("Corriere della Sera", bajo el título "El Poder sin rostro", 24 de junio de 1974, y publicado en el volumen "Escritos corsarios", editado por Garzanti, Milán).SUMARIO: Una recopilación de escritos sobre el antifascismo libertario de los radicales: reconocer el fascismo quiere decir comprender lo que ha sido y sobre todo lo que puede ser. Demasiado a menudo tras el antifascismo de fachada se encubre la complicidad con quienes han representado la auténtica continuidad con el fascismo, y han vuelto a proponer leyes y métodos propios de dicho régimen.
("NOSOTROS Y LOS FASCISTAS", El antifascismo libertario de los radicales, elaborado por Valter Vecellio, introducción de Giuseppe Rippa - Ediciones de Cuadernos Radicales/1, noviembre de 1980)
Qué es la "cultura" de una nación?. Corrientemente se cree, incluso lo creen así personas "cultas", que se trata de la "cultura" de los científicos, de los políticos, de los profesores, de los literatos, de los cineastas, etc. Es decir, que se trata de la "cultura de la intelligentsia". Y en cambio, no es así. Ni tampoco es la "cultura" de la clase dominante, que, precisamente, a través de la lucha de clase, intenta imponerla, al menos formalmente. Por último, tampoco se trata de la "cultura" de la clase dominada, es decir la "cultura" popular de los obreros y de los campesinos. La cultura de una nación es el conjunto de todas estas culturas de clase: es la media de las mismas. Y sería abstracta si no fuese reconocible - o, mejor dicho, visible - en lo vivido y en lo existencial, y si no tuviese como consecuencia una dimensión práctica. Durante muchos siglos, en Italia, dichas "culturas" han sido distinguibles aunque históricamente estuviesen unificadas. Actualmente - casi de golpe, en una especie de Advien
to - la distinción y la unificación histórica han cedido el sitio a una homologación que realiza casi milagrosamente el sueño interclasista del viejo Poder. A qué se debe dicha homologación?. Evidentemente a un nuevo Poder.
Escribo "Poder" con P mayúscula - cosa que Maurizio Ferrara tacha de irracionalismo, en "L'Unitá" (12-6-1974) - y lo hago sólo porque sinceramente no sé en qué consiste este nuevo poder ni quién lo representa. Sé simplemente que existe. Ya no lo reconozco ni en el Vaticano ni en los Poderosos democristianos ni en las Fuerzas Armadas. Ya no lo reconozco en la gran industria, puesto que ya no está formada por un número limitado de grandes industriales: a mí, por lo menos, me parece más bien un "todo" (industrialmente total), y para más inri, como un "todo no italiano" (transnacional).
Conozco - porque las veo y las vivo - algunas de las características de este nuevo Poder aún sin rostro: por ejemplo el rechazo del viejo "sanfedismo" (1) y del viejo "clericalismo", su decisión de abandonar la Iglesia, su determinación (coronada por el éxito) de transformar a campesinos y subproletarios en pequeños burgueses, y sobre todo su manía, por decirlo de alguna manera, cósmica, de aplicar hasta las últimas consecuencias el "Desarrollo": producir y consumir.
El retrato robot de este rostro aún blanco del Poder atribuye vagamente al mismo rasgos "modernos", debidos a la tolerancia y a una ideología hedonista perfectamente autosuficiente; pero al mismo tiempo se trata de rasgos feroces y básicamente represivos: la tolerancia es falsa, porque en realidad ningún hombre ha debido nunca ser tan normal y conformista como el consumidor; y en cuanto al hedonismo, esconde evidentemente una decisión de ordenar a priori todo con una crueldad que la historia jamás ha conocido. Así pues, este nuevo Poder aún no representado por nadie debido a un "cambio" de la clase dominante, es en realidad - por aquello de mantener la vieja terminología - una forma "total" de fascismo. Pero este poder ha "homologado" culturalmente a Italia: se trata, así pues, de una homologación represiva, aunque obtenida a través del planteamiento del hedonismo y de la "joie de vivre". La estrategia de la tensión (2) es un indicador, aunque anacrónico de todo esto.
Maurizio Ferrara, en el citado artículo (como asimismo Ferrarotti en "Paese Sera" 14-6-1974) me acusa de estetismo. Y tiende con todo ello a excluirme y a recluirme. Vale, de acuerdo, tal vez mi punto de vista es el de un "artista", es decir, según la lógica de la buena burguesía, de un loco. Pero el hecho, por ejemplo de que dos representantes del viejo Poder (que sin embargo sirven ahora, en realidad, aunque sólo sea en calidad de interlocutores, al nuevo Poder) se han chantajeado mutuamente a propósito de la financiación de los partidos y del caso Montesi(3), puede ser una buena razón para volverse loco, es decir para desacreditar de tal manera a una clase dirigente es precisamente una sociedad ante los ojos de uno nuevo, el que le hace perder el sentido de la oportunidad y de los límites, relegándolo a un auténtico estado de "anomalía". Cabe decir, igualmente que el punto de vista de los locos hay que tomarlo seriamente en consideración, a no ser que se quiera ser progresistas en todo, excepto en el prob
lema de los locos, limitándose cómodamente a eliminarlos.
Existen algunos locos que miran a la gente a la cara y que observan su comportamiento. Pero no porque sean epígonos del positivismo lombrosiano (4) (tal y como insinúa rudamente Ferrara), sino porque entienden de semiología. Saben que la cultura produce códigos: que los códigos producen comportamiento; que el comportamiento es un lenguaje; y que en un momento histórico en el que el lenguaje verbal es todo convencional y esterilizado (está tecnicizado) el lenguaje del comportamiento (físico y mímico) adquiere una importancia decisiva.
Para volver de esta manera al principio de nuestro razonamiento, creo que existen buenas razones para sostener que la cultura de una nación (en nuestro caso Italia) está actualmente expresada sobre todo a través del lenguaje del comportamiento, o lenguaje físico, "más" una cierta cantidad - completamente convencionalizada y extremadamente pobre - de lenguaje verbal.
En dicho nivel de comunicación lingüística se manifiestan: a) el cambio antropológico de los italianos; b) su completa homologación con un único modelo.
Así pues: decidir dejarse el pelo largo hasta los hombros, o bien dejarse crecer el bigote (en un alarde proto-novecentista); decidir ponerse una venda en los ojos o bien encasquetarse la boina 'scoppoletta'(5) hasta las sienes; decidir entre soñar con tener un Ferrari o un Porche; seguir atentamente los programas de televisión; conocer los títulos de cualquier best-seller; vestirse con pantalones y con jerseis descaradamente a la última moda; mantener relaciones obsesivas con chicas y tener poca manga ancha con ellas pero, al mismo tiempo, pretender que sean "libres", etc. etc. todas estas son acciones "culturales".
Ahora bien, "todos" los italianos jóvenes cumplen estas acciones idénticas, tienen el mismo lenguaje físico, son intercambiables; es algo tan antiguo como el mundo, se limita a una clase social, a una categoría: pero el hecho es que estas acciones culturales, y este lenguaje somático son interclasistas. En una plaza abarrotada de jóvenes, nadie podrá distinguir, por su cuerpo, a un obrero de un estudiante, a un fascista de un antifascista, cosa todavía posible en el 1968.
Los problemas de un intelectual perteneciente a la "intelligentsia" son distintos de los de un partido y político, aunque tal vez la ideología sea la misma. Quisiera que mis actuales opositores de izquierdas comprendiesen que soy capaz de darme cuanta de que, en caso de que dicho desarrollo se interrumpiese y se produjese una recesión, si los Partidos de Izquierda no apoyasen al Poder en vigor, Italia sencillamente se haría polvo. Si por el contrario el Desarrollo continuase de la misma manera que empezó, sería indudablemente realista el llamado "compromiso histórico", única manera para intentar corregir este desarrollo, en el sentido indicado por Berlinguer en su informe al Comité Central del Partido comunista (cfr. "L'Unitá", 4-6-1974). Sin embargo, al igual que los "rostros" no son de la competencia de Mauricio Ferrara, tampoco son de mi competencia estas maniobras de práctica política. Es más, yo tengo, en todo caso el deber de ejercer sobre ella mi crítica, donquijotescamente y tal vez incluso de forma
extremista. Así pues, qué problemas tengo?.
He aquí uno, por ejemplo. En el artículo que ha suscitado esta polémica ("Corriere della Sera", 10-6-1974) yo decía que los responsables reales de los siniestros de Milán y de Brescia son el gobierno y la policía italiana: porque si tanto el gobierno como la policía lo hubiesen querido, dichos siniestros no se hubiesen producido. Es un lugar común. Pues bien, llegados a este punto que se rían a mis espaldas diciendo que los responsables de estos siniestros somos también nosotros los progresistas, antifascistas y hombres de izquierdas. De hecho, a lo largo de todos estos años no hemos hecho nada:
1) porque temíamos que hablar de "Siniestro Estatal" se convirtiese en un lugar común, y no pasase de ahí.
2) (y más grave) no hemos hecho nada para que los fascistas no existiesen. Simplemente, les hemos condenado gratificando nuestra conciencia con nuestra indignación. Y cuanto más fuerte y pedante era la indignación, más tranquila se quedaba la conciencia.
En realidad, nos hemos comportado con los fascistas (hablo sobre todo de los jóvenes) de forma racista: es decir les hemos hecho creer, con prisas y despiadadamente, que estaban racistamente predestinados a ser fascistas, y que ante esta decisión de su destino no había nada que hacer. Y no nos lo neguemos: todos sabíamos, en nuestra auténtica conciencia, que cuando uno de esos jóvenes "decidía" ser fascista, era puramente casual, no se trataba más que de un gesto, sin motivos e irracional: hubiese bastado una palabra, tal vez, para que ello no sucediese. Pero ninguno de nosotros ha hablado con ellos o les ha hablado a ellos. Los hemos aceptado tal cual como representantes inevitables del Mal. Y tal vez no eran más que adolescentes de dieciocho años, que no sabían nada de nada, y se han arrojaron de cabeza en la horrorosa aventura por simple desesperación.
Pero no podíamos distinguirlos de los demás (no digo de los demás extremistas: sino de "todos" los demás). Y esta es nuestra espantosa justificación. Padre Zosima («literatura por literatura!) ha sabido inmediatamente distinguir, entre todos aquellos que se habían amasado en su celda, a Dimitrii Karamazov, el parricida. Entonces, cogió y se levantó de su silla y se fue a postrarse ante él. Y lo hizo (tal y como le dijo luego al Karamazov más joven) porque Dimitrii estaba destinado a hacer lo más horrible y a soportar el dolor más infrahumano.
Pensad (si tenéis fuerzas para ello) en aquel chiquillo o en aquellos chiquillos que fueron a poner las bombas en la plaza de Brescia. No habría que alzarse e ir a postrarse ante ellos?. Pero eran jóvenes con el pelo largo, o bien con bigotes estilo principios del novecientos, llevaban vendas en los ojos o se habían encasquetado la boina 'scapoletta' hasta las sienes, de manera que cubriesen los ojos., eran pálidos y presuntuosos, su problema consistía en vestirse siguiendo la moda, de la misma manera que tener Porches o Ferraris, o bien motos para conducir como pequeños arcángeles idiotas con las chicas de ornamento detrás, sí, pero modernas, y a favor del divorcio, de la liberación de la mujer, y en general del desarrollo.... Eran jóvenes, en resumidas cuentas, como todos los demás; nada les distinguía de los otros. Aunque hubiésemos querido no hubiésemos podido ir a postrarnos ante ellos. Porque el viejo fascismo, aunque sea a través de la degeneración retórica distinguía; mientras el nuevo fascismo - qu
e es algo muy distinto - ya no distingue: no es humanísticamente retórico, es americanamente pragmático. Su fin es volver a organizar y homologar brutal y totalitariamente el mundo.
N.d.T.
(1) SANFEDISMO: Actividad de las bandas armadas de campesinos en la Italia meridional, organizadas por primera vez por el cardenal Ruffo, en el ejército de la Santa Fe, a finales del s. XVIII, para combatir contra la República partenopea (república que duró 4 meses en 1799). Y también actividad de numerosas sectas reaccionarias reactivas en el Estado Pontificio, tras la Restauración. Por extensión actitud política reaccionaria.
(2) ESTRATEGIA DE LA TENSION: estrategia desarrollada del 69 en adelante en Italia que consiste en poner bombas en calles, plazas y estaciones ferroviarias con el objeto de crear tensión, desestabilizar y de esta manera permitir que continúe en el poder la clase dirigente.
(3) CASO MONTESI: Referido a Wilma Montesi, la joven encontrada muerta en la playa de Torvaianica, a dos pasos de Roma. Al principio se consideró que se trataba de una muerte accidental pero al llegar las elecciones, Aminitore Fanfani, ministro del Interior, pidió que se desempolvara el caso, y resultó una historia picante de orgías sexuales en las que aparecían implicados jóvenes bien de Roma, entre ellos Piero Piccioni, el hijo del ministro de Asuntos Exteriores, contrincante de Fanfani, cuya imagen pública quedó hecha pedazos. Tres años más tarde, Piccioni resultaría absuelto, pero Fanfani había ganado ya el Congreso adueñándose del Partido.
(4) LOMBROSO, Cesare: (Verona 1835 - Turín 1909) psiquiatra. Profesor de antropología criminal, disciplina de la que fue promotor y que sostiene que los rasgos de la personalidad criminal están determinados por taras y anomalías somáticas.
(5) SCOPPOLETTA: gorro que usan en Sicilia. El hecho de encasquetárselo hasta las sienes es para cubrise los ojos y no ver ni oír.