de Marco PannellaSUMARIO: El Papa ya no habla de hambre tampoco: evoca solemnemente el "exterminio", ha conjurado a los poderosos de la tierra para que pongan punto final. Esta vez, es el mundo comunista, socialista, liberal y "democrático" el que guarda silencio, y con su silencio extermina. A lo largo de los próximos días brotarán balances de guerra y no de paz. El Papa tampoco puede hacer más que guardar silencio. Bastaría que un sólo Estado empezase a hacer lo que debe para poner en marcha una voluntad política nueva. Por ello vale la pena, con la más absoluta de las acciones no violentas, arriesgar la vida contra quien escoge la certeza de la guerra y de la muerte.
IL MESSAGGERO, 9 de abril de 1980)
(Marco Pannella ha puesto en marcha con una carta enviada al "Il Messaggero" a la marcha contra el exterminio causado por el hambre en el mundo que se celebró el domingo de resurrección, con la participación de decenas de miles de ciudadanos. Ahora, con este escrito, saca las conclusiones y comenta el silencio del Papa y del "Palazzo"(1)).
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Juan Pablo, Juan Pablo realmente ha guardado silencio?. Su silencio nos persigue. No será, tal vez, que nos habla?. No habremos nosotros tal vez denunciado a los hombres del quejido, a los hombres a los que la palabra no se les convierte en verdad ni vida, pero casi mejor les arrastra hacia la muerte, hacia la desesperación?.
Una palabra que no salve, que no sea anuncio de salvación y de resurrección, puede ser repetida, debe ser pronunciada, o hay que acallarla?. Pero, anunciarla no sería una vergüenza, casi una blasfemia?.
Esta vez los Papas han hablado de la Buchenwald actual, del tremendo exterminio.
Incesantemente, desde hace veinte años. La "Populorum progressio" es de 1976, Juan Pablo II el pasado año, por Pascua, y hasta hace pocas semanas, no ha dejado de denunciarlo con fuerza. En diciembre, tal y como veníamos haciendo nosotros desde hace algún tiempo, tampoco él se limitó a decir "hambre", sino que ha evocó con palabras solemnes el "extermino", conjuró a los poderosos de la tierra para que pusieran punto final. Esta vez, esta vez son el mundo comunista, el mundo socialista, el mundo libre y el democrático los que guardan silencio, o mienten. Exterminan.
De lo contrario, por qué precisamente por Pascua, por vez primera, tras años, mientras el exterminio se propaga, aumenta, tremendo e inimaginable, por qué iba a guardar silencio Juan Pablo?. Precisamente cuando una multitud de pueblo de Dios de los humildes, de los oprimidos, de los explotados, para decenas y decenas de millones de mujeres y de hombres condenados se ha mostrado inerme, como ellos. Nos ha mostrado sus manos, vacías también.
"Paz. O guerra, Orden. o terror". Y actualmente, de hecho, hay guerra y terror. Gracias por este silencio suyo. Gracias por haber recordado que de donde hay que quitar la piedra es del sepulcro en cuyo interior se encierran seres vivos, y que son ellos los que la han de quitar.
Y también por él, creo, otros han hablado, "Vox populi, vox Dei". Y la multitud del pueblo de creyentes o no creyentes (o creyentes distintos) que llegó festejante, en nombre de la Vida, de la Paz y del desarme, contra el exterminio causado por el hambre y la preparación de la guerra, en la Plaza de San Pedro, desde la Puerta Pía, el domingo de resurrección, con los "gonfalones" de Milán y de Pavía, con los radicales, con Terracini, con Petroselli, con Veltri, con Sussana Agnelli, con cientos de ayunadores del Satyagraha 1980, con los míticos y emblemáticos Hare-Krishna, con los enfermos, los viejos y los niños, con pancartas y carteles, con itinerarios e historias distintas, con las flores, esta multitud era realmente un pueblo.
Pueblo dulce y fuerte, inerme y no violento, pero no inerte o resignado, irresponsable; puesto que este año todas las puertas del "Palazzo" estaban atrancadas. O, mejor dicho, abiertas, para subrayar el desierto que contenían. Los habitantes del "Palazzo" guardan silencio, por razones opuestas a las del Papa. En los próximos días deben, cada cual en su lugar y con sus funciones, decretar más exterminio y menos paz. Eso es lo que quiere (su) política. Los graneros cada vez más vacíos, los arsenales cada vez más llenos. Eso es lo que piensan. De esa manera nosotros no estamos de acuerdo, como personas, como ciudadanos, como diputados no de un Partido sino de la nación, del pueblo. De esa manera nosotros no guardaremos silencio ni tan siquiera en el "Palazzo". De esta manera, antes de votar al Gobierno y la ley financiera del Estado, haremos todo lo que esté en nuestras manos para que el dinero de los ciudadanos italianos no se gaste en demagógicas y pretendidas "necesidades", para asesinar, para preparar la gu
erra en vez de la paz.
Geno Pampaloni, y con el muchos de los mejores, se equivocan. Es necesario estudiar y haber estudiado el problema del hambre del mundo antes de decretar la insolubilidad, por lo menos en el presente. No es por imprudencia interior o por precipitación, o por maximalismo, que nosotros decimos que o cesa el exterminio, o empieza a cesar inmediatamente, o nos exterminará, en breve tiempo, a nosotros, exterminadores inclusive. No es humanamente imposible evitarlo. Es humanamente imposible que suceda, permitir que suceda.
Si el Consejo de Seguridad de la Onu es impulsado a tomar las decisiones que le competen, si aunque sólo sea un estado empieza (pero inmediatamente) a dar lo que es su deber, si hay voluntad política, en pocas semanas y meses es posible y perfectamente imaginable y realizable que millones, varios millones de personas sean salvadas del hambre y de la muerte.
En conciencia, eso es lo que creo. No puedo abrazar una metralleta, empuñar una pistola, no puedo ni tan siquiera amenazar para obtener que la ley suprema de la vida, el derecho - negados - sean respetados por el mismo poder que los ha impuesto y que nos los impone a todos. Quien nos manda, los poderosos de la tierra, los señores de la guerra, se han vuelto locos otra vez. Y los más cuerdos y honestos para nosotros se vuelven más peligrosos.
En estas condiciones, no nos queda, para poder afirmar la esperanza y la paz, más que llevar a cabo la más absoluta de las acciones de no violencia: arriesgar la vida contra aquellos que, enloquecidos, siguen escogiendo la certeza de la guerra y de la muerte.
N.d.T. (1) Palazzo: (Referido al de Montecitorio) equivalente a la Moncloa española. Metafóricamente, el centro de poder decisional.