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Pannella Marco - 1 marzo 1980
Carta a "Il Messaggero"
de Marco Pannella

SUMARIO: El Presidente de la República dice que estamos en guerra contra los terroristas. Se pierde cuenta de las víctimas. Pero existe otro siniestro más: ese silencioso del exterminio causado por el hambre, con sus cientos de millones de víctimas. Se muere no por falta de alimento, sino por falta de voluntad política de procurarlo, mientras las excedencias alimentarias del Norte industrializado constituyen un problema económico. El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas debe tratar el problema de la seguridad alimentaria de millones de personas. Los Estados deben asignar por lo menos el 1,40% de sus presupuestos para ese mismo fin. El Partido radical está trabajando diariamente para promover una movilización general, y sus militantes están realizando una acción de desnutrición que no es solo simbólica.

(IL MESSAGGERO, 1 de marzo de 1980)

(El líder radical Marco Pannella, diputado de la Cámara, nos ha enviado la siguiente carta que nos complace publicar).

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Señor Director,

El siniestro continúa. Se pierde cuenta de los muertos, asesinados por los terroristas, doscientos, trescientos?. No hay quien pueda más. El Presidente de la República a principios de año declara que estamos en guerra contra los asesinos. A partir de ese momento, las leyes cambiadas, el presupuesto del Estado, el aumento de las víctimas, el estado de la justicia y de las cárceles parecen atestiguar realmente una especie de estado de guerra, contra la persistente infamia de algunas decenas o centenares de personas inermes.

Para ellos ya no queda nada sagrado, ni tan siquiera la vida.

Par ellos?. Sólo para ellos?. Quién tirará la primera piedra?. Si esta masacre continúa, el exterminio - todavía más científico y concreto - de decenas de millones de personas cada año, por desnutrición, se propaga. Decenas de millones de exterminados en los pasados meses, decenas de millones en los meses venideros. En dónde está el escándalo?. La muerte, no la vida: el exterminio, el asesinato, parecen sagrados.

La Onu, la Fao, el Consejo Mundial de la Alimentación, la Comisión Carter, la Comisión Brandt, el Club de Roma, el Uncted, el Papa, el Presidente de la República italiana, el Presidente Giscard D'Estaing, el Embajador Gardner, el Parlamento europeo, el italiano, todos, todos, en documentos y declaraciones oficiales, que hemos recogido, todos están de acuerdo en afirmar que no se muere la gente por falta de comida, sino por "voluntad política", o por su ausencia, que es lo mismo.

Este año se gastarán aproximadamente 650 mil millones de dólares en armamentos, aproximadamente 1 trillón 600 mil liras al día. En el mundo hay tanto material explosivo como para garantizar treinta veces la muerte de todo ser humano, la desaparición total de la humanidad. Este año, el índice de mortalidad por desnutrición y hambre no sólo sufrirá un aumento más, sino que su índice de crecimiento será el mayor de los últimos años. La Fao ya lo había previsto. El 19 de febrero pasado, en Bruselas, en una "hearing" pública que protagonizamos en el Parlamento europeo. A una pregunta concreta mía, el Presidente del Consejo Mundial de la Alimentación, el Sr. Tanko, el Vice presidente de la Comisión Carter, y el Presidente de la Comisión Norte-Sur" Willy Brandt, lo confirmaron unánimemente.

Estas previsiones están por debajo de la realidad. En general no se calcula el colapso, el desmembramiento que apremia de forma irreversible las "economías" de los países del tercer y del cuarto Mundo, a causa de la situación energética y de la política de inversiones y de los precios de los países de la Opec, que pagan sobre todo los países pobres, los del cuarto mundo. Las "ayudas" que siguen pagando esos lugares, en Buchenwald a la que reduce a todo el mundo del subdesarrollo nuestra generación, son absorbidas por las clases dirigentes, "revolucionarias" o "conservadoras" da igual, con pocas excepciones, para nutrir a las minorías de ciudadanos y para armar a los ejércitos. A menudo los gobernantes de los hambrientos pertenecen al mundo de los "hambrientadores", de los nuevos nazis-estalinistas, al nuestro. La Comisión Carter ha documentado que la cantidad de cereales suficiente en un año para que no exista desnutrición en el mundo equivaldría al coste de 5 (cinco) submarinos actualmente en construcción

en Estados Unidos.

Pero es inútil que siga escribiendo todo esto: de las "excedencias" rebosantes, señor director, las alimentarias están en paz con las de nuestro "saber". Proyectos, programas, "food strategy", compromisos internacionales y nacionales, agencias especializadas, técnicos y voluntarios, misioneros y mercenarios, crecen de forma exponencial. El ajetreo es superconocido. Lo que se hace es exterminar.

En Roma, como o incluso más que en otros lugares. Es necesario cambiar voluntad política, es necesario imponer una política de la vida, de la paz, del desarme, de la no violencia. Es la única realista, la única no imposible en sus resultados. La única que es rechazada, censurada. Es necesario que nos convirtamos todos en mujeres y hombres de esperanza, contra el desierto de la desesperación a la que nos resignamos. Desde hace más de un año lo venimos diciendo, lo venimos luchando. Desde todos los rincones del mundo se nos empieza a dar razón. No queremos darnos por satisfechos. Tras un año de arduo trabajo, de estudio, de ayunos, de acciones parlamentarias, tras haber trabajado en Roma o en Camboya, o en Ottawa o en Estrasburgo sabemos ahora que eran justos los objetivos que nos condujeron a la primera gran Marcha por semana Santa, en Roma, desde Porta Pía hasta el Quirinal, desde el Quirinal hasta Palazzo Chigi y desde Palazzo Chigi hasta Montecitorio, desde Palazzo Madama hasta San Pedro, a ver al Papa Jua

n Pablo II.

El Consejo de seguridad de la Onu debe inmediatamente ser investido con el imperativo de salvar a decenas de millones de niños, de personas que están agonizando, o que están a punto de agonizar.

Los Estados deben depositar inmediatamente el 1,40 (0.70 x 2) de su producto nacional bruto para este objetivo, para ayudar al desarrollo. Tratados internacionales con valor de derecho positivo en nuestros países no sólo lo permiten sino que lo exigen. Nuestro país debe tomar la iniciativa, mientras se ha quedado de brazos cruzados - ante los 15 millones de niños que se morían de hambre - en último lugar en la alineación de países industrializados, es decir en el primero de todos de exterminio neo-nazi.

Es necesario que se produzca una movilización general, no de habladurías, o de trágicos y sugerentes dichos pacifistas, hechos y no palabras. Tenemos que dar forma, no sólo palabras, a la vida a la salvación de este mundo. Con nuestros compañeros no violentos, cristianos, socialistas, del PR estamos trabajando arduamente en una acción de desnutrición no solo simbólica. El 30 de marzo iniciaremos un ayuno masivo, el primer satyagraha gandhiano de Occidente, el primero desde hace casi cincuenta años. Desde el Domingo de Ramos hasta el de Pascua organizaremos, con gente que vendrá de toda Europa y no sólo de Europa una serie de actos públicos para encontrarnos todos juntos, confiamos, en una segunda marcha de la Vida, de la Paz, del Desarme, en la plaza de San Pedro, precisamente el domingo de resurrección.

Proponemos que inmediatamente, en las familias, en los colegios, en las oficinas y en las fábricas, en los pueblos, en las Iglesias, y en las sedes públicas, en las sindicales y políticas, la gente se organice para dar vida (literalmente hablando) a la esperanza, para dar la vida a quienes en cambio estamos exterminando.

Este año también el comité para la Vida, la Paz y el Desarme, abierto a todos, podrá constituir el punto de encuentro y de coordinación. A pesar de que su objetivo del año pasado haya sido - tal y como algunos de nosotros preveíamos - totalmente negativo. O precisamente por ello. Todo debe estar subordinado a esta esperanza. Si la prensa nos ayuda, señor director, se podrá realizar la tarea de información hasta el final, desde Roma podrá encenderse una chispa que haga propagarse esta guerra contra la guerra y la muerte que debe unirnos a todos.

Que se escriba en la Cámara de los Diputados, o si usted lo considera posible en "Il Messaggero".

Con nuestro ayuno, este año, uniremos nuestra existencia a la de millones de existencias. Salvados con ellas, vencidos con ellas. Pero más allá de las elecciones personales conscientes este es - creo - el destino de todo.

Ahora esperamos. Con trepidación pero con esperanza.

 
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