SUMARIO: Recopilación de escritos sobre el antifascismo libertario de los radicales. Reconocer el fascismo quiere decir comprender lo que ha sido y sobre todo lo que puede ser. Demasiado a menudo, tras el antifascismo de fachada se esconde la complicidad con quien ha supuesto realmente la continuidad con el fascismo y a propuesto de nuevo leyes y métodos propios de dicho régimen.
("NOSOTROS Y LOS FASCISTAS", El antifascismo libertario de los radicales elaborado por Valter Vecellio, introducción de Giuseppe Rippa - Ediciones de "Cuadernos Radicales/1", noviembre de 1980)
Hace doce años, a esta hora, los tanques soviéticos se apresuraban a entrar en Praga, ya estaban en marcha. Contra la democracia, contra el socialismo, contra la llamada independencia nacional, contra la autodeterminación de los pueblos. A esta hora, en Polonia, el temor y la amenaza de que se produzca una intervención análoga han estado implícita pero claramente presentes en las intervenciones oficiales del Estado y del Partido polacos.
Mientras tanto, la estructura totalitaria y violenta de la URSS se ha reforzado y la lógica de opresión, de agresión, de guerra domina su política: en primer lugar la nacional y la internacional, como Afganistán - con sus muertos rusos y afganos - demuestra.
Un cuarto y pico de siglo después del inicio de la desestalinización, el estalinismo (no necesariamente las formas más rudimentales y bárbaras con las que se expresó en Rusia) triunfa. El poder burocrático y militar no tiene no límites ni justificaciones.
Representa un peligro, el peligro para la humanidad.
La elección hiper-nuclear, en el mundo civil más aún que en el militar, condiciona durante décadas el desarrollo de las estructuras industriales, económicas y políticas el imperio soviético, del norte ruso, y apremia al mundo entero.
El llamado mundo libre (también el de Bolivia, Chile, de las alianzas más bárbaras en el tercer y cuarto mundo) responde aceptando el chantaje, el modelo de desarrollo que la locura soviética, locura estructural e institucional, ideológica y política se ve obligado a exigir de la permanencia en el poder del grupo dirigente. En sus puntas más "avanzadas", "responsables", "democráticas" y "tolerantes", los Estados occidentales, de democracia política, poseen como bandera la misma ideología y la misma política de la Sociedad de las Naciones y emblemizadas por los Deladier (y Laval) y por los Chamberlain de Munich. La no-resistencia a la violencia, el diálogo constante con los dueños de estructuras estatales y productivas que llevan en la necesidad y la fatalidad de la guerra, de los exterminios, del miedo a la libertad y a la paz.
Juntos en el Norte, tanto Occidente como el este exterminan cada año, para poder invertir sumas demenciales en armamentos, a cientos de millones de personas que mueren de hambre, a cientos de miles que mueren en "guerras" "locales". Ayer se contestaba a Hitler y a Mussolini ignorando como fatalidad o cuestión marginal los campos de exterminio, las agresiones nacionalistas o imperialistas, las estructuras antiliberales y antipacíficas. Actualmente, parece que se conteste asociándose a las barbaries para poder controlarlas mejor.
Los no violentos íntegros, los antimilitaristas, los unilateralistas, los internacionalistas y los socialistas humanistas y libertarios no pueden más que rechazar toda complicidad y tolerancia con esta política. En el aniversario de Praga y ante los nuevos hechos de Danzig (tras los de los años 30 y 60), denuncian por sí solos los peligros y la realidad de esta política.
("Avanti" y "Noticias Radicales" 20 de agosto de 1980; artículo escrito con motivo del 12 aniversario de la invasión soviética de Checoslovaquia, sobre los acontecimientos polacos y sobre la continuidad entre la política soviética y la fascista).
N.d.T.:
(1) Cuando los italianos hablan de "compagno", dicho término designa tanto a los camaradas comunistas como a los compañeros en general de izquierdas.