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Sciascia Leonardo - 5 dicembre 1980
TERREMOTO: LOS COMODOS PESEBRES
Leonardo Sciascia

SUMARIO: El autor deplora que al describir el ambiente que se respira en las zonas afectadas por el terremoto, se utilice la expresión "pueblos-pesebres". Rechaza dicha expresión pues no corresponde con la realidad y porque "esconde toda una intención, toda una voluntad de hacer que todos... se entusiasmen ante la idea de reconstruir los pesebres" sin cambiar nada y dejando dichas regiones en manos a los que ya las controlan como "redecillas clientelares sumamente seguras".

(NOTICIAS RADICALES, 5 de diciembre de 1980)

Roma, 5 de diciembre de 1980 - N.R. - "Los cómodos pesebres", es el título de un artículo que Leonardo Sciascia ha escrito para el periódico "Il Mattino". "Noticias Radicales" publica su contenido:

»Los pueblos pesebres: una de las expresiones más retóricas y mitificadoras que se han acuñado durante esta gran tragedia del terremoto. Quiénes la leen o la escuchan no saben exactamente qué quiere decir, pero de ellas se desprende el idilio, la serenidad, la simplicidad y la seguridad que infunden las relaciones humanas, lo genuino de las cosas y por supuesto en absoluto los hombres, el silencio.

Sugestionados por el hecho de que la catástrofe llegó sin avisar borrándolo todo, uno casi acaba por creer que ha borrado también un determinado tipo de vida: la vida el pesebre en los pueblos-pesebre. Pero un solo momento de desapego, de reflexión es suficiente para tomar conciencia que ese tipo de vida fue cancelado hace ya mucho tiempo. Esos que ahora se dan en llamar pueblos-pesebres ya rebosaban automóviles, televisores, electrodomésticos, abusos de ruina urbanística, de frigoríficos, de productos industriales, de pan hecho con harina de vaya usted a saber dónde y de quesos con venenos procedentes del mismo sitio. Al igual que en cualquier otro pueblo italiano, grande, pequeño o minúsculo. Y - se sobrentiende - de corrupción: como las grandes ciudades, las regiones, Italia al completo.

Pero esta expresión no pulula en los titulares de los periódicos porque obedezca a la conmoción ni al ímpetu retórico ni brota adolorida de las voces de los cronistas y periodistas de la radio o la televisión. Esconde toda una intención, toda una voluntad de hacer que todo el mundo, y sobre todo los supervivientes, se entusiasmen ante la idea de reconstruir los pesebres, los promuevan, la propugnen. Los pueblos-pesebre votan, los pueblos-pesebre son colegios electorales; y hay que lograr que sigan siendo las redecillas clientelares sumamente seguras que son, tal cual. Obedeciendo a dicha intención, a dicha voluntad, se desanima, por lo que se ve, el éxodo: un éxodo que es, al menos provisionalmente, necesario.

A no ser que se le quiera añadir al desastre toda una retahíla de casos desastrosos.

Cabe reconstruir los pueblos, pero no como pesebres. Los pesebres existían cuando uno iba a la panadería con un kilo de trigo y a cambio le daban un kilo de pan. Hoy en día, un kilo de trigo vale 150 liras y un kilo de pan 1000 liras. Es un pequeño enorme hecho que hay que tener en cuenta, cuando se habla de pueblos-pesebres, de tierra, de agricultura, de mundo campesino y de cultura campesina.

 
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