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Baget Bozzo Gianni - 20 luglio 1979
La opción política de los marginados morales
Gianni Baget Bozzo

SUMARIO: Pasolini escribió una intervención para el congreso de 1975 del partido radical. Nunca pudo leerla debido a su repentina muerte. En ella, Pasolini declaraba que confiaba "en la nueva generación de comunistas" por lo menos tanto cuanto confiaba "en los radicales". A pesar de los deseos de Pasolini, nunca como en la campaña electoral de 1979, fueron tan "difíciles" las relaciones entre PR y PCI. Y sin embargo, "cabe considerar globalmente que dar un voto a los radicales es votar por la izquierda". El deseo de Pasolini de que se produzca una "complementariedad" es un mensaje que sigue siendo actual. Qué han aportado los radicales a la "vida italiana"? En primer lugar "esta verdad común: la DC no es un partido sino un régimen" que ha ocupado no tanto el "poder" cuanto la "sociedad civil". Y los radicales "a nivel de sociedad civil han reaccionado". Han tenido la "inteligencia" de comprender que "todos los temas éticos se abrían, convirtiéndose en temas políticos", y han representado a los "marginados m

orales", devolviéndole a la izquierda "el lenguaje libertario". Acaso ello conduce "a la fragmentación de lo político"? Es el riesgo que corren los radicales, aunque cabe reconocer que la "temática igualitaria" ha estado presente en sus batallas. Hoy por hoy, es necesario que "el ámbito ético tenga que ver con el económico y social": los temas del trabajo, etc. "Si el PR afrontase estos temas... echaría raíces en una sociedad distinta..." En cualquier caso plantean "problemas a toda la izquierda, empezando por el PCI" pues es cierto que la sociedad es "un todo" pero los radicales han descubierto que un todo está compuesto de "fragmentos". El todo y la parte buscan hoy su recomposición.

(»Rinascita del 20 de julio de 1979 - vuelto a publicar en "I RADICALI: COMPAGNI, QUALUNQUISTI, DESTABILIZZATORI?", bajo la dirección de Valter Vecellio, Edizioni Quaderni Radicali/5, 1981)

En la intervención en el congreso del Partido radical en Florencia de 1975, Pasolini iba a leer algo en lo que decía: "no estoy aquí en calidad de radical. No estoy aquí en calidad de socialista. No estoy aquí en calidad de comunista. Estoy aquí en calidad de marxista que vota por el PCI y confía mucho en la nueva generación de comunistas. Confía en la nueva generación de comunistas por lo menos tanto cuanto confía en los radicales". Pero la violencia truncó sus esperanzas, y Pasolini se llevó consigo el secreto de su integración. El discurso que no pudo leer sigue siendo una indicación para quien siente viva todavía aquella esperanza por partida doble.

En realidad, las relaciones entre radicales y comunistas nunca han sido tan difíciles como en la última campaña electoral. La impresión que se tiene es que la violencia de las críticas radicales al PCI se separa de la matriz libertaria de la izquierda y pierde toda característica con respecto a ese anticomunismo que constituye la base del centro y la justificación de la derecha. El voto ha manifestado, sin embargo, que no era este el lenguaje electoral que iba arrancando electores a los partidos "históricos", sino más bien el recuerdo del mensaje radical de los años setenta, la imagen consabida y global en vez de la apresurada "actualización" de los últimos días. El voto por el partido radical cabe ser considerado como un voto de izquierdas a pesar de que la campaña electoral radical no haya sido unívoca a este respecto.

La intuición de Pasolini sobre la complementariedad de radicales y de comunistas puede seguir siendo considerada un mensaje actual.

Qué han conducido, a nivel del diagnóstico político, los radicales en la vida italiana? Creo que en primer lugar se deba a esta verdad común: la Dc no es un partido, es un régimen. Cuando un partido dirige el gobierno desde hace trenta y cuatro años estamos fuera de las reglas de la alternancia democrática. Los democristianos han ganado a los fascistas no sólo en la duración, sino en la divulgación capilar de la toma del poder. La Dc existe como bloque de las diligencias de todos los sectores relacionados directa o indirectamente con el Estado: más que la expresión de Léon Blum, "la ocupación del poder", cabe utilizar la de "ocupación de la sociedad civil". Pues bien, a nivel de sociedad civil es donde los radicales han actuado. Y han logrado demostrar (con la lucha en favor del divorcio de especial manera) que se derrumbaba la base histórica de la Dc en la sociedad civil, es decir la hegemonía eclesiástica sobre la moral familiar, la última hegemonía que le quedaba a la Iglesia. La Dc seguía siendo, así pu

es, sólo el partido del poder sobre la sociedad civil, agregaba el consenso a partir del puro "statu quo". El rechazo con respecto a la izquierda (no sólo del PCI, sino del PSI) es el cemento ideológico de una hegemonía política que puede ofrecer como su imagen de opinión sólo los límites y los errores de los demás. El radicalismo ha tenido la inteligencia de entender que todos los temas que hasta ahora se habían resuelto a partir de la tradición y la autoridad, es decir todos los temas éticos, se convertían en temas abiertos y políticos. Y se convertían en políticos porque el individuo volvía a apropiarse de lo que se resolvía según las costumbres. Los radicales han buscado diferenciarse a nivel de las costumbres, han representado a los marginados morales: desde las víctimas del aborto clandestino, hasta el carácter subalterno de la condición femenina, a la violencia psíquica ejercida sobre los homosexuales o los locos. En esto, han devuelto a la izquierda el lenguaje libertario, un lenguaje que la izquierd

a no hubiese tenido que perder nunca.

Acaso ello conduce a la fragmentación de lo político, acaso transforma la gran conquista marxista de la unidad de perspectiva política en la multiplicidad descoordinada de las exigencias individuales? A caso conduce a una expansión sencilla y llanamente de la temática tardío-burguesa que apuesta por el felicitarismo (1) mediante el consumo? El peligro para el futuro del radicalismo italiano es convertirse en la crítica de la unidad de lo político, el rechazo de una perspectiva igualitaria como base del pleno ejercicio de los derechos individuales. Y no porque la temática igualitaria haya estado ausente de las batallas radicales. Es más: las batallas libertarias de los radicales eran también igualitarias porque querían hacer hincapié inmediatamente en la abolición de la marginación mediante un ejercicio colectivo del derecho, llevado a cabo asimismo por quién no tenía interés en usarlo. De esta manera se afrontaron los temas de la droga blanda, del aborto, etc. Y sin embargo, el crecimiento del Partido radi

cal, su "status" de partido más allá del margen, plantea la exigencia de que el tema de la igualdad sea afrontado contextualmente con el tema de la libertad y del derecho. Ello exige que el ámbito ético tenga que ver con el económico y el social, aquellos ámbitos en los que el problema de la libertad tiene que ver con el de la justicia. Por qué, por ejemplo, las cuestiones del trabajo, en su conjunto, han estado ausentes de la temática radical? La lucha por la seguridad en el trabajo es un tema libertario, corpóreo, igualitario; un tema de lucha contra la muerte, contra los "homicidios blancos". El chantaje salud/empleo acaso no es una violencia increíble contra los derechos individuales de libertad así como lo es contra la norma de justicia/igualdad que es la base legítima de la socialidad?

Si el Pr afrontase estos temas, tal vez desaparecería el apoyo de Montanelli (2) tan genialmente sensible a las exigencias de la hegemonía de clase. Pero tal vez de esta manera, el Pr echaría raíces en una sociedad distinta de la que hasta ahora ha considerado. Los distintos son muchos, toda condición humana lo es. Desde el punto de vista de la justicia, distintos son los que sufren las violencias de la costumbre, de la ley y del poder. Puede una crítica de la costumbre, de la ley y del poder no impulsar a los radiales en la dirección que indicaba Pasolini?

Ello, lógicamente, plantea problemas a toda la izquierda, empezando por el Pci. Se trata de establecer una concordia dialéctica entre las exigencias del todo y las de la parte. Una sociedad es un todo, y la finalidad política tiene que estar ideada en virtud del respeto al conjunto. Pero los radicales han descubierto que el todo está formado por partes, y que sólo en la parte se halla la dinámica política, cultural y social del todo. Ello conduce a reanimar un debate político en la izquierda sobre la figura del político, sobre la imagen misma de la Organización de los sujetos de transformación y de lucha: un debate que tendría mucho que ganar, si se concibiese por temáticas comunicantes, si tuviese lugar como diálogo de la izquierda, y no sólo en los "patois", en los lenguajes de argot, de cada una de las partes. Todos los partidos de la izquierda tienen actualmente problemas contextuales de programa y de estatuto, de coordinación de su existencia autónoma con la totalidad de la sociedad civil que le envuelv

e. El todo y la parte buscan hoy su recomposición, que es la condición para que avance a la vez el ser libre y el vivir justamente.

N.d.T.

(1) en italiano el autor usa el neologismo "felicitarismo".

(2) MONTANELLI INDRO . (Fucecchio 1909). Periodista y escritor italiano. Famosas sus corresponsalías desde Hungría en el 56. Tras una larga colaboración en "Il Corriere della Sera" dejó periódico en 1974, pues ya no compartía la línea del mismo, para fundar "Il Giornale Nuovo". Por discrepancias con Silvio Berlusconi, ha abandonado la dirección del mismo y ha fundado "La Voce". Ha escrito libros con éxito.

 
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