984 hasta 1989. Promotor y organizador del sistema de comunicación telemática Agorà.

 
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