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Pannella Marco - 21 agosto 1980
Pannella contra una segunda Praga
de Marco Pannella

SUMARIO: El temor de que se produzca una intervención militar soviética en Polonia, al igual que hace doce años en Praga, ha sido claramente expresado por los más altos representantes polacos. En la Urss se ha reforzado el poder central, burocrático y militar, lo cual supone un peligro para la humanidad. Los Estados occidentales poseen actualmente la misma ideología de la Sociedad de Naciones en los años treinta, todo un fracaso contra los regímenes que necesitan la violencia y la guerra. En el Norte, tanto Occidente como los países del Este adoptan políticas de inversión demencial en armamentos creando el exterminio causado por el hambre y las guerras locales de varios millones de personas cada año.

(L'AVANTI, 21 de agosto de 1980)

(Le hemos pedido a Marco Pannella que opina sobre los acontecimientos polacos de estos días. Este es el artículo que ha escrito.)

Hace doce años, a esta hora, los tanques soviéticos se apresuraban a entrar en Praga, ya estaban en marcha. Contra la democracia, contra el socialismo, contra la llamada independencia nacional, contra la autodeterminación de los pueblos. A esta hora, en Polonia, el temor y la amenaza de que se produzca una intervención análoga han estado implícita pero claramente presentes en las intervenciones oficiales del Estado y del Partido polacos.

Mientras tanto, la estructura totalitaria y violenta de la URSS se ha reforzado y la lógica de opresión, de agresión, de guerra domina su política: en primer lugar la nacional y la internacional, como Afganistán - con sus muertos rusos y afganos - demuestra.

Un cuarto y pico de siglo después del inicio de la desestalinización, el estalinismo (no necesariamente las formas más rudimentales y bárbaras con las que se expresó en Rusia) triunfa. El poder burocrático y militar no tiene no límites ni justificaciones.

Representa un peligro, el peligro para la humanidad.

La elección hiper-nuclear, en el mundo civil más aún que en el militar, condiciona durante décadas el desarrollo de las estructuras industriales, económicas y políticas el imperio soviético, del norte ruso, y apremia al mundo entero.

El llamado mundo libre (también el de Bolivia, Chile, de las alianzas más bárbaras en el tercer y cuarto mundo) responde aceptando el chantaje, el modelo de desarrollo que la locura soviética, locura estructural e institucional, ideológica y política se ve obligado a exigir de la permanencia en el poder del grupo dirigente. En sus puntas más "avanzadas", "responsables", "democráticas" y "tolerantes", los Estados occidentales, de democracia política, poseen como bandera la misma ideología y la misma política de la Sociedad de las Naciones y emblemizadas por los Deladier (y Laval) y por los Chamberlain de Munich. La no-resistencia a la violencia, el diálogo constante con los dueños de estructuras estatales y productivas que llevan en la necesidad y la fatalidad de la guerra, de los exterminios, del miedo a la libertad y a la paz.

Juntos en el Norte, tanto Occidente como el este exterminan cada año, para poder invertir sumas demenciales en armamentos, a cientos de millones de personas que mueren de hambre, a cientos de miles que mueren en "guerras" "locales". Ayer se contestaba a Hitler y a Mussolini ignorando como fatalidad o cuestión marginal los campos de exterminio, las agresiones nacionalistas o imperialistas, las estructuras antiliberales y antipacíficas. Actualmente, parece que se conteste asociándose a las barbaries para poder controlarlas mejor.

Los no violentos íntegros, los antimilitaristas, los unilateralistas, los internacionalistas y los socialistas humanistas y libertarios no pueden más que rechazar toda complicidad y tolerancia con esta política. En el aniversario de Praga y ante los nuevos hechos de Danzig (tras los de los años 30 y 60), denuncian por sí solos los peligros y la realidad de esta política.

 
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