SUMARIO: Acción del Partido radical para obtener la liberación del juez Giovanni D'Urso secuestrado por las "Brigadas rojas" el 12 de diciembre de 1980 y para contrastar ese grupo de poder político y periodístico que desea su muerte para justificar en Italia la imposición de un gobierno "de emergencia" constituido por "técnicos". El 15 de enero de 1981, el juez D'Urso es liberado: "El partido de la firmeza estaba organizando y está intentando dar un auténtico golpe, por eso al igual que el fascismo de 1921 necesita cadáveres, pero esta vez al contrario de lo que sucedió con Moro, ha sido vencido, pues por el momento, esta vez las BR no han servido. La campaña de Radio Radical consigue romper el boicot informativo de la prensa".
(LA PIEL DE D'URSO), A quién le servía, quién se le ha vendido, cómo ha sido salvada - elaborado por Lino Jannuzzi, Ennio Capelcelatro, Franco Roccella, Valter Vercellio - Suplemento de Noticias Radicales nº 3, marzo de 1981)
Carta de Marco Pannella a las BR (24 de diciembre)
El comunicado de las BR era un apócrifo. Pero, bienvenido de todas maneras. Nos ha hecho reflexionar, en calidad de radicales, si cabe más todavía, sobre los caminos que aún quedan por recorrer, sobre lo imaginable, sobre lo que tenemos la obligación de hacer, y sobre lo posible.
En pro del diálogo y en contra de las negociaciones
Nuestra postura con respecto al caso de Moro quedó clarísima, tan clara cuanto censurada y prácticamente desconocida. No teníamos reservas, e independientemente del juicio sobre la voluntad o la conveniencia de las BR "en pro del diálogo y contra las negociaciones". Hasta las últimas consecuencias, día tras día, comprometidos para exigir que toda iniciativa y línea política fuese recorrida por los caminos constitucionalmente previstos y obligatorios. Responsabilidad del Gobierno de moverse según las directrices recibidas, o mejor dicho que le indicase el Parlamento, y bajo su vigilancia. La cuestión exigía, precisamente por su inmenso y dramático carácter histórico basarse en lo que la Constitución y las reglas institucionales preven y exigen. Cuando las Br niegan como hipocresía o simulación de violencia el derecho y las leyes, nosotros pedimos que se contestase con el respeto pleno de las leyes y del derecho. Grande, continuo, constante debate parlamentario, así pues, hasta que Moro no fuese liberado. Toma
de responsabilidades a través de un "proceso-debate" público para la formación de las voluntades y de las opciones, tal y como prevé la Constitución tanto para el parlamento como para la Justicia.
En cambio, el Parlamento quedó excluido. Fue violado con procedimiento aberrante e infame hasta el estatuto de la DC, impidiendo al Consejo Nacional y a la Dirección reunirse y deliberar para reservar a una "delegación", que se autodenominó abusiva, todo poder. Y lo mismo sucedió en los otros partidos
Clandestinidad del "Palazzo" (1)
A la clandestinidad natural de las BR se sumó el verse relegado violentamente a la clandestinidad, a los juegos y los consejos del "Palazzo" y de los pasillos, del Estado y de la política democrática, a cargo de las cúpulas políticas y de las instituciones mismas. Incluso la iniciativa socialista se sacó adelante con los mismos métodos, y fue llevada a cabo deliberadamente al margen y contra las reglas de la prudencia jurídica, constitucional e institucional.
Se negó - lógicamente - a las BR concederles el reconocimiento de fuerza combatiente y enemiga - que solicitaban a priori para tratar la liberación de Moro. Pero este reconocimiento fue otorgado solemnemente por las altas cúpulas del Estado algunos meses después, cuando se proclamó oficialmente que el país se hallaba en "estado de guerra" y que "el enemigo" era las BR...
Nos amordazamos y se nos censuró
Tal y como advertimos - amordazados, censurados, con el país que no había tenido la posibilidad de juzgar y conocer la línea sostenida por los radicales para defender con la vida de Moro la del derecho y de las leyes - todo esto no podía más que conducir a la catástrofe, y a la catástrofe condujo. Condujo a todo el mundo: incluso a las Br y a los terroristas de todos los grupos y los colores que a partir de ese momento vieron como engrosaban sus filas no con aquellos que hubiesen podido implicar con una solución "política" y "generosa" en aquella horrenda aventura, sino de aquellos a los que por desesperaciones sociales, generacionales, culturales y existenciales o por fanatismo de justicieros o de militares se sienten capturados por el embrujo de la muerte y de la violencia. Arrastró a todo el mundo: empezando por las leyes del Estado, mes tras mes, masacradas en noviembre de una pseudo-eficiencia represiva que precisamente era lo que los terroristas deseaban provocar: para demostrar que el derecho no es má
s que la expresión y el encubrimiento del poder, respetado hasta donde y hasta cuando le es necesario a la violencia de sus intereses. Al primero que arrastró fue a Aldo Moro.
La gran diferencia entre D'Urso y Moro
Tras otros muchos, ahora le toca a Giovanni D'Urso, en un escenario no muy distinto del escenario del 16 de marzo. Pero con una gran diferencia, que nadie parece haber calibrado: el 16 de marzo fueron asesinados, para capturar a Aldo Moro dos hombres de su escolta, dos trabajadores humildes de la policía que desempeñaban su trabajo. Liberar a Moro, el poderoso, el enemigo tras haber asesinado en via Fani a los cuatro agentes constituía una dificultad política, ideológica, "humana" incluso, una contradicción peligrosa.
Actualmente, por suerte para ellos y para nosotros, los que han secuestrado a D'Urso no han cometido, por el momento más delito que el de secuestrar.
Para que venza la vida
Esta vez, es necesario que el Partido radical y el movimiento democrático de clase, el movimiento no violento, los que creen en el humanismo jurídico y en el Estado de derecho, los que no tienen intención de sacrificar un proyecto de hombre o de sociedad, el hombre y su vida, que los revolucionarios no revolucionistas y los reformadores no reformistas consigan profundizar hasta tal punto sus convicciones y reforzarlas de manera que sea posible que en este asunto venza la vida, la humanidad, el crecimiento del derecho y la erosión y la derrota de la violencia.
Tal vez la vida, y no la muerte, de Giovanni D'Urso, vida que le pertenece, vida tan sagrada como la de los que lo secuestran y amenazan con asesinarlo, se convierta en una ocasión de victoria y de crecimiento para todos, por una parte y por otra, en la única dirección en la que puede existir crecimiento y esperanza en vez de desesperación y fin. "Es posible convencer, vencer" pero "juntos, siempre y hoy. No vencer contra. Ni tan siquiera para quien secuestra a D'Urso esta es fatalidad, esclavitud o necesidad.
Diálogo, diálogo, diálogo. Nada de negociaciones. No hay negociación que valga, digna de respeto si se plantea según la violencia, con el miedo, con el chantaje. No se colabora con quien lleva a cabo actos violentos: es un deber. No existen reglas de guerra, ni patronees a seguir. Por suerte y por voluntad del pueblo, la guerra está prohibida por la Constitución dictada por el antifascismo de la Resistencia, y traicionada por el "antifascismo" y el "neofascismo" de los partidos parlamentarios, desde 1947 hasta nuestros días, salvo el partido radical.
Diálogo, diálogo y diálogo leal, y sin condiciones.
Compañeros asesinos
Si los de las Brigadas rojas se consideran "rojos" realmente, les repetiré a estos compañeros asesinos, que han optado por el asesinato, el terrorismo, la violencia, el sacrificio no solo de los demás sino también de los que se equivocan, se equivocan tremendamente. Es la horrible, tremenda fatiga de Sisifo "luchar para liberar" a algún compañero detenido, mientras los detenidos por terrorismo verdadero o presunto son más de mil, y otros tantos pueden llegar a serlo. Viven a menudo como si ya lo fuesen, asesinan y mueren, en torno a sí ven crecer el dolor, el desgarro, y la desesperación, si se siguiesen escogiendo formas de vida que no hacen más que multiplicar el número de compañeros encarcelados. Mientas otros se suicidan "directamente", y otros se dañan denunciando a otros, tal vez para salvarlos a parte de salvarse a sí mismos, o con la falacia de hacerlo o de pagar este precio ineludible para salvar el rigor de sus convicciones.
En cualquier caso no se trata de convencernos mutuamente, con respecto a todo. De golpe. Nosotros revolucionarios por amor, no violentos. Vosotros, revolucionarios por odio, violentos.
Se trata - hoy por hoy - de dialogar para obtener el máximo beneficio, de fuerza, de la vida - tan sagrada como la vuestra - de Giovanni D'Urso. Para obtener para "todos" de esta situación asquerosa un resultado extraordinario, positivo y ejemplar. No se qué es lo que podéis hacer ni cómo lo podéis hacer. Pero lo que hagáis o lo que no hagáis, lo que sepáis inventar y crear, sois vosotros, por desgracia, los únicos responsables. Es difícil escoger bien, sin poder muchos, distintos, contrapuestos, discutir y tratar de descifrar cuál es el medio más conveniente. Vosotros sois de hecho "militares" y nosotros civiles, vosotros "clandestinos" y nosotros estamos vivos y vivimos entre la gente (o entre los muertos), vosotros tenéis que inventaros en todo momento la forma justa de hable, de moveros, y nosotros al tener las reglas (los caudales) de la Constitución y de los procedimientos que prescribe, y las de nuestro partido, o de la democracia.
Somos nosotros los que tenemos que respetar nuestras reglas
Somos nosotros los que tenemos que respetar nuestras reglas, las reglas por las cuales y en aras de las cuales se nos legitima (y si las respetamos) a condenaros como condenaríamos a nosotros mismos si actuásemos como vosotros.
Nosotros tenemos la tarea mucho más grave mucho más grave de exigir que el Parlamento, los partidos y la "política" se respeten a sí mismos y respeten sus prerrogativas y normas, para intentar liberar a D'Urso, salvarle la vida, ayudaros y permitiros, en el respeto absoluto de las leyes, que se pueda salvar. Esas son las propuestas y las decisiones del grupo radical que dimos a conocer en el día de ayer.
Pero vosotros no podéis cometer el error de exigir lo que vuestro adversario no cree o cree que está mal. Cuando nosotros no violentos llevamos a cabo los ayunos más dramáticos, la huelga de sed o la de hambre, y solicitamos que se nos é lo que creemos que es justo y queremos obtener.
Ayunamos para que el poder respete su legalidad misma, sus compromisos concretos adoptados, "para que abandone la violencia", el actuar contra lo que es y debe ser ley incluso para él, que lo ha impuesto y que exige el respeto de los demás.
El poder desea muerte
No cometáis tampoco el error (me expreso así, de forma exhortativa, que es la que se usa cuando hablamos "entre nosotros" y no "con el adversario") de proponer en el mercado la vida, cualquier vida y en cualquier sentido, la vuestra o la de vuestros compañeros, o la de D'Urso, o la de quien sea. Sería dañino, así como inútil. Porque el poder desea la muerte, y D'Urso sirve muerto y no vivo.
Desde luego, ello exige estudiar, documentarse bien, calibrar y conocer las contradicciones existentes en los adversarios, ganar "tiempo" (en vez de perderlo, dejar que se vaya consumiendo) y por lo tanto "espacio", espacio físico, y "espacio" en la conciencia popular y en la de cada cual, e intentar vencer, vencer no "La Violencia", sino "esta violencia", y luego "esta otra", y luego "la otra", porque el poder, el primero de todos, el poder está "fuera de la ley".
Existen mil términos "ordenadores" en la vida de nuestras instituciones, que la conciencia popular y la de todos nosotros pueden exigir y deben exigir que sean perentorias.
Habrá amnistía
Algunos, compañeros tentados por el asesinato, o que el asesinato habéis practicado o escogido, amnistía y liberación, solo cuando la conciencia de la gente, la conciencia popular sea solicitada, y comprenda su necesidad y su validez. En conexión con el principio, soberano de civismo y civilización jurídica, de la pena como tutela de la comunidad y de cada cual del persistir en al peligrosidad específica de uno de sus elementos con el principio de la condena no como castigo, ni como instrumento autárquico de reintegración social.
Imbéciles, lúgubres y violentos
Confío que en el Parlamento italiano haya alguien que piense, ahora, inmediatamente, a parte de los compañeros radicales, en proponer una moción, un instrumento de debate para que se dé una respuesta nueva, política al peligro en el que tenéis a D'Urso. No se trata de venceros a "vosotros", como estos imbéciles lúgubres y violentos creen o sienten, sino de vencer lo que en vosotros puede hacer crecer y determinar lo peor, un enésimo grito de "viva la muerte", desesperado y suicida también si procede de quienes se consideran o son "compañeros".
Se trata de interrogarse públicamente, con la televisión,los periódicos que por una vez no censuren totalmente o casi los debates parlamentarios (y los partídicos) de manera que sea cual sea la respuesta cotidiana que se dé, se dé según la Constitución y por quién la Constitución exige.
Permitidme que os diga que actualmente el cierre de Asinara, si no queda lejos por lo menos es mucho más difícil de lo que lo era antes del secuestro de D'Urso. En el Estado a menudo dominado instintos y reflejos muy parecidos a los vuestros, que tal vez vosotros habéis heredado y compartís con gran parte de la clase del régimen.
No queréis edificar la "victoria" sobre la vida de los reclusos
No es eso, estoy seguro, lo que queréis. No es eso, no queréis edificar sobre la vida de cientos de compañeros vuestros recluidos por terrorismo no se sabe bien qué "victoria táctica", o qué "ejecución" por "justicieros". Es necesario que el Estado y los partidos, la fuerzas políticas, la gente, nosotros mismos, hagamos de todo para aprovechar las ocasiones y los lugares necesarios para establecer un diálogo con vosotros, urgente, sean las que sean. Es necesario, creo yo, que vosotros hagáis lo mismo. En cuanto a vosotros, yo no sé cómo, eso lo sabéis vosotros, si queréis.
Vais a liberar a D'Urso, compañeros? .
Consideradme a vuestra disposición. Me entendéis. No para colaborar - por cualquier motivo o circunstancia - con una forma cualquiera de violencia o de orden injusto que se me impartiese. Sino para dialogar, lealmente, eso sí. Pero sin proporcionar en ningún caso, ni tan siquiera por omisión, complicidad o connivencias. Ni de nosotros a vosotros ni de vosotros a nosotros. Pero, estáis seguros, compañeros, si os consideráis como tales, que no convenga en estos momentos, no convenga, liberar, dejar en libertad a Giovanni D'Urso?. En realidad no lo desean, no se lo esperan. No estarían contentos. En cambio, la gente sí, la gente se pondría contenta, y lo sabéis, "la gente", nosotros, vosotros mismos .... Vais a liberar a D'Urso, compañeros? .
"Marco Pannella".
N.d.T.
(1) PALAZZO: (Referido al de Montecitorio) equivalente a la Moncloa española. Metafóricamente, el centro de poder decisional.