Marco PannellaSUMARIO: "Hay que cambiar de voluntad política, hay que imponer una política de la vida, de la paz, del desarme, de la no violencia. Es la única política realista, la única cuyos resultados no son imposibles. La única rechazada, censurada". A partir de estas premisas se establecen los objetivos de la campaña contra el exterminio causado por el hambre: lograr que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas abrace el imperativo de salvar a decenas de millones de personas; lograr que los Estados ayuden a los países subdesarrollados con una contribución del 1,4% del producto nacional bruto. Se anuncia la marcha en pro de la supervivencia, el Domingo de Resurección, en Roma.
("Il Messaggero - Marzo de 1980 del libro "Marco Pannella - Escritos y discursos - 1959-1980", editorial Gammalibri, enero de 1982)
El estrago continúa. Hemos perdido la cuenta de los muertos, asesinados por los terroristas: dos, trescientos?. Es el colmo. El Presidente de la República italiana, a principios del presente año, declaró que estamos en guerra contra los asesinos. Desde ese momento, las leyes trastornadas, el presupuesto del Estado, el aumento de las víctimas, el estado de la justicia y de las cárceles, parecen testimoniar realmente una suerte de estado de guerra, contra la presistente infamia de algunas decenas de millares de personas inermes. Para ellos, no existe nada sagrado, ni tan siquera la vida.
Para ellos?, sólo para ellos?. Quién tirará la primera piedra? Si este estrago continúa, el exterminio - aún más científico, específico - de decenas de millones de personas cada año, se extiende. Decenas de millones de seres exterminados en los pasados meses, decenas de millones en los meses venideros. Dónde está el escándalo? La muerte, no la vida; el exterminio, el asesinato, parecen sagrados.
La ONU, la FAO, el Consejo Mundial de la Alimentación, la Comisión Carte, la Comisión Brandt, el Club de Roma, el UNETED, el Papa, el Presidente de la República italiana, el presidente Giscard D'Estaing, el embajador Gardner, el Parlamento europeo, el italiano, todos, todos, en documentos y declaraciones oficiales, que hemos recogido, todos están de acuerdo en afirmar que no se muere por falta de comida, sino por falta de "voluntad política" - o por su ausencia, lo que es lo mismo. Este año se gastarán aproximadamente 650 mil millones de dólares en armamentos: aproximadamente 160 trillones de liras al día. Y en el planeta existe en estos momentos una cantidad de explosivo suficiente para asegurar treinta veces la muerte de cada ser humano, es decir la desaparición de la humanidad. Este año, el índice de mortalidad por desnutrición y hambre, no sólo sufrirá un ulterior aumento sino que su índice de crecimiento será el más alto de los últimos años. La FAO ya lo había previsto. El pasado 19 de febrero, en Bruse
las, en una "hearing" pública que organizamos en el Parlamento eruopeo, a una pregunta concreta mía, el Presidente del Consejo Mundial de la Alimentación Tanko, el Vicepresidente de la Comisión Carter y el Presidente de la Comisión "Norte-Sur" Willy Brandt lo confirmaron de común acuerdo.
Estas previsiones están por debajo de la realidad. En general se calcula el colapso, el desmenbramiento que incumbe irreversiblemente a las "economías" de los países del Tercer y del Cuarto mundo a causa de la situación energética y de la política de inversiones y de los precios de los países de la OPEC, que pagan sobre todo los países pobres, de los del Cuarto mundo. Las "ayudas" que todavía llegan a esos lugares, en la Buchenwald en la que nuestra generación convierte el mundo del subdesarrollo, son absorbidos por las clases dirigentes, por "revolucionarias" o "conservadoras" que sean, con pocas excepciones, para nutrir las minorías ciudadanas y para armar a los ejércitos. A menudo, los gobernantes de los hambrientos pertenecen al mundo de los causantes del hambre, de los nuevos nazis-estalinistas, al nuestro. La Comisión Carter ha documentado que la cantidad de cereales necesaria en un año para que no se produzca la desnutrición en el planeta equivale al coste de 5 (cinco) submarinos actualmente en constr
ucción en EE.UU. Pero es inútil que siga escribiendo estas cosas: existen "excedencias" a rebosar, esos productos alimentarios van de la mano con nuestro "saber". Proyectos, programas, "food strategy", compromisos internacionales, agencias especializadas, técnicos y voluntarios, misioneros y mercenarios, crecen desorbitadamente. El quehacer es archiconocido. Su obra: el exterminio.
En Roma, al igual o más que en otros lugares. Hay que cambiar de voluntad política, hay que imponer una política de la vida, de la paz, del desarme, de la no violencia. Es la única política realista, la única cuyos resultados no son imposibles. La única rechazada, censurada. Nos hemos de convertir en mujeres y hombres de esperanza, contra el desierto de la desesperación al que nos resignamos.
Lo venimos diciendo, estamos luchando desde hace más de un año. En todos los rincones del mundo empiezan a darnos la razón. No quermos darnos por satisfechos. No es de ésto de lo que tenemos hambre y sed. Tras un año de árduo trabajo, de estudio, de huelgas de hambre y de acciones parlamentarias, tras haber actuado en Roma o en Camboya, en Otawa o en Estrasburgo, sabemos que eran justos los objetivos que nos condujeron a nuestra primera marcha pascual, desde Puerta Pía hasta el Quirinal, del Quirinal a Palacio Chigi, de Palacio Chigi a Montecitorio, a Palacio Madama, para llegar hasta San Pedro, hasta el Papa Juan Pablo II.
El Consejo de seguridad de la ONU debe abrazar inmediatamente el imperativo de salvar a decenas de millones de niños, de personas que ya están agonizando, o que inexorablemente agonizarán.
Los Estados deben depositar inmediatamente el 1,40 (0,70 x 2) de su producto nacional bruto con el mismo objeto, para ayudar al desarrollo. Tratados internacionales con valor de derecho positivo en nuestros países, no sólamente lo permiten sino que lo exigen. Nuestro país debe tomar la iniciativa, en cambio, se ha quedado de brazos cruzados - ante los 15 millones de niños que morían - colocándose en el último puesto del escalafón de los países industrializados, y por ende en el primero de los del exterminio neo-nazi.
Se hace necesaria una movilización general y no palabras o gestos lógicos y sugerentes motines pacifistas de pacotilla. Hechos y no palabras. Tenemos que dar forma y no sólo palabras, a la vida y a la salvación de este mundo. Con nuestros compañeros no violentos, cristianos, socialistas, del Partido radical, ya estamos trabajando árduamente en una acción que no sea sólo simbólica de subnutrición. El 30 de marzo iniciaremos una huelga de hambre masiva, el primer "Satygraha" gandhiano en Occidente, el primero desde hace casi cincuenta años. A partir del Domingo de Ramos hasta el Domingo de Resurección, organizaremos, con gente procedente de toda Europa, una serie de manifestaciones públicas, para encontrarnos todos - así lo esperamos - en una segunda marcha de la Vida, de la Paz, del Desarme, en la Plaza de San Pedro el domingo de resurección.
Proponemos que inmediatamente, en las familias, en los colegios, en las oficinas y en las fábricas, en los países, en las iglesias y en las sedes públicas y en las sindicales y políticas, la gente se organice para dar vida (literalmente hablando) a la esperanza, para dar vida a quién por el contrario estamos exterminando.
También este año, el Comité para la vida, la paz, el desarme, abierto a todos, podrá constituir el punto de encuentro y de coordinación, a pesar de que su objetivo del pasado año fracasase, tal y como algunos de nosotros habían previsto. O precisamente por eso. Todo debe subordinarse a esta esperanza. Si la prensa nos ayuda, podrá cumplir su labor de informar totalmente, y desde Roma podrá encenderse la chispa que hará que esta guerra se propague entre la gente y entre la muerte que nos debe unir a todos.
Apuntémosnos, por ahora, en la Cámara de los diputados, o en "Il Messaggero".
Con nuestra huelga de hambre, este año, vincularemos nuestra existencia a la de millones de seres humanos. Nos salvaremos con ellas, perderemos con ellas. Pero, más allá de las opciones conscientes, este - creo - es el destino de todos.
Y ahora esperemos. Con ánimo trepidante pero con esperanza.