Entrevista a Leonardo Sciascia por Mimmo CanditoSUMARIO: Larga entrevista al escritor que aún no sabe qué Parlamento escoger, si el italiano o el europeo. Su actividad es "escribir", pero "a veces...". Tacha de "conservadora" a la Europa actual pero cree que las elecciones han puesto punto final al 68 que había dado lugar "al terrorismo por una parte y a los 'nouveaux philosophes' por otra". No le desagrada que los del Partido Comunista ya no sean revolucionarios, pero pretende que lo digan claramente. Teme una Europa dominada por los alemanes, desearía "el adviento de un poco de pobreza", "la aceptación, el anhelo de la pobreza..." la pobreza de ese franciscanismo por el que la Iglesia "ha sobrevivido, en el corazón humano, no como institución". Esta "línea franciscana" es la que él desearía para la izquierda, que debe abandonar de una vez por todas "el nombre y la doctrina del poder". En resumidas cuentas, es necesario "inventar una nueva izquierda". Rechaza las acusaciones de quienes aseveran que "desconfía" del Estado. Todo lo contrario, desea un Esta
do "fuerte", "fuerte en la ley, en la capacidad moral...". Es cierto que el nombre de Moro ha desaparecido de unas elecciones que "parecían hechas en su memoria", pero cree que Moro no hubiese cambiado mucho la política de la Democracia Cristiana (DC). Lo que la DC necesita es un Partido Comunista Italiano (PCI) fuerte, un terreno sobre el que "especular". Moro "les ha tomado el pelo a todos al no querer morir" y ello se ha convertido en un "hecho político de gran envergadura". El PCI no ha comprendido la cuestión Moro "y de esa manera se ha echado tierra sobre su propio tejado".
(LA STAMPA, 14 de junio de 1979)
Elegido en Roma y en Estrasburgo, Sciascia aún no se ha decidido. Está cansado debido a los interminables viajes en tren, pero parece que Europa le viene como anillo al dedo. "En la vida uno debe arrepentirse más de lo que no hace que de lo que hace. Lampedusa dijo una vez algo sobre el pecado del actuar. Yo soy y sigo siendo un pecador inveterado, intento hacer siempre".
En el modesto y delicado estudio de Sellerio, las persianas quitan un poco de calor. Por entre las rendijas entra una calma penumbra. Sciascia tiene realmente algo de grotesco. Un no sé qué de indolente que a veces se carga de gran atención. Como su Cándido Munafó. "Hay un paso entre la frontera que va de la realidad a la página, y para mi la tentación es muy grande, siempre. Lo mío sigue siendo escribir, pero a veces hay que brindar testimonio más directamente, arriesgándose más".
P: Sólo que se desprende una gran contradicción con lo que usted, profesor, había dicho escandalizado cuando presentó su dimisión en el Consejo Municipal de Palermo".
R: "Sí, claro, pero yo acepto esta contradicción. Soy consciente de ello, es voluntaria. Por un exasperado sentido del deber. Tenía todas las razones del mundo para echarme atrás: la salud, las ganas de escribir, el hecho de que amo más el campo que la ciudad. Pero luego me pareció que era encerrarse excesivamente ante cosas que advertía como necesarias".
P: Pero al final acaba por encontrarse en una Europa en la que se ha movilizado de todo, desde la retórica de Carlomagno hasta lo de que si votamos más que los demás para demostrar que somos más majos".
R: "Yo me encuentro más cerca de las posturas de Sartre y del Comité contra la hegemonía germano-americana, más que de este idilio europeísta florido con gracia cegadora por los periódicos y la TV. No tengo práctica en asambleas, sé que la realidad de estas cosas es mucho más fea de lo que la pintan; pero sigo creyendo que hay que probar a ver. De hecho no estoy de acuerdo con el Comité cuando pedía un boicot electoral; yo digo que en todo caso si hay que boicotear hay que hacerlo desde dentro, yendo a ver qué pasa".
P: Gorresio dice que nos ha salido una Europa burguesa, Cavallari que moderada. Usted qué opina, de qué pie cojea Europa?
R: "Es una Europa conservadora, que lleva consigo el problema de la crisis de las izquierdas. Ayer, iba yo en tren cuando acuñé la siguiente imagen: los relojes que van mal no marcan nunca la hora exacta, mientras que el reloj parado, dos horas al día marca la hora justa. Y el electorado acaba por dirigirse a ese reloj parado".
P: Se han querido leer los resultados del domingo pasado en clave de lápida fúnebre sobre las banderas de Mayo, y la imaginación que debía subir al poder".
R: "Hay que ver si el 68 podía ser visto como el triunfo de las falacias, las ilusiones, o bien como el de las desilusiones. Para mí ha sido un fenómeno que ha dado lugar al terrorismo por una parte y a los 'nouveaux philosophes' por otro. Por una parte falacias, ilusiones que se parecen mucho a la desesperación, y por otra la desilusión, diría, más razonable. Quedó claro, en el 68, que las revoluciones no se podían llevar a cabo. Que llevarlas a cabo suponía la derrota en ese momento del partido".
P: Pero usted, profesor, acaba de decir que hay momentos en los que es necesario arriesgar".
R: "Desde luego, pero la razonabilidad actual, la razonabilidad de la desilusión, estriba en el hecho de escoger la no violencia, en vez de escoger la violencia. Al ser hombre de imagen e imaginación, más que de teoría, veo una especie de separación, una especie de tajo, entre lo que era el antes y el después, en un episodio del 68, contado en su libro por el jefe de policía de París: él escribe que al otro lado del puente Saint Michel se hallaban los estudiantes, como un muro listos para asaltar, y que el alineó a la policía de la otra parte del puente. Y pensó: si los estudiantes cruzan el puente, la revolución está hecha. Pero los estudiantes no cruzaron el puente. Porque tras ellos no se hallaba el PCF. Ese es el momento histórico que marca el destino de las revoluciones. A partir de ese momento, los partidos comunistas no han vuelto a ser revolucionarios".
P: Es un juicio frío y calculado del político, o también la rabia del hombre de izquierdas?"
P: "No, mi resentimiento estriba en el hecho de que los Partidos Comunistas no han vuelto a ser, no son, revolucionarios; y lo constata el que no se hayan decidido todavía a decirlo, no hayan querido aceptarlo. A mí, un PC socialdemócrata no me importa, pero a condición de que lo diga".
R: De nuevo topamos con la Europa que Sciascia-Cándido vio convertirse cada vez más en un orfanato: los huérfanos de De Gaulle, los huérfanos de Franco, los huérfanos de Salázar, los huérfanos del partido comunista. En esta Europa, Cándido dice que sólo los alemanes tienen padre, aunque sea un fantasma"
R: "Sí, el fantasma del nazismo. Tal vez nosotros proyectamos sobre los alemanes el exceso de nuestros miedos, de nuestras espantosas experiencias. Pero el hecho es que dan miedo de veras. Acabo de volver de un viaje en tren, de París a Amsterdam y luego aquí a casa. He pasado dos fronteras: Bélgica y Holanda sin darme ni cuenta. Pero al llegar a la frontera alemana me di cuenta de verdad. Estos policías que pasaban en remesas de tres, con las pistolas chocando con las paredes del tren, que eran amables, que ni pedían los documentos. Que te miraban a la cara, sólo eso, el ruido de las pistolas a oleadas. Uno advierte un cierto escalofrío".
P: Osea: Europa dominada por los alemanes, y detrás los fantasmas de nuestra conciencia, y el gran capital sin patria. Eso es todo?"
R: "Se está acabando el mito de las revoluciones, y por lo tanto necesariamente debe nacer otro mito, otra utopía. Se acaba el mito de la revolución violenta".
P: Cándido-Sciascia confesaba que algo está a punto de acabar y algo está a punto de empezar en Europa. Y le gustaba ver cómo se acababa lo que se tenía que acabar. Pero no dice ni pío sobre lo que debe empezar".
R: "Desearía el adviento de un poco de pobreza, y espero que todo empiece por ahí. Por la aceptación, el anhelo de la pobreza. Desde luego, no hablo de la pobreza que han vivido los pobres; sino de la pobreza como vocación. Algo así como la oposición entre las dos grandes corrientes de la Iglesia, el dominicanismo y el franciscanismo. Y en efecto, la Iglesia ha sobrevivido, en el corazón humano, no como institución, gracias a la línea franciscana y no a la dominica."
P: Dicho con palabras que entienda todo el mundo".
R: Yo querría que la izquierda hallase una especie de línea franciscana, que abandonase la línea dominica, el nombre y la doctrina del poder. Por ejemplo, creo que la izquierda está muerta si se decanta por la energía nuclear; una izquierda viva, vital, prometedora, debe estar en contra de la muerte nuclear".
P: Existe una raíz, un origen histórico de esta opción dominica?"
R: "Creo que todo ocurrió en Rusia. Tal vez antes de Stalin; pero en cualquier caso Stalin marca este proceso, y deja una señal en la historia que luego vino en la lucha por una democracia real".
P: Las declaraciones oficiales del PCI, tras el resultado de estos dos domingos, demuestran un cambio, hablan de una nueva relación entre lo social y lo político, tienden a romper los esquemas interpretativos que ahuyentaban, por ejemplo, los radicales en el peor 'qualunquismo'(1) fascista".
R: "Lo triste es que lo reconozcan tras la derrota. La cuestión es que hay que acabar con tanta táctica y tanta estrategia, el estalinismo de la práctica y el anti-estalinismo de la teoría, y deben volver a la esperanza de la gente".
P: Qué significa?".
R: "La historia que nos espera es inventar una nueva izquierda. Yo no digo que sea verdadera esta nueva invención; digo que hay que intentarlo, la esperanza es lo último que se pierde".
P: Esto nos conduce a su desconfianza con respecto al Estado, a la distinción entre Estado y Sociedad".
R: "No desconfío del Estado. Calvino, cuando la polémica sobre la bellaquería del intelectual ("Ni con el Estado, ni con las Brigadas Rojas"(3)), recordó en una entrevista que en mis libros se vislumbra más bien una anhelo del Estado, y este mi estar "en contra del Estado" cabe concebirlo como una desilusión y no como una adversión. Cómo no voy a anhelar, desde la Sicilia profunda, un Estado democrático, un Estado fuerte".
P: Qué significa 'fuerte'?"
R: "No significa represivo, sino fuerte en la ley, en la capacidad moral de hacer que se respete la ley para con todos los ciudadanos. Un Estado que logre no privilegiar a nadie".
P: Creo que la realidad en la que Europa se mueve en la actualidad, según el análisis de Sciascia, es un péndulo que oscila entre la germanización y la sicilización".
R: "Pueden ser, en verdad, dos hechos concomitantes y fatales para nuestra esperanza..."
P: El escritor y el diputado Sciascia tienen esta esperanza?
R: "Existe una esperanza templada por el escepticismo. Una templanza muy saludable, puesto que sin escepticismo la esperanza corre el riesgo de convertirse en fanatismo. La cuota de esperanza es mucho mayor. El escepticismo está siempre al margen. Como cuando uno se pone a escribir a máquina y deja un margen para las correcciones".
P: El nombre de Moro ha desaparecido de estas elecciones que parecía se habían celebrado en su memoria".
R: "Moro no habría cambiado mucho la política de la DC: Creo que Moro reservaba a los comunistas la misma trampa que había usado con los socialistas. Podía ser una cuestión de tiempo, y tal vez los hubiese destruido incluso más, con más resultados. Pero creo que la DC debe volver a esta política actual, puesto que entre la DC y el PCI hay una relación con exceso de especulación por lo que no pueden arrimarse mucho porque si no se caen los dos. Tienen que mantenerse ambos a una cierta distancia, y esta distancia debe aumentar en período electoral. Sin un PCI fuerte, no existiría una DC fuerte".
P: Pero la DC sigue siendo el partido de mayoría".
R: "Es el criterio asistencial - que es la base del poder - lo que la hace fuerte, le da el título de primogénito. Existe una capa de la población que oscila desde lo que hace tiempo se llamaba subproletariado hasta toda la burocracia estatal y local, que con la DC está bien. Pues pertenece a un criterio que debía ser normal en un partido católico italiano, es decir el único criterio que un partido católico podía adoptar era transformar la caridad cristiana en asistencia del Estado".
P: Y Moro también lo decía, pero luego dijeron que decía también otras cosas".
R: "Sus preferencias vivían sólo en la reserva mental, no en los artículos o en las entrevistas más o menos tardías. El resultado de la santificación que se ha llevado a cabo ha sido todo un fracaso. Moro les ha tomado el pelo a todos al no querer morir y ello se ha convertido en un hecho político enorme, de gran repercusión. Me imagino que los Estados Unidos daban por perdido este nuestro país. Perdido para ellos, quiero decir. Y en vez se han sentido reconfortados por la resistencia del gobierno a no ceder en el intercambio con los brigadistas. Han hallado una cierta confianza en este Estado italiano, por lo que lo han incluido de nuevo en su área. Si esto que yo imagino corresponde con la realidad, los comunistas, al apoyar el "pacto de la firmeza"(4), se han echado tierra en su propio tejado."
P: Esto, si no me equivoco, significa distinguir entre régimen y Estado".
R: "Por supuesto. Existe una distinción entre conciencia moral e institución, entre base ética y maniobra o interés creado".
P: Y ahora? Ya existen fórmulas en discusión para el nuevo gobierno".
R: "Un gobierno laico, apoyado por las izquierdas sería un hecho de gran envergadura. Si por el contrario se dice que lo apoya también la DC, entonces nos hallamos fuera de la realidad. Sería volver a ese unanimismo que hasta el momento presente ha sido una tomadura de pelo".
(La Stampa, 14 de junio de 1979, entrevista de Mimmo Candito).
N.d.T.
(1) QUALUNQUISMO . Movimiento político creado en la Italia de la postguerra por el periodista y comediógrafo Guglielmo Giannini (el nombre se lo debe a su órgano de expresión, la revista "L'Uomo Qualunque" cuya traducción no literal sería "el hombre de la calle"). El qualunquismo, al que rápidamente prestaron su apoyo los descontentos, pero moderados, de la clase media, aquellos que habían sido fascistas no por convicción, sino por conformismo, desapareció de la escena política a los pocos años. No obstante, en Italia sigue empleándose la palabra para designar al magma electoral que, en términos más actuales se conoce como la "mayoría silenciosa".
(2) MORO ALDO . (Maglie 1916 - Roma 1978). Político italiano. Secretario de la Democracia cristiana (1959-65). Artífice de la política de centro izquierda. Ministro en repetidas ocasiones, Presidente del Consejo (1963-68, 1974-76). A partir de 1976 presidente de la democracia cristiana (DC). Preconizó el acercamiento del Partido Comunista Italiano (PCI) al gobierno delineando al hipótesis de una "tercera fase" (tras la del "centrismo" y la del "centro izquierda") del sistema político. Secuestrado por las Brigadas Rojas en Roma, el 16 de marzo de 1978, fue encontrado muerto el 9 de mayo del mismo año.
(3) BRIGADAS ROJAS . (Conocidas con las siglas BR). Organización terrorista clandestina de extrema izquierda, nacida en Italia en 1969. Proclamando la revolución obrera, intentó abrir frentes de revuelta armada contra el Estado y el sistema político, reivindicando los atentados, heridos, secuestros, homicidios de políticos, periodistas, magistrados y dirigentes industriales. Tuvo por líder a Renato Curcio. En 1978 secuestró y asesinó a Aldo Moro.
(4) FIRMEZA : Término muy usado en dicho período que indicaba la necesidad ante la 'desestabilización' de tener "MANO DURA".