Radicali.it - sito ufficiale di Radicali Italiani
Notizie Radicali, il giornale telematico di Radicali Italiani
cerca [dal 1999]


i testi dal 1955 al 1998

  RSS
sab 01 mar. 2025
[ cerca in archivio ] ARCHIVIO STORICO RADICALE
Archivio Partito radicale
Bobbio Norberto - 15 giugno 1982
UN "SINIESTRO INUTIL"? (5) Para cuándo dejamos lo de la libertad de los "despiadados deberes"?
Norberto Bobbio

SUMARIO: A lo largo del 21 Congreso del Partido radical de 1979 (29,30 y 31 de marzo y 1 y 2 de abril de 1979 - Roma) Marco Pannella sacó a relucir uno de los argumentos más delicados de la polémica radical con la izquierda italiana y sobre todo con el PCI: el tema de Via Rasella, el significado histórico del episodio de la resistencia, sus conexiones, sobre todo, con el terrorismo contemporáneo. Menos de un año antes, el caso Moro había golpeado duramente a la izquierda, colocando al PCI en el área de la "firmeza" mientras el PR (y, con otros matices, el PSI) optaba por una línea de apertura de "diálogo" que permitiese experimentar toda vía útil para salvar la vida del estadista; renunciando a priori, en cualquier caso, a todo tipo de actitud de homenaje a un Estado que hipócritamente proclamase sus intangibles prerrogativas precisamente en el momento en el que las señales más claras y dolorosas eran las de su impotencia, de su crisis moral, política e histórica. Cómo no resaltar, en este contexto de discu

sión, que precisamente al inicio de la reciente historia comunista, a parte de partisana y antifascista, se ubicaba en posición incluso central el episodio de Via Rasella, el atentado de aquel lejano marzo de 1944, cuando un grupo de partisanos, al hacer saltar una carga explosiva en el corazón de la vieja Roma por aquel entonces ocupada por los alemanes, desfalcaba una columna de SS del Alto Adige en una trampa mortal? El atentado - tal y como se sabe - desencadenó la represalia de los alemanes, que cayó sobre los 335 detenidos de Regina Coeli, políticos y comunes, masacrados a ráfagas de ametralladora en la oscuridad de algunas cuevas de puzolana abandonadas, a lo largo de la por aquel entonces campestre Via Ardeatina. El episodio era o no era un acto de terrorismo, de violencia, inevitablemente "matriz" del terrorismo y de la violencia que de nuevo se extiende, cuarenta años después, por el país?

Pannella fue inequívoco. Si hay que denunciar el terrorismo y hay que atacarlo, junto al terrorismo actual, tenemos que denunciar, como responsable conjunta, a la historia de la violencia de "izquierdas" en su totalidad. Si Curcio es culpable, la acción de Via Rasella configura también una forma, por condenar, de violencia homicida.

"Si bárbaros asesinos son los chicos de la acción católica - amonesta Pannella - Curcio que, según la iconografía de los Santos Gabriel y Miguel, con el pie aplasta el demonio y se vuelve justiciero contra el dragón capitalista (...) entonces también Carla Capponi, nuestra Carla, medalla de oro de la Resistencia por haberla puesto en Via Rasella, con Antonello, con Amendola y otros tienen que recordar dicha bomba. Tenemos que decir que si tenemos una relación de "intimidad" con la historia fascista, tenemos (...) la misma relación con los peores torturadores, con mis compañeros Togliatti y Curcio..." La reacción comunista a la polémica fue rabiosa. "L'Unità", al día siguiente, titulaba el resumen desde la universidad: "La línea Pannella: el PCI es el enemigo, Curcio un hermano". La estrategia radical era definida globalmente "anticomunista". Como respuesta al artículo, esa mañana - 1 de abril - Pannella se llegó hasta el congreso del PCI. La indignación y la rabia de los congresistas comunistas estallaba, de

sencadenada asimismo por durísimos ataques de amendola y Lama. "El discurso fascista de Pannella es una vergüenza, aquí están las medallas de oro de Via Rasella" eran los ataques de Amendola. Para Lama "El partido de las brigadas Matteotti, de Sandro Pertini y de Riccardo Lombardi no puede confundirse con el de Pannella". El auditorio silbó y abucheó al líder radical un buen rato quién se había presentado en la sala vestido de oscuro con un abrigo tirolés azul echado por los hombros, como un "vampiro" o un "Nosferatu" tal y como lo calificaría, hostil, desconcertada e irónica la prensa al día siguiente.

En este libro se recopilan, a parte de las transcripciones de las dos intervenciones del congreso de Marco Pannella, las opiniones de aquellos que intervinieron en el debate sobre Via Rasella, la violencia y el terrorismo.

("UNA »INUTILE STRAGE ?" - Da via Rasella alle Fosse Ardeatine - bajo la dirección de Angiolo Bandinelli y Valter Vecellio - Tullio Pironti Editore, 1982, Nápoles)

Para cuándo dejamos lo de la libertad de los "despiadados deberes"?

Norberto Bobbio

Estoy totalmente de acuerdo con Pannella cuando dice: "...Creo que, en el momento en el que el terrorismo y la violencia fomentan desesperación y son fruto de una estrategia, cabe revisar toda la historia de la violencia" (»Quaderni radicali , 4/5, p. 218). Y cuando repite: "Hablar de la violencia, qué significa sino hablar en primer lugar de nuestra ilusión violenta la que llevamos encima minuto a minuto... La falacia de que con un momento de ira se logrará superar y obtener lo que parece escapársenos cuando se tiene miedo" (p. 219). Yo también, por lo que mi testimonio pueda valer, he escrito a lo largo de estos años o he dicho a menudo las mismas cosas. El mes pasado, en la universidad, durante la última clase de mi vida, a un oyente que me preguntaba mi opinión personal sobre la teoría de la violencia y la revolución que habíamos tratado en la última parte del curso, le contesté citando una frase de Popper: "La violencia genera más violencia. Y las revoluciones violentas matan a los revolucionarios y cor

rompen sus ideales. Los supervivientes son sólo los más hábiles especialistas en el arte de sobrevivir" (("Rivoluzione o riforme?", Roma, Armando, 1977, p. 47). Me parece increíble que todavía haya alguien que crea que puede desarrollar una acción política innovadora, o bien, para usar una expresión tan valiosa cuanto falsa, "transformar el mundo", después de que haya empezado la era atómica, sin haber comprendido algo tan básico. Que entre tanto desaprensivo e insensato abuso de la acción violenta, despiadada e inútil (por poner un ejemplo pienso en el asesinato de Carlo Casalegno) haya un partido de izquierdas, como el radical, que haya inscrito en su programa los principios de la ética de la no violencia, lo considero una buena nueva (y se me permite decir, por fin, lo que desde hace tiempo pienso, aunque no venga a cuento? Nunca he comprendido por qué un partido no violento ha librado tan empecinadamente la batalla para la liberalización del aborto, es decir para un acto que es violento, es más es el pr

incipio de toda forma de violencia del hombre sobre el hombre, del que todas las demás pueden, por consiguiente, ser justificadas. Si puedo impedir con la violencia al hombre que venga al mundo, quiere decir que su vida es menos que nada, una hoja de papel, que puedo romper cuando ya no la necesito).

Una vez acogido el principio ético de la no violencia, considero que Pannella tiene razón al afirmar que "en el momento en el que el terrorismo y la violencia inducen desesperación y son fruto de una estrategia, cabe revisarla" (p. 218). Lo que él ha dicho sobre el episodio de Via Rasella entra en esta reflexión. Al cabo de casi medio siglo no veo por qué hay quien se niega a una reflexión de este tipo. Es más, considero que cada uno de nosotros tiene el deber de hacerla libremente, sin correr el peligro de ser acusado de ser fascista o amigo de los fascistas. Pobres de aquellos que no son capaces de someter los hechos del pasado a un examen crítico, de revisar con humildad y severidad su propia historia y de sacar la debida lección. Pobres de aquellos que creen en su propia única verdad y no está dispuesto a ponerla en entredicho. Ante el tribunal de la historia no hay sentencias pasadas en juzgado.

Pero el juicio histórico y el juicio político no coinciden

Juicio político y juicio histórico no coinciden. El juicio político es naturalmente parcial, es un juicio de parte: absuelve o condena. El juicio histórico no es un juicio de absolución o de condena: su objetivo es comprender y hacer comprender cómo han ido las cosas, y por qué de una manera en vez de otra. En el caso específico de via Rasella, el por qué en guerra total, tal y como fue la última guerra mundial, los hombres se convierten en cosas, y "la piedad muere". Además. las generaciones suceden a las generaciones. No se puede pretender que las nuevas juzguen los hechos del pasado tal y como los han juzgado sus protagonistas. Y los protagonistas no pueden pretender imponer su visión, que era parcial y no podía dejar de serlo, a los postreros. No podemos hacer de todos nuestros descendientes una ininterrumpida estirpe de hijos de Bruto. De ser así, no habría lugar para la reflexión histórica. Habría lugar sólo para la perpetuación de la contienda parcial.

Que quede claro, nadie piensa reñir a los protagonistas de haber realizado su despiadado deber, lo que ellos consideraban que era su deber. No nos es difícil imaginar que temblaron sus manos cuando se disponían a encender la mecha que iba a producir la gran explosión, y no porque tuviesen miedo sino porque eran perfectamente conscientes de las víctimas subjetivamente inocentes que dicha explosión iba a crear. Será lícito decir, por lo menos, una vez más sin temor a ser acusados de ser fascistas o amigos de los fascistas, que esos treinta y dos soldados alemanes muertos en aquel acecho eran subjetivamente inocentes? Podemos permitirnos creer que viviremos en una sociedad civil sólo cuando sean reconocidas como castigadas sólo las culpas subjetivas y nadie sea obligado a cumplir despiadados deberes?

 
Argomenti correlati:
stampa questo documento invia questa pagina per mail