Leonardo Sciascia interviene en el caso judiciario de Lorenzo Bozano con este artículo que dará que hablarSUMARIO: A propósito del rechazo de la magistratura francesa de conceder la extradición a Lorenzo Bozano, afirma que Francia se ha comportado de forma "oscura", al "haber secuestrado a Bozano y haberlo entregado" posteriormente a Suiza, que probablemente no negará la extradición a Italia. El comportamiento de la policía francesa es bastante grave y roza el "delito". Por desgracia, de este "caso" no se ha sabido nada, pues la prensa francesa, excepto "Libération", ha tenido la cuestión escondida.
(CORRIERE DELLA SERA, 13 de noviembre de 1979)
Cesare Rossi, que tras el delito de Matteoti(1), como secretario del partido fascista se vio impulsado por las circunstancias a convertirse en enemigo del fascismo, y que, al empeorar las cosas, se refugió en Suiza, una noche, debido a la compañía de una mujer hermosa, se olvidó de que entre Italia y Suiza existía un punto de ivisible frontera. Se halló, sin darse cuenta, con que lo estaba atravesando; y fue a parar a Campione d'Italia, en donde cayó en manos de los carabineros que lo esperaban. Tal galante distracción, tal pequeño despiste, le costó años de cárcel bajo el fascismo a los que hubo que sumar otros tantos bajo el antifascismo. De manera que su vida, desde los años veinte a los años cuarenta, puede tomarse como símbolo de la triste amenidad de la historia italiana entre fascismo y antifascismo, del absurdo al que en un momento determinado Rossi reaccionó ante el tribunal antifascista gritándole al presidente »Usted llevaba la camisa negra(2) bajo el armiño", afirmación bastante fidedigna, pero q
ue le costó otra imputación de vilipendio a la corte.
Recuerdo este episodio de la pequeña distracción de Cesare Rossi por la que tan caro precio pagó, para excluir que Lorenzo Bozano haya pasado por una semejante, y sin darse cuenta haya atravesado la frontera entre Francia y Suiza. Entre Francia que había negado a Italia su extradición, y Suiza que probablemente no la negará.
Aclararé inmediatamente - siempre los hay que están al quite, prestos y diestros para acusarme de apología de cosas y personas que jamás soñé defender - que considero que Lorenzo Bozano ha tenido en Italia un justo proceso. A pesar de que el juicio se basase en indicios, eran tantos y tan concomitantes, que el margen de duda sobre la culpabilidad es más bien exiguo. Añado que la decisión del juez francés de negar la extradición se me antoja - como de hecho es - más bien un abuso, dictado por revanchas de reciprocidad, que no una interpretación de la ley. Pero la cuestión es que la extradición ha sido oficialmente, con sentencia de por medio, negada.
Tras ello, la policía francesa, a su vez, ha negado la sentencia. Pero a escondidas, tortuosamente, con tiempos y modos de asociación clandestina y secreta más que en calidad de policía de un Estado democrático. Prácticamente ha secuestrado a Bozano y lo ha entregado a otra policía, la suiza, con la que se debe haber puesto de acuerdo previamente para que recibiese al secuestrado. Un procedimiento totalmente oscuro, hasta el momento en el que Bozano, que invisiblemente pasa la frontera y de una policía a otra, se materializa en la cárcel de Ginebra.
La cuestión es inquietante. Presupone, más allá o más acá, o por encima o por debajo de la ley, de la ley de todo Estado y de las que regulan las relaciones entre los Estados, la existencia de un consorcio policial internacional o al menos de un acuerdo entre las policías por lo que lo imposiblemente jurídico se vuelve posible y se ejecuta sin andarse con chiquitas, y no sólo sino que además sin prestar la más mínima atención al poder judicial y a la que se ha dado en llamar la opinión pública.
Que en Italia puede también - la llamada opinión pública - aplatanar la inquietud al constatar que, en resumidas cuentas, uno juzgado culpable ha sido sometido a la condena que le corresponde, pero no así en Francia, país, entre otras cosas, hasta el momento presente muy sensible a la cuestión de la extradición. Sin decir ya que en el caso de Bozano se va mucho más allá de la cuestión, pues no se trata de una extradición más o menos motivadamente acordada, sino de una extradición formalmente negada y prácticamente, por el contrario, realizada. Para la ley francesa, se trata, considerando la manera en la que el caso de Bozano ha sido resuelto por un tribunal francés, de un delito cometido por la policía o - hipótesis más inquietante si cabe - una cripto-policía (pensemos en el reciente asesinato de Goldmann) que actúa con criterios a lo Mike Hammer, el famoso investigador privado de las novelas de Spillane que se dedica a reparar aquellos agravios que a su parecer - »nazi americano en el que se divisan prefi
guraciones en algún personaje de Faulkner - la justicia, la administración de la justicia, comete contra la justicia. El abogado suizo de Bozano ha planteado en problema en términos acertados: »Bozano debe ser devuelto a Francia para evitar que Suiza se convierta en cómplice de un caso poco claro , a no ser que se desee liberarlo o procesarlo en Suiza (cosa que sería posible, teniendo en cuenta que Bozano es acusado de haber asesinado a una ciudadana suiza). Pero este caso, a parte de poco claro, balzaquianamente tenebroso, los franceses demuestran no saber nada. El único periódico que se ha ocupado de ello, así de refilón, ha sido Libération, y al cabo de más de dos semanas. Cerrando un artículo sobre la extradición de Lanfranco Pace, Jean Marcel Bourguereau escribe: »Hace algunos días nos enteramos con retraso, otro italiano, criminal de derecho común al que Francia se había negado a dar la extradición, ha sido tomado por la policía suiza que se encargará de realizar la extradición que Francia ha negado. P
ero Quién sabe? Quién protesta? Quién se inquieta por ello al igual que por cosas de ese estilo?
Esta es la cuestión: saber, protestar, inquietarse. En Francia al igual que en Italia. Impedir que lo que puede ser resuelto por la ley, y a la luz del sol sea resuelto con la violencia y de forma tenebrosa.
(Corriere della Sera, 13 de noviembre de 1979)
N.d.T.
(1) MATTEOTTI GIACOMO . (Fratta Olesine 1885 - Roma 1924). Secretario del Partido socialista unitario (1922), reformista, denunció los embrollos electorales llevados a cabo por el fascismo lo cual le costó el secuestro y la vida. Por este asesinato, Mussolini sufrió una crisis de credibilidad.
(2) Camisa negra: camisa de color negro que llevaban los fascistas en Italia.