Leonardo SciasciaSUMARIO: Cuando Aldo Moro murió, "la Democracia Cristiana se encontró no sólo decapitada, sino privada de su identidad cristiana": ha dejado "que matasen a su Padre", pero ahora se encuentra "pobre y desorientada". A pesar de que se intente hacer pasar a Moro por "un gran pensador político, de su pensamiento no queda nada"; las intenciones de Moro sobre el problema de los comunistas siguen siendo "indescifrables". La Democracia Cristiana considera "la participación de los comunistas en el gobierno algo irreversible", pero al mismo tiempo tiene "miedo". Se da cuenta de que se le ha escapado de las manos "el poder efectivo", sobre todo en el campo de la información. En realidad, pide casi que se la "proteja" de los comunistas sin que entren en el gobierno, y el PCI por el contrario pide reconocimientos de los que se avergüenza. Qué harían los comunistas en el gobierno si no tuviesen los ministerios - por ejemplo - del interior o de justicia?
(NOTICIAS RADICALES, 13 de febrero de 1980)
Cuando murió Aldo Moro(1), la DC se encontró no sólo decapitada, sino privada de aquella identidad vinculada al hecho de sentirse crisitiana. Esa identidad que creía poseer y que por el contrario ha perdido, negándose a negociar con los secuestradores, atrincherándose tras la "ragion di Stato". Se ha negado a intentar liberar una vida humana, ha dejado que matasen al Padre. Una vez pasada la euforia de la firmeza, del triunfo de la "ragion di Stato", se ha encontrado pobre y desorientada. No quiere sustituir a Moro con Andreotti(2) por infinidad de motivos, y sobre todo porque sobre Andreotti los democristianos han hecho recaer la culpabilidad de no haber salvado a Moro, culpa que en realidad es de todos o casi todos los democristianos, según un proceso psicológico más bien comprensible.
Si de la psicología se pasa a la política, a pesar de que se intente hacer pasar a Moro por un gran pensador político, por un estratega importante e iluminado, no queda nada de su pensamiento ni de su estrategia. Se ha pasado a adivinar. Las intenciones de Moro con respecto a los comunistas eran indescifrables, pero se ha creído "adivinar" que intentaba admitir progresivamente a los comunistas en el gobierno. Personalmente, creo que si realmente era ésto lo que quería, los comunistos hubiesen participado directamente en el gobierno con condiciones ideales de desagregación y a punto de resquebrajarse a nivel electoral, pues las concesiones dilatativas de Moro les echaban a un lado. En cualquier caso, para condensar en una fórmula el estado de ánimo actual de los democristianos, consideran la participación de los comunistas en el gobierno como algo irreversible, pero al mismo tiempo, tienen miedo de ello. Miedo al mañana, al mañana inmediato, alimentada por el hecho de darse cuenta de que ya no se dispone de u
n poder efectivo. Ya no poseen el poder de antes, sobre todo en el campo de la información. Los puntos de vista de la DC, cuando están en desacuerdo con los del PCI, "no pasan", o mejor no pasan más que esporádicamente por la prensa italiana. Pongamos un ejemplo: a propósito del asesinato de Mattarella, la "verdad" democristiana, por la que Mattarella se preparaba a que los comunistas no entrasen en el gobierno de la región siciliana ha sido aplastada por la mentira de que pretendía que por el contrario estaba a punto de hacerles entrar en el gobierno.
Existen otros motivos particulares de miedo, individuales y que se suman al miedo colectivo. En cualquier caso, el deseo de los democristianos, sería el de estar protegidos por los comunistas, sin que los comunistas les pidan a cambio una participación directa en el gobierno. Los democristianos están dispuestos a acordar, mientras esperan, una especie de "strip-tease" del poder que por otra parte, están a punto de perder, naturalmente, diría yo. Por ello los comunistas quieren reconocimientos; reconocimientos que quieren y que piden con vergüenza. Vergüenza de sí mismos, tal vez. En resumidas cuentas, el poder en Italia pertenece a un poder que aún no existe. La DC en estos momentos se parece al capitán del Benito Cereno, de Melville, pero los que lo tienen prisioneros necesitan desesperadamente al capitán.
Quiero decir que los comunistas tal vez tengan un proyecto, pero no tienen desde luego un programa. No se comprende lo qué podrían hacer en este momento, con dos o tres ministerios entre las manos. A no ser que se trate de los ministerios del interior y de justicia. Pero si se les confiasen los ministerios del trabajo, de la industria, de las participaciones estatales y de enseñanza, cabe preguntarse qué es lo que harían".
N.d.T.
(1) MORO ALDO . (Maglie 1916 - Roma 1978). Político italiano. Secretario de la Democracia cristiana (1959-65). Artífice de la política de centro izquierda. Ministro en repetidas ocasiones, Presidente del Consejo (1963-68, 1974-76). A partir de 1976 presidente de la democracia cristiana (DC). Preconizó el acercamiento del Partido Comunista Italiano (PCI) al gobierno delineando al hipótesis de una "tercera fase" (tras la del "centrismo" y la del "centro izquierda") del sistema político. Secuestrado por las Brigadas Rojas en Roma, el 16 de marzo de 1978, fue encontrado muerto el 9 de mayo del mismo año.
(2) ANDREOTTI GIULIO . (Roma, 1919) Exponente de la Democracia Cristiana. Secretario de A. De Gasperi, empezó muy temprano como Subsecretario de la Presidencia del Consejo, una ininterrumpida carrera ministerial: ministro del interior (1954), de hacienda (1955-58), del tesoro (1958-59), de defensa (1959-66) y 1974), de la industria ((1966-68), del presupuesto del Estado (1974-76). Presidente del consejo italiano del 1972 al 1973, del 1976 al 1979, y en 1990 hasta nuestros días.